Foto: Karima Oliva Bello

Jóvenes y la precarización del trabajo: el caso del cuentapropismo¹ en Cuba²

Necesidad de la actualización de las organizaciones sindicales en Cuba ante el nuevo contexto

A la vez, las declaraciones de los jóvenes muestran, como evidenciado por los estudios sobre el tema en Cuba, un escenario de reconstitución del modelo de relaciones laborales y de aparición de nuevos actores (Izquierdo, 2015). Así, los cambios en las formas de gestión económica y la consolidación del sector no estatal tienen correlato en una transformación de las relaciones de trabajo y el surgimiento de una matriz diferente de valores atravesando esas relaciones, a saber, tiene un correlato en la emergencia de nuevos modos de subjetivación.

Aunque los jóvenes se quejan de las extensas jornadas de trabajo, del maltrato verbal y del clima autoritario de los administradores y reconocen no tener derecho a demandar nada más que el salario, ellos se contentan con recibir una remuneración mayor que la del sector estatal:

Es cierto que tienes que trabajar mucho, pero el dinero hace la diferencia […] Hay veces que ni me quiero despertar, pero necesito del dinero, miro para el techo de la casa en mal estado y me digo “tengo que seguir”. Me siento joven, fuerte y con voluntad de ganar dinero. (Fragmento de la entrevista a Erick).

Me gusta romper el tabú social que existe en Cuba de que los padres tienen que proteger y sustentar a los hijos hasta ellos graduarse o incluso, después de eso. (Fragmento de la entrevista a Nina).

El sentido de autonomía en un plano económico e inclusive la posibilidad de contribuir con los ingresos de la familia son motivos fundamentales. Cuando se les pregunta si ellos hablan entre sí sobre sus condiciones de trabajo o si alguna vez imaginaron cómo reclamar, por lo menos, mejores horarios o salarios a sus empleadores, la respuesta fue siempre negativa:

¿Para qué? Tú tienes que hacer lo que el dueño manda sino te vas […] Es duro el trabajo, pero te pagan más que el Estado y ves el dinero diariamente. (Fragmento de la entrevista a Umberto).

No existe ninguna instancia, ellos no se subordinan a ninguna ley sobre cómo administrar su negocio. (Fragmento de la entrevista a Nina).

Reclamar qué, si tú no tienes ni contrato. (Fragmento de la entrevista a Roberto).

El discurso de los jóvenes nos recuerda la referencia que Luis (2017) hace de un escrito de dirigentes sindicales sobre el capitalismo cubano del siglo pasado, “cuando cada trabajador reclamaba individualmente al patrón y él podía desatender la queja, amenazarlo con expulsarlo o hacerlo pues siempre podría encontrar un nuevo trabajador”. Para Luis (2017) esta contradicción entre los distintos y nuevos actores está emergiendo con matices particulares en el contexto laboral actual. El autor destaca que existe un “atraso” de la transformación de las organizaciones de masa en relación con las dinámicas que viven hoy la economía y sociedad cubanas.

La afiliación sindical, aunque esté legalmente concebida para este sector no les interesa a los jóvenes entrevistados. El modelo sindical actual es inoperante ante las nuevas dinámicas socioproductivas no estatales de gestión del trabajo y no proyecta estrategias efectivas frente al desarrollo de estrategias individuales para la solución de los conflictos que están emergiendo en ese contexto. La afiliación sigue una lógica mecánica de inserción que no favorece la participación sindical en esos espacios (Izquierdo, 2015).

Afiliarse no es un mecanismo aprovechado por los jóvenes entrevistados, aunque se trata de un contexto en que la afiliación sindical tal vez podría dar cuenta de un debate público sobre los alcances y limitaciones de las nuevas formas de gestión económica, bien como solventar posibles conflictos entre actores laborales emergentes, pujar por un contexto legal para relaciones laborales justas, así como acciones para reivindicar derechos laborales.

No obstante, el discurso de los jóvenes corrobora lo expresado por la Secretaria General del Comité Provincial de la Central de Trabajadores de Cuba cuando destaca la falta de comprensión por parte de los trabajadores no estatales de la importancia de pertenecer a esa organización (Forteza, 2016). No basta con enunciar esa falta de comprensión de los trabajadores, sino analizarla como una cuestión clave. La descolectivización, el debilitamiento de los colectivos sindicales y su cooptación, es una de las amenazas importantes que enfrentan los trabajadores en las sociedades capitalistas contemporáneas y uno de los eslabones importantes para comprender los procesos de vulnerabilización en esos contextos de precarización laboral. En el caso cubano la problemática sindical con sus singularidades debe conducir a un análisis profundo sobre el papel de los sindicatos en la sociedad cubana y el modo como ellos se deben actualizar y reinventar en las nuevas coyunturas como mecanismos de acción y articulación colectiva, lo que remite no solo al sector no estatal.

En el Congreso Internacional de Investigadores sobre Juventud, celebrado en la Habana, en marzo del 2016, los jóvenes investigadores expresaban que el modelo de organización sindical tradicional vigente en el sector estatal, donde son otras las relaciones de trabajo y otros los actores implicados y donde a veces existe, hasta un solapamiento entre “sindicato e institución”, tal vez no se adecúe a las características del nuevo contexto. Así, ellos defienden el criterio de que, ante las nuevas formas de gestión económica, la discusión sobre la función de los sindicatos, tiene que ser retomada, en especial, discutir su papel en la defensa de los derechos de ese nuevo grupo de trabajadores, su importancia en ese sentido.

No existe un sindicato que agrupe de manera particular a los “cuentapropistas”, categoría que, además, en la narrativa oficial designa tanto a propietarios como a empleados, entre los existen grandes diferencias y se pueden dar conflictos de intereses (Luis, 2017). La vivencia de una joven emprendedora como dueña de su propia empresa junto a su pareja entrevistada, es la de una joven que construye un espacio para innovar, crear, según sus palabras. La joven describe su nuevo contexto laboral como un espacio de total autonomía y autodeterminación. Los jóvenes empleados, por lo contrario, relatan la vivencia de aquel que habla desde una posición subalterna.

Los jóvenes utilizan el término cuentapropista para nombrar en sentido general a la nueva forma de gestión económica, pero al hablar de situaciones concretas ligadas al trabajo, o referirse a sus empleadores en particular, usan el término dueño. Los datos de esta investigación llaman la atención sobre como el uso de la categoría cuentapropista de modo homogeneizador, según entendemos, pudiera estar contribuyendo para ofuscar las diferencias entre actores laborales distintos y las contradicciones y complejidades de las relaciones entre los nuevos actores, sin que esos conflictos existentes puedan ser nombrados.

El papel de los sindicatos en las sociedades contemporáneas da margen para un análisis muy polémico, sobretodo, en el escenario actual, en que políticas neoliberales han precarizado al máximo el mundo del trabajo y concomitantemente atacado las entidades sindicales y cualquier forma de organización colectiva. Como parte de esos mecanismos de barrer el poder de resistencia y lucha de los sindicatos, líderes sindicales también son comprados por grupos de poder y responden a sus intereses distorsionando la función sindical. Muchos sindicatos sirven a los fines de las empresas privadas, de hecho, forman parte de sus estructuras de control. Así, cualquier análisis sobre la necesidad de reinventar el papel de las organizaciones sindicales en Cuba tiene que ser un análisis contextualizado, que lleve en cuenta tales problemáticas y riesgos.

Entendemos que el desafío está en abrir las organizaciones existentes a nuevas discusiones, mucho más amplias, a tono con las problemáticas y contradicciones que emergen en el nuevo sector, cuyos actores laborales emergentes encuentren un fórum de debate, sin que eso signifique torcer espacios de discusión y agendas en el rumbo de intereses de actores corporativos, sin dar margen al posicionamiento de grupos alineados con nuevos y antiguos poderes económicos, focalizados en intereses individuales y de lucro de determinados sectores, en menosprecio de los intereses colectivos.

En el contexto del actual modelo económico parece necesaria la captación de las contradicciones emergentes a partir de las nuevas formas de gestión económica para los espacios de debates colectivos frente a la posibilidad de asistir al desarrollo de una fractura social; al mismo tiempo, parece necesaria la creación de condiciones para que las organizaciones puedan revitalizarse e reinventarse como mecanismos efectivos de participación y decisión tomando en cuenta las nuevas condiciones socio-históricas. Esa es una gran cuestión. Los problemas de los nuevos actores – emergidos en el contexto de nuevas relaciones laborales – tienen que ser socializados. Sobre todo, porque, como contexto para la producción de nuevos padrones de subjetivación pública, las nuevas formas de gestión económica pueden estar condicionando – en la dimensión subjetiva – un avance más radical e irreversible hacia la privatización de la sociedad cubana. A saber, la preocupación por el lucro, por las ganancias individuales en menoscabo de los valores colectivos, entre otros aspectos, por no ser discutidos, por no encontrar la articulación de una resistencia colectiva, podrían ser amenazas concretas para cualquier proyecto social de colectivización.

No queremos demonizar el cuentapropismo cubano, por lo contrario, él podría estar generando un dinamismo social interesante, potencialmente favorable. No obstante, queremos traer a colación las contradicciones que atraviesan su existencia frente a los valores e intereses colectivos. Si como medida económica puede ser bueno, generar cierto dinamismo económico, beneficiar a determinados grupos sociales, generar nuevas fuentes de empleo para algunos sectores, desde un punto de vista ideológico, político, público, puede ser potencialmente ruin.

Potencialmente no es necesariamente. La diferencia entre uno y otro está en la medida en que seamos capaces de captar, recrear, reinventar las lógicas propias de producción de subjetividades de un espacio privatizado por la relación mercantil para los fines de un proceso que asume como objetivo el bienestar colectivo. Al menos, tendría que ser dominado el demonio que tales lógicas de producción contienen. Las entrevistas con jóvenes nos llevan a pensar que el primer paso podría ser ventilar públicamente discusiones sobre estos temas con los actores implicados y la población en general. Es necesario un poder de imaginación e inventiva tal que solamente podrá ganar fuerza y ser limitado también en un proceso de construcción colectiva.

Karima Oliva Bello koliva2009@gmail.com

Maestría en Psicología Educativa por la Universidad de la Habana, Cuba, y Doctora en Psicología por la Universidad Federal de Río de Janeiro, Brasil. Becaria del Programa de Estudiantes-Convenio de Posgrado (PEC-PG)- CAPES (2014-2018), Brasil. Profesora de Psicología de la Universidad de la Habana (2005-2014). Investigadora del NIPIAC y Editora Asistente de la Revista DESidades.