La poesía se aproxima
En las luchas, en las des-idades, en la poesía, reconozco, fundamentalmente, el desasosiego6 y la irreverencia, la alegría y la seriedad, la subversión de normas con las cuales no estamos de acuerdo, por oponerse a los caminos de la búsqueda de libertad y felicidad, en los contornos como las deseamos.
Mario Quintana (1997, p.104) nos viene a decir, con el humor y profundidad que le son pecualiares, en “Os poemas” (“Los poemas”):
Los poemas son pájaros que llegan
no se sabe de donde y se posan
en el libro que lees.
Cuando cierras el libro, ellos levantan vuelo
como de una jaula.
Ellos no tienen fondeadero
ni puerto.
Se alimentan un instante de cada par de manos
y parten.
Y miras, entonces, esas manos tuyas vacías,
En el maravillado espanto de los saberes
que el alimento desde siempre estaba en ti….
Y hay una lucha, por cierto, relacionada a la idea de las lides y estrategias cotidianas, a la superación de dificultades, cuando Cora Coralina (1987, p.45-6), en el poema “Ofertas de Aninha”, en su libro ‘Vintém de cobre’ (Moneda de cobre), nos anuncia:
Yo soy aquella mujer
A quien el tiempo
Mucho enseñó.
Enseñó a amar la vida.
No desistir de la lucha.
Recomenzar en la derrota.
Además, la poeta nos anuncia tantas Coras que en sí conviven “Todas as vidas” (“Todas las vidas”) (1980, p.35-6), tal cual nuestros tantos ‘yoes’, tal cual los tantos heterónimos de Pessoa en Pessoas (Personas). Si a las diversas ‘Coras’ corresponden demandas y expresiones singulares, también habrá articulaciones entre ellas, como el tejido que entrelaza las dimensiones de la vida cotidiana.
Vive dentro de mí/ Una ‘cabocla’7 vieja/ de mal mirar,/ en cuclillas al pie del rescoldo/ mirando para el fuego…
Vive dentro de mí/ la lavandera del río Vermelho/Su olor delicioso de agua y jabón…
Vive dentro de mí/ la mujer cocinera/ Pimienta y cebolla/ Quitute8 bien hecho…
Vive dentro de mí/ la mujer polvo/ bien proletaria/ bien parlanchina,/ bien osada, sin prejuicios…
Vive dentro de mí/ la mujer campesina./ Injerto de la tierra,/ medio parca./ Trabajadora./ Madrugadora./ Analfabeta…
Vive dentro de mí/ la mujer de la vida./ Mi hermanita… /tan despreciada/ tan murmurada…
Vive dentro de mí:/ Em mi vida-/ la vida simple de las oscuras.
Cora Coralina (1987, p.109) también se anuncia como ser telúrica (“A gleba está dentro de mim. Eu sou a terra” (“La gleba está dentro de mí. Yo soy la tierra”)), lo que viene de la tierra y le habita, al afirmar, en un poema homónimo (p.108): “La gleba me transfigura” (“A gleba me transfigura”).
La fuerza de la simplicidad y de la profundidad de Cora nos permite romper con la limitante de la configuración corpórea de ser humano y permite transportarnos para las glebas que portamos, y, tal como la poeta, nos transfiguramos, superando edades, tiempos, realidades.
Y la lucha ya se hizo presente
Luchar para nosotros es un destino,
un puente entre la desesperanza
y la certeza de un mundo nuevo.
Agostinho Neto (poeta y político angolano)
¿Cuál lucha de des-idades estaría lejos de la creencia en los valores humanos? ¿Cuál lucha no nos enseña y nosotros no le enseñamos?
Y es además Cora Carolina (1987, p.139), quien anuncia formas de superación frente a las adversidades de la vida, en su poema “Aninha y sus piedras”.
No te dejes destruir…
Juntando nuevas piedras
y construyendo nuevos poemas.
Recrea tu vida, siempre, siempre.
Remueve piedras y planta rosales y haz dulces. Recomienza.
¿Qué lucha no incluye la siembra, en la búsqueda de la recolecta abundante? Y la lucha trae en sí, también, por cierto, la utopía. La utopía de lo que queremos, sin edades o en el campo de des-idades, aquello que aún no existe, y que nos gustaría que existiese. Nos dicen Milton Nascimento y Fernando Brant9,
Si mucho vale lo ya hecho,
Más vale lo que será.
Es preciso conocer lo que fue hecho
Para proseguir mejor.
Recurro, nuevamente, a Mário Quintana, con su poema “Das utopias” (“De las utopías”) (1997, p.36), escrito en 1948.
Si las cosas son inalcanzables,
No es motivo para no quererlas.
Que triste los caminos, si no existiera
La presencia distante de las estrellas.
Reconozco que ‘lucha’ es un concepto polisémico, que asume además más significados, al considerarse el contexto en que es utilizado y concretado. John Comerford (1995) sistematiza ideas sobre ‘lucha’, que me sirven de inspiración para abordar dos significaciones: la acepción en que el término se relaciona a prácticas de movilización, a la búsqueda de articulación y unión entre actores sociales, en torno a la consecución de objetivos que les son comunes. Lucha, en este sentido, lleva a la concreción de prácticas sociales, dentro de las cuales se incluyen conversaciones y discursos, como acciones simbólicas, constituídas y constituyentes de realidades. Con esa concepción se habla de la lucha y sobre la lucha; se habla como práctica de movilización, de denuncia, de reivindicación, de diálogo, de articulación. Hablar forma “parte de procesos de configuración y reconfiguración de vínculos y de grupos sociales” (Comerford, 1995, p.40). La otra significación de la lucha, que articulo con des-idades y poesía, se refiere a las lides cotidianas, a las estrategias a las que recurrimos, a menudo, para vivir y sobrevivir, disfrutar la vida, más o menos intensamente. Así me refiero, por considerar que las pequeñas revoluciones cotidianas pueden cimentar transformaciones sociales, aparentemente indecibles e inalcanzables. Identifico una convergencia entre los dos significados anteriores para lucha: la presencia de dificultades y la búsqueda de su superación.
Y, ¿qué es preciso para luchar, en el reino de las des-idades, de lo irracional? ¿Qué es preciso para crear, escribir poesía, en el campo de las des-idades y de lo irracional?
Inspirada en el pensamiento de Carlos Nelson Coutinho (2012a; 2012b; 2012c), reconozco algunos actores sociales imprescindibles en la lucha, que se traba en lo cotidiano10 y a partir de las demandas que de él emergen: los movimientos sociales, que pueden asumirlas, sus demandas, para componer la agenda política local o nacional. Tiene que quedar claro que los movimientos sociales actúan a partir de la sociedad civil, que, de acuerdo con Coutinho (2012a; 2012b; 2012c), es terreno de luchas de clases y de conflictos profundos, puesto que incluye embates que, más allá de revelar las desigualdades económicas, igualmente pueden referirse a intolerancias y discriminaciones referentes al género y la orientación sexual; la raza y la etnia; y la generación, por ejemplo. Luchar, por lo tanto, requiere la presencia participativa de diferentes segmentos sociales, que pueden direccionar su militancia para demandas específicas, tanto como para aquellas que conciernen al conjunto de la sociedad, como serían, por ejemplo, el perfeccionamiento del sistema representativo y de los instrumentos necesarios para las vivencias democráticas; y la universalización de bienes y de accesos al usufructo de derechos. Luchar, en la comprensión de Coutinho (2012a), es una tarea cotidiana y requiere, básicamente, de formas de organización colectiva, de las cuales son ejemplo los sindicatos, los movimientos y los partidos políticos.
Comprendo que utopía y lucha mantienen intersecciones axiales: la utopía le da sentido a la lucha, en la medida en que apunta en dirección a las transformaciones para la cual la lucha se encamina, ya sea para la consecución de demandas inmediatas de un segmento de trabajadores (como aumentos salariales), ya sea para transformaciones estructurales, como la reforma agraria, reformas de un sistema parlamentar representativo, o para la acción de gobierno en cuanto al modelo económico adoptado – de base neoliberal o socialista, por ejemplo. A propósito, Coutinho (2012b) comprende la democracia como socialización de la propiedad y del poder, lo que implica participación. Es, por lo demás, difundida su afirmación de que “solo hay plena democracia en el socialismo, porque la división de la sociedad en clases crea déficits de ciudadanía y de participación política” (p.24).
Por lo tanto, las luchas han de ser concretadas para la creación o consolidación de instrumentos de participación popular, de espacios de movilización y decisiones colectivas, tales como fórums, más allá de los movimientos, sindicatos y partidos políticos ya anteriormente mencionados. La democratización11, de esta forma, es razón para la lucha.
Lucha que se hace peculiar cuando relacionamos democracia, derecho a la participación, relacionándolos también con las edades. Si sobre ellas pensamos bajo la perspectiva, todavía hegemónica, de la temporalidad biográfica linear, nos depararíamos con déficits de ciudadanía. Relaciono tal singularidad de la lucha a ideas y constructos que pueden dar soporte a des-idades y que requieren de esfuerzo académico y de movilización política para alcanzarlos, tales como: la inclusión del habla de los históricamente silenciados, entre los cuales se incluyen niños/as y adolescentes y ancianos; el tratamiento de los problemas colectivos y el compartir las decisiones, en espacios diversos de la escena pública, con la participación de esos sujetos; el desarrollo de investigaciones académicas en que niños/as y adolescentes son co-constructores de datos, junto a los investigadores (Pinheiro, 2013).
7 – Mujer mestiza.
8 – Un tipo de comida.
9 – Fragmento de la canción “O que foi feito deverá/ O que foi feito de Vera” (“Lo que fue hecho deverá/Lo que fue hecho de Vera”), que integra el CD “Clube da Esquina 2”.
10 – El profesor Plínio de Arruda Sampaio (2014), que se reconoció hace ya más de 58 años, en 2008, a los 78 años de edad (o des-idade?), empeñado en la transformación de Brasil, en dirección al socialismo, trae interesantes ideas sobre la lucha como trabajo cotidiano. Además, discurre sobre tres características fundamentales para la lucha – y que me parecen también motivaciones para la lucha: la perseverancia, un cotidiano perseverante, por considerar los extensos períodos para alcanzar sus objetivos; la indignación, ante tantas contradicciones que caracterizan la historia social y política del país; y el coraje, que para él “es que tú continues luchando, a pesar de la aparente imposibilidad” (Sampaio, 2014, p.7). A la aparente imposibilidad, asocio la significación atribuida por Mannheim (1929/1972) a la utopía, como expuso la nota de rodapié 4. Sampaio (2014) resalta, además, la necesidad de que los luchadores, o sea, las personas que están luchando para cambiar, encuentren diversificadas formas de organización y que puedan unirse ante luchas concretas.
11 – Coutinho (2012c, p. 36) comprende la democratización como “el proceso de creciente socialización de la política con mayor participación en la política, y, sobre todo, la socialización del poder político”.