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La agenda de las mujeres jóvenes brasileñas junto al gobierno federal

La construcción de los espacios políticos por las jóvenes feministas brasileras

Según los datos del IBGE, las jóvenes brasileras representan poco más de 50% de la población joven, aproximadamente 25 millones de brasileras. Se trata de un contingente poblacional que integra personas de múltiples identidades y requiere acciones del Estado que tengan en cuenta sus especificidades. Las mujeres jóvenes enfrentan obstáculos cotidianos para lograr el ejercicio pleno de sus capacidades, impedimentos que tienden a intensificarse a partir de la intersección de diversos elementos como la clase, el territorio, el color de piel y la orientación sexual. Dicha condición tiene implicación en sus posibilidades de movilidad y ascenso social.

Múltiples son los problemas vivenciados por las mujeres jóvenes brasileras. A partir de su participación en movimientos organizados de mujeres y de jóvenes, han buscado cuestionar las desigualdades de género y generacionales suscitadas de acuerdo a su posición social, económica, política y cultural, así como proponer agendas específicas. En los años de 1990, la movilización para contrarrestar el peso de los problemas enfrentados y defender sus intereses particulares ha sido el resultado también de una transformación más amplia del feminismo verificado en varias sociedades.

Algunos sucesos fueron decisivos para la organización de las jóvenes feministas brasileras que colaboraron para que éstas se afirmaran como actoras políticas de las luchas, en contra de todas las formas de opresión de la sociedad, y conquistaran un espacio más amplio al interior de los movimientos feministas. El Foro Cono Sur de Mujeres Jóvenes Políticas – Espacio Brasil, también conocido como Forito, fue creado en 2001 por la Fundación Friedrich Ebert (FES) y, a lo largo de los diez años de existencia, representó un importante espacio de articulación política. El Fórum se estableció como una creación derivada del reconocido Foro Cono Sur de Mujeres Políticas, proyecto que reune feministas de partidos políticos progresistas de la región y mujeres activistas que participaban de otros frentes y movimientos sociales para debatir acciones transformadoras hacia la igualdad.

En 2005, simultáneamente a la realización del Forito, se dio en Brasil el 10º Encuentro Feminista Latinoamericano y del Caribe (EFLAC), un momento histórico en el que se ha evidenciado con mayor contundencia la identidad de la joven feminista brasilera. Según Zanetti (2009), 25% de las participantes eran menores de 30 años y el tema de la juventud recibió entonces una importancia considerable. Con el paso del tiempo, las jóvenes feministas ampliaron su actuación y pasaron progresivamente a ganar visibilidad. El Encuentro Nacional de Jóvenes Feministas, realizado en 2008, reunió más de 100 jóvenes feministas de varios estados de Brasil con el fin de discutir la condición de la mujer joven y las principales demandas de cada región.

En el inicio de la década pasada, especialmente en los años 2001, 2002, 2003, 2005 y 2009, la presencia de mujeres jóvenes organizadas en colectivos empezó a notarse en las manifestaciones altermundialistas promovidas por los Foros Sociales Mundiales (FSM). Realizados en Brasil, el objetivo de esos foros era elaborar alternativas para una transformación social global. Las arenas políticas de los FSM permitieron el intercambio de experiencias y la búsqueda de articulación con otros movimientos presentes en el actual escenario político, estableciendo de ese modo alianzas para el fortalecimiento de sus reivindicaciones.

La articulación de las jóvenes feministas se ha fortalecido en el campo discursivo de la acción (Álvarez, 2014) y gradualmente se extiende hacia la posibilidad de intervenir en el ámbito del Estado. La llegada del Partido de los Trabajadores (PT) al gobierno federal de Brasil en 2003 fomentó la creación de la Secretaría Especial de las Políticas Públicas para las Mujeres (SPM) y, en 2005, la SNJ; esto que ha representado la apertura hacia nuevos espacios políticos para la reivindicación de los derechos de este segmento social. A raíz de las conferencias organizadas por dichas instancias gubernamentales, para discutir políticas específicas, mujeres jóvenes se movilizaron en los ámbitos local, de los estados y federal, lo que resultó en la construcción de planes de políticas nacionales en que constan demandas de diversos actores sociales, incluso de las mujeres jóvenes.

No obstante, estos espacios también fueron escenarios de tensiones y conflictos, derivados de las disputas por el reconocimiento de las jóvenes y de su crítica a las dificultades para insertar en la agenda temas candentes; por ejemplo, el del derecho al aborto, lo que identificaban como una consecuencia del ambiente de adultocentrismo. En efecto, la incorporación de las peticiones de las mujeres jóvenes en los planes de acción resultantes de la I, II y III Conferencia Nacional de Políticas para las Mujeres, realizadas respectivamente en 2004, 2007 y 2011, se dio de forma gradual.

El hecho de que las conferencias contaran con la presencia de diversos grupos, algunos incluso caracterizados por posiciones más conservadoras, implicó mayor esfuerzo por parte de las jóvenes para hacer oír sus voces y sus argumentos de que las políticas públicas para las mujeres no consideraban las diferenciaciones de edad y, por lo tanto, no las contemplaban. Las jóvenes solamente lograron mayor éxito en la tercera conferencia, cuando lograron reconocimiento en el Plano Nacional de Políticas para as Mulheres tanto en el aspecto general de los derechos de las mujeres, como en su dimensión más específica.

Para Silva (2009), aunque existan menciones a las mujeres jóvenes en el I Plano Nacional de Políticas Públicas para las Mujeres (PNPM), en el listado de los varios segmentos de mujeres considerados, dicha alusión tenía un carácter netamente formal. Las políticas que las contemplaban eran solamente aquellas relacionadas con la inserción de las mujeres en el mercado de trabajo, la autonomía económica y los tópicos relativos a educación y abuso sexual en contra niños y adolescentes.

Es en el II PNPM que se empieza a notar una mención mayor a las mujeres jóvenes en todos los ejes temáticos y una descripción de acciones específicas dirigidas hacia a ellas. Además, un nuevo eje específico fue añadido al documento, dirigido al enfrentamiento de las desigualdades generacionales con enfoque en las mujeres jóvenes y las adultas mayores.

El III PNPM es el plan que ha logrado mayor apertura a la agenda de intereses de las mujeres jóvenes. Hay menciones de ese segmento a lo largo del documento, lo que evidencia el reconocimiento particular de su identidad y el logro de sus peticiones. Dicha mención se hace notar también en el décimo capítulo, en el cual se aborda el tema de la igualdad para las mujeres jóvenes, adultas mayores y con discapacidad.

En el II PNPM constan indicaciones de acciones que señalan la posibilidad de diálogo transversal entre la SPM y la SNJ, tales como: establecer una colaboración entre el Observatorio de Género de la SPM y el Observatorio Participativo de la Juventud de la SNJ para la producción, fomento y publicación de estudios, investigaciones, datos e indicadores sobre la igualdad de género y la juventud; realizar jornadas de formación de jóvenes mujeres y estimular a las instituciones públicas en la elaboración de programas, proyectos y acciones para las mujeres jóvenes y niñas.

Si observamos los tres planes – construidos a partir de una intensa participación popular que reunió una diversidad de mujeres pertenecientes a organizaciones y otras no vinculadas con movimientos sociales –, podemos notar que las demandas de las mujeres jóvenes fueron frecuentemente entendidas como “naturalmente” incorporadas a la agenda general de las mujeres, sin la delimitación particular de sus especificidades. Lo anterior caracteriza también lo que fue mencionado respecto a otros segmentos poblaciones, como lo de las adultas mayores. De ese modo, el esfuerzo por la disputa de espacio no sucede solamente en el campo institucional, sino también en el campo de los movimientos sociales – aunque los movimientos sociales juveniles se hayan expresado de forma significativa en la sociedad brasilera a partir de los años 2000.

Además de las arenas políticas que se formaron gracias a las mencionadas conferencias para las mujeres, las jóvenes feministas también lograron demostrar su potencial para la incidencia política en las dos Conferencias Nacionales de Políticas Públicas para la Juventud, que sucedieron en 2008 y 2011. De los resultados de la primera conferencia, cabe citar un listado de 22 prioridades de acción para la construcción de una política nacional de juventud. Una de las prioridades fue la necesidad de implementar políticas públicas de promoción de los derechos sexuales y derechos reproductivos de las mujeres jóvenes, que garanticen mecanismos de protección a los riesgos para la mortalidad materna; de esta manera, se busca hacer valer la ley de planificación familiar – volviendo disponible el acceso a los métodos contraceptivos – y defender la legalización del aborto.

En la segunda conferencia, se observó una asistencia significativa de mujeres jóvenes. Su participación contribuyó a la aprobación de propuestas específicas relacionadas con los derechos sexuales y reproductivos, que a su vez fueron incluidas en tercer eje de la conferencia, denominado “Derecho a la experimentación y a la calidad de vida”. El listado de propuestas incluye a) la garantía de acceso de mujeres jóvenes a los exámenes preventivos y a la vacuna contra el virus del papiloma humano (VPH); b) la atención humanizada en salud y acceso a medicación; c) la discriminalización y legalización del aborto – defendido como un grave problema de salud pública que requiere una atención humanizada para las jóvenes que pasan por dicha experiencia – ; d) la promoción de los derechos sexuales y reproductivos de los y las jóvenes, tales como la distribución de preservativos y de la píldora del día después en el Sistema Único de Salud y de las Droguerías Populares. En el eje 5, denominado “Derecho a la participación”, una de las propuestas aprobadas busca que los Consejos de Juventud de Brasil se constituyan garantizando la participación de las mujeres.

En respuesta a las articulaciones y demandas encabezadas por las mujeres jóvenes, el gobierno brasilero, especialmente en las administraciones del Presidente Lula y la Presidenta Dilma (2003 a 2016), empieza a reconocer la necesidad de tener acciones específicas para ese segmento poblacional. No obstante, cabe señalar que las acciones previstas en los planes de las políticas públicas para las mujeres y para la juventud, constituidos de forma democrática en los espacios de las conferencias, presentan todavía muchos desafíos que se deben enfrentar. Uno de ellos es su aseguramiento. Por un lado, la transición entre gobiernos tiende a restar fuerza a dichas acciones que no hayan alcanzado el estatus de política de estado; por otro, la ausencia de diálogo y de compromiso con la agenda de las mujeres jóvenes por parte de gestores públicos del ámbito federal, de los estados y de los municipios afecta negativamente la institucionalización y la ampliación de dicha agenda.

Cynthia Mara Miranda cynthiamara@uft.edu.br

Doctora en Ciencias Sociales por la Universidade de Brasília (UnB), Brasil. Profesora del curso de Periodismo y del Programa de Posgrado en Comunicación y Sociedad de la Universidade Federal do Tocantins, Brasil.

Ana Laura Lobato analaura.lobato@gmail.com

Doctoranda en Ciencias Sociales en la Universidade Estadual de Campinas -UNICAMP, Brasil. Fue Asistente de Investigación de Género y Raza en el Instituto de Pesquisas Econômicas Aplicadas - IPEA, Brasil, consultora de las Naciones Unidas para la temática de género y juventud en las políticas públicas junto a la Secretaría Nacional de la Juventud, Brasil.