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Jóvenes ni ni brasileños/as: entre desconocimiento de las experiencias, espectacularización e intervenciones.

Desconocimiento de las experiencias.

En el debate sobre los/as jóvenes designados ni ni muchas afirmaciones son realizadas sin que los sujetos hayan hablado al respecto de sus experiencias, visto que las investigaciones que buscan medir el fenómeno son de carácter cuantitativo. No tenemos conocimiento, hasta entonces, de estudios que utilizaron técnicas que permitieran entender lo que significa esta experiencia a partir del relato de los jóvenes.

Comprender las experiencias de jóvenes pobres debe ser un proceso de conexión entre la descripción de sus condiciones materiales de vida, de los aspectos socio-espaciales de su lugar de vivienda, y del análisis de sus condiciones de privación económica, social, cultural, simbólica y política. Es entender que esas experiencias se construyen dentro de un campo de disputas en nuestra sociedad, cuya transformación no se da en el ámbito de la individualidad del sujeto, depositando en ella la responsabilización por una estructura social desigual.

Enfrentamos, en este debate, un dilema con relación a la definición de lo que significa no-estudiar y no-trabajar. Los estudios (Cardoso, 2013; Monteiro, 2013) comparten una perspectiva formalista de esas experiencias, es decir, toman como referencia de escolarización la matrícula en instituciones formales de enseñanza, y como trabajar el trabajo formal, tomado, en gran medida, como empleo. Un análisis de los programas enfocados en jóvenes de 74 ciudades brasileñas evidenció una expansión de las acciones de escolarización no-formal realizadas por esos municipios, aun cuando en algunas instituciones el modelo empleado continúe siendo el de la escuela formal (Sposito, 2008). ¿Los/as jóvenes incluidos/as en estos proyectos no estarían estudiando? ¿Deben ser considerados/as ociosos/as por no estar matriculados en la escuela? Es importante reflexionar al respecto de la paradoja presente en la exigencia de escolarización formal, pues se exige del/de la joven la presencia en los bancos escolares, al mismo tiempo en que la escuela pública no ofrece una educación de buena calidad, siendo, al contrario de eso, un modelo de educación marcado por procesos de exclusión social, de naturalización de las relaciones de subalternidad y que no dialoga con los intereses de los/as estudiantes, alejándolos/as de la misma.

De la misma forma que en el aspecto educativo, hay un debate sobre lo que consideramos o no actividad de trabajo. ¿Son jóvenes ociosos/as aquellos/as que realizan actividades domésticas, que cuidan de sus hijos o familiares, que se encuentran en periodo gestacional y pos gestacional, que están involucrados/as con actividades deportivas y artísticas, que se encuentran en trabajos voluntarios o filantrópicos, que hacen trabajitos, que ocupan posiciones en el narcotráfico o que reciben el apoyo financiero de los padres durante la transición entre la escuela y el trabajo?

¿Inactivos/as para quién, para cual finalidad, dentro de cual perspectiva de sociedad? Esas y otras preguntas nos hacen conjeturar que muchas experiencias son construidas socialmente como ni ni frente a una lectura reduccionista de los contextos de vida de esos/as jóvenes pobres. Por eso, se hace necesario aproximarse a aquellos/as cuyas experiencias de alejamiento de la escuela y del trabajo incomodan más a la sociedad para conocer mejor las situaciones del no vinculo y cuales respuestas pueden ser dadas, sin creer en sortilegios o reproducir la disciplinarización disimulada de autonomía y protagonismo juvenil.

Espectacularización

Comprendemos los medios de comunicación como el conjunto de los medios/instrumentos que construyen significados acerca de la realidad, siendo la radio, la imprenta, la televisión, el cine, el internet, etc., tecnologías mediáticas productoras de conocimiento y de cultura de masa (Guazina, 2007). Esos medios de comunicación pueden ser entendidos como constructores de ideologías y formas de dominación sobre los sujetos (Adorno, Horkheimer, 1985), apuntando al lucro y garantizando la manutención de los privilegios. Estar informados sobre el mundo se da, en ese sentido, en el contexto de una guerra de audiencia entre esos medios de comunicación, del lucro por la venta de periódicos y revistas, de la reproducción de intereses conservadores y de la producción de la sociedad del espectáculo (Debord, 2007).

La asociación entre jóvenes pobres y violencia en los medios de comunicación es encontrada desde el inicio del siglo pasado, momento en que se discutía la higienización de la sociedad por medio del combate a las clases peligrosas (Coimbra; Nascimento, 2005). Para enfrentarlas fueron producidas estrategias estatales para el combate de la pobreza de los espacios físicos y de la pobreza de los sujetos y de sus familias. El mito de la peligrosidad de la pobreza abre espacio, en ese intermedio, para la gestión biopolítica de los/as jóvenes, especialmente los/as de las clases populares y negros/as, comprendidos/as como virtualmente y potencialmente peligrosos/as (Lemos et al., 2014) y, por eso, susceptibles de ser disciplinados/as. El control de la vida de eses/as jóvenes va a darse, por tanto, por la virtualidad de lo que ellos/as pueden presentar en cuanto comportamientos y prácticas que amenazan nuestra estabilidad y progreso social.

La divulgación de las noticias sobre los/as jóvenes dichos/as ni ni y la transformación de los datos en un espectáculo son fuertemente impulsados por la liberación de estudios que tratan las condiciones de escolarización y trabajo de los jóvenes en el mundo y en Brasil, como los producidos por la Organización Internacional del Trabajo/OIT3. En los medios de comunicación, los datos referentes a esos estudios dan origen a representaciones negativas sobre los/as jóvenes que experimentan esa situación, articulando en el entorno de ellos/as ideología, valores y representaciones que operan dentro de un campo social y que influencian el comportamiento de las personas. Siendo así, a cada lanzamiento de un nuevo documento que presenta estadísticas sobre la llamada inactividad es posible verificar un boom de noticias en los medios y en otros productos mediáticos4. Con relación al proceso de construcción de representaciones negativas sobre los/as jóvenes que experimentan esa situación, destacamos:

Ese grupo desfamiliarizado (ni-ni+), en los países de capitalismo salvaje y extractivo, es una verdadera bomba de tiempo, en términos sociales, de potencial criminalidad y de violencia. ¿Por qué? Porque los factores negativos comienzan a sumarse (no estudia, no trabaja, no busca empleo, no tiene familia, no tiene proyecto de vida…). Si a eso se le juntan malas compañías, uso de drogas, invitaciones del crimen organizado, intensa propaganda para el consumismo, familias desestructuradas etc., difícilmente ese joven escapa de la criminalidad (consonante a la teoría multifactorial del origen del delito). Millones de jóvenes, teóricamente, están en la fila de la criminalidad (y nuestra indiferencia hermética no se altera un milímetro con todo eso5).

En total, hay 5,3 millones de jóvenes que no trabajan ni estudian, indica la investigación. […] Si fueran computados todos los jóvenes que aún buscan alguna ocupación, el número saltaría para 7,2 millones. En un país con un escenario de bajo desempleo y economía en expansión (en 2010, año en que los números usados en la investigación fueron recogidos, el PIB creció 7,5%), eso significa que una parte importante de los brasileños no están participando del desarrollo experimentado en los últimos años. Una vez sin perspectiva, algunos de ellos pueden caer en la criminalidad6.

Al reunir un conjunto de noticias publicadas sobre los/as jóvenes llamados/as ni ni disponibles en internet entre 2012 y 2015 destacamos el hecho de que la mayor parte de los reportajes se valen de jóvenes hombres y pobres para ilustrar el perfil de ese grupo, produciendo estereotipos y naturalizando la relación entre juventud, masculinidad, violencia y criminalidad. Pocos son los reportajes que tratan de la presencia masiva de mujeres jóvenes en las estadísticas levantadas. Eso contribuye, también, para la invisibilización de las desigualdades de género, aún delante de los datos estadísticos que muestran la perversa relación entre género, trabajo y educación que penaliza a las mujeres. No hablar centralmente de las mujeres jóvenes como aquellas con mayor proporción en las estadísticas, representa, en gran medida, naturalizar las trayectorias construidas por las jóvenes, como las de abandonar los estudios y el trabajo por cuenta de un embarazo, para cuidar de sus hijos o de personas próximas o para hacer trabajos domésticos. El abandono de la escuela y del trabajo por parte de las jóvenes para dedicarse a la vida privada parece no incomodar y causar espanto, pues tales trayectorias son percibidas como propias de una supuesta naturaleza de la mujer (Mayorga, 2016).

Nosotros cuestionamos los propósitos de semejante preocupación y visibilidad del tema si la duración de la condición llamada ni ni es corta, si no existe un consenso sobre cuales experiencias deben ser descritas como de inactividad en las encuestas domiciliarias y si las tasas brasileñas, históricamente, tienden a una estabilidad. Esa espectacularización, pautada en un abordaje realista/concreto de la ociosidad, como si ella existiera de tal forma, parece reactualizar y demonizar las imágenes del menor, niños y jóvenes peligrosos/as a lo largo de nuestra historia brasileña, mientras se glamurizan otras experiencias juveniles. En el seguimiento de la reactualización del discurso de pánico moral por los medios de comunicación encontramos, también, los procedimientos que buscan normalizar los desvíos de los/as jóvenes pobres.

3 – La Organización Internacional del Trabajo ha publicado, de manera secuencial, dos documentos que traen informaciones sobre los jóvenes ni ni alrededor del mundo, a saber: Tendencias Mundiales del Empleo Juvenil y Trabajo Decente y Juventud.
4 – En el 2013 el tema fue abordado en la novela Geração Brasil, de la Red Globo de Televisión, por medio de un personaje joven ni ni.
5 – GOMES, L. F. Geração Nem-Nem+: uma bomba-relógio. Disponível em: https://professorlfg. jusbrasil.com.br/artigos/113727367/geracao-nem-nem-uma-bomba-relogio. 2014.
6 – O Estado de S.Paulo. A geração ‘nem-nem’. Disponível em: https://opiniao.estadao.com.br/noticias/geral,a-geracao-nem-nem-imp-,935944. 2012.
Paulo Roberto da Silva Junior paulosilva.junior@yahoo.com.br

Doctor en Psicología Social por la Universidade Federal de Minas Gerais – Brasil, profesor en la FEAD-Centro de Gestión Emprendedora - MG – Brasil, y integrante del Núcleo Conexiones de Saberes de la UFMG.

Claudia Mayorga claudiamayorga@ufmg.br

Doctora en Psicología Social por la Universidad complutense de Madrid, profesora del programa de Posgrado en Psicología de la Universidade Federal de Minas Gerais – Brasil, y coordinadora del Núcleo Conexiones de Saberes de la UFMG.