De la Etnografía Urbana a la Cartografía Psicosocial: cartografiar procesos
Magnani (2005) propone que se estudien los grupos juveniles contemporáneos, empleando el concepto de “circuitos jóvenes”, en busca de sistematizar las referencias de comportamiento de los sujetos, con el uso y la apropiación del espacio[2]. En estos circuitos, muchas veces el arte (música, poesía, teatro etc.) se presenta como un elemento fundamental de producción y de incorporación de sentido, además de delimitar identidades y fronteras simbólicas. La etnografía urbana inaugurada por Magnani (2005) se convierte en parte fundamental por abarcar no solo la diversidad de las culturas, sino también su vínculo, a partir de los actores/agentes, en sus formas de organización e intervención en la ciudad, lo que no excluye, comprender también los procesos de fusión y de ruptura (Canclini, 2009)
Al proponernos la cartografía[3] como un conjunto de dispositivos de investigación, buscamos darle luz a algunas pistas – como lo presenta Kastrup (2010) – potencialmente relevantes, que tienen en cuenta entre otras cosas: la participación del investigador en el territorio investigado, la preocupación por los procesos intersubjetivos y el campo social de la investigación como un campo abierto de deseos y de fuerzas, más que de formas y representaciones. Esto significa, también, que se debe tener una visión descentralizada, teniendo en cuenta los múltiples centros y fuerzas que generan los sujetos, sus comportamientos y estilos de vida. La perspectiva del investigador debe ampliarse, no hacia la recolección de información a través de una operación cognitiva – de reconocimiento de la realidad – sino en la atención que el investigador da a los movimientos inventivos especiales que producen extrañeza y nos obligan a pensar (Kastrup 2010).
Así, a través de anotaciones hechas durante el trabajo de campo, entrevistas, observaciones participantes y ensayos fotográficos nos fuimos aproximando a los circuitos juveniles, sus escenarios y actores, discutiendo el papel articulador y movilizador de sus acciones, como una forma de resistencia cultural, al producir arte en los márgenes – ya sean geográficos, sociales o simbólicos.
El escenario cultural y sus protagonistas
Se realizó el estudio en Feira de Santana, ciudad en la cual se localiza la Universidad Estadual (UEFS). Es el segundo municipio más poblado del Estado de Bahia, cuenta con 600.000 habitantes aproximadamente y con uno de los más importantes polos comerciales del nordeste brasileño. Posee también un importante parque industrial, que vive un nuevo momento de desarrollo después de una notable decaída durante los años 1990 y 2000. Como la mayoría de los grandes centros urbanos brasileños, enfrenta importantes problemas sociales, como la violencia, desempleo, infraestructura urbana precaria y limitada oferta de servicios públicos en áreas esenciales, como la salud, el transporte, la seguridad, el ocio y la educación[4]. Presenta, además, grandes limitantes en la oferta de formación profesional, lo que provoca que un extenso grupo de jóvenes, sobre todo negros, sean excluidos de las posibilidades de inclusión social y profesional más efectivas.
Por su propia ubicación geográfica (conecta las regiones norte-sur del país) posee características de un importante punto comercial, que alimenta la economía y la representación de su territorio. En el campo cultural, hay poco reconocimiento de sus artistas y una pobre inversión pública en este sector. Además, como no existe registro de estudios que mapeen y discutan de forma más amplia y consistente la vida cultural de la ciudad, la investigación en cuestión se nos hace necesaria.
Iniciamos la investigación cartográfica por el mapeo de los grupos y colectivos culturales juveniles (música, danza, teatro, grafiti, poesía etc.), a través de cuestionarios. Al mismo tiempo que hacíamos el reconocimiento etnográfico del terreno, procedimos a acercarnos a los jóvenes y a sus circuitos culturales, teniendo en cuenta los aspectos subjetivos, históricos y sociales. Utilizamos la Internet como un recurso para acceder a un mayor grupo de sujetos y para construir una red de interacción virtual, para que posteriormente pudiéramos identificar sus territorios. Con ese levantamiento de datos buscamos caracterizar y clasificar estos grupos por origen, ubicación geográfica, actividades desarrolladas, entre otras.
Los barrios periféricos visitados por el equipo de investigación (Barrio Fraternidad y Feira VII), donde viven algunos de los jóvenes colaboradores, son similares a muchos otros barrios, característicos de una urbanización excluyente, tan común en América Latina. La casi ausencia de instrumentos de cultura y de ocio, las calles en su mayoría sin pavimento, el deficiente servicio de transporte (que favorecen el aislamiento y la discriminación), el estigma de la violencia (reforzado por los medios de comunicación), frente a la inseguridad, el crimen organizado y las drogas causantes de la muerte prematura de muchos jóvenes. Por otro lado, rompiendo con los estigmas, las acciones juveniles espontaneas u organizadas y sus múltiples lenguajes van impregnando de nuevos sentidos los espacios físicos y simbólicos.
Observamos el surgimiento de tres fuertes circuitos culturales en la ciudad. El circuito de arte urbana, o circuito callejero, cuyo lema es la ocupación del espacio urbano y la reivindicación del arte producido en la periferia, impregnada de compromiso social y político y protagonizada por colectivos de grafiteros, rappers, bi-boppers, streetdancers. Son grupos con una fuerte relación con la ciudad y con su lugar de origen, asociados a los barrios periféricos y a espacios marginalizados y olvidados por el poder público, tales como: el Colectivo H2F, liderado por el MC Leo ÈZ; el NdF (Nós de Feira), representado por el grafitero KBça Grafiti, y el colectivo Vozes, representado por Ivan Coelho.
En el discurso de estos jóvenes, se percibe un deseo de combinar sus proyectos personales, como artistas urbanos, con una actuación de naturaleza estética, política y educativa, por la descriminalización de la periferia, valorando su comunidad y rescatando el reconocimiento social de sus residentes.
(…) usted ve que el arte, tiene ese poder de atraer “venga, despierte” ¿Me entiende? Es por eso que nos preocupamos en formar a través del arte, porque él tiene ese poder y es fuerte” (Coelho, Colectivo Vozes).
Yo vivo en un barrio periférico, yo sé cuál es la realidad. En verdad no podemos huir de eso, de la idea de que los traficantes que están allá son los salvadores de la patria, ganando y exhibiendo dinero fácil. Entonces, yo intento mostrarles que existen otras alternativas, que hay otras salidas. Que el hecho de que sean residentes de barrios periféricos no los hace menos, que pueden ser lo que deseen y pueden ir atrás de sus sueños. Pero, ¿cuál es nuestro papel? (…) Es el de transmitirles un mensaje a esos muchachos que pasan nos ven y dicen “¡hombre!, estos tipos podrían estar emborrachándose, podrían estar haciendo estupideces con su vida, pero no, los manes están ahí, pintando, sin ganarse nada por eso”. Y para los muchachos que paran y dicen “¡caramba! a mí me gusta dibujar, ¿cómo puedo hacer lo que ustedes hacen?”. Entonces yo creo que la clave está en la multiplicación (KBça Grafiti, Colectivo NdF).
Los jóvenes grafiteros reflexionan sobre la importancia del arte y su potencial discursivo, como el lenguaje crítico, de resistencia cultural que puede producir transformaciones sociales por la permeabilidad de sus ideas, como lo señala Duncombe (2002); así como también, puede actuar en la educación de sí mismo y de los demás.
Para Léo ÈZ, rapper y líder del colectivo H2F la “familia de la calle es el hip hop”, como núcleo afectivo y formativo, por ofrecer “conocimiento y educación”.
(…) para mí, el principal cambio, el reconocimiento, debe ser dentro de donde usted se encuentra, ¿no? Dentro de donde usted proviene, para que hoy ustedes estuvieran aquí, yo tuve que vivir primero toda una historia. Este lugar, es prácticamente la base de todo, la base familiar, la base de amigos (…).
El Circuito de Arte Alternativo se proyecta de varias maneras en la ciudad, por medio de eventos de cultura pop coreana, de encuentros de geeks, nerds, cosplayers y por bandas que recrean localmente referencias globales y transnacionales, por medio de los medios audiovisuales o digitales en la producción, consumo y divulgación cultural. En este circuito, acompañamos los/las jóvenes del KiKen-Sei, quienes demostraron una relación intensa entre cuerpo y música por medio de la danza. Notamos que potencian cuestionamientos al público espectador, por ejemplo, a nivel de la sexualidad de los actores, por causa de sus performances y sensualidad en escena. De esta manera, los jóvenes amenazan las delimitaciones típicas y tradicionales de género.
El Circuito de Arte Independiente utiliza diferentes lenguajes – la poesía, incluso de carácter erótico, la música, las danzas tribales, el video-arte y las artes plásticas –, fortaleciendo a los nuevos artistas y a los independientes y produciendo eventos multiartísticos, partiendo de la necesidad de formar un público más sensible.
Yo creo que lo que está aconteciendo con esta generación, de la cual hago parte, es que se está tomando pose, de hecho, del espacio juvenil y se está creando más. Porque a medida que usted educa a estos jóvenes, usted les abre espacio para que ellos también puedan actuar en esta área (…) (Larissa Rodrigues, Coletivo DiaboA4).
La joven poeta y también profesora revela la necesidad de crear un lenguaje artístico, por el activismo cultural, que amplíe y despierte las posibilidades estéticas, más allá de aquellas que las personas experimentan cotidianamente. Larissa y los demás poetas, a ejemplo Will Fialho del Colectivo Diabo A4, al ocupar la ciudad por medio de la palabra, buscan darle un nuevo significado a los territorios aún estigmatizados. El espacio público debe ser dotado de sentido educativo y formador, y por lo tanto, también ético, político y cultural.
Creo que el principal deseo que tenemos, el deseo más grande es el de formar espectadores. Lo juro. (…) Eso, creo que son pasos que realizamos para llamar la atención del público (…) (Larissa Rodrigues, Colectivo DiaboA4).
El problema de la ciudad es su propio nombre “Feira” (Feria), ¡todo hace alusión al comercio!, las personas no salen de noche a las calles, porque no hay movimiento en la mayoría de los lugares durante las horas de la noche en la ciudad (Will Fialho, Coletivo Diabo A4).
El carácter heterogéneo de los circuitos observados revela características de vitalidad y diversidad cultural, en las cuales surgen múltiples identidades hasta entonces poco visibles. Tales formas de apropiación y reproducción de la cultura son elementos contemporáneos importantes para que pensemos en la movilización, circulación y permeabilidad de las fronteras urbanas y en el derecho a la ciudad y/o pertenencia a ella.
[2] Junto al concepto de circuitos, Magnani (2005) opera con categorías complementares (pedazo, mancha y trayecto) que permiten una rica comprensión de los ritmos y comportamientos de los jóvenes en su apropiación de los espacios de la ciudad.
[3] Originalmente la cartografía fue formulada por Deleuze y Guattari. En esta perspectiva no se desea hacer la representación de un objeto, y si el acompañamiento de un proceso de investigación (Kastrup, 2010, p. 32).
[4] El censo demográfico del 2000 (IBGE, 2010) ilustra la precariedad en la educación de los jóvenes habitantes de la zona urbana de Feira de Santana: no sabían leer ni escribir, en el grupo etario de 15 años o más de edad, 38.371 personas (9,1%).