Reseña por Caroline Trapp de Queiroz.
Infancias en las ondas de radio: una invitación a las lecturas de las piezas radiofónicas de Walter Benjamin.
Entre los años 1927 y 1932, el filósofo alemán Walter Benjamin presentó narrativas radiofónicas para niños en un programa transmitido en emisoras de radio de Berlín y Frankfurt. Hablando a los niños sobre los más diferentes asuntos, el filósofo ya llamaba la atención, a inicios del siglo pasado, sobre el hecho de que se podía hablar de todo con los niños, ya que, insertados en la cultura, nada había en esa dinámica que no les afectase y sobre lo que no se pudiese conversar con ellos.
Ningún audio de esos programas fue conservado, solo se tienen como registros los escritos que sirvieron de base para la presentación de las narrativas, escritos que, según Pereira (2009), “llegaron a nosotros gracias al hábito que Benjamin cultivara de archivar los trabajos hechos, enviar copias para amigos/interlocutores o, incluso, de publicar previa o posteriormente los escritos hechos para este fin” (p. 260). Nacido de la bella colaboración entre el traductor Aldo Medeiros y Rita Ribes Pereira, responsable del proyecto editorial, el libro ‘A hora das crianças: Narrativas radiofônicas de Walter Benjamin’ (‘La hora de los niños: narrativas radiofónicas de Walter Benjamin’; nuestra traducción) nos brinda, para que apreciemos, 29 de esos textos, base para las piezas radiofónicas infantiles presentadas por Benjamin.
En nota a la edición alemana, el filósofo Rolf Tiedemann (1985 apud Benjamin, 2015) afirma que, a través de esas conferencias radiofónicas, Benjamin se revela como “un pedagogo tan discreto como ingenioso que, asumiendo el lugar del narrador, lleva adelante la Ilustración […]” (p. 07; nuestra traducción). La idea de la Ilustración a la que se refiere Tiedemann solo tiene sentido cuando miramos con atención para el nombre original del programa: ‘Aufklärung für Kinder’. ‘Aufklärung’ puede ser traducido del alemán como esclarecimiento, explicación, descubrimiento e Ilustración. De ese modo, una traducción libre del nombre del programa para el español puede ser: ‘Ilustración para niños’. Si quisiéramos explorar los sentidos de Ilustración implicados en el habla de Tiedemann y en el nombre del programa de radio, podemos buscar en el conjunto de la obra de Benjamin una lectura que permite pensar en esa expresión como un posicionamiento político que convoca al adulto a repensar el concepto de infancia.
Más allá del contexto específico del movimiento intelectual europeo del siglo XVIII, se consensuó llamar de Ilustración, posteriormente, el – no siempre – simple movimiento de pensar, o sea, de traer esclarecimiento sobre las ‘tinieblas’ que, muchas veces, oscurecen la realidad humana. En el surgimiento del movimiento, estas tinieblas eran representadas por la religión – es válido recordar que, en aquel período, la religión era una práctica que se mezclaba con la vida política y sociocultural de los países, siendo incluso responsable por la estratificación social en clero, nobleza, burguesía y trabajadores de la ciudad y el campo.
Ya en el siglo XX, época desde donde nos habla Benjamin, y en el contexto de las críticas que mueven su obra, las tinieblas pueden ser comprendidas como los resultados de la modernidad, en el modo como el filósofo la lee. Así, si antes la religión distanciaba al hombre y la sociedad de una racionalidad independiente de la Iglesia, en el contexto del siglo XX, la modernidad robó al hombre de sus propias experiencias, lanzándolo a las tinieblas de la expropiación de su propia historia por la adopción de un modelo de sociedad cada vez más adepta – y rehén – de los valores de progreso, civilización y consumo.
La cuestión del llamado político a una perspectiva que considere los «pedazos» de la historia está implícita en la forma como Benjamin habla de la potencia de la colectividad. Con el fin de legitimar su cientificidad, la historia – de finales del siglo XIX, hacia la cual Benjamin dirige sus críticas – era contada a partir del pasado registrado en documentos oficiales, o sea, un pasado que se juzgaba por el hecho de ser institucionalmente legitimado. En ese sentido, la descripción pormenorizada de eventos, en el modo como ellos aparecian en esos documentos, era lo que garantizaba la exención y la imparcialidad a la que aspiraban los historiadores del período.
En los programas de radio para niños que el libro contiene, Benjamin critica esa historia oficial de marcas positivistas en términos que son fundamentales para comprender los conceptos de memoria, experiencia, narrativa e historia, que en su teoría se van entrelazando.
Cuando era joven, aprendí historia leyendo a Neuebauer, que todavía debe existir en muchas escuelas, tal vez hoy un poco diferente de lo que era antes. En la época lo que más me llamaba la atención era que las páginas eran divididas en caracteres grandes y pequeños. Las páginas con caracteres grandes hablaban de príncipes, guerras, tratados de paz, alianzas, fechas, etc., cosas que teníamos que memorizar, y yo no le hallaba mucha gracia. En caracteres pequeños venían las páginas como la, así llamada, historia de las civilizaciones, contando sobre las costumbres y tradiciones de las personas en tiempos antiguos, sus creencias, su arte, ciencia, sus construcciones, etc. Aquí no era preciso memorizar, bastaba leer, lo que era mucho más divertido. Por mí, las páginas impresas en caracteres pequeños podrian haber sido un número mucho mayor. No se oía hablar mucho sobre esas cosas durante la clase. El profesor alemán decía: esto ustedes lo verán en la clase de Historia, y el profesor de Historia: esto ustedes lo verán en la clase de alemán. Al final acabábamos casi siempre sin oir nada (Benjamin, 2015, p. 181; nuestra traducción).
Una historia contada desde la óptica del vencedor es una historia de caracteres grandes, una historia de documentos, de nombres, de guerras y grandes hechos. A esa idea de historia, Benjamin contrapone la narrativa en la producción de memoria. Para él, es exactamente el compartir memorias y la narrativa de las experiencias lo que permite que nos veamos unos en las historias de los otros. Esa, según él, es la historia de caracteres pequeños, hecha de narrativas de lo cotidiano y de la “gente”, esa historia que guarda como potencia la reconexión del hombre con su colectividad.
Hablar de la vida a partir de lo simple es un posicionamiento que Benjamin asume y nos llama a asumir. Al compartir, a lo largo de toda su obra, sus historias de vida y de infancia, él reitera que, si la experiencia afecta al sujeto de forma singular, compartirla torna colectivos sus sentidos. De ese modo, a través de sus narrativas, Benjamin nos convoca a ‘cepillar la historia a contrapelo’, o sea, traer los oprimidos al protagonismo y las contradicciones al debate. Ahora bien, si nos cuentan la historia «a pedazos», precisamos recolocar los pedazos que, a propósito, fueron dejados fuera de la narrativa oficial – casi como un ejercicio de montaje. Es de esa forma que, para él, cambiamos el pasado – porque fue construido con base en la tradición de los vencedores – y transformamos el sentido de la propia historia, trayendo al presente un pasado vivo que en ella se (re)inserta y ve redimida su opresión.
Benjamin ‘cepilla la historia a contrapelo’ al hablar de los sujetos silenciados en toda su trayectoria. Pero él da continuidad al cepillado también al dirigir a los niños narrativas sobre la vida cotidiana. En los programas de radio, Benjamin aborda asuntos como los juegos, los libros, las piezas de teatro, los grupos de gitanos y los bandoleros que circulaban por las calles, los hechos que acontecían en las ciudades, como las catástrofes naturales, los incendios, el contrabando de bebidas alcohólicas, las narrativas históricas sobre brujería, magias, las expocisiones universales, la toma de la Bastilla…
A través de lo que escribe, de lo que narra y de aquello que comparte, Benjamin nos instiga a repensar el concepto de infancia, reiterando la idea de que no se trata de una categoría aislada, sino social, cultural, histórica y plural, aunque esté marcada por las singularidades que forman parte de la vida y las subjetividades. Es justamente la comprensión de que los niños y la cultura se afectan mutuamente lo que nos permite percibir la infancia como la experiencia constitutiva de esos sujetos – aquí y ahora. Eso significa que el sentido implícito en la Ilustración que, según Tiedemann, Benjamin lleva adelante por medio de los programas de radio (Tiedemann, 1985 apud Benjamin, 2015, p. 07), talvez se relacione directamente a la necesidad destacada por él de considerar al niño ‘en la’ cultura y, de ese modo, conversar con él sobre lo que circula en su medio y afecta, necesariamente, su vida.
Esa concepción está en la base de la idea que Benjamin desarrolla en cuanto a la infancia como parte-todo, puesto que ella absorve, de la cultura, los fragmentos que permiten pensar los entrecuzamientos existentes y tejer el análisis del todo del cual forman parte. El movimiento, no obstante, no es el de priorizar la parte en detrimento de lo general, lo que generalizaría el pensamiento, dejando fuera los matizes y detalles que la perspectiva micro guarda como potencia y especificidad. Es en ese sentido que Benjamin evoca las contradicciones como posibilidades de lecturas dialógicamente más provechosas, en un juego de escalas que convida a entender la infancia como el camino para la crítica de la cultura.
En ‘A hora das crianças: Narrativas radiofônicas de Walter Benjamin’, el filósofo nos provoca grandes reflexiones sobre la historia, la memoria, la narrativa y la infancia, llamando la atención acerca de las experiencias de la movilización y la legitimidad de esos factores y sujetos en la recuperación de las experiencias, robadas por la modernidad, y en la reconexión de los hombres con la colectividad. Por tanto, sumado a la lectura de los textos ya conocidos de Benjamin, este bello libro nos permite observar su posicionamiento ante los niños en los programas de radio y (re)conocer la implicación entre pensamiento y acción que marcó la vida del gran filósofo que tiene mucho que decirnos todavía hoy, pasados 75 años de su muerte.
Referencias Bibliográficas
BENJAMIN, W. A hora das crianças: Narrativas radiofônicas de Walter Benjamin. Tradução Aldo Medeiros. Rio de Janeiro: NAU Ed., 2015.
PEREIRA, R. M. R. A hora das crianças: narrativas radiofônicas de Walter Benjamin. In: JOBIM E SOUZA, S.; KRAMER, S. (Org.). Política, cidade, educação: itinerários de Walter Benjamin. Rio de Janeiro: Contraponto/ Ed. PUC-Rio, 2009.
PEREIRA, R. M. R.; MACEDO, N. M. R. (Org.). Infância em Pesquisa. Rio de Janeiro: Nau Ed., 2012.
PEREIRA, R. M. R. [Orelha]. In: BENJAMIN, W. A hora das crianças: Narrativas radiofônicas de Walter Benjamin. Tradução Aldo Medeiros. Rio de Janeiro: NAU Ed., 2015.
Palabras clave: Walter Benjamin, narrativas radiofónicas, infancia.
Fecha de recepción: 15/11/2015
Fecha de aceptación: 23/11/2015