La educación como arma liberadora para los jóvenes zapatistas
La educación autónoma adquiere vital relevancia para las comunidades zapatistas, basadas en el principio pedagógico de educar para ser libres.
No hay ningún estándar, ningún libro que pueda ser escrito sobre la manera correcta de enseñar en todo el mundo. Cada comunidad es diferente. Nosotros seguiremos aprendiendo, para compartir nuestro modo con los que vengan a escuchar (Lara, 2011).
Educar para ser libres es un valor y meta al que aspiran llegar los zapatistas.
El marco de la autonomía escolar permite vigilar que el educador tome en cuenta los conocimientos étnicos y las nociones de civismo (zapatista y nacional) que implícitamente tienden a mostrar toda la actualidad de las corrientes de teoría pedagógica divulgadas por Paulo Freire (1997) y los seguidores de su obra concientizadora y orientada a la emancipación, a pesar de que los pueblos zapatistas ya estén conscientes de la necesidad de romper con el sistema de explotación económica y dominación cultural que les oprime. El proceso de concientización se expresa en la voz de los promotores, en la exigencia de una “educación verdadera”, “para la liberación de nuestro pueblo‟, que sirva para “abrir los ojos”, para “despertar la conciencia”, para descubrir “por qué los ricos son ricos y los pobres son pobres” y “por qué estamos luchando por las 13 demandas”[5] (Baronnet, 2009).
La educación autónoma tiene como propósito concientizar a los jóvenes de su realidad social, económica y política, por ejemplo: por qué están luchando, qué es la lucha zapatista, qué es la justicia, qué es el compañerismo, a partir de su experiencia como rebeldes zapatistas. Los jóvenes zapatistas aprenden la autonomía desde la práctica en el aula, que reside esencialmente en la libertad pedagógica que asumen los promotores.
Así la libertad educativa permitida por el marco autonómico se sostiene con base en consideraciones que derivan de la autodeterminación político-cultural. En este sentido, la escuela autónoma posee una organización propia que no depende de una normatividad impuesta desde afuera, pero que posibilita desde adentro la transmisión social de conocimientos surgidos de prioridades establecidas en colectivo.
Veinte años después del movimiento armado de 1994 en Chiapas, los jóvenes criados en territorio zapatista son formados en la digna rebeldía iniciada por sus mayores. Estos jóvenes tienen una educación autónoma, a partir de la ruptura total con la Secretaría de Educación Pública. Tienen un proceso de formación política, técnica y cultural a partir de las necesidades propias de cada comunidad autónoma y la retroalimentan una vez concluido la etapa de sus estudios. La juventud rebelde indígena se inserta participando de manera muy activa en los asuntos políticos de las comunidades en resistencia y particularmente en el campo educativo. Es decir, esta juventud nutre ahora, cada vez más, tanto los grupos de resistencia como los puestos directivos en la organización.
Su praxis se da en torno de un concepto que tiene un significado universal, pero que constituye un símbolo distintivo del movimiento zapatista, el concepto de autonomía, visto a través de la escuela autónoma, el cual favorece la interacción entre quienes comparten la ideología, en este caso, jóvenes de la cohorte de 1994.
[5] Las trece demandas constituyen las exigencias fundamentales del EZLN que se constituyen en razones del levantamiento armado: techo, tierra, trabajo, alimento, salud, educación, información, cultura, independencia, democracia, justicia, libertad y paz.