Educación media superior y deserción juvenil. Una mirada desde las historias de vida, de Marcos Jacobo Estrada.

Reseña por Emma Liliana Navarrete

 

Jóvenes que abandonan la educación media superior en Sonora, México. Un camino más para la vulnerabilidad.

 

Sonora es un estado que se encuentra al norte de la República mexicana y, según las estimaciones de bienestar de su población, se ubica dentro de las diez entidades con menos pobreza (Coneval, 2012); en cuanto al promedio de escolaridad se encuentra también por encima del nivel nacional (8,6 años cursados en el total nacional y 9,4 en Sonora). Sin embargo, la tasa de deserción escolar en el nivel medio superior es mayor a la nacional (15,1% en Sonora y 12,9% nacional, datos de 2013) (Inegi, s/f).

Ante este panorama, el libro Educación media superior y deserción juvenil. Una mirada desde las historias de vida, de Marcos Jacobo Estrada, resulta esclarecedor para entender qué sucede con este grupo de jóvenes – que si bien han logrado alcanzar un nivel escolar por arriba del promedio, dentro de una entidad que está también en una posición privilegiada – terminan abandonando la escuela.

¿Por qué ocurre la deserción? ¿Cuáles son los factores que intervienen? ¿Cómo la viven los jóvenes, sus familias y sus maestros? Estas son preguntas que Marcos Jacobo, investigador de El Colegio de Sonora responde en su libro. Él nos adentra en el tema educativo que es, sin lugar a dudas, pieza fundamental para los jóvenes, pues estimula su integración cultural, su movilidad social y, por lo tanto, su desarrollo. Una educación robusta hoy permitirá, para muchos, romper a futuro la historia de pobreza que viven.

La presente reseña, en un inicio, muestra cómo está conformado el libro, en una segunda parte, los temas que – desde mi punto de vista – abonan en la temática y, en tercer lugar, las conclusiones más relevantes a las que llega el autor.

El libro estudia a jóvenes que estuvieron inscritos en el bachillerato tecnológico en tres distintas localidades de Sonora y que han abandonado la escuela. Para explicar las causas de la deserción y las consecuencias que tiene para los y las jóvenes, Estrada relata, basándose en una profunda revisión bibliográfica, las reformas a la educación media superior y las modalidades que se han desarrollado para que los estudiantes no abandonen las aulas. Muestra también la conformación y los cambios que ha tenido el Sistema de Educación Media Superior, caracterizando las tres modalidades que lo integran: a) Bachillerato universitario; b) Bachillerato tecnológico bivalente y c) Educación profesional técnica.

Este preámbulo es muy importante en el libro, porque sirve para ubicar a su universo de estudio: jóvenes que han estado matriculados en el nivel medio superior en modalidades de corte tecnológico, que, en el caso de Sonora, según cifras de la Secretaría de Educación Pública (SEP) mexicana, se encuentran en el rango de eficiencia terminal baja y deserción alta (SEP, 2012a).

Marcos Jacobo no realiza un análisis del total de los matriculados, sino sólo de tres distintas localidades (una urbana y dos rurales) pertenecientes al municipio de Hermosillo, capital de Sonora. En cada una de estas localidades estudia una institución: en el área más urbana, se ocupa de jóvenes de El Colegio Nacional de Educación Técnica (CONALEP) y en los dos espacios rurales se refiere a jóvenes de El Colegio de Estudios Científicos y Tecnológicos (CECYTES) y del Centro de Bachillerato Tecnológico Agropecuario (CBTA).

En el terreno metodológico, se basa en el análisis de 22 entrevistas biográficas e historias de vida a alumnos que han desertado, a algunos familiares y a docentes. A partir de esta propuesta1, Estrada identifica las etapas críticas desde donde el sujeto/joven construye su identidad, y muestra al lector las condiciones de vulnerabilidad por las que atraviesan los jóvenes antes y después de la deserción, concluyendo que desertan los desvalidos y vulnerables: la vulnerabilidad ya estaba, señala el autor, ahora están acumulando desventajas.

El autor va hilando las causas de la deserción y lo hace desde tres miradas diferentes – lo cual resulta innovador: la de los jóvenes, la de sus padres (normalmente la de la madre), y la de los profesores. Todos relatan su propia visión, la cual suele ser diferente. Así vemos que los jóvenes ensalzan su espíritu gregario, para ellos la comunidad es importante, los amigos y los afectos, sin ellos no tiene mucho sentido seguir estudiando, y esto se agrava si no hay apoyo de los profesores; bajo una situación de poco estímulo, es mejor abandonar la escuela. Para los padres la escuela de sus hijos es importante y trabajan para que ellos permanezcan, más cuando conocen y reconocen el esfuerzo y el deseo de ellos por estudiar y por “ser alguien en la vida”. Los docentes, en sentido contrario, creen que el mayor problema de la deserción proviene de la familia de origen, de la disfuncionalidad o las rupturas, para ellos las nuevas dinámicas de los hogares, con presencia creciente de madres jefas de hogar – por ejemplo – no es un elemento que quieran discutir.

El libro nos da muchas pistas y hallazgos, algunos explícitos, otros latentes. Dentro de los latentes o no explícitos, pero para mí muy importantes, Marcos nos lleva a deducir que hay causas de carácter individual, otras de carácter familiar y otras de corte económico o que involucran las dinámicas de las escuelas y las familias. Los expongo a continuación:

– Embarazos precoces: según la Secretaría de Salud, en 2009 ocurrieron, en Sonora, 7.620 embarazos en mujeres de 12 a 17 años; en 2010 se registraron 8.166 y, en 2011, 8.698. De 2010 a 2015, el incremento fue de 38%. Es un problema serio, pues el embarazo repercute en el abandono escolar de las chicas. Una de las causas que arguyeron varias de las desertoras fue quedar embarazadas. Al embarazarse, o al nacimiento del bebé, abandonan la escuela por falta de tiempo para asistir a la escuela y hacer tareas o por vergüenza. El embarazo adolescente, en México, es hoy un problema de carácter nacional, impacta de forma determinante el entorno de las jóvenes y también de algunos jóvenes varones, quienes abandonan la escuela para incursionar en el trabajo y asumir su nuevo rol de proveedor. En este caso la deserción no depende directamente de la calidad educativa, pero sí de una falta de información entre los jóvenes, que los lleva a tener embarazos tempranos.

– La falta de ingresos en el hogar: muchos de los estudios que se ocupan de investigar las causas de la deserción educativa colocan las dificultades económicas como uno de los determinantes más importantes (SEP, 2012b). En este estudio, esto es muy claro y supera el deseo de las familias para apoyar la presencia de sus hijos en la escuela. Las tres instituciones, aunque públicas y gratuitas, conllevan gastos que no pueden solventar las familias. Cuando los costos escolares crecen, la deserción ocurre.

Falta de información sobre apoyos gubernamentales: aunado a lo anterior, varios de los jóvenes entrevistados comentaron tener becas, pero no todos. Hay desconocimiento y falta de comunicación para solicitar becas de estudio o apoyos económicos.

Falta de apoyo de profesores: gran número de jóvenes menciona la falta de sensibilidad de los maestros para entender sus deficiencias formativas. Casi todos tienen problemas en algunas materias, lo que los lleva a reprobar, y al no contar con apoyo de los profesores, el alumnado se desmotiva y queda en riesgo para la deserción.

El incremento de la violencia y las pandillas: los profesores perciben la violencia como una de las causas de deserción escolar; sin embargo para los jóvenes y sus familiares no parece ser un conflicto. Los testimonios muestran que los docentes creen que la desunión, los divorcios, la migración, la violencia y la falta de interés son los responsables de la deserción. Para los maestros, todos “los otros” son los responsables, pero no la escuela y sus docentes.

– Tres escuelas, pero con un mismo problema: en los tres centros de estudio analizados se evidencia que el riesgo de la deserción escolar es similar, va más allá de las características escolares. El problema no son los tipos de formación escolar, sino hay una cuestión más estructural. Aunque quizá la única diferencia, y muy importante, es el caso de los CONALEP2, estos centros educativos en general son poco prestigiados en comparación con los CECYTES y los CBTA, al menos en el imaginario de los estudiantes. Ninguno de los muchachos desertores entrevistados deseaba estudiar en el CONALEP, llama la atención esta conclusión porque es similar a la que encontrara para el Distrito Federal Palacios Abreu (2007), quien relata que incluso sus entrevistados al referirse al CONALEP lo llamaban despectivamente Nopalep3.

Estos elementos si bien no son analizados de manera particular por Marcos Jacobo, se repiten en las biografías, por eso los considero hallazgos latentes. Dentro de éstos aparece también un refugio importante: la familia. La mayoría de los padres (la madre, fundamentalmente, y los abuelos) desarrolla estrategias para que sus hijos no deserten, para que “no se les atore el mundo” como dice una madre entrevistada. Estos jóvenes son la primera generación en sus hogares con estudios de nivel medio superior, son los pioneros, lo que les otorga una relevancia y un orgullo familiar. Todos quieren un bachiller en casa.

El autor también, de manera explícita, concluye con interesantes hallazgos, que tienen que ver con dos conceptos: la afiliación juvenil y la desafiliación institucional. La educación media superior es, en este caso, el espacio donde se crea la afiliación juvenil, es en donde se desarrolla el espíritu colectivo, se sociabiliza con sus pares, con sus iguales, se construye y reafirma la identidad. Tenerla genera fortalezas.

Pero, junto con esta afiliación, debe construirse una afiliación institucional, un “querer” a la escuela, un sentirse parte de la escuela, y eso sólo se logra con la asistencia constante, con el tiempo vivido en ella. Si el joven permanece poco tiempo en las aulas, pierde su afiliación juvenil y nunca crea la afiliación institucional.

El no poder construir ni la afiliación juvenil ni la institucional, los excluye; sus vínculos se limitan y les costará construir un capital social. Si los vínculos no se crean en su momento, la exclusión aparece y la probabilidad de ser un joven vulnerable se potencia.

Referencias bibliográficas

CONEVAL. Informe de pobreza y evaluación en el estado de Sonora. Ciudad de México: Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social, 2012. Disponível em: <http://desarrollosocial.guanajuato.gob.mx/coneval/informe-sonora.pdf>. Acesso em: 22 mar. 2016.

DUBET, F.; MARTUCCELLI, D. En la escuela. Sociología de la experiencia escolar. Buenos Aires: Losada, 1998.

ESTRADA RUIZ, M. J. Educacion media superior y desercion juvenil. Una mirada desde las historias de vida. 1. ed. México: El Colegio de Sonora, 2015.

INEGI. Panorama sociodemográfico de Sonora. 2011. Disponível em: <www.inegi.org.mx>. Acesso em: 22 mar. 2016.

______. Indicadores de bienestar por entidad federativa. Disponível em: <http://www.beta.inegi.org.mx/app/bienestar/#grafica>. Acesso em: 22 mar. 2016.

PALACIOS ABREU, R. Ser estudiante de bachillerato tecnológico: la incorporación de los alumnos a una escuela no deseada. In: GUZMÁN, C.; SAUCEDO, J. (Org.). La voz de los estudiantes: experiencias en torno a la escuela. México: Grupo Edición S.A. de C.V, 2007. p. 127-147.

SECRETARÍA DE EDUCACIÓN PÚBLICA. Sistema educativo de los Estados Unidos Mexicanos. Principales cifras Ciclo Escolar 2011-2012. México: Secretaría de Educación Pública, 2012a.

_______. Reporte de la Encuesta Nacional de Deserción en la Educación Media Superior. México: Secretaría de Educación Pública y Consejo para la Evaluación de la Educación del Tipo Medio Superior, 2012b.

Palabras clave: deserción escolar, educación postsecundaria, juventud, México.

Fecha de recepción: 23/03/2016

Fecha de aceptación: 30/03/2016

1 Muy al estilo de François Dubet, pues retoma la relación entre individuación y socialización, mostrando al joven como individuo complejo, integrado en la sociedad, sin fragmentar su vida y sus espacios, sino entendiendo todas sus facetas como factores que influirán en la permanencia en la escuela (Dubet; Martuccelli, 1998).

 

2 El Conalep inicia labores en 1979, con el objeto de formar profesionales técnicos egresados de la secundaria para que sean personal calificado demandado en la industria y los servicios. Inició con seis planteles, ahora tiene 308 repartidos en todo el país (Disponible en: www.conalep.edu.mx).

3Nopalep” es un juego de palabras que tiene que ver con el nopal, cactus comestible, barato y muy consumido en México. Sin duda tiene un sentido peyorativo.

 

Emma Liliana Navarrete enavarr@cmq.edu.mx Doctora en Ciencias Sociales con especialidad en Estudios de Población por El Colegio de México. Investigadora de El Colegio Mexiquense A. C. Temas de interés: juventud, empleo y educación.