Foto: Adalberto Camperos

Identidades juveniles y consumo musical de ‘reggae’ y ‘rap’ en Cuba.

El ‘rap’ cubano ¿reflejo de identidades sumergidas?

El ‘rap’, forma parte de los cuatro elementos que conforman a la cultura hip hop como expresión identitaria y de reafirmación simbólica, nucleados en: el ‘rap’, los ‘disc jockey’ o ‘MC’ (Maestros de ceremonias), el ‘breakdance’ (o baile de piso) y los graffiteros. Como expresión musical de un movimiento también de resistencia, logra convertirse en bandera, voz e instrumento de denuncias para sus protagonistas. Su origen se articula a los del propio movimiento, en los guettos negros y latinos de los Estados Unidos, sobre todo en los contextos marginales del Bronx neoyorkino. A través de un discurso de denuncia social, emerge como un movimiento de protesta y de crítica a la cultura dominante y a sus modelos de consumo.
Refleja un compromiso social que culmina en la diversidad de géneros y proyecciones hacia temas tan importantes y controversiales que por sí solos pregonan un resurgir de un pensamiento y una actitud ante la vida. Los orígenes de esta música también reflejan un tributo a la herencia africana, una preocupación por reivindicar los derechos de quienes fueron arrancados de sus raíces tras la colonización y trata de esclavos desde África. Por otra parte muestra el sentir de quienes la defienden en la actualidad.

“La música ‘rap’, calificada como una actitud rebelde, se compone de un discurso, considerado por algunos de resistencia y representa, por tanto, una práctica cultural contestataria. De manera que el hip hop es también considerado como una cultura de resistencia y, al igual que otros segmentos juveniles que conforman este universo, lo enriquecen a partir de las experiencias que reflejan mediante el entramado musical. Ello posibilita la incorporación de este estilo a sus vidas cotidianas y a la de sus seguidores, la conformación de espacios simbólicos, de relaciones e identificaciones, la apropiación de códigos, la búsqueda de un vestuario propio con sus accesorios y códigos lingüísticos, otorgando así sentido y significado a los espacios simbólicos que se construyen y a las interacciones que realizan en ellos.” (Bayona, 2011)

El ‘rap’ como fenómeno intercultural es resultado de la dinámica social, lo cual influye sobremanera en sus niveles y formas de consumo, en los modos de hacer esta música, estilos de asunción y valores a defender. Todo ello ha redundado en prácticas identitarias, y maneras de ser, también coherentes con las promovidas por la propia cultura hip hop. En este sentido se establece una relación dialéctica entre el ‘rap’ como producto musical y los sujetos que construyen sus identidades asociadas a este proceso simbólico cultural. Su análisis como práctica cultural, generadora de sentidos de vida y reafirmaciones identitarias, nos obliga a no descontextualizarla, teniendo en cuenta las funciones que realiza y su importancia para el contexto o grupo social que las reproduce.
En tal sentido, apunta Jesús Martín Barbero (1992), que se pueden identificar y estudiar las prácticas culturales:

“(…) como toda expresión que enriquece el medio en el cual el individuo se desenvuelve y defiende su identidad. Estas se constituyen en memoria del proceso de socialización donde el intercambio exige una estrecha relación entre los individuos y el medio que le rodea, o sea, las prácticas culturales se tornan en mediaciones en el accionar diario de los individuos y responden al medio social que los circunscribe.” (Martin-Barbero, 1992)

Es entonces como el ‘rap’ se convierte en memoria viva para quienes lo consumen o producen, es un sentido de ser, de estar y de asumirse. Precisamente, esta particularidad ha sido una de las más reconocidas por los raperos cubanos, los cuales en su mayoría construyen estas lógicas simbólicas desde el prisma estructurador del color de la piel y de dinámicas sociales desfavorecidas.
En tal sentido apunta el investigador Marc D. Perry,

“(…) que en el centro de la auto expresión del ‘rap’ (cubano) como movimiento cultural se encuentra una fuerte y celebrada identidad de negritud. Esta se constata más abiertamente en las letras de los artistas quienes invocan su identidad de negros para dejar claro la posición desde la que expresan sus visiones. Pero esta negritud también se pronuncia por medio del uso de una moda de vestir hip hop como los pantalones anchos, zapatos, tenis y camisetas – que a menudo ejemplifican marcas y temas de hip hop identificados con los negros. También este estilo se manifiesta a través del uso por los raperos de gestos corporales cuando actúan e interactúan entre ellos. Más que simples expresiones nuevas de negritud, estos diversos rituales sirven como una forma a través de la cual los raperos y sus seguidores practican y viven activamente sus identidades de jóvenes afrocubanos.” (D Perry, s.f.)

Los inicios del hip hop en Cuba pueden encontrarse en los años ochenta con la introducción en la Isla de la música ‘rap’ y el ‘break dance’. No obstante, es válido apuntar que no fue hasta los primeros años de los noventa que comenzó a surgir como movimiento cultural.
Las construcciones identitarias de los jóvenes cubanos alrededor de este producto musical, también tienen matices sociológicos muy interesantes. Partiendo en primer término que como cultura ‘underground’ y de resistencia, sus propuestas revelan posturas críticas ante la sociedad cubana, las que se nos presentan, en su gran mayoría desde posiciones de denuncia a problemáticas y demandas sociales. Además ha constituido una forma de visibilizar (aunque no desde la totalidad de los medios institucionalizados y formales) a un actor social, muchas veces marginado desde los contextos sociales y procesos culturales. Por otra parte ha dado la posibilidad de realizarles nuevas lecturas a la cultura e identidades afrocubanas, sin olvidarse de la historia ni el pasado, pero si adecuándolas a las complejidades específicas de una sociedad cubana nueva, y cómo una nueva generación de afrocubanos las experimenta y asimila.
Al ‘rap’ cubano, no puede vérsele aislado del contexto globalizado y los modelos hegemónicos de consumo que se promueven en el mundo. Pues desde ahí se construyen los referentes simbólicos e ideológicos que han dado al traste con las nuevas formas de identidad negra en Cuba, coadyuvando a la identidad transnacional negra del ‘rap’ cubano. El impacto de la globalización en el país ha cambiado las lógicas de vida, de comportamientos y actitudes de muchos cubanos, a partir de impactar directamente en los planos económicos, sociales, significativos y simbólicos del país y sus actores.
En la Isla, la música ‘rap’, simboliza y/o representa para sus protagonistas una experiencia de libertad, donde se manifiesta y se hace lo que se siente. Ello conduce a que se identifiquen con la esencia del movimiento, así como con sus referentes simbólicos de expresión alternativos. Todo ello genera compromisos culturales, sociales y políticos con la diáspora negra, la música, consolidándolos como grupos y actores sociales activos.

Yoannia Pulgarón Garzón cesjyoannia@opjm.ujc.cu

Licenciada en Sociología por la Universidad de La Habana, Cuba (2009). Cursa la Maestría en Sociología por la misma Universidad. Investigadora del Centro de Estudios sobre la Juventud, La Habana, Cuba, donde ha trabajado las temáticas de los valores, cultura e identidades juveniles. Es coautora del libro “Realidad de la juventud cubana en el siglo XXI” (2013) de la Editorial Ciencias Sociales. Miembro del Consejo Editorial de la Revista ESTUDIO.