Foto: Leo Lopes

Niños, jóvenes y sus familias en el marco de la epidemia del VIH/SIDA

Destaco el lugar de “objeto” del niño en esta discursividad: ‘devolver, prestar’. Y el lugar de la madre no es explicitado en el habla, pero está implícito en el contexto: o es “incompetente” o “actuó de mala fe”. Y la amiga, de algún modo, es preservada: tardó “porque tuvo algunos problemas…”

La ambivalencia afectiva (querer y no querer al bebé) es una dimensión psicológica que puede ser observada en el transcurso del embarazo. ¿Será que este sentimiento no podría estar presente en una mujer pobre y seropositiva? No se trata de tutela, piedad o condescendencia, sino de entender la subjetividad humana con una postura menos moralizadora. No sé exactamente cómo surge la palabra “prestar”, pero así lo registraron en la delegación. Si la madre no quisiera al bebé, ¿habría ido a buscárselo? Si la búsqueda en sí misma no garantiza el interés, ella declara que cambió de idea, la abuela afirma que ella (la madre) cuida a los niños, y aún así, pierde la guarda.

Leyendo el historial clínico, percibo que la institución desempeñó un importante rol en la recuperación de la guarda y la “pequeña”7permanencia en el centro de acogida. La institución valoró las visitas de la madre, recomendó que recibiera apoyo social y señaló la vuelta a la familia. Acompañé esa institución hace algunos años y pienso que lo que pasó se debió a que la institución ha revisitado su perspectiva sobre familia, repensado su rol.

Podemos construir muchas narrativas sobre los mismos hechos. Podemos ver a esta madre por sus “faltas”: dejarle al niño a la amiga, tener VIH, ser pobre, no haber registrado al bebé, haber pensado dárselo a alguien; o a través del lente de sus posibilidades y dificultades: se movilizó para encontrarlo, se preocupó, tiene VIH, tiene dificultades financieras, dos niños pequeños para cuidar, dar al bebé podría ser un modo de garantizarle cuidados, etc. Narrativas diferentes también pueden ser construidas sobre los centros de acogida, las delegaciones y los consejos tutelares, pero queda la pregunta: en este caso, ¿cómo fueron concebidos los niños y sus necesidades? ¿Cómo fueron concebidas la familia y las instituciones? ¿Qué formación necesitan las personas e instituciones para realizar trabajos de este tipo?

En la respuesta a estos planteamientos, hay muchas dimensiones y muchas posibles respuestas. Los invito a pensar algunos puntos. La terminología utilizada muestra que el niño fue concebido como objeto y su necesidad comprendida a partir de una perspectiva moralizadora respecto de la madre. Tal vez, en vez de la institucionalización, fuera posible hacer un trabajo con la madre y la abuela para fortalecer las condiciones de cuidado de los niños en el ámbito de la familia. El centro ayudó en la desinstitucionalización justo porque trabajó con las potencialidades de la familia.

La formación profesional que pienso como ideal debe estimular no solo la formación escolar/académica sino también la formación continuada incluso para profesionales de nivel superior. En esa formación, es necesario incluir lecturas y discusiones de textos actualizados, problematizadores de los conceptos claves involucrados en el trabajo. Es relevante también pensar un proceso de supervisión y/o discusión de “casos” y construcción de proyectos de trabajo. Cabe recordar que es importante incluir la dimensión afectiva, pues vínculos son creados, existen múltiples sentimientos que emergen en el cuidado hacia los niños, los jóvenes, las familias y en situaciones que implican vulnerabilidades, desamparo, fragilidades de alternativas. En síntesis, la formación necesita ser continuada y contemplar dimensiones teóricas, prácticas, éticas, políticas, afectivas.

7 – “Pequeña” ante institucionalizaciones que duran 13 o 14 años. Sin embargo, queda la reflexión: ¿qué significa para una madre que está buscando a sus hijos el hecho de ser separada de los niños por más de 70 días?

Elizabete Franco Cruz betefranco@usp.br

Psicóloga, magíster en Psicología Social, Doctora en Educación. Profesora del Curso de Obstetricia y del Máster en Cambio Social y Participación Política da Escola de Artes, Ciências e Humanidades da Universidade de São Paulo, Brasil.