Foto: Ronai Pires da Rocha

Tiempo, silencio y olvido: ¿Qué quedó de la experiencia de los jóvenes de Santa María?

Entrevista de Sonia Borges Cardoso de Oliveira con Volnei Antonio Dassoler1

Sonia Borges: Hace casi un año y medio, en la madrugada del 27 de enero de 2013, Santa Maria (RS) se conmocionó y conmocionó al país al protagonizar la tragedia que culminó con la muerte de 242 personas, la mayoría jóvenes, víctimas de un incendio que ocurrió en una de las discos de la ciudad. Hoy, al retomar ese acontecimiento, ¿consideras que estamos hablando de pasado, de presente o de futuro?

Volnei Dassoler: De acuerdo con indicadores presentados por Médicos Sin Fronteras, el incendio en la disco Kiss reunió en un solo evento las tres situaciones con mayor potencialidad traumática: alcanzar a un público joven, haber sido en gran escala en cuanto al número de víctimas y haber ocurrido de manera violenta. Tal hecho asume un matiz traumático por promover una ruptura radical, inesperada e intensa en la rutina que construimos, donde pasado, presente y futuro se conectan y elaboran un tipo particular de ficción, que designamos como «la historia de vida de cada uno”. En ese sentido, pensar la dimensión temporal exclusivamente en la perspectiva cronológica no nos es suficiente. Por otro lado, reconocemos que el tiempo actúa como facilitador de los procesos subjetivos y de las articulaciones colectivas ante grandes tragedias o dramas humanos.
Después del impacto de las primeras semanas, la reacción al evento se procesó de maneras distintas conforme cada sujeto fue elaborando su relación con el incendio. Parte de la población joven, en especial los que no tuvieron relación con el incendio, incluyeron lo ocurrido como parte de la vida, situándolo en el pasado. Esa postura estaba en conformidad con parte de la población que consideraba exagerado continuar dando énfasis al acontecimiento. Para otros, sin embargo, lo que pasó permanece vivo, siendo posible identificar, a partir de las narrativas en las atenciones psicológicas, la repercusión de ese evento en discursos como: «después de lo que me pasó en Kiss», «antes de la cosa en Kiss», «en función de lo que hubo en Kiss», “por el incendio en Kiss». Entendemos que los que vivieron la experiencia de sobrevivir al incendio tuvieron su relación con la vida alterada en lo que tiene relación con las formas de diversión, con la importancia de los lazos de amistad, de familia, con los proyectos de futuro y con la noción de finitud humana. En ese sentido, trabajamos en la perspectiva de que el 27 de enero es un día que todavía no terminó y que deberá marcar a toda una generación de jóvenes y niños de la ciudad y de la región de Santa María.

Sonia Borges: Desde entonces, has estado directamente involucrado en la atención y asistencia, no solamente a los jóvenes sobrevivientes y a sus familiares, como también a los voluntarios y profesionales que, de alguna manera, se afectaron por el incendio, tanto durante los rescates como posteriormente, en consecuencia del impacto psicológico sufrido. ¿Puedes hablar sobre el Acolhe Saúde (Acoge Salud), que es el servicio de atención psicosocial que se ha ocupado de esa demanda? ¿Cómo y cuándo surgió y qué significa para las personas que se atienden por ese servicio?

Volnei Dassoler: Debido al carácter de imprevisibilidad del incendio, la ciudad no tenía estructura ni expertise para hacer frente a las demandas que surgieron de manera tan intensa. En ese sentido, tuvimos auxilio importante de profesionales voluntarios que, asesorados por el equipo de Médicos sin Fronteras y por representantes de la gestión pública en el área de la salud mental, definieron una organización inicial del proceso de trabajo. En el acuerdo de compromiso firmado por los tres entes federados, el cuidado psicosocial quedó bajo la responsabilidad del Municipio de Santa Maria y ya en la madrugada del 28 de enero de 2013 se implantó el atendimiento en salud mental en carácter de 24 horas.
Teníamos el desafío de elaborar un proyecto clínico tomando en cuenta el carácter de urgencia de los acontecimientos, la conmoción colectiva y la diversidad de ofertas de apoyo advenidas de todo el país. Así, las acciones se distribuyeron en siete grupos de trabajo: acompañamiento en ritos funerarios, apoyo en los hospitales, apoyo en la Unidad de Rápido Atendimiento (UPA) – Servicio de Atendimiento Móvil de Urgencia (SAMU), apoyo a la atención básica, atención 24 horas, supervisión clínica de las atenciones y gestión. Evaluamos que, en ese primer momento, la escucha se haría individualmente o junto a familiares y amigos, y que las derivaciones médicas serían definidas en cada caso. Entendemos que el dispositivo de grupo no sería indicado para esa fase del tratamiento a los sobrevivientes y familiares, excepto ruedas de conversación puntuales con los profesionales de los servicios de rescate y de los servicios hospitalarios.
De esa manera, las intervenciones contemplaban las diferentes necesidades que surgieron a partir de las prioridades para cada tiempo de cuidado, es decir, inicialmente, proyectamos el cuidado en la urgencia con atención 24 horas, con equipo multiprofesional, posibilidad de visitas domiciliares, evaluación de las situaciones más graves y contacto telefónico diario para esos casos, con la garantía de lechos hospitalarios en el caso de necesidad. En las atenciones de las primeras semanas, los jóvenes que habían sobrevivido relataban que sentían el toque de las personas durante la fuga de la disco, oían las voces y los gritos de esa noche, sentían olores, tenían flashback de innúmeras escenas vividas en esa madrugada. Atónitos, se veían impotentes y desesperados, lo que repercutía en problemas de sueño, de alimentación, irritabilidad, apatía y angustia.
Como la escucha psicológica, en su formato clínico convencional, requiere un tiempo de habla y de elaboración y ese escenario no se presenta disponible en los cuadros psíquicos de crisis, observamos, por parte de los profesionales participantes en las atenciones psicológicas, dificultades en cuanto al manejo de esas situaciones, lo que acarreaba en innúmeros pedidos de evaluación psiquiátrica que se mostraban, posteriormente, desnecesarios. Ese escenario justifica la supervisión clínica como un dispositivo importante de apoyo al equipo y que, aún hoy, permanece como soporte clínico de las asistencias psicoterapéuticas en el Acolhe Saúde (Acoge Salud).
Hasta el momento presente, aproximadamente mil personas recibieron algún tipo de asistencia a través de la Psicología, Psiquiatría y de otros núcleos profesionales, además de visitas domiciliares, ruedas de conversación, entre otros. También ponemos en disposición un equipo de profesionales para acompañar a los familiares en las declaraciones junto al Foro, en las manifestaciones públicas y en los eventos de integración entre los miembros promovidos por la Asociación de los Familiares de Víctimas y Sobrevivientes de la Tragedia de Santa Maria (AVTSM).

1 – Entrevista traducida por Thais Passos Marçal
Volnei Antonio Dassoler dassoler@terra.com.br
Psicanalista, miembro de la Asociación Psicoanalítica de Porto Alegre, Máster en Psicología (Universidad Federal de Santa María - UFSM), tutor del Núcleo de la Psicología de la Residencia Multiprofesional en Salud Mental (UFSM) y miembro del comité gestor del Acolhe Saúde, servicio de Atención Psicosocial a las víctimas del incendio en la disco Kiss del Ayuntamiento Municipal de Santa María - RS.
Sonia Borges Cardoso de Oliveira soniarborges@uol.com.br
Psicóloga, Doctora en Psicología, investigadora permanente del Núcleo Interdisciplinario de Investigación en Infancia y Adolescencia Contemporáneas (NIPIAC/UFRJ). Editora asociada de DESidades, actúa principalmente en los siguientes temas: psicología e intervención clínica; juventud y adolescencia; grupos de discusión; procesos de subjetivación y el lugar del sufrimiento en lo contemporáneo.