Introducción
En la actualidad, el tema del cuidado infantil aparece como relevante en un contexto en que el cuidado en general ha sido visibilizado como una actividad y una relación social que requieren ser problematizadas, dando lugar a un fructífero campo de discusión.
En este artículo nos proponemos presentar brevemente algunos aspectos de los debates sobre el cuidado, para plantear una propuesta que permita profundizar la mirada desde la que se lo enfoca. Con ese fin, presentamos una breve revisión del campo de estudios, para luego vincularlo con las líneas de investigación en las que nuestro equipo de investigación1 viene trabajando.
Como reflexión final planteamos que, a pesar de los interesantes avances que se evidencian en este campo interdisciplinario en construcción, resulta necesario incluir en el debate el modo en que la alteridad, y las diversas nociones y experiencias de niñez inciden en los procesos de cuidado infantil
Aproximaciones al cuidado infantil: breve revisión del campo de estudios
Los debates actuales sobre el cuidado, recuperando aportes del feminismo, señalan su carácter generizado – el cuidado como tarea atribuida a las mujeres – y ponen en tensión las relaciones entre afecto y dinero – la “economía del cuidado”, el “mercado del cuidado” –, entre trabajo y altruismo, entre lo público y lo privado, y entre la dependencia y la autonomía (Zelizer, 2009; Pautassi; Zibechi, 2013). Asimismo, autores como Badinter (1991), Arcidiácono y otros (2015) permiten señalar que el cuidado no necesariamente tiene un atributo virtuoso, amoroso, moralizante – tal como se lo ha naturalizado en el sentido común – sino que, en ciertos casos, se materializa en actividades no deseadas e implica coerción, relaciones de poder, disputas.
En este marco de discusiones, en los últimos años ha ido conformándose una interesante línea de estudios en torno al cuidado infantil – “aquel conjunto de prácticas que se dirigen a mantener la vida del niño o niña, y que usualmente se organiza a partir del conocimiento socialmente significativo, tradiciones y representaciones sobre y prescripciones del conocimiento científico” (Llobet 2011, p. 1019) –, que ha complejizado su abordaje, dando cuenta tanto de su imbricación con los procesos socioeconómicos de construcción de desigualdades sociales y el papel del Estado en las sociedades capitalistas, como de la enorme diversidad cultural que lo atraviesa.
En este sentido, encontramos, por un lado, los trabajos de Faur (2014) y de Esquivel, Faur y Jelin (2012), que desde un interés centrado en las políticas públicas, las relaciones de género y el papel del Estado, definen su tema de estudio en términos de la organización social y política del cuidado infantil en la Argentina, la cual
[…] se constituye en la actuación de distintas instituciones (Estado, familias y agencias y servicios del mercado y la comunidad) y responde a los valores simbólicos (entre ellos, las imágenes de género y la división sexual del trabajo) de una comunidad. Por consiguiente, pone de manifiesto la dinámica y la interdependencia entre factores estructurales, tendencias políticas e ideológicas y cierto “estado de la cultura” (Faur, 2014, p. 51).
Por otro lado, desde los enfoques clásicos de la antropología, el cuidado infantil se inscribía en los llamados procesos de socialización o de endoculturación, en tanto parte de los mecanismos convencionales que cada sociedad construye para introducir a sus nuevos miembros en el mundo de las relaciones sociales y transmitirle los significados culturales. En este sentido, las fuentes etnográficas han sido claves al mostrar cómo, en la mayor parte de las sociedades, cuidar de los niños no es sólo tarea de su madre y su padre, aspecto que numerosos estudios de socialización han tendido a desconocer (Weisner; Galimore, 1977), probablemente por influencia del modelo de familia nuclear hegemónico en occidente. En esta línea, consideramos relevante destacar un conjunto de investigaciones etnográficas sobre la niñez y la crianza en sociedades indígenas latinoamericanas (Cohn 2001; Lopes da Silva; Macedo; Nunes, 2002; Szulc, 2002; Hecht, 2004; Cervera Montejano, 2007; Colangelo, 2009; De Suremain, 2010; García Palacios, 2012; Remorini, 2013; García Palacios; Hecht; Enriz, 2015; Murray et al., 2015) que, al describir y analizar diferentes modos de construir y experimentar las primeras etapas de la vida, así como diversas prácticas de atención y educación infantil, iluminan la complejidad del cuidado en tanto proceso sociocultural.
Cabe destacar otra serie de estudios antropológicos que, a su vez, aportan valiosas herramientas conceptuales para pensar el cuidado en el contexto latinoamericano, como el trabajo de Santillán (2009) sobre los sentidos en tensión en torno al cuidado y las responsabilidades parentales en sectores populares del Gran Buenos Aires, donde se señala cómo en tales casos
las iniciativas ligadas con la socialización y crianza de muchos niños y niñas que viven en las barriadas populares se definen en tramas relacionales de intervención social, a cargo de actores sociales que incluyen y rebasan a las instituciones esperables para ello (como la escuela y el hogar) (p. 51).
A su vez, aún sin centrarse en la cuestión del cuidado, otros estudios ofrecen un interesante análisis de los modos de gobierno, moralización y normalización de la niñez y las familias de sectores populares, y de sus vinculaciones con políticas públicas e instituciones en diferentes contextos (Vianna, 2002; Grinberg, 2008; Fonseca; Schuch, 2009; Lugones, 2009; Barna, 2012; Magistris, 2014; Bittencourt Ribeiro, 2015; Villalta; Llobet, 2015).
En diálogo con las mencionadas contribuciones, desde hace algunos años, desarrollamos nuestras aproximaciones al campo del cuidado infantil, en diversas pero interrelacionadas líneas de investigación, que presentaremos brevemente, para ir desplegando así nuestra propuesta de abordaje.
Algunas líneas de investigación en torno del cuidado infantil
Nuestra aproximación a los estudios del cuidado se nutre de la labor que venimos desarrollando en el campo del abordaje antropológico y sociológico de la infancia, en relación con la alteridad. Nos interesa poner en juego la categoría de cuidado en otros campos, en otros contextos. Tales inquietudes vienen guiando nuestras investigaciones, en el marco del mencionado proyecto “Niñez, Alteridad y Ciudadanía”, en el cual consideramos el concepto de cuidado como una vía de acceso privilegiada para explorar los procesos de construcción de la niñez en diferentes situaciones y contextos, en tanto ilumina de manera particular las relaciones intra e intergeneracionales, así como las nociones de niño/niña, proceso vital, persona, cuerpo, parentalidad, formación, familia – entre otras –, que intervienen en ellas.
Dentro de los distintos campos y contextos que abarcan nuestras investigaciones, hemos podido relevar cómo el cuidado es concebido de diferentes modos, en ocasiones contrapuestos, que se vinculan con la pluralidad de nociones sobre la infancia y sobre la alteridad. Recurrimos al concepto de alteridad porque nos permite abordar de manera interrelacionada los procesos de formación de relaciones ligadas tanto a la diversidad como a la desigualdad. En ese sentido, tal como se hará evidente más adelante, trabajamos con diversos sectores socialmente vulnerados en Argentina, tanto con diversos pueblos indígenas, migrantes, como con otros grupos en similares condiciones de desigualdad social. Nuestras indagaciones abordan el entrecruzamiento de diversos ejes analíticos que, sólo por una cuestión de ordenamiento, presentaremos separadamente.
Aquí nos detendremos especialmente en tres de ellos: el cuidado en los ámbitos domésticos, comunitarios y barriales; la trama de cuidados que despliegan las políticas públicas y las distintas instituciones que se vinculan con los niños y las niñas; y el cuidado ante la participación de niños y niñas en el campo de la política y las actividades productivas.
El cuidado infantil en ámbitos domésticos, comunitarios y barriales
En primer lugar, en nuestras investigaciones abordamos etnográficamente cómo se despliega el cuidado de niños y niñas en diversos ámbitos domésticos, comunitarios y barriales. Aquí se destacan las relaciones que los niños mantienen entre sí y con los adultos, las experiencias que van atravesando, los espacios por los que circulan, quiénes son los encargados de los distintos aspectos de su cuidado y qué cuestiones prioriza cada quién. Así, contamos con investigaciones que han analizado las prácticas de cuidado y crianza de niños y niñas de un barrio toba/qom de Buenos Aires y, más recientemente, de Chaco (García Palacios, 2012; García Palacios; Hecht; Enriz, 2015), en comunidades y organizaciones mapuche de la provincia del Neuquén (Szulc, 2015), en poblaciones rurales de la provincia de Salta (Leavy, 2018) y en un barrio de la ciudad de Buenos Aires con población de origen boliviano (Varela, 2017). En tales contextos, venimos advirtiendo la marcada polisemia del concepto de cuidado, pues hemos relevado diversas definiciones sobre qué es cuidar, quién cuida, de qué manera y para qué, y las tensiones que en torno de esto se despliegan cotidianamente, lo cual apunta a las relaciones de alteridad que se ponen en juego. Asimismo, resulta interesante indagar la espacialidad del cuidado, cómo se va trazando una “cartografía de cuidados”. Esta representación permite observar los modos en que agencias estatales y organizaciones sociales, familiares, vecinos y pares se integran en esta trama que cuida, tanto en el caso de niñas y niños de sectores populares que habitan un barrio de La Plata, provincia de Buenos Aires (Hernández, 2016) como también en una organización barrial en la ciudad de Buenos Aires (Shabel, 2016).
Asimismo, esos trabajos nos han permitido visibilizar que las prácticas de cuidado no son patrimonio exclusivo del “mundo” adulto (Szulc, 2015; Leavy, 2018; Frasco Zuker, 2016; García Palacios, 2012; Colangelo, 2009). El reconocimiento de prácticas de cuidado por parte de los niños y niñas resulta sumamente desafiante, ya que comúnmente se los y las considera receptores y no dadores de cuidados, de acuerdo con la forma aún hegemónica de cosificar a esta franja etaria, tratándolos como objeto de las acciones de los adultos (Szulc, 2004).
Estas mismas investigaciones también abordan los modos en que se emprende el cuidado infantil desde las políticas públicas y el accionar de diversas instituciones, que presentaremos a continuación.