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Jóvenes en la calle: las manifestaciones en Chile, México y Brasil

Oscar Aguilera: Al analizar y experimentar el año 2006, el inicio mas publico de este ciclo de movilización juvenil, yo utilicé la noción de acontecimiento, que es una noción teórica de Michel de Certeau, el etnólogo francés historiador de la cultura y antropólogo. Cuando él hablaba de acontecimiento precisamente refería a esta toma de la palabra por parte de los sujetos que deja en evidencia la estructura simbólica de una sociedad, y lo que ocurrió en el 2006 es precisamente eso. Quienes se tomaran la palabra fueron estudiantes secundarios de 15, 16 años que incluso no son ciudadanos políticos, no tienen mayoría de edad. Y dejaron en evidencia, desvistieron al rey. En 2006 lo que hubo fue eso. Dejar en evidencia el modelo y el sistema y la sociedad en la que estábamos. Y quienes lo hicieron fueron precisamente los más subalternos de los subalternos. No fueron los estudiantes universitarios, fueron los secundarios.  Y fueron secundarios de distintos lugares, no solo de colegios que acá llamamos emblemáticos, importantes, sino que fueron secundarios de colegios que nadie sabía si existían, entonces desde esa perspectiva, sin duda que ha habido una recuperación de la palabra por parte de los actores juveniles y específicamente de los actores estudiantiles del movimiento secundario. Y ese proceso se ha seguido desarrollando en el tiempo, con distintos ritmos, con distintas intensidades. El 2011 lo que viene es precisamente a coronar generacionalmente esta toma da la palabra, porque quienes participan en el 2011, son los del 2006 con cinco años más de experiencia política en el cuerpo; por lo tanto ya no solo desvisten al rey, lo dejan desnudo como fue el 2006, sino que ahora intentan construir un ropaje, es decir una forma de sociedad. Intentan elaborar un discurso sobre una mejor forma de sociedad que la que tenemos y ese es el proyecto y esa es la discusión hoy día es una discusión fundamentalmente que se lo que está jugando, es la posibilidad de construir hegemonía con respecto al tipo de sociedad que se quiere vivir, y ahí, efectivamente, los dirigentes estudiantiles y el movimiento estudiantil secundario y universitario son un actor gravitante tanto así, tanto así, que hoy día la discusión presidencial entre las candidatas y los candidatos a la presidencia de la republica, está teñida, está atravesada por si quien hace política es la calle y los movimientos sociales o son ellos, la clase política. Por lo tanto, la pregunta es no es si el subalterno puede hablar. Me parece que hoy día estamos en la pregunta de cómo está conquistando hegemonía el subalterno. Hace cinco años era imposible plantear la idea de gratuidad de la educación. Hoy día no solo es posible plantearla, sino que hay un consenso a nivel de opinión pública respecto a que la educación gratuita y de calidad es necesaria para este país. Eso habla de los tránsitos, de la capacidad de articulación discursiva, de maduración del proyecto político que tienen los movimientos juveniles y el movimiento estudiantil que en seis, siete años ha logrado ampliar y correr los cercos de lo posible de maneras que no podríamos haber previsto. Ya no estamos discutiendo si se necesita o si no se necesita, ahora estamos discutiendo como implementarlo y eso marca una diferencia radical.

Claudia Mayorga: Y en la misma línea de esa reflexión, ¿qué piensan ustedes que revelan los eventos y organizaciones juveniles actuales acerca de las instituciones sociales centrales como las instituciones educativas, religiosas o políticas?  Y, por otro lado, que hace a los jóvenes hacer lo que hacen, como Oscar ya ha preguntado?

Rogelio Marcial: A mi parecer, las instituciones más importantes (educativas, religiosas y políticas) se encuentran fuertemente desafiadas por parte de los jóvenes (pero no sólo por ellos y ellas). Las escuelas sirven hoy a muchos jóvenes sólo para ver a sus “cuates” (amigos). No les representa seguridad alguna para un ascenso social gracias a la obtención de matrículas y las pedagogías existentes les presentan una escuela sumamente aburrida y totalmente desvinculada con la realidad que ellos y ellas viven cotidianamente. A pesar de profesar creencias religiosas, muchos jóvenes suelen distanciarse de las iglesias y de sus representantes, no coinciden con sus valoraciones morales explícitas y se alejan cada vez más del recinto dedicado a los rituales sagrados. Los partidos políticos, los sindicatos y buena parte de las asociaciones civiles suelen imprimirles desconfianza y desinterés. Es claro un proceso de desinstitucionalización juvenil en muchas de las esferas de su vida cotidiana. Por imposición en lo referente a la oportunidad de inscribirse en la educación formal y acceder a empleos con contratos y prestaciones de ley. Y por elección en lo referente a las relaciones amorosas en cohabitación sin necesidad del matrimonio y en la participación de redes informales de apoyo y expresión cultural y política. Siendo justos, la gente en general se aleja cada vez más de muchas de estas instituciones sociales, pero son los jóvenes quienes hacen más claro este proceso en la coyuntura actual.
Oscar Aguilera: Hay varias consideraciones que habría que realizar sobre la situación de la relaciones de los jóvenes con las instituciones sociales. Hay un primer dato que es importante señalar que es que el movimiento por la educación, lo que ha dejado en evidencia, es, precisamente, el abandono por parte del Estado de una de sus funciones básicas, que es la de intentar asegurar una mejor calidad de vida para todos sus integrantes, para todos quienes componen y están al amparo de ese estado, todos los ciudadanos. Y esa crítica apunta directamente a la desigualdad, es decir, que en el país se manifiesta también frente al sistema del trabajo. No es casual que los que el movimiento de trabajadores y el movimiento sindical en donde exista mayor participación de los jóvenes, se haya desplegado en esa forma contemporánea del trabajo que es trabajo precario y el trabajo tercerizado; y ahí estamos hablando de dos instituciones básicas. Se está cuestionando el sentido del trabajo y el sentido de la educación. Hoy día en este modelo de sociedad, por lo tanto, hay una profunda critica al conjunto de instituciones sociales; hay cambios menos perceptibles, pero que son igualmente potentes: la institución social llamada familia que conocimos hasta hace algunos años atrás, está mostrando signos evidentes de modificación, no solo en términos de sus características o sea ya es muy difícil encontrar parejas casadas con hijos, con varios hijos, sino que además el sentido y el tipo de relación especifica que se vive al interior de esa nuevas unidades familiares está cambiando; cuánto está cambiando es lo que habría  que investigar, es decir, cuán distinta en términos cualitativos es esa familia de hoy en relación a la familia de ayer. Habría que averiguarlo, pero ahí hay tres instituciones sociales básicas que están en pleno proceso de cambio y no podría ser de otra manera. La sociedad no es nunca la misma, la sociedades se mueve también a partir de los sujetos que la componen  y en ese contexto, las nuevas generaciones, los jóvenes de hoy en día, los jóvenes de mañana, van produciendo ciertos efectos en la organización social más amplia. Y ya se vivió en la educación, se está viviendo en el trabajo, se está experimentando en la familia, eso como una primera consideración respecto a que la sociedad se está cambiando sin duda. Ahora, estos cambios en qué medida van a ser procesados, incorporados por la sociedad en términos institucionales, es una duda. Son luchas socio-culturales que se están dando en este momento. Yo creo que va a ser muy decidor lo que ocurra con la propuesta de educación gratuita que levantaron los estudiantes con reformas al sistema educativo. Si el próximo gobierno enfrenta esas reformas, las desarrolla, va a ser una señal muy fuerte para que en otros sectores sociales, en otras instituciones sociales las críticas que se vienen desarrollando también se produzcan.

Claudia Mayorga: Es muy vigente una posición acerca de la juventud como el sujeto del futuro, reforzada muchas veces por una idea de juventud como esa época de moratoria social o psicológica. Se habló mucho de eso en los estudios y tal perspectiva está muy presente en el campo de las políticas públicas, también. ¿Los jóvenes con los cuales han interactuado en sus estudios se han ocupado de este tema? ¿Esa es una cuestión para ellos?

Oscar Aguilera: Cada vez que alguien quiere enviar a la juventud al futuro sé que estoy en presencia de un poder adulto-céntrico. Porque al adulto no se le envía al futuro, solo al joven y a los niños se les envía al futuro, se les suspende todo en función de un futuro. Y lo que está ocurriendo hoy día es que muchos jóvenes se dan cuenta que el futuro es una construcción ideológica un poco perversa, que les impide vivir de mejor forma el presente, entonces muchos están en esta tensión de saber que los que están haciendo es vital hoy, no para el futuro. Es vital hoy para ellos, ya han descubierto perdón, vida, han descubierto potencia vital hoy día y también se dan cuenta y asumen que mucha de esa potencia vital y esa capacidad del presente, de la transformación del presente, podría habilitar un futuro compartido no solo para ellos sino para otros sujetos que vienen tras sus pasos; pero lo principal a mi modo de ver es que la desconfianza por el futuro el no creer, el no future de los punks, está más vivo que nunca. Desde el punto de vista de los sujetos jóvenes, es un recurso ideológico derivar al futuro todo lo que por impotencia no podemos concretar en el presente y los jóvenes se rebelan profundamente contra esa idea. Y creo que lo que estamos asistiendo en Chile, y a nivel global, es una profunda rebelión ética frente a esa impotencia de concretar en el presente una mejor vida y una mejor sociedad para todos y todas.
Rogelio Marcial: Efectivamente ese es uno de los discursos que sustenta una relación tutelar hacia la juventud. Porque se encuentran en una “etapa transitoria” de la vida y porque deben “sembrar” para “cosechar” a futuro. En su calidad de “etapa”, todas las fases del desarrollo del individuo son transitorias (cualidad propia de las etapas). Si sólo es una moratoria social que cobrará sentido en el futuro, entonces se impone ese criterio de que el joven es incapaz de decidir sobre su presente. Y lo peor, realmente no es susceptible de derechos humanos, sociales y culturales hasta no llegar a la etapa adulta. De alguna forma esto preocupa a muchos colectivos juveniles en Guadalajara. No es que lo visualicen en estos términos. Pero sí lo expresan cuando argumentan que como jóvenes quieren vivir y experimentar su juventud de acuerdo a sus gustos culturales. Es una preocupación central en muchos de estos jóvenes que es ahora, en su juventud, cuando necesitan y quieren acceder a diferentes cuestiones y no hasta llegar a ser adultos y enfrentar compromisos de otra índole. Aunque en muchas políticas de gobierno se puede aún leer entre líneas esta concepción decimonónica de moratoria social y sujetos a futuro, para los jóvenes esto no es algo coherente con lo que viven.
Claudia Mayorga: Me parece claro que se están produciendo en América Latina perspectivas críticas muy interesantes en relación a todo lo que se relaciona con la juventud y la política y el trabajo de ustedes es un ejemplo de ello. Creo que los que nos interesamos por ese tema tenemos buenos problemas que han exigido reconfiguraciones del campo de estudios acerca de la juventud y la política lo que pone urgente, aparte de todo lo que hablamos, la reflexión sobre como producimos, comunicamos y tornamos público el conocimiento científico. Estamos en un momento muy rico. Muchas gracias a los dos!
Rogelio Marcial: Gracias a ti.
Oscar Aguilera: Gracias, Claudia.

Oscar Aguilera Ruiz Académico en la Universidad Católica del Maule (Chile).
Rogelio Marcial Profesor Investigador del Departamento de Estudios de la Comunicación Social, Centro Universitario de Ciencias Sociales y Humanidades de la Universidad de Guadalajara (México).
Claudia Mayorga Profesora e investigadora del Departamento de Psicología de la Facultad de Filosofía y Ciencias Humanas de la Universidade Federal de Minas Gerais, Brasil.