Diversión, estudio y estilo. Identidades juveniles en una escuela, de Olga Grijalva Martínez.

Reseña por Erica González Apodaca

Juventud, apariencia e identidad en el bachillerato.

Ubicado en el campo del estudio sociocultural de los jóvenes, particularmente de los estudiantes en tanto jóvenes, el libro de Olga Grijalva analiza el tema de las apariencias, preguntándose por su papel en la construcción de las identidades sociales y la conformación de grupos de pares de estudiantes de nivel medio superior. Las apariencias -el vestido y el arreglo personal y los comportamientos asociados a ellos- se abordan como construcciones sociales y lenguajes simbólicos que orientan la conformación de distintas formas de pertenencia juvenil.

El estudio de caso que se consigna en el libro, fue desarrollado con estudiantes de un bachillerato público en la ciudad de Mazatlán, Sinaloa, al noroeste de México. La ciudad elegida es un escenario de gran diversidad e influencias culturales múltiples, del que la autora es originaria, lo que agrega a la obra su familiaridad y conocimiento del contexto de estudio.

El texto está sustentado en una base empírica reunida en un trabajo de campo in situ a lo largo de tres periodos de aproximación; se compone de notas de campo y registros de observación etnográfica en espacios mayormente escolares, así como de conversaciones colectivas e individuales realizadas con catorce grupos de jóvenes (seis de varones, seis compuestos por mujeres y dos mixtos), diversos en su origen y composición social, así como también tres maestras y una madre de familia. El involucramiento de la autora en el trabajo de campo, permitió que las conversaciones abarcaran una gama temática extensa, más no rígida, que se reorientó en el diálogo e incorporó temas significativos para los mismos estudiantes. La descripción fina del trabajo de campo y del trabajo analítico informado por la teoría, da cuenta de un proceso de investigación cuidadoso, que produce un texto rico en matices, revelador de la diversidad de sentidos que involucra la producción de la apariencia en los jóvenes y su relevancia como un factor, entre otros, de pertenencia e identificación con pares significativos.

El análisis se distancia de una perspectiva reproduccionista centrada en la clase como categoría definitoria de las identidades juveniles. Sin olvidar la influencia de las estructuras sociales, la autora adopta un enfoque sociocultural, de base etnográfica y hermenéutica, según el cual las apariencias juveniles condensan un conjunto de bienes simbólicos que comunican valores, concepciones y significados, cuya selección es significativa para establecer vínculos de identificación y construir subjetividades, tanto con los otros afines como frente a los otros diferentes. Se suscribe una conceptualización de los estudiantes en tanto jóvenes, y de la escuela y la experiencia escolar más allá de sus fines académicos, como espacio de vida juvenil.

Una mirada de gran peso en el trabajo, es la concepción de los jóvenes como sujetos con agencia, activos en la definición de sus identidades y tomando elecciones y decisiones que las modelan, dentro de estructuras sociales y cursos históricos. Los jóvenes de este estudio construyen las propias rutas de configuración y significación de sus identidades sociales, las cuales, según muestra la autora del libro, no son reductibles ni a la resistencia ni a la asimilación cultural.

El libro se compone por una introducción, un capítulo de revisión del estado del arte, tres capítulos analíticos y un apartado conclusivo que recupera los principales resultados. La introducción proporciona el marco general del estudio, describiendo su encuadre teórico metodológico, los datos del contexto en que se desarrolló el trabajo de campo y el foco en los estudiantes, sus experiencias y sus voces, como sujetos de estudio.

El capítulo segundo nos ofrece las coordenadas de los estudios sobre juventudes y en particular, de la investigación sobre estudiantes en tanto jóvenes. Tiene la virtud de introducir al lector al amplio debate sobre la conceptualización de la juventud, en el cual se ha transitado por criterios etarios, de clase y de moratoria social, y se han abierto paso conceptualizaciones socioculturalmente situadas que intentan aprehender la diversidad de contextos y factores heterogéneos que rodean la condición juvenil y documentar sus tensiones y construcciones situadas e históricas. El campo de investigación ha mostrado que la configuración de las identidades sociales juveniles se comprende articulada a las redes familiares, de pares y de amistad y en circuitos escolares, laborales, profesionales y migratorios; asimismo, el estudio de sus prácticas sociales mostró su dinamismo y transformación constante, y la perspectiva procesual o diacrónica ha mostrado trayectorias juveniles múltiples y desiguales. Como lo muestra este mismo estudio, las realidades heterogéneas de los jóvenes no siempre convergen hacia los estereotipos difundidos por los medios de comunicación, ni necesariamente suponen un consumo uniforme en el mercado de los bienes simbólicos.

En este espectro, la autora se pregunta por las apariencias, por su papel en las identidades de los jóvenes y en la conformación de grupos de pares, temática que conduce de forma transversal los diferentes capítulos. A la vez, este objeto de estudio se articula a numerosos aspectos de las subjetividades juveniles que resultan muy significativos: entre ellos destacan, por ejemplo, la influencia de las familias, los medios de comunicación, el consumo y la moda en la construcción de las identidades sociales de los jóvenes, o el papel de las relaciones de compañerismo, amistad y del ámbito de la sexualidad, como dimensiones donde se negocian y experimentan las imágenes de sí mismos en el espejo del otro y los otros significativos.

Los tres capítulos centrales abordan diferentes dimensiones del objeto de estudio. El capítulo tercero describe los grupos de pares, en el cuarto se identifican y analizan los estilos estéticos y el quinto capítulo se abordan las prácticas sociales juveniles entre el estudio y la diversión. Cada capítulo está tejido desde los datos empíricos en dialogo con los conceptos teóricos, y el lector goza de la abundancia de descripciones etnográficas y categorías sociales propias de los actores. La suma es una mirada analítica integral, que no impide que cada parte del texto mantenga su independencia.

Los grupos de jóvenes, su configuración y el peso que tienen en la construcción de las subjetividades de sus miembros, es el primer acercamiento a los sujetos de estudio. La autora explora una muestra de cuatro diadas y diez grupos de estudiantes con distintas composiciones de género, donde es notoria la diversidad de características, elementos distintivos e imágenes de sí que representan sus horizontes de inteligibilidad. A menudo los rasgos por los que se definen los grupos de pares contrastan con estereotipos socialmente aceptados; así por ejemplo, un grupo de jóvenes procedentes del campo cuyas familias se dedican a actividades del medio rural, se autodefinen de formas que rompen con la imagen de personas rudas o faltas de sensibilidad. La autora muestra que el concepto de sí mismo de los jóvenes constituye una guía de conducta para obtener la aprobación social en los grupos de pertenencia, e incide en la construcción de sus subjetividades.

El terreno de las estéticas juveniles, abordado en el capítulo cuarto, muestra una diversidad de lenguajes estéticos que condensan significados socialmente compartidos y que expresan posiciones e identidades sociales, mediadas por el consumo y por condiciones de género, etnia y condición social, si bien estas no condicionan mecánicamente las elecciones, que también expresan la individualidad y la intención de genuinidad de sus sujetos. En un aporte significativo al estudio de jóvenes de ciudades medias, la autora muestra que la variabilidad y el dinamismo de estas construcciones son una constante no solo entre grupos de pares, sino al interior de los mismos y entre distintas situaciones, ámbitos, acontecimientos y relaciones sociales. A diferencia de la literatura sobre juventudes mayormente urbanas que acuñan los conceptos de bandas juveniles, tribus o culturas juveniles, en este caso se encuentra que los jóvenes adaptan sus elecciones y modifican sus apariencias en diferentes ámbitos de interacción. Por lo tanto, que más que un catálogo de estilos estéticos propios y adoptados de las culturas juveniles o los medios de comunicación, las apariencias son dinámicas y se construyen de forma estratégica y situacional. Los estudiantes son activos en la construcción y uso social de estos lenguajes que constituyen marcos de sentido.

Mediante descripciones y cruces comparativos entre los miembros de los grupos de pares, la autora identifica siete estilos estéticos: boricua, metalero, playero, chero, fashion, estilo juvenil convencional y estilo informal. Estos se construyen en una dinámica de afinidades y oposiciones, entre por ejemplo, preferencias que se apegan a las tendencias hegemónicas de consumo de moda, en contraste con estilos expresamente antimoda y elementos de la contracultura global, que se distancian de las apariencias dominantes. También se identifican estilos conservadores o convencionales que incorporan elementos de las culturas regionales y locales; estilos de corte híbrido que no se identifican con una tendencia en particular. Evidentemente estas estéticas no se construyen auto-contenidas, sino en relación con los contextos sociales y culturales de los jóvenes. El capítulo muestra que sus subjetividades también se afirman en el rechazo a las apariencias de los otros, o a ciertos aspectos de las mismas, con actitudes que va desde la tolerancia a la discriminación.

El último capítulo cierra el análisis, abordando el ámbito de las prácticas sociales de los jóvenes-estudiantes. Se destaca una tensión presente entre prácticas orientadas a la diversión y actividades juveniles mayormente enfocadas al estudio, en las que los jóvenes participan de manera diferencial. A partir de testimonios recogidos en las conversaciones, y de la observación in situ, se observa que las definiciones juveniles hacia uno u otro ámbito, se vinculan con las formas de identificarse, la idea de sí y el tipo de grupos de pares que integran.

Una vez más, como constante en todo el libro, es evidente la heterogeneidad de significados asociados a prácticas de diversión y estudio entre los grupos de pares y al interior de ellos, y la complejidad de las interacciones que establecen los jóvenes en sus entornos escolares y sociales. La autora categoriza tres grupos: primero, los jóvenes que optan por una praxis enfocada a la diversión como fuente de sus identidades, cuyas actividades tienen sentido en la experiencia de un presente colectivo que, según diversos teóricos constituye una reacción ante los contextos adversos y la falta de alternativas que ofrece la sociedad; en este grupo, las actividades de ocio deportivo, casual o comercial tienen como sentido último la construcción de un espacio juvenil, pero además sus comportamientos disruptivos y agresivos en la escuela, suelen conducir a la construcción de estigmas sobre sus personas. Como contraste, los jóvenes que hacen del estudio su principal fuente de identificación, se definen en oposición a los primeros y participan de comportamientos y prácticas distintivas: ser serios, usar vestimenta más formal, conversar, cumplir con tareas académicas y dar a sus experiencias un sentido de futuro. Finalmente, un tercer sector se compone de jóvenes que implementan estrategias para articular las prácticas de diversión y de estudio, en tiempos y espacios definidos, no sin tensiones y contradicciones. A partir de influencias diversas, en las que destacan la familia, los medios de comunicación y los mismos grupos de pares, los jóvenes toman decisiones sobre sí mismos y construyen sus identidades en marcos relacionales: se identifican con aquellos “otros” que perciben cercanos y se definen frente a quienes no comparten sus gustos y comportamientos, identificaciones que, a decir de la autora, también asignan a cada grupo un determinado espacio social.

El apartado de reflexiones finales puntualiza los principales hallazgos del estudio, algunos de los cuales he señalado en estas líneas y otros muchos he dejado en el tintero. Recomiendo la lectura de un trabajo con relevancia académica y social, que abona a mostrar la diversidad y complejidad de los mundos juveniles de los estudiantes de bachillerato, a la vez que aporta a la comprensión de la agencia social juvenil, la reflexividad y los sentidos que orientan sus decisiones y significaciones en la empresa de construirse a sí mismos, y que profundiza sustantivamente el tema de las apariencias como un ámbito complejo de producción cultural.

Referencias bibliográficas

GRIJALVA MARTÍNEZ, O. Diversión, estudio y estilo. Identidades juveniles en una escuela. Córdoba, Argentina: Editora Brujas, ICEUABJO, 2018.

Palabras clave: juventudes, estéticas, identidades juveniles.

Fecha de recepción: 27/01/2019
Fecha de aprobación: 15/02/2019

Erica González Apodaca erica.glz.apodaca@gmail.com
Doctora en Ciencias Antropológicas. Profesora investigadora en el Centro de Investigaciones y Estudios Superiores en Antropología Social, Unidad Pacifico Sur, ubicado en Oaxaca, México. Pertenece a la línea de especialización en Antropología de la Educación en México. Es miembro del Consejo Mexicano de Investigación Educativa (COMIE), del Colegio de Etnólogos y Antropólogos Sociales (CEAS) y del Sistema Nacional de Investigadores (SNI).