Foto: Valcir F. de Siqueira

La importancia del trabajo en la transición hacia la vida adulta

“Ah, la importancia… creo que el trabajo lo es todo hoy en día, bueno, creo que si no tuviera trabajo, creo que sería otra persona. Creo que la mayor parte de mi día, de mi vida hoy en día, está dedicado a mi trabajo y cómo soy. Creo que ha sido importante, sí, para el paso hacia la vida adulta, creo, hacer lo que te motiva, no, es lo que me motiva a ser mi vida, lo que busco en mi vida, hoy en día, es mi trabajo. Cómo se dice… mis planes, mis planeamientos, todo el foco está en lo que hago hoy… en mi trabajo…” Cristina, 29 años, carioca.
“Me parece esencial, porque bueno es como si fuera así, no me imagino la vida sin trabajar, ¿lo sabes? Es… me parece que… que es esencial porque creo que te trae alguna cosa que, por ejemplo, que solo la familia, solo marido e hijos no lo harían. Creo que hay una cosa de realización, crecimiento, de desafío, relación también porque es otra relación. […]”. Patrícia, 27 años, carioca.
Del mismo modo que los jóvenes quebequenses, los jóvenes cariocas resaltan una dimensión subjetiva del trabajo, que no los limita a la cuestión de la subsistencia, a pesar de que esta esté presente.
“Fue, eh creo fundamental, no me imagino sin trabajar. Lo creo así fundamental porque te sientes útil, no es solo dinero, creo que hay una recompensa por sentirte útil, por estar haciendo alguna cosa para beneficiar a otras personas, creo que eso tiene mucho valor para mí.” Helena, 30 años, carioca.
“¿Trabajar? Me parece muy importante efectivamente quedar parada en casa, la impresión que da es que el tiempo está pasando. El trabajo, dignifica al hombre como dice el dicho, es fundamental. Es muy importante trabajar, es muy importante que uno tenga un vínculo de trabajo, aquellas cosas, las responsabilidades del trabajo, incluso para que te vayas desarrollando realmente como persona.” Denise, 25 años, carioca.
Los jóvenes de Quebec reconocen el trabajo como parte de su identidad, cuando este es descrito como realización personal, como rol social y fuente de placer y felicidad. Lo que se hace, en cierto modo, tiene una equivalencia con lo que se es, por eso el trabajo debe ser útil, tener una utilidad para la sociedad. Y más aún, la elección de lo que se hace es el producto de un proceso de individualizarse.
“Porque aquí las personas se definen mucho por su trabajo. Entonces aquí cuando le preguntas a una persona ¿quién eres? La persona va a decirte, soy profesora. Entonces el trabajo es muy, muy importante. Tal vez demasiado. Entonces para mí es algo importante. Es algo que forma tanto parte de la cultura como yo mismo, cuando estoy fuera de Quebec hago esta pregunta: ¿qué haces? Y lo que hace uno es el trabajo, no tiene que ver con las otras cosas. Entonces cuando conozco una nueva persona siempre voy a hablar del trabajo porque siento que, la persona, que el trabajo dice muchas cosas sobre la persona.” Maude, 28 años, quebequense.
Sin embargo, los jóvenes no buscan presentarse con su identidad reducida al trabajo o definida solamente por este aspecto. Es como si la relación entre identidad y trabajo fuera a todo momento tensionada, en el intento de evitarse una totalización o un encapsulamiento por el trabajo.
“No, no iba a querer eso. Estoy siempre… porque… porque necesito un sentido de equilibrio en la vida. Creo que me haría muy infeliz si ocupara bastante espacio y me definiera y si me define creo que ocupa mucho espacio. […] y entonces no hay mucho espacio para el resto, familia, amigos, la vida amorosa, lo entiendes, deportes, lo que sea.” Isabelle, 25 años, quebequense.
Del mismo modo, esa idea de no totalidad también la defienden los jóvenes cariocas.
“Es de ser reconocida como profesional también. Creo eso, creo que una tiene varias facetas en la vida, puedes ser amiga, hija, esposa, madre y ser profesional. Y creo que es una cosa que nadie te quita, si tú, no, estás siempre empeñándote, no… […] Tú puedes dejar de ser esposa, por ejemplo, te puedes separar, pero eso tu trabajo creo que tiene algo con la identidad, la profesión”. Helena, 30 años, carioca.
Los jóvenes cariocas, al hablar del trabajo como identidad, destacan de modo mucho más fuerte el reconocimiento social que este proporciona. Más que estar realizando alguna actividad útil a la sociedad, la cuestión acerca de la profesión ejercida y su reconocimiento ante la sociedad son valores importantes para los jóvenes cariocas. Podemos relacionar este planteamiento al hecho de que esos jóvenes están insertos en una sociedad de clase fuertemente marcada por la división y la desigualdad social y, por lo tanto, el lugar que se ocupa en ella, así como el reconocimiento obtenido, proviene en gran medida de la profesión ejercida.

Renata Alves de Paula Monteiro nana_monteiro@hotmail.com

Profesora adjunta del Departamento de Psicología de la Universidad Federal Fluminense (UFF). Profesora del curso de Especialización en Psicoanálisis y Salud Mental de la UFF. Investigadora permanente del Núcleo Interdisciplinario de Investigación sobre Infancia y Adolescencia Contemporáneas (NIPIAC/UFRJ). Participante del Tiempo Freudiano Asociación Psicoanalítica. Asociada al Núcleo de Atención a la Violencia (NAV).