Reseña por Mónica Jacobo-Suarez
Contra el nacionalismo metodológico: las aportaciones de la generación 0.5 al estudio de los niños y niñas migrantes en el corredor México-Estados Unidos
El objetivo explícito de esta obra es analizar las trayectorias migratorias de los menores de edad (0 a 17 años) que han llegado a México procedentes de Estados Unidos desde el año 2000, referidos aquí como la generación 0.5. A lo largo de nueve capítulos, los autores examinan, utilizando distintos niveles de análisis, una pregunta ¿por qué están estos niños en México, un país históricamente emigrante? Para construir las respuestas, Zúñiga y Giorguli realizan un recorrido demográfico de los flujos migratorios entre México y Estados Unidos, analizan los itinerarios migratorios y geográficos de los niños migrantes, examinan a la escuela como una institución mediadora de su integración sociocultural y lingüística, discuten el rol de la separación familiar y abordan el papel de la migración internacional en la formación de identidades culturales de los menores. Esta es una obra interdisciplinaria que echa mano de la sociología de la migración, la educación, la demografía, la lingüística y la historia.
En mi perspectiva, la principal contribución de esta obra es teórica y metodológica, más allá de los hallazgos empíricos que presenta: la propuesta misma del concepto generación 0.5 y la creación de una tipología y ejes analíticos para desagregar la diversidad de experiencias englobadas en este concepto. Para dimensionar dicha contribución, es indispensable situar el libro en su contexto. El concepto generación 0.5 es acuñado por Zúñiga y Giorguli después de casi dos décadas de investigaciones sobre los niños y adolescentes en el corredor migratorio México-Estados Unidos, campo en el cual el mismo Zúñiga es pionero. En la literatura se han utilizado múltiples etiquetas para referirse a esta población. Estudiantes transnacionales, sojourners, menores México-americanos y migrantes retornados, son sólo algunos de los términos referidos en las investigaciones que abordan las experiencias de los menores migrantes cuando se encuentran en México. Cuando lo que se estudia es la etapa de su trayectoria migratoria que se desenvuelve en Estados Unidos, encontramos términos que hacen alusión a la edad de llegada de los menores a ese país ─ por ejemplo generación 1.25 y generación 1.5 ─ o al lugar de nacimiento, en este caso, segunda generación versus generaciones menores.
Zúñiga y Giorguli son enfáticos al rechazar estos términos: “segunda generación o generación 1.5 ya no tienen sentido cuando estos niños migrantes internacionales llegan a México” (p. 21). Referirse a estos menores como generación 1.5 una vez en México es incorrecto porque regresan al país donde nacieron. De igual manera, los hijos de inmigrantes mexicanos nacidos en Estados Unidos son migrantes internacionales en México y no más miembros de la segunda generación.
Así, los autores proponen usar generación 0.5 como un término que da cuenta de la movilidad internacional de estos niños y de su pertenencia a una generación de migrantes. De fondo, hay una crítica directa a la investigación sobre menores migrantes en Estados Unidos realizada hasta ahora: la literatura sobre migración internacional asume que la llegada de los menores migrantes a “América” constituye el punto final de su itinerario migratorio. En otras palabras, se ignora la movilidad transnacional en la que muchos de estos menores incurren durante su infancia y adolescencia. En consecuencia, se estudia la integración de los menores a la sociedad americana: qué tan bien y rápido aprenden inglés, cómo es su movilidad social una vez adultos. Sin embargo, el estudio de los menores desaparece una vez que salen de las fronteras nacionales del país de acogida. Zúñiga y Giorguli llaman a este sesgo en la literatura sobre migración internacional como nacionalismo metodológico.
Como categoría analítica la generación 0.5 contiene dos dimensiones. Primero, el “cero” indica que al llegar a México estos niños se colocan en un nuevo punto de partida. Es decir, el “cero” hace desaparecer la diferencia entre menor inmigrante (nacido en EEUU) y menor emigrante (nacido en México) para incluir a ambos en una misma categoría analítica: la de menores transeúntes entre México y Estados Unidos. El .5, por su parte, evoca un estado embrionario, algo que está en gestación y de lo cual aún se desconoce su devenir. ¿Cuáles son las ventajas analíticas de la generación 0.5? Primero, agrupar en una sola categoría a los diversos grupos de niños migrantes de origen mexicano: los nacidos en Estados Unidos y que migran al país de los padres como adolescentes, los nacidos en México que migraron a una temprana edad y regresan después a México, los que han migrado múltiples veces entre ambos países, los que nacieron en Estados Unidos pero que han vivido la mayor parte de su vida en México. La segunda contribución es el dar cuenta de la diversidad de experiencias migratorias mediante la creación de una tipología de niños migrantes (seis tipos) y de varios ejes analíticos para este fin: país de nacimiento, nacionalidad, experiencia escolar y dislocación espacial.
Respecto al enfoque metodológico, la obra echa mano de distintos niveles de análisis y fuentes de información. A nivel macro emplea los censos y encuestas inter censales de México para estimar los flujos de retorno en las últimas dos décadas. A nivel meso, se sirve de encuestas para visibilizar las experiencias de los menores migrantes dentro de las escuelas y a partir de éstas, construir la tipología de niños de la generación 0.5. A nivel micro, utiliza entrevistas a profundidad con menores y profesores para construir narrativas detalladas sobre las dinámicas escolares, respecto a la fragmentación familiar y referente al surgimiento de identidades nacionales y étnicas entre los menores entrevistados. Sin menospreciar la complementariedad de métodos y niveles analíticos, el aporte metodológico más útil, a mi parecer, es presentar la perspectiva de los niños a lo largo del libro. A diferencia de los estudios tradicionales que abordan la migración internacional desde un enfoque adultocéntrico, este trabajo privilegia entender y comunicar cómo es que los menores experimentan la migración.
Es precisamente la perspectiva de los menores lo que permite contrastar las percepciones sobre el fenómeno migratorio que tienen los adultos ─ como padres y profesores ─ con las de la generación 0.5. Por citar un ejemplo específico, mientras que los profesores entrevistados por Zúñiga y Giorguli etiquetan a los menores migrantes como rezagados educativamente, sin dominio del español y con poco apego a la patria, las voces de los menores reflejan el dominio de un currículo educativo, pero no el mexicano, muestran una gran diversidad de niveles de bilingüismo y variados niveles de biculturalidad.
Los hallazgos de este libro permiten concluir que la generación 0.5 es una población móvil que con frecuencia migra internamente tanto en Estados Unidos como en México y cuyas experiencias y necesidades son muy diversas. ¿Cuáles son las implicaciones y responsabilidades derivadas de esta movilidad para ambos países? Es un tema que discuten solo parcialmente los autores al señalar las limitaciones en la provisión de servicios para esta población por parte del gobierno mexicano. Sin embargo, la ausencia de una discusión comprehensiva de las responsabilidades de Estados Unidos y México para con estos menores compartidos es un punto débil de la obra. Dada la variedad de experiencias mostradas en este libro, pareciera evidente que las necesidades de integración o reintegración dependerían de las especificidades de dónde se vivió y donde se vive actualmente, así como de la situación familiar específica. No todos los jóvenes necesitan el mismo apoyo pero importa proveer un piso mínimo a partir del cual trabajar y hacer políticas apropiadas en ambos lados de la frontera.
Por ejemplo, ¿qué tipo de programas culturales y lingüísticos podrían implementar los sistemas educativos de ambos países para facilitar la transición entre estos? ¿Cuál debiera de ser el rol de los consulados y embajadas de México en Estados Unidos para atender las necesidades, de todo tipo, asociadas a la movilidad de los menores migrantes? Y a su vez, ¿cuál sería la responsabilidad del gobierno estadounidense, representado por su embajada en México, para garantizar los derechos ciudadanos de los menores nacidos en Estados Unidos? Asociado a la crítica al nacionalismo metodológico que hacen los autores, ¿cuál es la responsabilidad de la academia en Estados Unidos y en México para construir investigaciones colaborativas que permitan conectar el estudio de la experiencia migratoria en Estados Unidos con aquella en México? Esta no es una pregunta menor dado que los itinerarios de la generación 0.5 muestran que el “retorno” a México tampoco es un punto final en la trayectoria migratoria; muchos de ellos planean regresar a Estados Unidos en el futuro.
Sin duda, el concepto generación 0.5 no está ni será exento de críticas, en particular desde la disciplina de la demografía donde su utilización puede conducir a imprecisiones importantes al incluir dentro de una misma categoría analítica a menores nacidos en México y a migrantes internacionales nacidos en Estados Unidos. Esta obra tampoco será ignorada por los estudiosos de las diversas generaciones de migrantes en Estados Unidos. Y quizá sea esta crítica una base sólida para fomentar el diálogo y colaboración tan necesaria entre academias regidas por nacionalismos metodológicos.
Referencias bibliográficas
ZÚÑIGA, V.; GIORGULI, S. Niñas y niños en la migración de Estados Unidos a México: la generación 0.5. México: El Colegio de México, 2019.
Palabras clave: niños transnacionales, generación 0.5, migración México-Estados Unidos, educación, integración.
Fecha de recepción: 05/01/2020
Fecha de aprobación: 05/02/2020