3. El Terrorismo verbal de Donald Trump, contra los migrantes centroamericanos y en particular hacía la MS-13
Está la belleza y están los humillados,
por difícil que sea la empresa
no quisiera serle infiel, ni a los segundos, ni a la primera
(Albert Camus s/f, citado en Nateras, 2015a, p. 35)
El actual presidente de los Estados Unidos de Norte América, el magnate empresarial, neofascista y misógino Donald Trump (2017-2021) – ayudado por la inteligencia rusa para ganar las elecciones, lo cual ya está comprobado – recientemente ha empleado discursos falsos, discriminatorios y francamente ofensivos como estrategia política de chantaje, de represión y de intolerancia extrema, para volver a crear miedo social y así facilitar la deportación masiva de niños y de jóvenes migrantes, en particular contra los mexicanos y centroamericanos, incluyendo a miembros de la MS-13 y de la pandilla del B-18, a partir de su imaginario de que tales agrupamientos son los responsables directos de los problemas sociales y de las violencias que están padeciendo actualmente los EE UU y, máxime ahora, en tiempos de pandemia, por el COVID-19.
Esto ha ocasionado una serie de redadas coordinadas entre sí, particularmente en Los Ángeles, California, EE UU, por ejemplo; la que se llevó a cabo en mayo del 2017, donde se detuvieron a más de 21 miembros importantes de la MS-13, lo que derivó en que de inmediato se iniciaran los trámites para su deportación a sus países de origen, causando incertidumbre, una crisis humanitaria y ciudadana sin precedentes.
Veamos un encabezado del periódico El País, Sección Internacional, fechado el 25 de mayo de 2017, del reportero Pablo Ximénez de Sandoval.
MARA SALVATRUCHA
MS-13: la banda callejera que le quita el sueño a Trump
Una megaoperación contra la Mara Salvatrucha en Los Ángeles revela detalles del funcionamiento de esta pandilla que EE UU considera una prioridad de seguridad.
Tal estrategia de represión y de criminalización, es a todas luces errada, ya que es impreciso apuntar que la MS-13 y la pandilla del B-18 sean un problema para la seguridad de los EE UU, lo cual no niega que ciertos integrantes de tales agrupamientos – a nivel individual y no colectivo – estén implicados en actividades “ilegales” y, dada su tradición como “clicas” – células o micro identidades, es muy difícil que acepten las jerarquías de mando que implica estar a las órdenes del crimen organizado. En este sentido, tales “clicas” y agrupamientos no logran ni alcanzan a configurarse como tales, aunque hay que decir que ciertos integrantes sí realizan “trabajitos” para las grandes mafias que operan en territorio norteamericano.
La existencia de estos agrupamientos infanto-juveniles, desde su condición de migrantes trasnacionales, se debe a las precarias condiciones de vida de sus países de origen, que tienen que ver con la pobreza, la discriminación racial, la falta de oportunidades, la ausencia de un futuro – o un presente – social junto con los climas de violencias sociales – de muerte – de las que andaban huyendo y de la violación constante a sus más elementales Derechos Humanos, como la elección de su afiliación identitaria grupal, asi como la ausencia terrible de políticas sociales, económicas, que los reconozcan y los favorezcan (Sierra, 2004).
Esta situación es muy delicada y peligrosa, ya que se están fomentando climas sociales de violencia contra sectores o grupos específicos, plagados de xenofobia y de una suerte de “criminalización” de la condición étnica-racial de ser migrantes, que envalentona a los grupos extremistas de la ultraderecha norteamericana para actuar contra tales sectores o agrupamientos, en particular, en referencia a algunos migrantes, ya sean árabes, musulmanes, centroamericanos, mexicanos o asiáticos.
Estas “políticas de identidad” contra estos agrupamientos, son implementadas – de manera diferenciada – tanto en el país de llegada, los Estados Unidos de América, como en los países de origen – El Salvador, Honduras y Guatemala, que no difieren en sus orientaciones criminalizantes y discriminatorias. Aunque es claro que en Estados Unidos no se les aniquila con la flagrancia que ocurre en sus países de origen. Asimismo, hay que destacar que aun así hay asociaciones civiles, activistas de Derechos Humanos, organizaciones nacionales e internacionales, incluyendo a una parte de académicos, que visibilizan estas situaciones de “criminalización” en la demanda del reconocimiento a sus derechos más elementales y el respeto a su dignidad.
Veamos algunas de las vociferaciones de Donald Trump, hechas entre el 16 y el 17 de mayo del 2018 – plagadas de mentiras y de odios raciales – como una estrategia política para criticar a las denominadas “ciudades santuarios” como es Los Ángeles, California –cuyas leyes protegen a los migrantes-inmigrantes – y un discurso chantajista para conseguir dinero-presupuesto, a fin de levantar un muro entre la frontera norte de México y los EE UU.
Trump: las maras son Animales.
EL PRESIDENTE DIJO QUE MÉXICO “NO HACE NADA” POR EU.
(Periódico El Heraldo de México, p. 24, 17 de mayo de 2018. Agencias AP, EFE y AFP).
Y, otros encabezados de notas:
Miente sobre este tema y sobre el crimen, responde gobernador de California
Califica Donald Trump de “animales” a algunos inmigrantes indocumentados.
México “no hace nada por nosotros en materia migratoria ni comercial”, asegura.
(Periódico La Jornada, México, jueves 17 de mayo de 2018, Sección Política, p. 15).
La reacción de repudio, indignación y molestia por tales declaraciones fue tanto al interior de los EE UU, como desde diferentes voces y posturas a nivel internacional. Ante el enojo colectivo, es interesante resaltar que el flujo y el despliegue de tales afectividades articulan la protesta social-callejera, en formatos de manifestaciones en las principales ciudades del mundo globalizado y también de manera significativa, en las redes socio-digitales, favoreciendo el acercamiento de varios actores y sujetos sociales como intelectuales, académicos, artistas, políticos, funcionarios, cineastas, deportistas, cantantes; junto con una gran variedad de organizaciones de la sociedad civil, de activistas y defensores de los Derechos Humanos.
Las narrativas y los discursos que se están contraponiendo a lo mencionado por el presidente Donald Trump, van encaminados a entrar en el juego por la disputa en la creación de sentido y de significado con la intención de desmontar tales narrativas y discursos, en el entendido de que los migrantes y la MS-13 no son animales, sino sujetos y actores sociales con derechos desde su lugar de ser Ciudadanos del Mundo, en términos de la condición de la humanidad de la que son parte con todos los “otros”, o sea “nosotros”; ni tampoco son “criminales”, por la simple circunstancia de ser migrantes trasnacionales, o integrantes de la MS-13; ni mucho menos, delincuentes, secuestradores, asesinos o rateros por naturaleza – lo cual implicaría aceptar o estar de acuerdo con un pensamiento esencialista, retrógrada y oscurantista – evidentemente del cual nos distanciamos y rechazamos tajantemente.
Reiteramos que actualmente la pandemia del Covid-19 y la situación de los migrantes en los Estados Unidos de Norteamérica están desnudando las inaceptables desigualdades sociales en las que se encuentran así como, al mismo tiempo, son de los sectores sociales más vulnerables como migrantes “indocumentados” en USA, ya que al no contar con los papeles reglamentarios, temen ir a los servicios de salud, para evitar ser detenidos e incluso deportados, por lo que algunos de ellos, están muriendo en casa.
Las cifras son realmente alarmantes, se calcula que 40 mil migrantes están detenidos en los Centros de Detención del Servicio de Inmigración (ICE) – por sus siglas en inglés – hacinados y sin guardar las medidas preventivas de la contingencia, por lo menos, se han reportado más de 30 casos de contagios. También en las estaciones migratorias en México (tercer país inseguro para ellos, junto con el de origen y el pretendido: EE UU), viven esta situación y no se está informando claramente al respecto.
A su vez, del 21 de marzo al 9 de abril del 2020, la Oficina de Aduanas y Protección Fronteriza estadunidense (CBP) deportó a más de 10 mil personas. Y es claro que el presidente Donald Trump está usando la emergencia sanitaria a fin de acelerar su política de deportación masiva y lanzar discursos xenofóbicos contra los migrantes y los extranjeros, no sólo mexicanos, o centroamericanos, sino también ahora incluye a los asiáticos.
Veamos los siguientes encabezados de noticias de Brooks (2020), en el Periódico La Jornada, México, del sábado 11 de abril y del domingo 12 de abril del 2020, respectivamente:
Migrantes, entre las mayores víctimas del Covid-19
• La enfermedad se ensaña con la población latina y afroestadunidense
• Perseguidos por Trump, están en las primeras filas del rescate de la nación
• En sus trabajos son considerados “esenciales, pero desechables”
• La gente no va al hospital, muere en casa: ello no se registra: reverendo
Aprovecha Trump la pandemia para atizar la xenofobia
• La política del magnate multiplica los crímenes de odio en todo el país
• En los hechos, anula el derecho de asilo en la frontera con México
• Ese gobierno desprotege a casi 40 mil migrantes detenidos, acusa AI
• Aprueba la Casa Blanca declaración de desastre para el estado de Wyoming
Hagamos un desplazamiento espacial y sigamos las trayectorias socio-culturales hacía las patrias de origen de estos agrupamientos identitarios infanto–juveniles y situémonos en el caso de El Salvador, en tiempos de contingencia de salud por la Covid-19, con respecto a lo que están viviendo y padeciendo los privados de la libertad en los centros penitenciaros.
Las imágenes, fotografías y videos11 que aparecieron y se difundieron en la prensa nacional e internacional entre el 26 y el 28 de abril del 2020, de la MS-13 y de la pandilla del B-18, presos en la cárcel de Izalco, en El Salvador, sólo con calzoncillos, semidesnudos, rapados, mostrando sus tatuajes, apilados en un patio, bajo la vigilancia de la policía, sin guardar la sana distancia y muy pocos con crubebocas son francamente humillantes, denigrantes y violatorias de los más elementales Derechos Humanos. Tales imágenes recuerdan a los campos de concentración nazis.
El presidente de El Salvador, Nayib Bukele (2019–2024), político y empresario, decretó estado de emergencia máxima en todas las cárceles y el endurecimiento de medidas de aislamento, bajo el argumento de que el inusual y considerable incremento de las violencias en formato de homicidios se les atribuye a las maras. A su vez, se autorizó el uso de la “fuerza letal” por parte de los cuerpos de seguridad para la defensa de sus vidas y la de los ciudadanos.
Tales medidas de emergencia y el endurecimiento del aislamiento consisten en soldar láminas de acero en las celdas de los privados de la libertad con la finalidad de sellarlas y así aislar a cientos de pandilleros, para que no se comuniquen entre ellos de celda a celda, o en los pasillos y lo más grave es que están encerrando en la misma celda tanto a integrantes de la MS-13 como a los de la pandilla del B-18, cuando se sabe que son enemigos a muerte.
Ante esto, académicos, Organismos Nacionales, Organizaciones Internacionales y Sociedad Civil, como la Comisión de Derechos Humanos de El Salvador, la Fundación de Estudios para la Aplicación del Derecho Saúl Baños, la Comisión Interamericana de Derechos Humanos, la Dirección para las Américas de Amnistía Internacional, están alertando de la gravedad y de lo preocupante y delicado de la situación. Se está ante un escenario de represión, donde se ha violentado la legalidad y los derechos de los privados de la libertad.
Veamos un encabezado más de nota periodistica, del periódico La Jornada, México, del Martes, 28 de Abril de 2020:
San Salvador: ENCIERRA A BANDAS RIVALES EN LA MISMA CELDA
Bukele endurece medidas de aislamiento contra pandilleros
Preocupa a ONG salvadoreñas la autorización del uso de “fuerza letal” contra delincuentes.
(Agencias REUTERS, AFP y Europa Press, 2020).