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El espectáculo de los niños ludar “gitanos” de México. ¿Una cuestión de patrimonio?

Los actos de los niños en un espectáculo cambiante

Los números en los que participan los niños pueden ser la interpretación de canciones de moda o de otro tiempo y los bailes. Acompañados por música de agrupaciones musicales de instrumentos de aliento (“de banda”) o con pistas, estos niños interpretan estas canciones o bailes, provocando el gusto en los espectadores.

Los niños a los que refiero son parte de la familia Costich Aguilar, que a su vez forma parte del grupo parental conocido como Costich. Son 9 niños y 4 niñas (6 meses – 14 años). Sólo los niños y niñas de entre 7 y 14 años participan en estos actos. Aunque más pequeños, también pueden ser asistentes en actos de magia. Los más grandes pueden interpretar una canción, representarla teatralmente y dos niñas pueden bailar el hula hula, el can-can o la danza del vientre.

En Mazatlán o en Costa Rica, Sinaloa, interpretan canciones de Espinoza Paz y Julión Álvarez como baladas, en una región donde la música “de banda” es común, mientras que en Chihuahua o Sonora esas mismas canciones las interpretan solamente con música “de banda” pues no aceptan las baladas.

La representación exitosa que un niño y una niña hicieron en Mazatlán, Sinaloa, de Pimpinela, como llamaban a su número, se trata de las “flores secas” de Juan Gabriel. Esta pieza fue interpretada por Pimpinela, en los años 80 (una pareja compuesta por una hermana y un hermano argentinos), da cuenta del amor y el desamor que podía existir en la vida de pareja, mientras que en Chihuahua este número no podía presentarse, ni los bailes antes citados. Al público en Chihuahua le gusta el recato, mientras que en Sinaloa son más abiertos. Observamos que los actos tienen que ver con el gusto de los espectadores.

Los niños se visten de forma diferente en cada lugar. Un niño cantante puede aparecer con tejana (sombrero norteño), pantalones y chaqueta de mezclilla o con un traje con o sin tejana en Sinaloa, mientras que en Chihuahua siempre la portan. Las niñas portan ropa según el baile en cuestión, ropa elaborada por la abuela paterna. A veces, una niña se ata una flor en el pelo en el mismo acto pero en otro pueblo o ciudad no lo hace.

Estos números son exitosos como lo indican los aplausos de la audiencia. Incluso, cuando coinciden dos carpas en la misma ciudad, el público decide ir a la de los “húngaros” por tratarse de un espectáculo de su agrado. La interacción de los niños con el público se puede llevar a cabo en el escenario cuando un niño cantante baja e invita a una niña a subir con él, frente al público, para cantarle. Las niñas por su parte, vestidas con sus ropas habituales después de su intervención, se sientan entre el público mientras que los niños espectadores se acercan a ellas para preguntarles si participarán al día siguiente para regresar y verlas de nuevo. Algunos niños del lugar regresan durante el día para jugar con estos niños en campamento.

Estos niños conocen el oficio de ser artista, como los adultos lo denominan “andar de artistas”. Pueden llegar a un pueblo donde ya han actuado y los más pequeños, reconocer los lugares y los amigos que han hecho antes.

A los niños les encanta su participación y sus actos, esperan interactuar con el público, cuidan sus papeles, los crean e innovan constantemente para mostrarlos a un público cambiante. Una de las niñas bailarinas explica: “yo me muevo y mientras más me aplaudan más me muevo, porque me gusta”8.

No hay ensayos, excepto ahora para las niñas, cuya madre era bailarina de joven. Ella les aconseja los pasos a seguir y la música a elegir, pero son ellas las que deciden su número. Para los demás actos (adultos y niños), incluidos los de las niñas, la discusión colectiva puede darse en cualquier momento de la vida del campamento. En ésta intervienen niños y adultos, haciendo un comentario, aludiendo a una posición de la mano o a la pronunciación de una palabra de tal canción, la cuál llamó la atención de los otros miembros de la familia. Esto se discute colectivamente pero los niños deciden qué hacer y cómo hacerlo.

Las modalidades de transmisión son la forma en que los niños observan las actuaciones de los adultos de su propia familia o de otras, cuando se visitan entre campamentos. Incluso, a invitación expresa, pueden participar con su propio número en el espectáculo de otra carpa. En cuanto a las canciones, los niños escuchan diferentes versiones para seleccionar la que van a interpretar. La escuchan varias veces mientras hacen otras cosas, como andar en bicicleta en el campamento o acostados. Cuando actúan en público, corrigen lo que no les gusta, de acuerdo a la discusión entre todos o adicionan algo. Las niñas deciden los movimientos de sus bailes, la cadencia, el ritmo corporal en ciertos fragmentos musicales, pero pueden improvisarlos en el escenario acordándolo mediante un gesto entre ellas. En la televisión o a través de Facebook ven a bailarines a quienes toman ciertos movimientos de baile. Estas innovaciones pueden ser también apenas perceptibles.

Estos actos animan a los jóvenes del público a desear ser cantantes. En el acto de hipnosis el hipnotizador induce al sueño a los espectadores, mediante técnicas de relajación para después invitarlos a subir al escenario. Ellos mismos se presentan como un cantante de moda, interpretándolo en un gran concierto. Algunas ocasiones, este número ha revelado cantantes regionales durante su participación en el espectáculo, cuya revelación es aceptada y reconocida por la población de la región.

Lo que motiva al público a participar y al mismo tiempo reconocer el éxito del espectáculo que presentan los niños y los adultos es el deseo, la ilusión de querer ser artistas y tener la posibilidad de serlo.

Observamos que los actos cambian a petición del público de tal o cual lugar, sus innovaciones y transformaciones se hacen por decisión de los niños o influenciados por los comentarios de los adultos. Este espectáculo no tiene características o rasgos definitivos, pues también se construye integrando elementos cambiantes de la población circundante.

Lo anterior impide comprender al espectáculo y los actos que lo componen bajo la idea de conservación de una “tradición auténtica” del patrimonio, debido al dinamismo que caracteriza esta actividad, al ser itinerante y al transformarse e innovarse constantemente. Un aspecto de suma importancia en el seno de estas innovaciones son los gestos que se hacen en el seno de los actos del espectáculo, antes señalados.

Actitudes idiomáticas

La postura corporal y los gestos ya han sido discutidos por otros antropólogos entre otras poblaciones denominadas genéricamente como “gitanos”. Para Francia, entre los manuches (Williams, 2014), los gestos rituales en homenaje a los muertos son los gestos en los que se reconocen a sí mismos como manuches, gestos que mezclan con otros gestos cotidianos y que pueden pasar desapercibidos para el de fuera. Las mujeres calin de Brasil (Ferrari, 2012) tienen una postura corporal que también adoptan cuando van a decir la buenaventura. Los niños ludar, durante el espectáculo y en la vida del campamento, poseen gestos y posiciones corporales que destacan.

Los niños dominan el escenario durante sus actos. En el canto, el niño que interpreta las canciones de moda se mueve con confianza, extiende uno o ambos brazos pausadamente hacia el público, levanta suavemente su tejana. Se dirige hacia una niña o jovencita de entre el público, invitándola a subir al escenario. De la mano la dirige para alcanzar el escenario sin dejar de cantarle, mientras la niña o la jovencita tiene una actitud de gran gusto y satisfacción por tal deferencia. Cuando el acto termina, el niño la invita a bajar del escenario, haciendo todos estos movimientos con mucho respeto y encanto. Estas actitudes hacen que las jovencitas quieran subir al escenario, garantizando varios días su presencia en el mismo. Pero el niño cantante expresa gestos que marcan el cambio de una palabra o la entonación de una frase a su estilo, separándose, de esta forma, de la interpretación del cantante que la dio a conocer, pero marcando su estilo. Las niñas, por su parte, intercambian gestos entre sí, para cambiar un paso o una serie de movimientos en su baile. Se trata de gestos casi imperceptibles.

En la vida del campamento, estas expresiones también están presentes. Los niños están en constante movimiento, tan pronto salen en las mañanas de sus caravanas. Se les invita a almorzar a las otras casas rodantes o en la cocina de la abuela paterna. Juegan con sus propios juguetes o los de sus primos. Algunos niños acompañan a sus padres a hacer sus recorridos, mientras las hijas ayudan a sus propias madres con las tareas domésticas o ven la televisión. Entre las salidas del campamento, adquieren productos que venderán en la dulcería de la carpa. La hora de la comida (13h-15h) reagrupa a todos los niños. Al ocultarse el sol, es el momento de prepararse para comenzar el espectáculo.

Cuando los adultos hacen preguntas a los niños, éstos siempre se toman un momento para pensar la respuesta y proporcionarla. Esta actitud parece imperceptible porque son gestos que duran segundos. Pero a veces, cuando se trata de negar a los niños el permiso para ir con los mayores, algunos pueden discutir, presentar sus argumentos y abandonar la discusión como prueba de su desacuerdo. Los movimientos que efectúan son expresivos y se realizan con firmeza.

En un viaje con 12 miembros de esta familia a Los Cabos, Baja California, donde sus primos trabajan cantando y tocando música norteña en las playas para los vacacionistas, un día, uno de los primos que estaba en el escenario le pidió al niño cantante de la familia Costich Aguilar que cantara una canción. Éste subió al escenario y cantó una canción dedicada a su abuelo paterno, quien había fallecido unos meses antes. Este chico actuó como lo hace en su acto del espectáculo familiar, dominando el escenario y como si el foro de la playa haya sido suyo también. Cabe mencionar que esta canción no la pudo cantar en el velorio de su abuelo, las lágrimas lo impedían, pero, en esta ocasión, el canto marcó también el inicio del levantamiento del luto para a familia pues todos y cada uno entonaba el canto moviendo los labios o en su cabeza, como lo hizo la viuda.

De la misma forma, en las fiestas del ciclo de vida, cuando alguien sube al foro para cantar una canción, ya sea con pista o acompañados del grupo musical contratado para el evento, la gestualidad está presente. Ya sea para enfatizar la forma de entonar una palabra o para definir la pieza a interpretar. Estos gestos son recurrentes y forman parte de la creatividad que marca las decisiones para las transformaciones e innovaciones.

Durante el día, los pequeños (5-6 años) suben al escenario portan las pelucas y se maquillan para interpretar los números del espectáculo. Se convierten en espectadores que son hipnotizados para interpretar a cantantes de moda que cada uno selecciona. Representan una escena en el bosque durante la noche, mientras son dirigidos por otro niño que es el hipnotizador. Observamos que desde pequeños interiorizan actitudes, gestos y los representan.

El dinamismo es una constante en los actos de adultos y niños donde los rasgos culturales son ambivalentes (Williams, 2017) pues están compuestos por préstamos de la población de los entornos de estacionamiento (canciones, música), por el conocimiento adquirido como bailarina de una madre y transmitido a sus hijas (danzas), pero también por los medios de comunicación y redes sociales. Estos números también muestran el desarraigo porque estos rasgos se abandonan para construir otros nuevos con nuevos préstamos (Williams, 2017). Si queremos considerar la actuación de estos artistas como una expresión étnica, sólo puede hacerse desde el conocimiento de los gustos de los espectadores que los ludar poseen para poder revelarlos como artistas.

Las formas de transmisión de estas prácticas y su puesta en escena con la posición del cuerpo y los gestos, que también se practican en medio de otras acciones (fiestas en el campamento, actos del espectáculo, viajes), aunque sean imperceptibles, forman parte también de lo que podría llamarse otro de los patrimonios para los ludar. Pero ni los niños ni los adultos usan el término patrimonio. Hoy en día, cuando los adultos se dedican al comercio (camiones, comida), en Tijuana, ciudad fronteriza con Estados Unidos, dicen: “Si esto [la actividad comercial] no funciona, tenemos nuestro oficio, el que nos dejó nuestro padre”. Por eso no venden las sillas, la carpa, el escenario.

8 – Comentario expresado en el documental Este México lo conocemos mejor que el mapa, 2018, de Lorenzo Armendáriz, Ruth Campos y Antonio García: https://youtu.be/dwk-EG7SySs
Neyra Patricia Alvarado Solís neyra.alvarado@colsan.edu.mx

Doctora en etnología por la Universidad de Paris X, Nanterre. Profesora-investigadora del Programa de Estudios Antropológicos de El Colegio de San Luis A.C., México.