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Institucionalización de la juventud pobre en Brasil: cuestiones históricas, problemas actuales.

Las escenas narradas expresan las dificultades en las políticas de un país que históricamente ha utilizado la institucionalización de niños y jóvenes pobres como solución a sus más diversas demandas sociales. Dificultades porque, aun con el cambio en la legislación sobre este grupo, permanecen obstáculos para la comprensión de los atravesamientos que conforman la vida de esos jóvenes y para el trabajo de esas cuestiones más allá de la acogida y de la internación. De esta forma, en lugar de trabajar en el territorio –lugar donde se establecen las relaciones–, la acogida y la internación psiquiátrica a veces siguen siendo uno de las primeras alternativas en las que se piensa cuando estamos frente a lo que se llama situación de riesgo.

A lo largo de sus artículos, el ECA define que la acogida de niños y adolescentes es medida última, que hay que tomar solamente en casos en los que otras posibilidades ya se hayan agotado. Por lo tanto

[…] de acuerdo con esta orientación, cuando la atención fuera de la familia es inevitable, hay que tomar medidas para asegurar que sea lo más adecuado posible a las necesidades del niño o del adolescente, teniendo en cuenta su opinión y sus deseos. (Bullock; Little; Ryan; Tunnard, 1999 apud Rizzini; Rizzini, 2004).

Contemporáneo al ECA, el movimiento de la Reforma Psiquiátrica tiene como una de sus premisas “sustituir una psiquiatría centrada en el hospital por una psiquiatría sostenida en dispositivos diversificados, abiertos y de naturaleza comunitaria o ‘territorial’” (Tenório, 2002: 26), evitando las prácticas que provocan el control y la tutela de los pacientes. Pese a que, en la misma época, el ECA señale la importancia de la construcción de políticas para el grupo infanto-juvenil a partir de una noción de protección integral, los dos movimientos poco se han cruzado.

En la primera escena que se presenta en este artículo, una situación en la que los servicios de protección a la infancia y a la adolescencia podrían mediar, se muestran matices que enfáticamente contrarrestan las directrices de la Reforma Psiquiátrica y del ECA, al enviar jóvenes –como si fueran objetos– a la emergencia de un hospital psiquiátrico. En la época del Código de Menores, los medios de comunicación de masa eran vehículos de la difusión del miedo que causaban los niños de la calle, lo que justificaba acciones represivas e internaciones. ¿Se puede decir que se ha acabado esa historia?

En su artículo 5, el Estatuto afirma que “ningún niño o adolescente será objeto de cualquier forma de negligencia, discriminación, explotación, violencia, crueldad y opresión, castigado en la forma de la ley cualquier atentado, por acción u omisión, a sus derechos fundamentales” (Brasil, 2002). Cuando el cuidado en un servicio territorial de salud es preterido a favor de una acción jurídica que prevé la internación obligatoria en centros de desintoxicación (según la noticia que expone la escena), ¿no se puede decir que se ha cometido una violación?

Incluso antes de existir el Código de Menores, los argumentos que sostenían las intervenciones sobre la niñez y la adolescencia tenían carácter racista. El temor por los movimientos negros, desde el período de la insurrección, justificó la invasión a morros y ataques a quilombos para controlarlos. Históricamente, por lo tanto, las acciones destinadas a la población pobre y negra en Brasil han asumido una postura de vigilancia y castigo, que utiliza prácticas higienistas a través de las cuales se retiran de las calles los que se escapan de los patrones blancos del orden. Hoy, pensando en los jóvenes que son objeto de medidas de acogida e internación, ¿se puede decir que se ha superado el pasado?

La sociedad brasileña sigue separando a los niños –dignos de respeto y cuidado– de los menores –a quienes se dirigen acciones de tutela y castigo. Por su parte, la responsabilidad por las situaciones de miseria y abandono sigue recayendo sobre los jóvenes pobres y, en especial, sobre sus madres. Las situaciones que son fruto de desigualdades sociales no superadas se tienen, entonces, como problemas individuales de algunos sujetos. Además, es posible constatar cómo el racismo se evidencia en esas situaciones, ya que la mayoría de los jóvenes que frecuentan los servicios y se vuelven objeto de las medidas de acogida e internación psiquiátrica son negros. En un país marcado por casi 400 años de esclavitud, donde los negros y sus actos eran criminalizados, las marcas de ese período, especialmente sobre los jóvenes, son catastróficas y siguen presentes.

Vemos, así, que el cambio en la legislación en lo que se refiere a la locura y al niño y al adolescente no garantiza la modificación radical y necesaria en la cotidianeidad de las políticas públicas. A pesar de la inclusión de ese tema en las pautas de la salud mental y del aumento del debate sobre los problemas de este grupo, las situaciones de represión y los intentos de institucionalización continúan sucediendo, aunque en contraposición a las deliberaciones legales. De ese modo, retomando la pregunta que ha sido colocada algunas veces a lo largo de este artículo, es posible afirmar que el pasado todavía no ha terminado, tampoco la consolidación de las políticas públicas. El pasado está presente en el día a día de los servicios, en el enfrentamiento a lo que casi naturalmente se impone –la acogida y la internación.

Consideraciones que no finalizan: marcas que siguen

Comprender los atravesamientos históricos de la institucionalización de la juventud fue el eje de este artículo. La experiencia en un consejo tutelar y en un CAPSi posibilitó arribar a algunos análisis que contrastan con las actuales legislaciones sobre la infancia y la adolescencia y las prácticas que aún permanecen, pese a los cambios que surgieron en el período de redemocratización del país. Esas experiencias, ubicadas en la ciudad de Niterói y en la segunda década del siglo XXI, permiten cuestionar una historia que no se resume a dichas marcas espacio-temporales. Al revés, se prestan a cuestionar la duración ya demasiado larga de esta parte del pasado brasileño. De sujeto en peligro a sujeto peligroso, se inventaron los regímenes de control para eliminar a aquellos que se desviaban de lo establecido. La creación de categorías, pautadas especialmente dentro del campo de la psiquiatría y de otros saberes como la psicología, sirvió para justificar la internación de esos jóvenes –muchas veces asociando locura a peligrosidad, y a la higienización, el racismo y la criminalización de la pobreza como principales conductores del proceso. El repaso histórico evidenciado a lo largo del texto sirve para ampliar las discusiones sobre la temática central de este artículo: tejer análisis y cuestiones sobre las prácticas discursivas que llevan a la institucionalización de la juventud –en acogidas y hospitales psiquiátricos– en los días de hoy.

Con base en dos experiencias distintas en el campo de las políticas públicas para la infancia y la adolescencia, construimos análisis que retratan la fuerza de producciones discursivas que perduran hasta hoy. En nombre de un aparente cuidado validamos prácticas de control y tutela que perpetúan enunciados que intentamos enfrentar con las políticas públicas actuales. Sobresalen el sojuzgamiento de menores, el sesgo punitivo de las leyes, la medicina higienista –referentes al período del Código de Menores–, pero permanece el discurso de un supuesto cuidado que institucionaliza. Los viejos discursos ganan nuevos ropajes: en defensa de la protección del que ahora se llama sujeto de derechos, se aleja a los jóvenes de la convivencia familiar con medidas de acogida; para garantizar que los jóvenes no se pongan en riesgo, surgen los hospitales psiquiátricos. Como efecto de una búsqueda ciega y limitada por garantía de protección y cuidado, muchas familias pobres son, entonces, culpables.

Sin embargo, es importante resaltar que en la confrontación entre las historias narradas y la Historia de las políticas queda evidente el carácter de clase y raza que contornea las intervenciones. Esos recortes operan una producción de violencia que perpetúa los enunciados acerca de aquellos que siguen siendo caracterizados como peligrosos: jóvenes pobres y negros. Vale retomar a Silva (2013), que señala que la respuesta que la sociedad les da a algunos jóvenes es el encarcelamiento –en los casos que se discute en este artículo, en instituciones de abrigo e instituciones psiquiátricas.

Considerando la multiplicidad de la existencia, este artículo pretende afirmar que las historias de muchos niños y niñas superan las simples definiciones que comprenden la categoría en riesgo. Recordando las historias aquí narradas, afirmamos que estar con esos jóvenes exige una reconstrucción diaria de las prácticas de cuidado y requiere una apuesta por la multiplicidad de formas de vida que ellos ponen en evidencia.

Siendo así, el presente artículo suscita otras cuestiones, de modo que cabe pensar cómo nuestra actuación en la cotidianidad de los servicios se ha encontrado con las propuestas del ECA y de la Reforma Psiquiátrica. ¿De qué forma hemos logrado encontrar oportunidades de resistencia frente a los enunciados que claman por la acogida y la internación psiquiátrica? ¿Cómo acogemos las historias que nos llegan? ¿Corroboramos una política de institucionalización de la infancia y la juventud? Considerando la particularidad de la protección integral presente en el ECA, ¿cómo se ha articulado una red capaz de ofrecerle cuidados a ese grupo? En fin, ¿cómo esa red ha acogido los diferentes tipos de juventud que le llegan?

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Resumen

En tiempos de retroceso, en los que discursos por la institucionalización de la juventud pobre y negra tienen cada vez más fuerza, tiene sentido cuestionar sus atravesamientos. Dichos discursos actualizan el carácter tutelar y punitivo construido históricamente sobre esa juventud y nos provocan inquietudes en cuanto a las medidas de acogida e internación psiquiátrica. Siendo así, el presente artículo busca tejer análisis sobre los discursos que llevan a la institucionalización del grupo mencionado. La experiencia en dos servicios destinados al cuidado de niños y adolescentes evidenció la semejanza entre las justificaciones que recurren a la acogida y a la internación psiquiátrica de los jóvenes. Las historias encontradas en los dos servicios sirven de escenario para analizar la actual problemática de la institucionalización de la juventud –en abrigos y hospitales psiquiátricos. Confrontando las historias y la legislación actual sobre el cuidado del grupo infanto-juvenil, proponemos cuestionamientos que reflejan las huellas que ha dejado un largo tiempo de criminalización de la juventud brasileña y pobre.

Palabras clave: juventud,acogida,internación psiquiátrica, políticas públicas. 

Abstract

In times of social and political regression, in which the argument for the institutionalization of poor and black youth gain increasing strength, it makes sense to question its constitution and interrelations. These arguments renew the tutelary and punitive character historically constructed around this youth, provoking restlessness before political discourses that lead to the institutionalization of the aforementioned public. The process of detainment in two institutions destined to the care of children and teenagers reveals the similarities between the justifications for the institutionalization in shelters and psychiatric facilities. The stories found in both institutions serve as a stage for questions regarding youth institutionalization in shelters and psychiatric hospitals today. In confronting these stories and the contemporary legislation on the care of children and youth, we propose reflections on the scars left by a long history of of criminalization of poor youth in Brazil, which persists until today.

 

Keywords: youth, shelter, psychiatric institutionalization, public policy.

Fecha de recepción: 28/05/2018

Fecha de aprobación: 19/10/2018

Marianne de Camargo Barbosa mariannecamargo@id.uff.br

Psicóloga, graduada por la Universidade Federal Fluminense, Brasil; estudiante del Programa de Estancia de Investigación Multiprofesional en Salud Mental en el Nivel de Residencia, de Niterói – Fundación Municipal de Salud Niterói - Rio de Janeiro - Brasil.

Danichi Hausen Mizoguchi danichihm@hotmail.com

Doctor en Psicololgía por la Universidade Federal Fluminense; profesor del Departamento de Psicología y del Programa de Posgrado en Psicología, de la Universidad Federal Fluminense – Brasil.