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Infancias y autonomías: condicionantes de la movilidad independiente en el Área Metropolitana de Buenos Aires

Metodología

Fuente de información

La Encuesta de Movilidad Domiciliaria del Área Metropolitana de Buenos Aires (AMBA)4 tomó como población objetivo a todas las personas presentes en los hogares seleccionados a partir de los 3 años5. En cada hogar, se preguntó por los viajes de tres cuadras o más6 (a pie, en medios propios o en transporte público) que habían sido realizados en el día anterior por las personas que vivían en el hogar. Cada viaje podía constar de uno o varios tramos, y se registró su localidad de origen y destino, su duración en minutos, el motivo del viaje y la frecuencia habitual de ese desplazamiento.

La encuesta seleccionó y visitó 22.170 hogares y 70.321 personas (ENMODO, 2010). Esto permitió registrar un total de 102.784 viajes, realizados por las personas de 3 años y más identificadas en los hogares. El relevamiento incorporó también características del hogar y la vivienda, y de cada uno de los miembros del hogar (hubieran o no realizado viajes).

Criterios de segmentación

Como criterios para agrupar la información utilizamos la edad, el sexo y el capital educativo del hogar. La edad se presenta en tres grupos: 3 a 5 años, 6 a 12 años y 13 a 17 años. El sexo, como variable para identificar diferencias atribuibles al género, se utiliza en el análisis tal como fue captado en la encuesta, es decir, bajo las categorías de varón y mujer.

El capital educativo del hogar fue imputado a cada uno de los encuestados a partir del máximo nivel educativo alcanzado por el jefe de hogar. A partir de esto, se construyeron tres niveles:

. Bajo: hogares donde el jefe de hogar tuviera como máximo nivel educativo alcanzado secundaria incompleta, primaria completa o incompleta, o no registrara estudios.

. Medio: hogares en los que el jefe de hogar tuviera completos sus estudios secundarios, sin haber realizado estudios terciarios o universitarios, ni en grado completo ni incompleto.

. Alto: hogares en que el jefe de hogar tuviera estudios terciarios o universitarios, tanto en el caso de haberlos completados como también aquellos que aun los cursan o no han finalizado el nivel.

Los motivos de viaje fueron agrupados para el análisis en tres grupos:

Asistencia a establecimientos educativos: representa los desplazamientos vinculados a la educación formal, en cualquiera de sus niveles. Se corresponde con la categoría cursar estudios de la variable actividad de destino de la encuesta.

Realizar actividades sociales: incorpora actividades de recreación, esparcimiento y sociabilidad. Reúne las categorías visitar a familiares, amigos, recreación, estudios (otros), deportes, gastronomía, social.

Realizar actividades funcionales: agrupa lo referido a tareas prácticas, orientadas a la resolución de problemas y necesidades personales, de la casa y de otros miembros del hogar. En ella se incluyen las actividades marcadas en la encuesta con destino compras, trámites, salud, dejar, acompañar o recoger miembro del hogar a centro educativo, a otro lugar, o a no miembro del hogar, asistir a un lugar de trabajo, o movilizarse por un asunto laboral.

Otros: este grupo reúne las categorías de la encuesta identificadas como culto, personal, otros.

Para los modelos de regresión logística, se utilizaron adicionalmente aspectos de la estructura del hogar (monoparental / extenso / nuclear), atributos del jefe de hogar (condición de actividad, edad, sexo) y la variable correspondiente a la disponibilidad de automóviles en el hogar. Se incluyó como variables contextuales el ámbito de pertenencia de la institución educativa a que asiste el niño y el distrito de residencia dentro de la región AMBA (CABA para la Ciudad de Buenos Aires o Conurbano Bonaerense).

Movilidad y autonomía

Para caracterizar la relación entre movilidad y autonomía, se trabajó sobre la interacción entre los viajes de los niños y adolescentes (3 a 17 años) con respecto a los viajes de las demás personas del hogar. Por una parte, se generó el indicador más frecuente en la bibliografía de movilidad independiente, referido a si el niño viajó sin adultos del hogar. Por otra, se calculó en qué medida el viaje había co-ocurrido con otros viajes de los demás niños y adolescentes del hogar.

Una vez establecido para cada viaje si el mismo se había realizado en simultáneo con otro viaje del hogar, se calculó para los diferentes motivos y criterios de segmentación (grupo de edad, sexo, capital educativo del hogar), la cantidad de niños que habían realizado dichos viajes sin ser acompañados por un adulto del hogar. Luego, para aquellos que no lo habían hecho con un adulto del hogar, se analizó la posición relativa del niño dentro del grupo de niños que viajaron (si eran varios), distinguiendo si era el mayor, o si el viaje fue realizado con niños de su misma edad y/u otros menores.

Cuando existieron varios viajes en el día de referencia por el mismo motivo para el mismo niño, las tablas reflejan si al menos una vez fueron acompañados por un adulto en ese destino (ej. asistir a un establecimiento educativo), o si al menos una vez acompañaron a otro hermano. El mismo criterio se utilizó para la columna complementaria a estos indicadores respecto a si en al menos un viaje sin adultos se movilizaron utilizando un servicio de transporte contratado (taxis, remis, combis, transporte escolar).

Para los modelos de regresión logística, la movilidad independiente fue representada por el haber realizado un viaje del motivo seleccionado (educativas, sociales, funcionales) sin compañía de un adulto del hogar. El universo involucrado para estos modelos fue la población de niños y adolescentes que habían hecho viajes por cada motivo, en el día de referencia.

En todos los casos, la determinación de la presencia de adultos en los viajes de los niños y adolescentes está circunscripta a la información disponible de personas del hogar y sus viajes. De este modo, el cálculo permite dar cuenta de la autonomía de los niños respecto del conjunto de adultos de su hogar de residencia, y del apoyo dado y recibido a otros niños y adolescentes del hogar.

Resultados

¿Cómo es la movilidad cotidiana durante la niñez y la adolescencia en el Área Metropolitana de Buenos Aires?

Como se indicó anteriormente, abordaremos la movilidad a partir de tres grupos de desplazamientos: por motivos educativos, por motivos sociales y por motivos funcionales. Del total de niños que registró el relevamiento, un 62,8% asistió el día anterior a un espacio educativo (Tabla 1). Esto marca algo esperable y conocido, que es la centralidad de la escuela en el uso del tiempo y en la demarcación de los circuitos cotidianos, tanto en niños como en adolescentes. Aquellos niños que se desplazaron por motivos sociales, representan el 6,9% del total, y los viajes relacionados a actividades funcionales (por motivo salud o para realizar compras o trámites) o laborales, fueron hechos por un 5,9% de los niños o adolescentes encuestados.

Tabla 1 – Niños y adolescentes según motivos agrupados de realización de sus viajes por edad, sexo y capital educativo (n=16.431. 3 a 17 años)

Fuente: elaboración propia en base a microdatos de la Encuesta de Movilidad Domiciliaria del Área Metropolitana de Buenos Aires (2010).
* Calculado a partir del máximo nivel educativo alcanzado del jefe de hogar. Bajo: secundaria incompleta o menos. Medio: secundaria completa sin estudios superiores. Alto: estudios superiores completos o incompletos.

En la distribución por sexo se observan pocas diferencias, siendo apenas más frecuentes los viajes educativos para las niñas/adolescentes.

En la apertura por capital educativo, la movilidad en los niños/as y adolescentes de nivel alto es mayor que la de los demás niveles. En el caso de la educación, 71,5% de ellos se movilizaron por razones educativas, mientras que en el nivel educativo bajo lo hicieron 59,5%.
En la movilidad para actividades sociales, el nivel alto duplica a la movilidad del nivel bajo (11,6% vs 5,6%), a la vez que quienes corresponden a hogares con mayor capital se encuentran involucrados en menos desplazamientos para actividades funcionales o laborales (Tabla 1).

La cantidad de niños o adolescentes que no realizaron ningún viaje en el día de referencia fue de 28,9%, siendo mayor su ocurrencia al descender el capital educativo (31,7% en el nivel más bajo) y entre los niños de menor edad (46,2% en el grupo de 3 a 5 años).

Escuela y movilidad con motivos educativos

En el Área Metropolitana de Buenos Aires, según estimaciones propias basadas en datos del Censo Nacional de Población, Hogares y Viviendas de 2010, 98% de los niños de entre 6 y 12 años asistía a la escuela, cifra que desciende a 78% si se considera a las personas de entre 13 y 17 años. Para comenzar a caracterizar el modo en que acceden, con mayor o menor grado de autonomía, los niños y adolescentes a los establecimientos educativos, vamos a analizar en primer lugar la duración del tiempo de viaje.

La duración permite estimar en forma indirecta en qué medida la inserción escolar se asimila con la inserción barrial, es decir, si el barrio y la escuela pueden ser encontrados en el espacio cercano a la vivienda, o si – por elección o por falta de oferta educativa – escolarizarse implica para los niños y adolescentes tomar contacto con centros educativos más alejados de la ciudad. Asimismo, podríamos esperar que esto aumente con la edad, es decir, que la escuela secundaria suponga viajes más extensos que la educación inicial o la primaria.

En la Tabla 2 se observa cuánto tiempo viajaron para llegar a las instituciones educativas por cada franja de edad investigada, sexo y nivel de capital educativo. El tiempo promedio de viaje fue de 19,8 minutos (SD=17,6), mostrando un crecimiento moderado por edad: mientras que los viajes para el nivel inicial (3 a 5 años) requirieron en promedio 17,3 minutos (SD=12,6), los de nivel secundario (13 a 17 años) llegaron a 22,8 minutos (SD=22,0).

Estas cifras dan cuenta de que si bien buena parte de los viajes se mantuvo a una distancia relativamente próxima a la vivienda (por debajo de los 20 minutos), no hubo una mayor accesibilidad para escuelas primarias o iniciales que para escuelas secundarias. A este respecto, cabe recordar que la tasa de asistencia a la escuela secundaria es bastante inferior a la del nivel primario. De esta forma, podemos observar que quienes según su edad asistirían mayoritariamente al nivel secundario lo hacen sin incurrir en viajes más prolongados que quienes asisten a los niveles inferiores, a la vez que muchas personas dejan de asistir.

Tabla 2 – Condición de autonomía, duración de viaje y permanencia para asistir a establecimientos educativos por edad, sexo y capital educativo (n=10.321)

Fuente: elaboración propia en base a microdatos de la Encuesta de Movilidad Domiciliaria del Área Metropolitana de Buenos Aires (2010).
* Calculado a partir del máximo nivel educativo alcanzado del jefe de hogar. Bajo: secundaria incompleta o menos. Medio: secundaria completa sin estudios superiores. Alto: estudios superiores completos o incompletos.
** Incluye las categorías de taxi, remis, charter / combi, bus empresa y transporte escolar.

En segundo lugar, nos interesa ver el tiempo de permanencia en el destino. A través de utilizar la serie de viajes que se registra para cada niño, hemos calculado cuánto tiempo pasó hasta que emprendieron el viaje de regreso, a partir de la llegada a la escuela. Esto permite reconstruir la incidencia que tiene la actividad en la experiencia diaria de cada niño.

La Tabla 2 muestra que el tiempo promedio de asistencia a la escuela fue de 5 horas (SD=1,7), variando de 4,7 a 5,3 entre el nivel inicial y el secundario (3 a 5 años y 13 a 17 años). La diferencia de capital educativo de los hogares marcó una diferencia de algo más de una hora en la permanencia en los establecimientos educativos: mientras que en el nivel bajo quienes asistieron estuvieron en promedio 4,7 horas, en el alto lo hicieron durante 5,8 horas.
Al analizar los modos en que se organiza la asistencia de los niños y adolescentes a establecimientos educativos, se advierte una heterogeneidad de estrategias. En la franja etaria de 6 a 12 años, solamente 38,8% de los niños asisten con un adulto del hogar a la escuela, descendiendo en la franja de 13 años a 17 años a 14,5% (Tabla 2).

La identificación de la condición de autonomía de los niños también muestra el importante rol que cumplen los hermanos a la hora de facilitar la asistencia a los establecimientos educativos. En el nivel inicial (3 a 5 años) 16,8% de los niños son acompañados por un hermano mayor del hogar, y no por un adulto.

Este rol de los hermanos mayores es desempeñado en igual medida por niños y por niñas, siendo de 12,3% la proporción de niños y niñas de 6 a 12 años que fueron a un establecimiento educativo sin un adulto del hogar y con un hermano menor, y 17,6% la proporción correspondiente a los adolescentes de 13 a 17 años que acompañaron a hermanos menores o de su misma edad.

La categoría “Sin otros niños del hogar” permite identificar la proporción de niños o adolescentes que asistió al establecimiento educativo sin ningún otro miembro del hogar (Tabla 2). Es importante destacar que casi una quinta parte de los niños de nivel inicial se encuentran en este grupo, dando cuenta de la complejidad de estrategias que los hogares despliegan para poder resolver la escolarización de sus hijos.

En esta franja etaria, donde la posibilidad de asistir por sus propios medios es escasa, la encuesta registra que un 6,9% de los niños fue por medio de un servicio contratado para esos fines (principalmente remitiendo al uso de taxi, remis y transporte escolar), mientras que respecto del resto – en la medida en que la encuesta no lo captara – podemos hipotetizar que se desplazaron al establecimiento con ayuda de personas externos al hogar (padres y madres no convivientes, otros familiares, vecinos, niñeras etc.).

Movilidad infantil más allá de la escuela

Si bien, tal como se observó anteriormente, asistir a escuelas y colegios fue el destino más frecuentado, la encuesta ofreció diecinueve posibles motivos para los viajes7, los cuales hemos organizado para investigar las prácticas diarias de los niños en dos dimensiones: actividades sociales y actividades funcionales.

El grupo de actividades sociales involucra el participar de actividades recreativas, actividades extracurriculares (talleres y deportes), y el visitar amigos y familiares. El grupo de actividades funcionales (o de la organización diaria) reúne la realización de trámites, compras, atención de salud, acompañar a otros y desplazarse por razones laborales (propias o de los adultos de referencia).

4 – El Área Metropolitana de Buenos Aires se compone de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires y a su alrededor del Conurbano Bonaerense. En el año 2010 residían en ambos distritos 2,9 y 10,7 millones de personas respectivamente
5 – Las personas de hasta 2 años fueron registradas como miembros del hogar, sin identificarse sus viajes.
6 – Mayores a 300 metros.
7 – Estos motivos eran: Lugar de trabajo, Asunto Laboral, Cursar estudios, Estudios (otros), Salud, Compras, Deportes, Recreación, Gastronomía, Amigos, Familia, Social, Culto, Personal, Trámites, Dejar-recoger miembro del hogar a centro educativo, Dejar-recoger miembro del hogar a otro lugar, Dejar-recoger miembro del hogar a no miembro del hogar, Otro.
Carla Arévalo carla.arevalo.wierna@gmail.com

Doctora en Demografía por la Universidad Nacional de Córdoba, Argentina. Magíster en Economía por la Universidad Nacional de La Plata, Argentina. Becaria Posdoctoral del CONICET con lugar de trabajo en el Instituto de Estudios Laborales y del Desarrollo Económico (IELDE). Economista, docente de Desarrollo Económico en la Universidad Nacional de Salta, Argentina.

Pablo De Grande pablodg@gmail.com

Doctor en Ciencias Sociales y Humanidades por la Universidad de Quilmes, Argentina. Licenciado en Sociología por la Universidad de Buenos Aires, Argentina. Profesor titular en la carrera de Sociología de la Universidad del Salvador, Argentina. Investigador del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (CONICET).