Foto: Valcir Siqueira

Juventudes y políticas públicas: comentarios sobre las concepciones sociológicas de juventud

Introducción

 

La sociología de la juventud ha elaborado, desde mediados del siglo pasado, teorías sobre los jóvenes y las juventudes que muestran importantes visos sobre las complejas relaciones que se han establecido entre ciencia, educación y políticas públicas. Este artículo tiene como objetivo abordar algunas de estas cuestiones, con base en la hipótesis de que la sociología, por un lado, refleja las concepciones de juventud construidas por las sociedades modernas y contemporáneas, y por otro, elabora – con tesis y discursos producidos por especialistas – nociones de juventud en las que se sustentan políticas sociales, con las que se orientan las instituciones e, incluso, con las que se informa el sentido común. También, no se debe olvidar el intenso (y tenso) diálogo de las ciencias sociales con otros campos y saberes, en lo referente a las juventudes, como la psicología, la pedagogía y el servicio social.

 

Esta retroalimentación entre las ciencias y la sociedad, compleja y contradictoria, en permanente vaivén, tiene, en el campo educativo y el campo de las políticas públicas, dos de sus ejemplos más valiosos. En este sentido, con el presente texto busco comparar determinadas concepciones de juventud elaboradas por algunas de las principales tendencias en las políticas sociales y educativas orientadas hacia los jóvenes.

 

  1. Teorías tradicionales de la juventud.

 

La principal teoría tradicional de la juventud es presentada por el estructural-funcionalismo de Parsons, teniendo a los EE.UU. como su gran locus de investigación. Esta vertiente sociológica, que tuvo su apogeo en el siglo pasado, toma las estructuras sociales como un simple dato, sin cuestionarlas, ni imaginar transformaciones significativas en la esencia de la sociedad moderna. De ahí se deriva que la socialización secundaria sea la principal característica o función de la categoría etaria juventud. La socialización secundaria completa la socialización primaria iniciada en la infancia, conducida principalmente por la familia, mas también por la enseñanza básica. Mientras en la juventud se trata de orientar a los individuos hacia los valores y rutinas de las instituciones sociales que transcienden la vida privada y el mundo familiar (Parsons, 1968; Eisentadt, 1976).

 

La juventud, como la infancia, la madurez y la vejez, es, de ese modo, concebida como un grupo etario o una categoría etaria más o menos evidente, natural y universal, casi determinada biopsicologicamente, correspondiéndole al medio social tan sólo el reconocimiento de las propiedades intrínsecas de este momento en el curso de la vida. La principal característica atribuida a la juventud es ser una transición entre la infancia (y el mundo privado y las concepciones pre-lógicas) y la vida adulta (y el mundo público y las concepciones racionalmente legitimadas): la juventud no importa tanto por lo que es en sí, como por lo que será o debería ser cuando sus miembros se tornen adultos. No obstante, es especialmente en la juventud que los individuos corren el riesgo de desarrollar comportamientos anómalos, ingresar en grupos que los desvían y protagonizar disfunciones sociales: no en vano, junto a la socialización, la «delincuencia juvenil» es el gran tema de las teorías tradicionales sobre la juventud.

 

  1. Teorías críticas de la juventud

 

Son tres las principales teorías críticas de la juventud, dos de ellas de carácter «reformista», otra más «revolucionaria». Entre las reformistas se encuentran, la teoría de las generaciones de Karl Mannheim (1982) y la noción de moratoria social, postulada por el psicoanalista Erik Erikson (1987). Mannheim y Erikson, a pesar de reconocer el papel transformador de las juventudes, desconfían de los movimientos juveniles radicales y abogan por una reforma de la sociedad moderna en crisis (en lugar de su superación).

 

La tercera concepción, que Pais (1993) llama de «clasista», tiende a asociarse a la perspectiva «revolucionaria», y su principal sistematización aconteció durante la primera fase de los estudios culturales de la Universidad de Birmingham en torno a la noción de «subculturas juveniles» (Hall; Jefferson, 1982).

 

La «corriente clasista» en el interior de las teorías críticas de la juventud tiene como uno de sus principales méritos desmitificar la noción de una cultura juvenil más allá de las clases, así como de una juventud o generación joven uniforme. Su principal representante son los estudios culturales de Birmingham, antes de que esta tendencia se orientase más hacia las teorías pos-estructuralistas. Los estudios culturales reinterpretan el significado de las subculturas juveniles nacidas en el interior de la clase trabajadora británica, desde los años 1950, como los teddy-boys, skinheads y mods (Hall; Jeffersom, 1982).

 

«Resistencia por medio de rituales» (Hall; Jefferson, 1982) reinterpreta un tema importante de esos tempos, y de nuestros tiempos: el papel educativo, formativo y socializador – de modo «informal» – de los medios de comunicación «de masa» y de la industria cultural. Contra la interpretación simplificadora de que existe un mero proceso de homogeneización, igualando estilos de vida de las clases populares, medias y altas, los estudios culturales valorizan la acción creadora y combinatoria de los sujetos. Es una de las primeras sistematizaciones de la sociología de la juventud en que la diversidad, creatividad y rebeldía de los grupos juveniles no institucionalizados adquiere un significado positivo. En la socialización, en la educación informal, en el interior de los grupos juveniles, reunidos en las calles, frecuentando espacios de ocio y consumo, los jóvenes de los grupos populares (y también los de las clases medias, por medio de las contraculturas) resignifican los valores, productos y signos de la «cultura de masas».

Luís Antonio Groppo luis.groppo@gmail.com

Doctor en Ciências Sociales por la Universidade Estadual de Campinas (UNICAMP), Brasil. Profesor de la Universidade Federal de Alfenas (UNIFAL-MG), Brasil, donde coordina el Grupo de Estudios sobre la Juventud de Alfenas. Es investigador del CNPq (Consejo Nacional de Desarrollo Científico y Tecnológico), para el cual desarrolla la investigación "A dimensão educativa das organizações juvenis".