Rogério Alves/TV Senado

Desastres socio-ambientales en comunidades ocupadas por empresas mineras: ¿cuál es el impacto de los conflictos en la vida de los jóvenes?

Entrevista de Célia Dias con Rafel Prosdocimi

Célia Dias – Háblame un poco sobre tu formación y sobre cómo llegaste a investigar sobre jóvenes en ambientes de conflicto socio-ambiental.

Rafael Prosdocimi – Desde la graduación yo me interesé por la Psicología Social con énfasis en las cuestiones políticas contemporáneas, en la participación social en la salud pública, sobre el debate racial, de género y sexualidad. En la maestría y el doctorado que hice en el Instituto de Psicología de la UFRJ, trabajé directamente con temáticas que involucran a los jóvenes, particularmente en torno a la participación política enfocada en las cuestiones ambientales. Inicialmente, la cuestión del medio ambiente me tocó en el 2008, cuando vivimos “una crisis económica global” y, a partir de ahí, me interesé por la cuestión ambiental, pues entendía que la crisis podría ser un momento para repensar los patrones de producción y consumo, pero no fue lo que pasó. Entonces me interesé por entender por qué razón, con cuáles objetivos y a partir de cuáles discursos, los jóvenes se movilizaban por la lucha ambiental. Para responder a esas preguntas, entrevisté a jóvenes ambientalistas de Río de Janeiro. En el doctorado, continué con la temática ambiental, pero partiendo de otra perspectiva: la de una visión singular de la lucha ambiental, entendida como una disputa por recursos materiales y también simbólicos. Así, hice un estudio de caso en torno a un gran proyecto de extracción de hierro, el Proyecto Minas-Rio, articulando de qué forma los efectos sociales, económicos y culturales afectan la experiencia y la vida de los jóvenes de esa región, en el interior de Minas Gerais. Los jóvenes son objeto de preocupación de las autoridades públicas, pero lo que nosotros observamos es que poco se sabe sobre cómo ellos viven, reflexionan y se posicionan frente a todo lo que implica un proceso tan dramático de explotación minera.

Célia Dias – En resumen, ¿qué es el Proyecto Minas-Rio? ¿Cuál es su impacto sobre la juventud?

Rafael Prosdocimi – Como dije, el interés por entender las cuestiones relativas a los conflictos ambientales y cómo la juventud es afectada por esos conflictos me llevó al caso de Minas-Rio, un proyecto que llama la atención porque Conceição de Mato Dentro, la región donde el proyecto está localizado, siempre fue famosa por sus bellezas naturales, históricas y culturales, por las “cascadas”, por la historia ligada a la Estrada Real, y que al final del 2006 pasó a ser objeto de interés de grandes empresas mineras. El proyecto se tornó operativo al final del 2014 y es el mayor proyecto de minería de Anglo American. Además de la mina a cielo abierto, el proyecto cuenta con un mineroducto de 530 km que utiliza las aguas puras de la región, del Río do Peixe, para bombear el mineral hasta el Porto do Açú en São João da Barra, norte Fluminense. Cuando estuve haciendo el trabajo de campo, el proyecto estaba en curso y la ciudad preparándose para recibir la empresa. Y como el joven aún es visto mucho más como un sujeto en formación que como un actor pleno, creemos interesante pensar en esos sujetos ante los desafíos y problemas relativos al proyecto en sus vidas presentes, como ellos estaban, de hecho, viviendo ese momento. Los jóvenes son objeto de innumerables discursos en la región, por un lado, están los que afirman que el joven es quien más se va a beneficiar del desarrollo traído por la empresa, las posibilidades de formación educacional y profesional. Por otro lado, están los que se preocupan por los efectos nefastos de la empresa en el ambiente, en la calidad del agua, del aire, y también sus efectos sobre las cuestiones de violencia en general, entiéndase que los más jóvenes son más sensibles a esos problemas. Entonces busqué entender cómo los propios jóvenes se posicionan en ese escenario de conflictos socio-ambientales y también de disputa en torno del sentido de esa empresa.

Célia Dias – Y, ¿el impacto sobre los otros actores, más allá de la juventud? ¿Existen diferencias, considerando la cuestión generacional?

Rafael Prosdocimi – El joven acaba siendo un actor muy relevante, porque buena parte de la población local entiende que el proyecto traería empleo, ingresos y perspectivas futuras. Entonces, existe toda una implicación en torno a la preparación de los jóvenes. Los directores de escuela proponiendo cursos técnicos establecidos de acuerdo con las necesidades de la empresa y todo un discurso de que los jóvenes podían prepararse mejor para ocupar lugares importantes en la empresa. Por otro lado, la empresa también ya presentaba otros aspectos no positivos, por ejemplo, la violencia, el problema de las aguas, drogas. El impacto sobre los ancianos era aún más visible, pues sentían mucho el llamado precio del progreso: fin de la vida sosegada, de las puertas y las ventanas abiertas, de la tranquilidad, de la seguridad.

Célia Dias – Célia Dias – La vieja idea de que el progreso es bueno, pero tiene un precio.

Rafael Prosdocimi – Sí, y en este caso la diferencia generacional sobresale, los más jóvenes y los más ancianos son colocados en campos opuestos en cuanto a entender y aceptar el progreso; la población enfatiza que los jóvenes quieren el “progreso” y que los ancianos lo rechazan, aunque, es claro, nada sea así tan simple. Un aspecto fundamental en la región de Conceição do Mato Dentro es que hay una práctica establecida, común en regiones interiores, de que los jóvenes migren para las ciudades mayores en busca de educación y trabajo. La llegada del proyecto fue vista como una posibilidad para los jóvenes de permanecer en la región. Además de la diferencia generacional, hay muchas diferencias entre aquellos que viven en las sedes urbanas y aquellos que viven en torno de la mina, en el área rural y que sufren de forma más directa con la presencia de la empresa minera, sin contar tanto con las instituciones públicas para regular, mínimamente, el funcionamiento de la empresa.

Célia Dias – Un aspecto que puede ser generado por la mayor cobertura de los medios, pues quien vive en las ciudades de modo general tiene más visibilidad social. Otra cuestión interesante que enfatizaste en tu tesis de doctorado se refiere a las dificultades para la realización del trabajo de campo en un escenario de conflicto y desconfianza, donde todo “forastero” era identificado como agente de la empresa minera. ¿Esto se refiere a un conflicto permanente, latente, entre la comunidad y la empresa minera?

Rafael Prosdocimi – Cuando la gente va a hacer un trabajo como este es muy importante entrar en la cotidianidad de la comunidad, y allá en la región yo acabé frecuentando las comunidades del entorno de Conceição do Mato Dentro, las escuelas, los locales frecuentados por los jóvenes, y muchas veces yo me sorprendía con el hecho de que, aunque ellos sabían que yo estaba allá para realizar una investigación, una que otra vez era tratado como alguien de la empresa minera. La desconfianza de las personas, principalmente de las más viejas, era muy fuerte, tal vez por la forma en que el proyecto fue llevado para la región, por la empresa MMX – Minería y Metálicos, de Eike Batista, que llegó a la región adquiriendo propiedades sin decir que era para una empresa de minería, pues esto aumentaría el valor de las tierras. Llegaron a usar un nombre simbólico de fachada, Borba Gato, que fue un bandeirante1 famoso, como una estrategia para negociar por separado con las familias en una región de uso tradicional de la tierra, de comunidades quilombolas1. La Anglo American entró posteriormente y mantuvo los procedimientos para la adquisición de las propiedades que generaron angustia y tensionaron las relaciones entre familias, crearon expectativas, y de cierto modo, fragmentaron las comunidades, algo que está documentado por el Ministerio Público Estadual de Minas Gerais y por el Ministerio Público Federal. Entonces, el lugar de donde yo hablaba, que era la universidad, la investigación, era muy distante de lo que ellos vivían en la región y acababan identificándome, en algunos momentos, con los “forasteros”, que llegaban de afuera para trabajar en la región.

Célia Dias – Milton Santos dijo una vez que, en cuanto investigadores, nosotros debemos dejar hablar al territorio. En su trabajo, el territorio – el ambiente – ¿está articulado a la voz de las comunidades? Cuando la comunidad habla, en verdad quien habla es el bosque, el río, la naturaleza es quien habla.

Rafael Prosdocimi – Yo llegué a la región con pocas informaciones, creyendo que era un lugar simple, de población homogénea, y luego me sorprendí con la diversidad poblacional y una riqueza cultural e histórica impresionantes. Hay pasajes de varios naturalistas que describen las bellezas y las prácticas culturales de la región, como por ejemplo, Saint-Hilaire3, que viajó por la región a inicios del siglo XIX. Para entender el territorio, lo que estaba aconteciendo en la región, fue fundamental oír los diferentes discursos, las diferentes voces que se hacían presentes. Por ejemplo, conocí la comunidad Água Quente, que es atravesada por dos ríos muy importantes, y entonces cuando fui a conversar con los jóvenes que vivían en la región, ellos me hablaron que no podían bañarse más en el río porque quedaban con problemas en la piel, que el agua estaba “arruinada”. Entonces, cuando la empresa se instala con la minería, ella interfiere en los discursos de la comunidad, y todo pasa a ser el emprendimiento de la empresa en este lugar. Escuché varias veces cuestiones relativas al agua, las personas hablando “sin agua nada vive” y los jóvenes hablaban mucho de eso, recordándonos de los momentos de placer, de la importancia de las aguas para las relaciones afectivas, de amistad.

Célia Dias – Hay una reconfiguración de la historia de ese territorio.

Rafael Prosdocimi – Exactamente, las comunidades van perdiendo la fuerza y la relación con el lugar.

Célia Dias – Para trabajar la percepción de los jóvenes sobre el proyecto de la empresa minera y las transformaciones en el territorio vivido, utilizaste un concepto de experiencia narrativa en la comprensión de esos discursos, de esos sentimientos de los jóvenes. Desde esta perspectiva, dices que preferiste estudiar sujetos y sentimientos, en lugar de discutir lógicas y estructuras. ¿Cómo justificas esta posición, considerando que los escenarios de conflictos socio-ambientales se han multiplicado tanto en Brasil? Quiere decir que vas a hablar de los jóvenes a partir de sentimientos, pero lo que parece es que todo el tiempo estás dejando hablar al territorio.

Rafael Prosdocimi – De modo general, la perspectiva macro es lo que predomina en los estudios ambientales, ecológicos, entonces, en el caso del proyecto Minas-Rio, nosotros podríamos habernos centrado en el escenario de la época de grande valorización económica del mineral en el 2010, 2011. Pero traje el conflicto desde la perspectiva de los sentimientos, de las expectativas, intentando entender cómo los sujetos se apropian de la realidad. Existen afectos, relaciones, aprehensiones de la realidad que no son captados por el recorte macro-estructural. Y, de hecho, por más que mi lectura fuese crítica con relación al proyecto, por ejemplo, yo no podía dejar de mostrar que muchos moradores de aquellas comunidades tenían una perspectiva positiva en cuando al desarrollo, al progreso. Entonces, fue importante aliar esas cuestiones económicas y sociales a esas experiencias y narrativas, y así pensar cómo las cosas nos afectan, y que, aunque no siempre están claras, aun así, podemos hablar sobre ellas. Encontré muchos jóvenes que deseaban el empleo, que me hablaban de desarrollo, diciendo que el sueño de ellos era ser chofer. Entonces, ¿de dónde vino esa experiencia, ese imaginario? A partir de esas narrativas singulares fue posible comprender las historias colectivas.

Célia Dias – El sentimiento de los jóvenes, del que te percataste, en relación a los conflictos ambientales que estaban teniendo lugar por causa de la empresa, ¿era de falta de perspectiva o de una esperanza de que todo aquello podría mejorar la vida?

Rafael Prosdocimi – Cuando estuve allá, gran parte de los jóvenes creían en la perspectiva de desarrollo divulgada por la empresa. Entonces, la perspectiva de un curso técnico de minería era grande, pues antes, un muchacho de una rueda de conversación me dijo que él “o trabajaba en la funeraria o en la escuela”, y con la empresa los jóvenes podían pensar en vivir y tener otros trabajos en aquella comunidad. Creo que la Anglo American consiguió el apoyo de la población local no solo por el empleo directo o por el ingreso que aumentó con la ocupación del territorio – supermercados, hotel, posada – sino porque ella consiguió impregnar en el imaginario la esperanza de que iría a mejorar la vida en la región para los jóvenes. Lo que se mostró al final es que los jóvenes eran muy importantes en la región, ellos no estaban “marginados” en la propuesta de la empresa, ellos fueron absolutamente centrales en la promesa de la empresa minera. Por ejemplo, la empresa, en asociación al Senai (Servicio Nacional de Aprendizaje Industrial), hizo un proceso selectivo para los cursos técnicos, y lo que la población dijo es que el proceso fue fraudulento, corrompido, pues quien tenía contactos políticos, parientes en la empresa, consiguió las plazas. Este proceso fue el que más generó reclamaciones de los moradores en la “llamada-denuncia” de la compañía, como me confesó una entrevistada. Eso en parte ilustra la importancia del joven en ese escenario.

Célia Dias – Con motivo de la reciente tragedia socio-ambiental ocurrida en Mariana, de responsabilidad de la empresa minera Samarco, hay mucha relación con los temas que abordaste en tu tesis. Podrías comentar sobre esto, principalmente la cuestión del empleo y del desempleo juvenil, y de las expectativas y frustraciones de los jóvenes con ese tipo de desarrollo traído por la minería.

Rafael Prosdocimi – Lo que más me llamó la atención en Mariana, y que tiene mucha relación con lo que encontré en el proyecto Minas-Rio, es la dependencia económica de las comunidades en relación al emprendimiento de la minería. Inmediatamente después del crimen de rompimiento de la presa, el prefecto apareció preocupado con la paralización de las actividades, pidiendo que fuesen retomadas lo más rápido posible. Entonces, en verdad lo que se verifica es que, para consolidarse, la empresa minera precisa imponerse y acabar con otras fuentes de trabajo y de ingresos, ella precisa colocarse como la única alternativa para el desarrollo de la región. Pero, con la crisis del precio del mineral, las empresas disminuyeron las inversiones en seguridad, lo que no es muy diferente de otras empresas mineras, a pesar de la centralidad de la empresa en la vida de las comunidades. La estrategia de coaptación también es vital, pues la empresa llega a una comunidad y contrata 40, 50 personas, y claro, cada uno de los contratados conoce otros que también desean un empleo. En el período de “vientos favorables” al mercado del mineral, las cosas parecen buenas, pero cuando comienzan a aparecer problemas es que la sociedad percibe que la empresa, el emprendimiento, no se equipara a la comunidad, las ciudades, los distritos. Los jóvenes, por tanto, que confiaban sus proyectos de vida a los proyectos del emprendimiento sufren con eso, pues tienen que repensar, una vez más, sus elecciones en la vida.

1 – Aventurero, explorador o buscador de oro en el Brasil colonial.
2 – Descendientes de esclavos africanos que viven en comunidades remanentes.
3 – Auguste de Saint-Hilaire, famoso botánico y naturalista francés que viajó por Brasil entre 1816-22, estudiando y recolectando muestras de la flora brasileña.

Rafael Prosdocimi Bacelar rafaelpros@gmail.com
Doutor em Psicologia pela Universidade Federal do Rio de Janeiro. Professor no Centro Universitário UNA e na Faculdade Pitágoras, Minas Gerais, Brasil. Desenvolve trabalhos e pesquisas sobre saúde coletiva, movimentos sociais, ação política, juventude e conflitos socioambientais.
Célia Regina da Silva Dias celiarsdias@gmail.com
Doutora em Geografia pela Universidade Federal Fluminense. Professora na Universidade Estácio de Sá, Rio de Janeiro, Brasil. Desenvolve trabalhos e pesquisas sobre Geografia agrária, planejamento ambiental, recursos naturais, política florestal e história florestal comparada.