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Aprendizajes y sociabilidades juveniles: la experiencia de las Torcidas¹ Jóvenes cariocas

La nueva fase del asociativismo juvenil: las torcidas organizadas en la lucha por los derechos

 

Innumerables son los desafíos vividos por estas asociaciones en la actualidad. Las transformaciones arquitectónicas en las plazas deportivas de todo el país, la legislación represora, tomando en cuenta la realización de los megaeventos en Brasil (Copa 2014, Olimpíadas 2016), y la criminalización de las torcidas, estimularon la creación de coaliciones más amplias, en el ámbito estadual y nacional, que revelan el nuevo rostro del asociativismo torcedor.

 

La reforma de los antiguos estadios y la construcción de los nuevos, siguiendo el modelo de las arenas europeas, limitó la actuación de las torcidas organizadas, culturalmente habituadas a asistir al juego de pie para escenificar coreografías y producir sus rituales, pues “los asientos devinieron un obstáculo, e incluso un problema de seguridad” (Curi et al, 2008, p.36). Tales transformaciones han exigido adaptaciones en el estilo de torcer, reinvenciones, nuevos aprendizajes y habilidades (Ingold, 2010).

 

Las arenas, espacios vigilados y monitoreados por las cámaras, representan el proceso de elitización en curso, que reduce la capacidad y eleva los precios de los ingresos, excluyendo a las clases populares del espectáculo futbolístico y afectando prácticas culturales inventadas y consagradas en las bancas.

 

En lo que respecta a la legislación, la Ley 12.299 promovió modificaciones en el Estatuto de Defensa del Torcedor (Ley 10.671/03), incluyendo dispositivos que responsabilizan a las torcidas organizadas por los daños causados por sus miembros dentro y fuera de los estadios. Así, la prohibición de comparecer a los eventos deportivos se aplica tanto al colectivo (la torcida organizada) como a los asociados. El Estatuto del Torcedor, privilegia la presencia del torcedor “espectador”, o sea, aquel que se relaciona con el juego como un producto a ser consumido mediante el pago, sin participar en su construcción. Esto es debido al hecho de que las torcidas organizadas son vistas como un problema cuya solución pasa invariablemente por las medidas represivas. Tal concepción está fundamentada en el presupuesto de que tales grupos son patológicos y peligrosos (Douglas, 1991). Al asumir una perspectiva esencialista y reducir la ocurrencia de episodios de violencia a la existencia de las asociaciones, las interpretaciones difundidas pierden de vista que los episodios de violencia dan visibilidad a problemas sociales que precisan ser mejor analizados.

 

Para enfrentar este escenario adverso, las torcidas organizadas pasaron a actuar políticamente en la defensa de sus derechos, promoviendo acciones colectivas de resistencia y negociación. Así, en el 2008, los liderazgos de las Torcidas Jóvenes cariocas iniciaron una serie de diálogos que trajeron como resultado la creación de la Federación de las Torcidas Organizadas de Fútbol (FTORJ), con el objetivo de conseguir una tregua en sus desavenencias e interrumpir el ciclo histórico de venganzas que había pautado sus relaciones, para construir una agenda común de reivindicaciones (Hollanda; Medeiros; Teixeira, 2015). El trabajo realizado por la FTORJ, buscando sensibilizar a las autoridades, medios de comunicación y liderazgos de las torcidas de otros estados del país, contribuyó con el surgimiento de la Asociación Nacional de Torcidas Organizadas (ANATORG), en el 2014. En lugar de un inexorable proceso que llevará a la extinción de las torcidas organizadas, tal vez estas estén ante una oportunidad de reinventar y constituirse en una importante fuerza de resistencia ante proceso de mercantilización del fútbol. Está en juego la capacidad de abstraerse de las rivalidades y consolidar los pactos firmados, para ser reconocidos como actores sociales legítimos en la elaboración de las políticas públicas de prevención de la violencia que están destinadas a ellos.

 

Consideraciones finales

 

Este artículo se propuso demostrar que las Torcidas Jóvenes constituyen espacios estratégicos de socialización para innumerables jóvenes. En ellos, aprenden técnicas corporales, experimentan sentimientos (alegría/tristeza; euforia/rabia; miedo/coraje) y aceptan principios colectivos de convivencia y patrones de comportamiento. En las bancas producen y transmiten saberes y símbolos, ritos para demostrar la pasión por el club-torcida (Teixeira, 2003). Compartir de forma consciente experiencias y la intencionalidad de participar favorecen la constitución de lazos de pertenencia.

 

Viendo, oyendo y actuando, se inaugura un proceso de descubrimientos, de implicación física y emocional, a través de lo cual una identidad colectiva va fortaleciéndose. Según Marcel Mauss (1974, p.198), todos los fenómenos sociales, son también, y al mismo tiempo, fisiológicos y psicológicos “en el fondo, cuerpo, alma, sociedad, todo se mezcla”. Desde ese punto de vista, las torcidas pueden ser consideradas, en términos de Mauss, fenómenos totales “en los que no apenas el grupo participa, sino que, a través del grupo, también participan todas las personalidades, todos los individuos en su integridad moral, social, mental y, sobretodo, corporal o material” (p.198).

 

Por otro lado, los participantes de las Torcidas Jóvenes se ven aprisionados en una identidad deteriorada. Acusados de “vándalos”, “desviados”, como consecuencia de las confrontaciones violentas que han pautado su historia, procuran deshacerse del doble estigma: “ser joven y de la Joven”. La tarea no es fácil. La representación social dominante, difundida por los medios de comunicación, reafirma su carácter peligroso, emocionalmente inestable y problemático (encontrando eco en algunas ideas habituales sobre la juventud como fase de la vida) y condena la existencia de esos agrupamientos. Tal interpretación pierde de vista que se trata de importantes espacios de socialización y pertenencia para innumerables jóvenes. Por otro lado, la represión como alternativa aislada para el enfrentamiento de la cuestión de la violencia por parte del poder público no ha sido capaz de dar una respuesta adecuada al problema. Para enfrentar ese escenario adverso y temiendo la posibilidad de extinción de los agrupamientos, la Asociación Nacional de las Torcidas Organizadas viene realizando encuentros, incentivando a los integrantes a dar una tregua a sus rivalidades para luchar por el reconocimiento de esa identidad colectiva y por el derecho a existir sin ser discriminados.

 

Referencias Bibliográficas

 

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Resumen

Innumerables estudios han indagado sobre el fenómeno de la juventud en la sociedad contemporánea, sus prácticas culturales, formas de expresión y banderas de luchas. Problematizando las fronteras etarias y la idea de que se trata de una fase de la vida marcada por atributos comunes y universales, las investigaciones reafirman el carácter histórico y socialmente heterogéneo de la categoría juventud. Considerando entonces, que hay múltiples modos de vivir la condición juvenil, este artículo se propone discutir la experiencia de las Torcidas Jóvenes cariocas. En la primera parte, presento algunas características del tipo de sociabilidad que promueven, situándolas como importantes espacios de pertenencia e interacción social. En la segunda parte, discuto las nuevas fases del asociativismo torcedor juvenil, las acciones de resistencia promovidas frente al proceso de elitización del fútbol y frente a la criminalización de esta cultura torcedora para defender su estilo de torcer.

 

Palabras clave: Torcidas Jóvenes, fútbol, aprendizajes, sociabilidades juveniles.

 

Fecha de recepción: 10/10/2016

Fecha de aceptación: 30/11/2016

Rosana da Câmara Teixeira rosanat@id.uff.br

Doctora en Antropología (PPGSA-UFRJ). Postdoctora en Antropología Social (Museu Nacional – UFRJ). Profesora de la Facultad de Educación de la Universidade Federal Fluminense (UFF), Brasil. Autora del libro “Os perigos da paixão. Visitando jovens torcidas cariocas” (Annablume, 2003), resultado de la disertación de maestría, ganadora, en 1999, del Prêmio Carioca de Monografia (Secretaria Municipal das Culturas do Rio de Janeiro) y del libro “Krig-ha Bandolo! Cuidado Aí Vem Raul Seixas” (7 letras, 2008), tesis de doctorado que recibió financiamiento de la FAPERJ.