Introducción
Hace dos décadas iniciaron servicios las escuelas zapatistas en aquellas regiones bajo control social y político del Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN)[1], en las cuales el Estado mexicano se desentendió desde entonces de la formación de niños y adolescentes.
Sea por el miedo y la tensión que se vivieron en aquella época, o por no convenir a sus intereses personales, un día se marcharon y no volvieron los profesores del nivel de educación básica oficial que atendían los grupos multigrado de las escuelas primarias localizadas en las regiones zapatistas. Tanto los inspectores de zonas escolares como los jefes de sector también desaparecieron de algunas regiones de los municipios en los que el EZLN irrumpió el 1° de enero de 1994, y que para 1996 formaban parte del territorio (neo) zapatista.
Debido a la aplicación de una estrategia de aislamiento en el marco de un plan de contra-insurgencia, por la conjunción de éstos y otros factores concurrentes, o por desorganización pura, el caso es que para 1996 el tema del ausentismo de los profesores de las escuelas primarias se constituyó como un problema práctico para los padres de familia de las comunidades, colonias, parajes, aldeas y cantones de la sierra y de la selva, así como en los Altos de Chiapas.
Es un problema siempre y cuando se entiende la escuela desde una posición liberal, como lugar de ‘certificación de estudios’ y no de gestión de conocimientos. En la medida en que se da por hecho que la escuela es un lugar de gestión de la movilidad social, se supone que favorezca la superación social y económica, lo cual es cuestionable. Esta idea se da en el marco de un pensamiento colonizado, como es característico de los pueblos sometidos – como el caso de los pueblos indios originarios o indígenas – en los cuales se presume la preponderancia de una civilización hegemónica dominante – en este caso extranjera y de procedencia europea, racialmente diferenciada en los tiempos coloniales, la cual dejó su impronta en la cultura criolla.
En este marco de valores, los niños y jóvenes ‘indígenas’, especialmente aquellos de pueblos originarios, en particular tradicionalistas, tienen las menores oportunidades en la estructura socio-económica, en el seno de una sociedad neo-colonial como la mexicana. Sociedad tradicionalmente excluyente y discriminatoria, que establece un patrón de mestizaje en el que los indios, como los afro-descendientes o los mestizos, e incluso los descendientes de los criollos o los extranjeros, tienen una posición pre-determinada culturalmente, que, sin ser definitiva, influye altamente en la generalidad de la población, aun cuando se presenten casos excepcionales de escalamiento social.
Para los zapatistas esto no fue un problema, sino que, por lo contrario, representó la oportunidad de formular un proyecto educativo alternativo, emanado de las comunidades: localidades zapatistas, muchas de las cuales no figuran en la cartografía oficial, sino que sus fronteras se diluyen en el territorio adyacente, poblado por militantes oficialistas, por lo general vecinos, parientes y conocidos entre sí, con quienes los zapatistas suelen cruzarse en los caminos o encontrarse en los tianguis comerciales.
Tiempo después, los servicios educativos oficiales fueron restablecidos de forma paulatina. Las escuelas cerradas desde 1994 fueron reabriendo puertas a partir de 1999 aproximadamente. En realidad, el ordenamiento constitucional – un eufemismo gubernamental – fue impuesto progresivamente desde 1995, por medio de la puesta en marcha de programas sociales, muchos de los cuales significaron inversión de recursos públicos federales en zonas marginales de la frontera sur del país, carentes de importancia en el esquema del Tratado de Libre Comercio de América del Norte.
Esto sucedió simultáneamente a una serie de acontecimientos que van, desde el alzamiento armado del 1°de enero de 1994, hasta la suspensión indefinida de los diálogos por la pacificación con intermediación de la Comisión de Concordia y Pacificación (COCOPA) y, paralelamente, la creación, a mediados de 1994, del centro cultural denominado Aguascalientes, en Guadalupe Tepeyac, que luego de su destrucción por el ejército federal resurgió en cinco puntos geográficos distintos, hasta la consolidación de los actuales Municipios Autónomos Rebeldes Zapatistas (MAREZ) y correspondientes Caracoles[2].
El subcomandante Marcos[3] afirmó, en la Sexta Declaración de la Selva Lacandona (2005), que “los jóvenes crecidos en la resistencia, están formados en rebeldía con una formación política, técnica y cultural”, particularmente en aquellas comunidades localizadas en cierta región geográfica de Chiapas, región limítrofe entre las zonas Altos y Selva Norte, caracterizada por su pobreza extrema y condiciones derivadas. Se trata de una zona que en su momento contó con una plena presencia zapatista, a nivel de comunidades de apoyo e incluso de militancia en las fuerzas rebeldes en la mayor parte de las comunidades, y que hoy por hoy es foco de interés para «programas sociales» gubernamentales de corte contra-insurgente.
Al Caracol II, Oventik[4], hay que considerarlo en su demarcación zapatista – los siete MAREZ – de entre los 38 MAREZ creados por el EZLN en 1994. Geográficamente el territorio considerado en este caso es el del Caracol II, «Resistencia y rebeldía por la humanidad», localizado en Oventik, la sede del municipio de San Andrés Sacamch’en de los Pobres, una comunidad del municipio oficial de San Andrés Larráinzar, que es, a la vez, sede de la Junta de Buen Gobierno (JBG) “Corazón Céntrico de los Zapatistas delante del Mundo”, a cargo de la dirección de los siete MAREZ mencionados.
De manera que hablar del Caracol II, es hacer referencia tanto a los MAREZ enunciados anteriormente, como a su JBG “Corazón Céntrico de los Zapatistas delante del Mundo”. Estas JBG, Juntas de Buen Gobierno, dan voz y representan a las comunidades de apoyo zapatistas que conforman cada uno de los siete MAREZ antes mencionados. Los MAREZ, dada su ubicación dual – una en el imaginario zapatista y otra en el espacio territorial oficial – comparten el territorio con sus coterráneos, con diversos grados de convivencia, pues, mientras unos lo hacen pacíficamente, otros sufren constante acoso y son hostigados por grupos hostiles, que provienen generalmente de la militancia oficialista, sea partidista, religiosa o agrarista.
En una ubicación de esta naturaleza no es fácil ni sencillo ser joven, y zapatista mucho menos porque, además, están en contraposición dos visiones del mundo, la visión zapatista de una parte y la mirada hegemónica en contraparte, representada por los vecinos, los aledaños, los próximos, los prójimos, quienes se convierten en los otros. Los jóvenes zapatistas entonces son doblemente hostigados, tanto a nivel cultural y político, como a nivel simbólico.
[1] El día 1° de enero del año 1994 ocurrió el alzamiento armado del autodenominado Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN) en diversos puntos de la geografía de Chiapas, la provincia meridional de México en colindancias con Guatemala. Sus demandas fueron presentadas en la 1ª Declaración de la Selva Lacandona: trabajo, tierra, techo, alimentación, salud, educación, independencia, libertad, democracia, justicia y paz. El EZLN se presentó como «fuerza beligerante» en lucha de liberación nacional. En su declaración de guerra exigió deponer al dictador apelando al principio de soberanía popular expreso en la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos. En esa fecha, 1° de enero de 1994, entró en vigencia el Tratado de Libre Comercio de Norteamérica y, la aparición pública del EZLN a nivel global, a través de los medios masivos de comunicación, constituye un rechazo tajante al neoliberalismo y globalización excluyentes en contra de los pueblos originarios. Su principal exponente fue el emblemático Subcomandante Marcos quien en la estructura militar estuvo bajo las órdenes de la Comandancia General del Comité Clandestino Revolucionario Indígena (CCRI-CG). Los enfrentamientos armados duraron doce días, y el ELZN tomó radiodifusoras para transmitir proclamas antisistémicas. Actualmente el EZLN encabeza un movimiento autonómico, acompañado de la sociedad civil altermundista. Para mayor información se pueden consultar varias fuentes, entre otras, Christlieb, Paulina Fernández. Cronología de cuatro años de levantamiento del EZLN. 1997. Disponible en:
http://www.nodo50.org/pchiapas/chiapas/documentos/cronologia.htm Acceso en: 27 ago 2016.
[2] Se denominan Caracoles a las diferentes regiones en las que se organiza la vida colectiva en las comunidades zapatistas. Comprenden territorios geográficos y espacios de organización política, económica, social y cultural.
[3] El subcomandante insurgente Marcos fue la figura emblemática del EZLN a partir de su aparición pública en San Cristóbal de Las Casas durante el alzamiento armado ocurrido el primero de enero de 1994. Marcos se presentó como el vocero del movimiento insurgente y su personalidad se destacaba entre la tropa y mandos zapatistas por su complexión racial y, sobre todo, su elocuencia verbal y escrita. Marcos dejó de existir – en términos retóricos – el 24 de mayo de 2014, según lo dio a conocer él mismo a través de un comunicado titulado «En la realidad, Planeta Tierra», en el que rechazó, asimismo, ser Rafael Guillén Vicente, el sospechoso al que las autoridades persiguieron por cerca de 20 años por varios delitos, entre otros, sedición, motín, terrorismo, conspiración, uso de armas exclusivas de las fuerzas armadas y provocación de un ilícito, quien no fue capturado a pesar del cerco militar y el operativo de captura, y que tampoco se acogió a la amnistía ofertada por el gobierno federal en 1995. Varios civiles fueron imputados por semejantes delitos, y de forma no declarada, por sospechas de usurpar la personalidad del subcomandante en algún momento dado, como el caso de Javier Elorriaga, presuntamente alias Comandante Vicente para las autoridades, capturado en 1996. Para mayor información se pueden consultar varias fuentes, entre otras, Ponce de León, Juana (Org.). Subcomandante Marcos. «Nuestra arma es nuestra palabra; escritos selectos». Nueva York: Seven Stories Press, 2001. Disponible en: https://books.google.com.mx/books?id=eootkA_PPUcC&printsec=frontcover&dq=subcomandante+insurgente+marcos&hl=es-419&sa=X&ved=0ahUKEwidy8nCj-LOAhWEqR4KHcZMD-8Q6AEISjAG#v=onepage&q=subcomandante%20insurgente%20marcos&f=false Acceso en: 27 ago 2016; Nájar, Alberto. «El subcomandante Marcos ya no es un perseguido de la justicia en México», en BBC Mundo, Ciudad de México, 24 de febrero de 2016. Disponible en: http://www.bbc.com/mundo/noticias/2016/02/160224_ezln_marcos_mexico_perseguido_justicia_an Acceso en: 27 ago 2016; CNN México. El ‘Subcomandante Marcos’, del EZLN, «deja de existir «, en Expansión, Nacional, 25 de mayo de 2014. Disponible en: http://expansion.mx/nacional/2014/05/25/el-subcomandante-marcos-del-ezln-deja-de-existir Acceso en: 27 ago 2016; y Pacheco, Sergio Islas. “EZLN 1º de enero de 1994”. Disponible en: https://www.youtube.com/watch?v=kZLav-A_7Tk Acceso en: 27 ago 2016
[4] La región de Oventik, el llamado Caracol II en el mapa zapatista, comprende los Municipios Autónomos Rebeldes Zapatistas (MAREZ) San Andrés Sacamch’en de los Pobres, San Juan de la Libertad, San Pedro Polhó, Santa Catarina, Magdalena de la Paz, 16 de febrero y San Juan Apóstol Cancuc. Es una región que oficialmente se corresponde con zonas de distintos municipios, principalmente del municipio oficial de San Andrés Larráinzar, y también de municipios oficiales aledaños, como Simojovel, Huitiupán, San Pedro Chenalhó, Mitontic, Bochil, e incluso, de otros municipios alejados como Teopisca o San Juan Cancuc en términos de su denominación oficial.