“Los chicos en la calle: llegar, vivir y salir de la intemperie urbana”, de Rodolfo García Silva.

Reseña por María Florencia Gentile.

En busca de sentidos: experiencias de los chicos en la calle

¿Cómo y por qué llegan los chicos a la calle? ¿Cómo viven en ellas? ¿Cómo intervienen sobre su situación las políticas y programas sociales? Tales son las preguntas que dan origen a este libro y que, como reconoce su autor, son fáciles de formular pero difíciles de responder si se pretende evitar la mirada del déficit, tan presente en el abordaje del tema, para dar relieve a las singularidades y complejidades de la vida en la calle. Para responderlas, este trabajo centra su análisis en la comprensión de las experiencias de los sujetos dentro de sus propios marcos de referencia, tanto de los niños y jóvenes en situación de calle como de los trabajadores de los programas para su atención.

Es claro que embarcarse en una investigación sobre los “chicos de la calle” supone asumir el desafío que enfrentamos cuando desde las ciencias sociales abordamos temas antes construidos como problemas públicos que como problemas teóricos. En tanto tal, la figura del “chico de la calle” suele ser considerada como paradigma de la exclusión social de la infancia y ser caracterizada por su negatividad, por todo lo que estos chicos no son, no tienen, o por los espacios donde no están. Como resalta Riccardo Lucchini en el interesante “Prefacio” del libro, tal mirada se conjuga con la lógica del biopoder (en términos de Foucault) que considera a estos niños/as como ‘out of place’. Y por ello, percibidos en términos de riesgos objetivos (asociándolos con la violencia e inseguridad en el espacio público) y subjetivos (desde la mirada de la desviación y delincuencia).

Frente a estos usos y supuestos del problema, la elección de Rodolfo García Silva es desplegar una perspectiva socioantropológica que le permite sumergirse en este doble interés de pensar la calle y pensar la infancia en condiciones de precariedad social, desde una mirada etnográfica interesada en dar entidad a esta forma de vida a través de la voz de los actores, la heterogeneidad de su puntos de vista y trayectorias, sus emociones y las prácticas y relaciones que despliegan. Su trabajo se centra en los chicos y chicas de las calles de la Estación “La Cañada”, una importante localidad del conurbano bonaerense; y tanto sus experiencias como la de quienes trabajan con ellos en un programa estatal que los asiste constituyen el corazón del análisis del libro. De esta manera, allí donde otras miradas identifican sólo anomia, carencias o pura negatividad, García Silva logra reconstruir sociabilidades y modos de integración social específicas que dan formas a experiencias particulares de la infancia y juventud en nuestras sociedades.

Antes de abordar las preguntas que estructuran los tres capítulos del libro, en la “Introducción” se sistematizan y detallan los ribetes teóricos y metodológicos de la construcción del objeto de estudio. En ella el autor organiza los aportes y vacancias de las (relativamente escasas) investigaciones anteriores sobre el tema en la Argentina, reconociendo que la convivencia de intereses académicos y de intervención sobre esta población volvió predominante una mirada normativa orientada por el enfoque de derechos muy centrada en las distancias entre los preceptos jurídicos y las prácticas institucionales. Identifica tres perspectivas desde las que se ha estudiado el fenómeno: una ‘estructural’, interesada en identificar las carencias socioestructurales en el origen del fenómeno; una ‘socio-institucional’, sobre las modalidades de intervención sobre la población en calle y las deficiencias del enfoque de derechos; y una perspectiva ‘socio-cultural’, interesada en las experiencias, acciones y puntos de vista de los actores – línea que el autor retoma desde su propio enfoque. Pero estos ejes marcan también momentos distintos de la propia reflexión que atravesó en la construcción del objeto de estudio y su abordaje, tal como se da cuenta en la presentación de las decisiones teóricas y metodológicas adoptadas a lo largo del proceso de investigación.

En el primer capítulo del libro, García Silva busca comprender por qué los chicos se alejan de sus hogares y llegan a las calles. El argumento desplegado busca superar las clásicas tensiones entre enfoques objetivistas y subjetivistas para comprender el modo en que se relacionan ambos tipos de factores y convergen en sus experiencias. Al ocuparse de las características de las familias y barrios de origen, quedan en evidencia las condiciones de vulnerabilidad e inestabilidad social y familiar, que dificultan a las familias más numerosas la organización de una vida estable y el desempeño de funciones de cuidado y atención; tanto como la frecuencia de situaciones de violencia en los hogares de los que estos chicos se alejan. Frente a ellas, el trabajo señala las experiencias complejas y contradictorias de los niños y jóvenes: sufrimiento y sentimientos de rechazo y desamor, la oscilación entre el amor y el resentimiento en relación con la figura de la madre, el aburrimiento en sus hogares frente a los atractivos que provee la calle. En línea con lo identificado en investigaciones anteriores, se señala que la “salida” del hogar no se trata de un acontecimiento puntual de ruptura con los lazos familiares, sino de un proceso de permanente movimiento y alternancia entre la casa y la calle. El capítulo concluye que tal “salida” a la calle resulta entonces tanto de la necesidad como de la búsqueda de sentidos existenciales que no encuentran en los espacios de los que parten.

El segundo capítulo se centra en las características de la vida en “la calle”. La mirada etnográfica con la que se aborda este espacio social permite restituir las tramas relacionales, moralidades y sentidos de las formas de inscripción y existencia social que se despliegan en este mundo de vida. El trabajo reconstruye ciertas prácticas, maneras de ser y hacer de los chicos que habitan en la calle, en donde la integración a un grupo de pares resulta predominante: las aventuras y entretenimientos, los afectos y amistades, las peleas, robos y el consumo de drogas. Todas ellas son analizadas en sus facetas paradójicas, puesto que por un lado se presentan como respuesta a necesidades de supervivencia, protección y diversión, y también permiten establecer lazos afectivos y fuentes de reconocimiento y dignidad personal, pero a su vez suponen una alta exposición a riesgos y peligros, desde heridas, adicciones, y detenciones, hasta enfermedades y la muerte. Frente a ellas, la intención de “rescatarse” que los propios chicos y chicas manifiestan en distintos momentos de sus trayectorias pone en evidencia la tensión entre, por un lado, el deseo y la voluntad de integración a espacios tradicionales de socialización; por el otro, los hábitos y sentidos incorporados en la calle; y por último, la precariedad de los recursos y sostenes sociales e institucionales con que cuentan para enfrentarla. A este juego de tensiones es necesario sumar el papel de las intervenciones institucionales con esta población, abordadas en el último capítulo.

En efecto, en el último capítulo se analizan las características y desafíos de las acciones de intervención en el territorio bonaerense de La Cañada. Tras una presentación de los actores institucionales que actúan en el territorio (tanto ong’s como el programa estatal en el que se basa el trabajo de campo), se identifican dos estrategias principales de acción institucional: las destinadas a la reducción de daños o acompañamiento de la vida en la calle, y las que buscan generar alternativas al modo de vida callejero. En las dificultades y paradojas de éstas se centra el análisis del programa estatal, en donde se recuperan también las vicisitudes y experiencias de los propios trabajadores en la tarea de intervención. Aparecen así los avatares del reciente proceso de institucionalización del sistema de protección integral en los territorios locales, manifiesto en la proliferación de programas y organizaciones de protección y restitución de derechos, la inestabilidad de tales proyectos de intervención, las condiciones de precarización laboral en las que se desempeñan los trabajadores, la escasez de recursos económicos, de personal e institucionales que limitan las estrategias realmente implementadas más allá de las intenciones normativas. Y frente a esto, la empatía, angustia, resignación y finalmente desgaste que ello genera en los agentes que las llevan adelante.

A través de todo este recorrido, el libro constituye un aporte importante a la mirada comprensiva de las experiencias y trayectorias de los chicos y chicas en situación de calle y a los modos de su atención institucional, y como tal, puede convertirse en una interesante herramienta para el diseño de políticas públicas. La especificidad de la mirada de García Silva es la de poner el foco de atención en los sentidos de aquellas prácticas que aparecen socialmente identificadas como irracionales y carentes de tales, siendo la propia salida del hogar hacia la calle la primera entre ellas. En ese camino, el autor afirma la dificultad de los chicos y chicas para encontrar sentidos a su existencia como producto de las condiciones de inestabilidad y marginalidad de sus familias y lugares de origen, y la salida a la calle aparece como su búsqueda. Es en este punto donde el argumento del trabajo se enfrenta al riesgo de ser interpretado desde el mismo lugar del que intenta alejarse: una explicación centrada en el déficit – en este caso, la carencia de sentidos como origen del fenómeno. Sin embargo, el riesgo que corre vale la pena ya que es esa misma preocupación la que lo lleva a ocuparse especialmente de registrar de manera aguda los sentimientos y dilemas morales que experimentan tanto los chicos y chicas en las calles, como también los operadores que trabajan en los programas de atención, y hasta él mismo como investigador. La sensibilidad particular con que Rodolfo García Silva logra mostrarnos tales sentimientos y los dilemas morales y humanos a los que los protagonistas de su investigación se enfrentan, logra producir en los lectores una empatía tal y un compromiso afectivo (y el “Epílogo” del libro es el momento cúlmine de ello) que logra sacudirnos del lugar cómodo de lectores y testigos pasivos de un relato, y nos lleva a movilizarnos, a reaccionar y tomar posición. Y es este, entonces, un aporte más que significativo al que una investigación académica sobre el tema pueda pretender.

REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS:

Silva, R. G. Los chicos en la calle: llegar, vivir y salir de la interperie urbana. Buenos Aires: Buenos Aires, 2014.

Palabras-claves: chicos – calle – experiencia urbana

Fecha de recepción: 03/10/2014
Fecha de aceptación: 04/11/2014

María Florencia Gentile mflorgentile@yahoo.com / fgentile@ungs.edu.ar Investigadora-Docente del Área de Sociología, Instituto de Ciencias, Universidad Nacional de General Sarmiento.