Foto: Pxhere

Jóvenes ni ni brasileños/as: entre desconocimiento de las experiencias, espectacularización e intervenciones.

Pertenecemos a una sociedad que se preocupa por el futuro de los/las jóvenes y deposita sobre ellos/as la expectativa de manutención del orden social y político, haciendo de ellos/as la generación considerada responsable por el desarrollo de la sociedad (Leccardi, 2005). La preocupación por la integración social de los/las jóvenes y por la continuidad de lo social son aspectos que hacen que ellos/as, especialmente los/as más pobres, se tornen objeto de constante reflexión académica y objetivo de intervenciones por parte de diversos actores de la sociedad. Fueron los/as jóvenes peligrosos/as en el pasado y son los/as jóvenes llamados/as inactivos/as en el presente los/as principales responsables por las inquietudes, pues se encuentran distantes del gobierno (Foucault, 1996) de sus conductas por aquellos que intentan encaminarlos hacia determinados comportamientos ajustados.

Jóvenes que ni estudian, ni trabajan y ni buscan empleo, nombrados/as como jóvenes ni ni, se constituyeron un objeto de preocupación en países como Inglaterra y Japón a mediados de la década de 1990, durante la crisis de reestructuración productiva capitalista. La sigla en inglés NEET (neither in employment nor in education or training) fue el concepto compartido en esos países para nombrar esta condición de los/as jóvenes. En el caso de Brasil la expresión “nem nem” es derivada del concepto ni ni – del español “ni estudian ni trabajan”- socializado en el contexto de América Latina.

El alejamiento de esos/as jóvenes de la escuela y del trabajo hace que ganen el sobrenombre de ociosos, en consecuencia, ni ni. Reflexionaremos sobre los sentidos del término nem nem (ni, ni) en Brasil frente a la no definición sobre lo que representa esa inactividad, al alejamiento con relación a las experiencias de los/as jóvenes de las clases populares y a lo que esta experiencia revela y encubre sobre nuestra realidad social. Por eso, insistiremos a lo largo del texto en el aspecto de construcción social de esa supuesta inactividad como una totalidad “ni ni” y sus desarrollos en el campo social.

Las reflexiones presentadas en este texto resultan de una investigación de doctorado en psicología que buscó problematizar las nociones sobre el/la llamado/a joven ni ni a partir de las investigaciones de juventud y de las experiencias de jóvenes pobres en Brasil. Construimos nuestra investigación en la conexión del trípode teoría, práctica y compromiso social de la psicología social, y de sus diálogos con el feminismo y la investigación-intervención. Escogimos, de ese modo, trabajar con un análisis lexical de universos semánticos sobre los/as llamados/as jóvenes ni ni en documentos de la Organización Internacional del Trabajo/OIT, usando como apoyo el programa ALCESTE – Análisis Lexical por Contexto de un Conjunto de Textos. En seguida, planteamos comprender las experiencias de catorce jóvenes moradores/as de dos favelas de Belo Horizonte en lo que ellos/as referencian y problematizan sobre sus inserciones y ausencias en el trabajo y en la escuela, a través de una investigación-intervención, usando como técnicas la entrevista y la rueda de conversación. Así, apostamos a la elección de esos procedimientos como formas de comprender las nociones compartidas sobre el/la llamada joven “ni ni”, bien como sus efectos, y las experiencias de vida de jóvenes pobres en lo que ellas referencian y problematizan sus presencias/ausencias del trabajo y de la escuela.

Nuestro trayecto aquí será analizar como la probable ociosidad de determinados/as jóvenes brasileños/as gana su estatus de problema social, lo que remonta y renueva concepciones antiguas sobre la juventud pobre. Partimos, así, de la comprensión de que el trípode que sustenta el/la dicho/a joven ni ni en el lugar de problema social es formado por un desconocimiento de las experiencias sobre los/as jóvenes pobres, una espectacularización del fenómeno y por la constitución de un conjunto de prácticas preventivas para solucionarlo1.

Los/las jóvenes ni ni como un problema social

Las décadas de 1960/1970 y las décadas 1980/1990 marcaron dos momentos distintos en que los/las jóvenes se transformaron en campo de investigación y de producciones académicas. Distintos porque en el primer periodo las investigaciones se relacionaban con la participación política de los/las jóvenes de los movimientos estudiantiles (Foracchi, 1997), mientras que en el segundo momento se iniciaron las investigaciones sobre la participación de estos/as en las escenas de violencia y criminalidad en las ciudades brasileñas (Abramovay et al, 1999). Destacamos que el interés por las experiencias juveniles en este segundo momento está fuertemente relacionado; a la constitución de la juventud como un problema social (Abramo, 1997), a partir de su implicación con la criminalidad; a la promulgación del Estatuto del Niño y del Adolescente (ECA, en sus siglas en portugués), tornándolos sujetos de derechos; y al enorme contingente poblacional de jóvenes en la pirámide etaria de la sociedad brasileña, dando origen al boom juvenil.

La construcción de la juventud como problema social se relaciona con las aproximaciones teóricas entre juventud y criminalidad en el contexto americano, mediante los estudios realizados por la Escuela de Chicago (Shaw; MacKay, 1928), y con la formación de pandillas y grupos en la ciudad de Rio de Janeiro (Zaluar, 1996), resaltando el proceso de difusión cultural de esas formaciones juveniles vía globalización y la articulación en el contexto brasileño entre fiestas, ethos de la virilidad, debilitamiento y militarización del Estado, formación de milicias y tráfico de drogas. Es en ese escenario que una parte de la juventud brasileña comienza a ser identificada como productora del desorden social, por envolverse con la violencia, la criminalidad y la drogadicción; demandando de la sociedad brasileña respuestas represivas y de control de los comportamientos, con el fin de tornarla en un actor estratégico de desarrollo. Véase, por tanto, salvaguardadas las concepciones de menor y de disciplinarización de los niños y adolescentes pobres, herederas de nuestro pasado esclavista (Arantes, 2012).

Entra en curso la producción social de jóvenes peligrosos/as (Coimbra; Nascimento, 2005), en su mayoría pobres, negros/as y habitantes de favelas de diferentes ciudades brasileñas. La condición de pobreza comienza a ser asociada de forma naturalizada a la peligrosidad, bien como a la condición de no humanidad, lo que justifica una serie de prácticas de exterminio, tanto físicas como simbólicas. La producción de los/las jóvenes delincuentes autoriza el control y la represión, y los/las hace objetivo de diversos actores que se han presentado para interferir a través de diferentes prácticas y políticas. Dentro de ellos, cabe destacar al Estado y a las instituciones del tercer sector/ONG’s, éstas funcionando como una ramificación del primero en la ejecución de programas gubernamentales (Tommasi, 2005). Los/as jóvenes pobres, una amenaza para la sociedad, van a ser destinatarios/as de diversas estrategias de ampliación de la educación, de inserción profesional y de la ocupación del tiempo libre que vivencian. Estos/as pasan a ganar visibilidad, sea como problema social, que, por tanto, necesita ser tutelado y controlado para no causar el desorden social, sea como sujeto en formación, que necesita ser conducido/a para una vida adulta útil y productiva.

Es de larga data la preocupación con lo que hoy se nombra como joven ni ni. Reflexiones anteriores sobre jóvenes desempleados/as o fuera de la escuela, o sobre jóvenes que se organizaban colectivamente en grupos, gangs o pandillas apuntaban para una fuerte inquietud con la inactividad de determinadas partes de la juventud. Esos/as jóvenes, paulatinamente, fueron ganando estatus de problema, y, en su seguimiento, erigidas propuestas para la resolución de la inactividad juvenil.

En el conglomerado de los países de la Unión Europea, la media de jóvenes que ni estudian ni trabajan y ni buscan empleo, señalados/as como ni ni, fue del 15,07% del conjunto de jóvenes entre los 15 y 29 años, entre 1997 y 2010 (Cardoso, 2013). En Brasil esa media fue del 16,17% en el grupo de edad de 19 a 24 años, entre 2001 y 2011 (Monteiro, 2013). En números absolutos, eso representa, aproximadamente, tres millones de jóvenes brasileños en la referida inactividad. Los contornos de nuestra desigualdad hacen que de los 3,2 millones de jóvenes llamados/as ni ni en Brasil en 2011, 830 mil fueran hombres, 950 mil mujeres sin hijos y 1,44 millones de mujeres con hijos. Otros aspectos son muy importantes para comprender esta condición: el número promedio de personas residentes con renta positiva contribuye para disminuir la tasa de inactividad, igualmente para hombres y mujeres: cuanto mayor la escolaridad, menor es la oportunidad de estar inactivo; la inactividad femenina puede estar más relacionada con el matrimonio que con la maternidad; es mayor la probabilidad de inactividad entre los/as jóvenes más viejos y de menor escolaridad, siendo más fuerte en las mujeres.

Cabe mencionar que el fenómeno llamado ni ni no es reciente en el contexto de todos los países, como muestran las mayores tasas localizadas entre los años de 1997, 2001, en el contexto europeo, y en 2012 en Brasil. Otro aspecto a destacar es que las tasas anuales son mucho más cercanas, con poca variación, y su peor momento no puede ser localizado durante la crisis económica de 20082 de forma igual para todos los países, ya que para algunos de ellos ella impactó de forma menos severa. Lo que parece nuevo y que ha causado agitación en diversos sectores de la sociedad es el episodio de interrupción en la caída de las tasas, como una de las secuelas de la crisis de 2008. La coyuntura de la recesión económica vivida en diversos países interrumpió un movimiento de caída alrededor del mundo, produciendo, con eso, el miedo de un aumento exagerado de los índices en la poscrisis.

En Brasil la tendencia es la de baja de la tasa para las mujeres jóvenes con hijos y el aumento de la misma para los hombres jóvenes (Monteiro, 2013). Con relación a la duración en la condición llamada ni ni, el medio tiempo es relativamente pequeño, variando de 3 a 4 meses, siendo que el aumento en la duración media de la condición de inactividad fue el responsable por el aumento en la tasa general brasileña entre los años de 2003 y 2011 (Menezes Filho; Cabanas; Komatsu, 2013). En el caso de los hombres, la media de duración subió de 2,4 meses para 3 meses, lo que explica el aumento en la tasa en general. En el caso de las mujeres, la media de meses también aumenta, pasando de 3,5 meses en 2003 para 4,2 meses en 2011, pero su efecto es equilibrado por la menor tasa de entrada de las jóvenes en la condición titulada de inactividad.

Presumimos que si la permanencia de los/as jóvenes en la supuesta inactividad es relativamente temporal, la mayor visibilidad dada a los jóvenes por los medios de comunicación en las noticias que tratan el tema de la juventud nombrada ni ni puede darse en función de ese aumento del número de hombres jóvenes, mismo que ellos representen un contingente mucho menor en nuestro contexto social, reforzando, así, estereotipos que asocian masculinidad, pobreza y criminalidad, y sus posibles efectos disruptivos en la sociedad.

1 – El presente artículo fue traducido por Omar David Moreno Cárdenas
2 – La crisis económica de 2008, una crisis bancaria ocurrida en el centro del capitalismo, se inició a mediados de 2007 en el mercado norteamericano y acabó por transformarse en una crisis sistémica, pasando de una crisis de crédito clásica para una crisis bancaria y financiera de grande proporción. Lo que esa crisis de 2008 despierta, sobre todo en los países desarrollados, es la alerta sobre el aniquilamiento de las conquistas pasadas y los posibles rumbos de la escolarización y, principalmente, de la inserción profesional de los/as jóvenes.
Paulo Roberto da Silva Junior paulosilva.junior@yahoo.com.br

Doctor en Psicología Social por la Universidade Federal de Minas Gerais – Brasil, profesor en la FEAD-Centro de Gestión Emprendedora - MG – Brasil, y integrante del Núcleo Conexiones de Saberes de la UFMG.

Claudia Mayorga claudiamayorga@ufmg.br

Doctora en Psicología Social por la Universidad complutense de Madrid, profesora del programa de Posgrado en Psicología de la Universidade Federal de Minas Gerais – Brasil, y coordinadora del Núcleo Conexiones de Saberes de la UFMG.