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Educación democrática, sin miedo y sin mordaza

Jane Santos da Silva – ¿Y cómo ve usted los impactos de esta situación, de este modelo, no solo del proyecto? Ya afirmó que incluso si el proyecto no es considerado válido como ley, ya está causando algunos impactos. ¿Cuáles serían estos impactos en la vida de la comunidad escolar y, principalmente, en la figura del docente, del profesor?

Gaudêncio Frigotto – Este impacto, así como colocaba en la pregunta anterior, viene creciendo bajo diferentes aspectos. Hasta la década de 1950, como Florestan Fernandes mostraba, incluso los profesores que venían de clase popular eran considerados funcionarios de la burguesía. O sea, tenías una escuela pública para pocos, pero era una escuela de calidad para esos grupos. En la medida en que la escuela se universalizó o tendió a universalizarse – especialmente en la enseñanza de los cuatro primeros años, después la Educación Primaria – también cambió el perfil del profesor. El profesor es cada vez más oriundo de clase media baja y de clase popular. Nosotros que trabajamos en las licenciaturas sabemos de eso. Entonces, desde el punto de vista de la sociedad, este es un trabajador menor. Tanto que si miras la curva de salarios hasta los años ’40, ’50, un profesor ganaba lo mismo que un economista, un contador, un profesional liberal. Hoy, el salario está allá abajo. Y la justificación es que son muchos. Pero esto generó un problema. En la medida en que esos profesores provenientes de las clases populares fueron formándose, haciendo especialización, haciendo Maestría y Doctorado, fueron teniendo otra lectura de la realidad política, social y económica de nuestro país. Esto se refleja en la emergencia de sindicatos docentes, y asociaciones científicas y culturales donde se disputa la visión de mundo dominante.

La década del ’80 fue fecunda tanto desde el punto de vista de visiones críticas, como de organización del magisterio de la escuela pública. Fueron retomadas las ideas de Paulo Freire y, en los estudios de posgrado, especialmente las contribuciones de Antonio Gramsci, Karl Marx y pedagogos rusos como Pistrak. Ya en la década de los ’90, cuando entra el ideario del neoliberalismo, ¿cuál es el reclamo? Que la formación de los profesores tenía demasiada teoría, cosas inútiles, demasiada sociología, demasiada filosofía, demasiada historia. Lo que el pensamiento neoliberal postulaba es que el profesor tiene que aprender a enseñar y, por lo tanto, lo que importa son las técnicas del bien enseñar. ¿No era eso lo que se decía? Pues bien. Pero no consiguieron retirar las disciplinas de sociología, filosofía, geografía, arte etc. La supresión o dilución de estas disciplinas no fue posible porque existía una presión en la sociedad. Entonces ¿cuándo fue esto posible? A partir del Golpe de Estado de 2016, con la contrarreforma de la secundaria, que liquidó a la sociología, educación física, historia, filosofía y arte.

De lo que tenemos que tomar consciencia es que la burguesía brasileña o clase dominante nunca se importó de hecho en construir una nación autónoma, lo que exigiría fuerte inversión en ciencia, tecnología y universalización de la educación básica de calidad. Nuestra burguesía es anti-nación, anti-pueblo, anti-ciencia y por eso niega sistemáticamente el derecho a la educación pública. Esto se hace evidente cuando el poderoso Ministro de Educación del Gobierno Fernando Henrique Cardoso, Paulo Renato de Souza, afirmaba que no necesitábamos tener muchas universidades, pues podríamos comprar. Podemos comprar allá afuera la ciencia y la técnica. Y eso, decía él, resulta más barato.

Ahora, lo que postula el movimiento Escuela sin Partido es control ideológico y moral: “¡cállese la boca, profesor! No tiene el derecho de tener autonomía para hablar”. Lo que da alguna esperanza es que, cuando se avanza al nivel irracional, hay reacción en la sociedad. Un ejemplo de eso es la reacción hecha por el poder judicial y por los grandes medios frente a la actitud de grupos a favor de Bolsonaro, en la víspera de la segunda vuelta de la elección presidencial, que decían que si no ganaban era porque sería fraude. Y, como manifestación de la fuerza irracional y orquestada, entraron en veinte o treinta instituciones universitarias amenazando dirigentes y profesores para crear en la opinión pública que allí estaba el antro de la conspiración. Nunca aparecemos como universidades públicas así defendidos por los grandes medios empresariales. La TV Globo hizo extensas publicaciones en los principales noticieros en defensa de la libre expresión y de la universidad. Pensadores y periodistas ultraconservadores defendiendo la libertad de expresión – incluso porque futuramente podría pesar para ellos también. Entonces, hubo ahí una marcha atrás. Eso nos da un aliento por lo menos. Eso muestra el tenor de lo que se quiere: convertir al profesor en un robot y eso corresponde a lo que es la fábrica.

Una ilustración de lo que podrá venir en el desguace de la escuela pública y de la función docente si la contrarreforma de la secundaria se aplica fue atestiguada por mí recientemente. Fui invitado para una conferencia en la Central Única dos Trabalhadores (CUT) – Sur, antes de la elección, ya con la contrarreforma de la escuela secundaria aprobada. Durante la mañana, tenía un taller con sindicalistas y, de tarde, una conferencia abierta. Ahí, vinieron muchos profesores del estado y un profesor dijo lo siguiente: “mira, yo salí de una reunión de mañana de la primera escuela que aplica la contrarreforma de la escuela secundaria en Florianópolis. ¿Quién va a dirigir el proyecto pedagógico, contenido, forma y método, con todo lo que viene pasando?”. La directora va a ser la conserje y el profesor va a ser un robot. Ahora, ¿cuál es el impacto? El impacto es esa pedagogía del miedo. Yo anduve mucho, de 2016 para acá, en por lo menos 20 estados, debatiendo con los sindicalistas y con profesores, de la enseñanza básica, sobre todo. Están apavorados, con miedo de perder el empleo y muchos están absolutamente por fuera de lo que está sucediendo. ¡Esto es dramático!

Gaudêncio Frigotto gfrigotto@globo.com
Graduado e Bachiller en Filosofía y graduado en Pedagogía por la UNIJUI, Brasil, magíster en Administración de Sistemas Educacionales por la Fundação Getúlio Vargas do Rio de Janeiro, Brasil, y doctor en Educación: Historia, Política, Sociedad, por la Pontifícia Universidade Católica de São Paulo, Brasil. Profesor asociado en la Universidade do Estado do Rio de Janeiro (UERJ), Brasil y profesor Titular (retirado) en Economía Política de la Educación de la Universidade Federal Fluminense (UFF), Brasil.
Jane Santos da Silva jane64santos@gmail.com
Bachiller y licenciada en Historia y en Ciencias Sociales. Magister en Política Social y Trabajo y doctora en Servicio Social. Actualmente es docente de la Universidade Federal do Estado do Rio de Janeiro (UNIRIO), Brasil, en el Departamento de Fundamentos da Educação de la Escola de Educação. Su investigación se concentra en el área de historia de las políticas educacionales.
Andréa Martello deamartello@gmail.com
Doctora en Teoría Psicoanalítica por la Universidade Federal do Rio de Janeiro (UFRJ), Brasil. Profesora Adjunta del Departamento de Fundamentos de la Educación, en la Escola de Educação de la Universidade Federal do Estado do Rio de Janeiro (UNIRIO), Brasil. Realiza investigación y proyectos de extensión en el área de infancia, juventud y formación de profesores.