Volnei Dassoler: De hecho, algunas personas que acompañamos durante el año en las asistencias clínicas relataron esa circunstancia, como los guardias de la disco y los profesionales del rescate y de la seguridad pública. Con relación a los jóvenes que retornaron para prestar algún tipo de socorro, era bastante común aparecer en los relatos la expresión de culpa por la insuficiencia de la ayuda, minimizando lo que habían logrado hacer, concentrándose en lo que no habían hecho, es decir, aunque hubieran tenido una actuación decisiva, atribuían a sí mismos una cierta responsabilidad por el tamaño de la tragedia. Actualmente, esa sensación disminuyó considerablemente y aparece menos en las declaraciones. Sin embargo, es posible presumir que, más allá de una supuesta pretensión narcisista de ser héroe, un resto de frustración permanecerá como elemento parcial de esta circunstancia en la vida de tales personas.
Volnei Dassoler: En las primeras semanas era imposible para alguien reunirse en la ciudad sin hablar de lo que había ocurrido. La situación se imponía de manera inexorable y las personas tenían necesidad de demostrar la incredulidad, la perplejidad y, a un tiempo, la solidaridad y el apoyo. En algún momento del año de 2013, el asunto empezó a rarear entre las personas y no sabíamos definir claramente porque pasaba eso. Lo cierto es que se percibía en el ambiente un clima implícito de censura y de crítica sobre el asunto, como si ya hubiera agotado lo que de ahí podría ser dicho o hecho. Tal percepción les molestó profundamente a los familiares de las víctimas, que reaccionaron intensificando las acciones públicas, lo que generó algún tipo de rechazo hacia ellos. Diferentemente de los padres y familiares, los jóvenes sobrevivientes elegían una postura más reclusa y silenciosa, prefiriendo el silencio y manifestando el deseo de no ser asociados y recordados como los jóvenes que estaban en la disco, pues entendían que eso podría ser un estigma, una marca que podría limitar su vida, tanto desde el punto de vista personal como profesional. Muchos sobrevivientes dejan claro que no quieren que ese acontecimiento se ponga en primer plano en sus vidas, que sea su carta de presentación en la vida cotidiana, prefiriendo como forma de elaboración psíquica y social que esa experiencia sea vivida y compartida con los familiares y con las personas y amigos de su intimidad.
Volnei Dassoler: Desde un punto de vista colectivo, en las primeras semanas hubo una necesidad intrínseca de hacer el enfrentamiento del evento traumático a través de rituales externos donde la ciudad y las personas afectadas compartieron el sufrimiento y promovieron apoyo y consuelo mutuo. Por lo tanto, hubo un tiempo inicial cuando todos los espacios de convivencia eran espacios posibles de significación y representación de lo que se había mostrado como horror y que encontraban solidaridad entre toda la población.
Mientras pasó el tempo, esos espacios fueron desapareciendo y se percibió una presión para que las personas no hablaran más sobre lo que había pasado. Tal pedido se justificaba como siendo la manera de continuar la vida sin quedar mirando al pasado. En ese escenário, la palabra superación comenzó a aparecer y ser usada para expresar tal intención.ese escenario, la palabra superación empezó a aparecer y ser usada para expresar tal intención. El dinamismo del lenguaje pone en riesgo lo que queremos expresar cuando construimos una sentencia con el propósito de comunicación. Pues bien, superación es de esas palabras que merecen nuestra atención en cuanto a su uso. En la situación a la que nos estamos refiriendo, el verbo superar era fácilmente codificado como un pedido de olvido y de silenciamiento de los acontecimientos, situación que generó muchas protestas y polémicas en la ciudad, por dar a entender que los desdoblamientos que se siguieron al incendio estarían afectando el desarrollo y la vida en Santa María. En las atenciones con familiares se describe con bastante frecuencia la molestia y aun el enojo suscitado por un determinado tipo de apoyo que se traduce como cobro y prohibición de sufrimiento público en forma de un pedido de superación.
De nuestra parte, entendemos que ese movimiento no depende de un único acto y tampoco se procesa en una única vez, estando dinámicamente determinado por innumerables razones, y que el proceso en el que los familiares están involucrados no significa hacer inviable la continuidad de la vida de las personas y de la ciudad, incluso porque su gran mayoría, jóvenes o familiares, retomó su vida en lo que les es posible ante las circunstancias.
“Santa Maria llevará 5 anos para recuperarse de la tragedia em la Kiss”. Fuente: http://coral.ufsm.br/midia/?p=12477