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El problema social de la obesidad y su prevalencia entre niños/as y adolescentes

Entrevista de Rosangela Alves Pereira con Rosely Sichieri

Rosangela Pereira – Antes que nada, me gustaría agradecer a la profesora Rosely por haber aceptado la invitación para esta entrevista. La idea es que hablemos un poco sobre la cuestión de la obesidad en la infancia. Hoy, sabemos que una cuarta parte de los adolescentes brasileños presenta sobrepeso. En niños/as menores de 10 años, el cuadro parece ser aún más grave: más de un tercio de esos niños/as son afectados por el exceso de peso. Usted, que es una investigadora que se ha dedicado a este tema durante bastante tiempo, ¿podría hacer una retrospectiva de cómo comenzó a investigar este asunto y sobre qué la motivó?

Rosely Sichieri – Agradezco la invitación. Siempre es bueno hablar de temas sobre los cuales nos centramos. En realidad, casi todos en mi generación que trabajamos con obesidad y exceso de peso llegamos a este tema por la vía de la desnutrición. Brasil, en la década de los setenta del siglo pasado, tenía un volumen grande de investigación desarrollado por grandes investigadores, inclusive grandes investigadores sociales, en el área de la desnutrición. Yo comencé por allí, investigando la anemia, que es un importante problema de salud pública inclusive actualmente. Entonces, es importante recordar que convivimos hoy con las obesidades y aún con los problemas de las carencias. En el pasado, el término malnutrition en inglés era sinónimo de desnutrición y hoy en día engloba todas las formas de mala nutrición: carencias y obesidad.

Volviendo a la pregunta, fui a hacer un postdoctorado en los Estados Unidos en 1989 y, obviamente, allá el tema era la obesidad. Entonces, trabajé con obesidad allá y, al volver a Brasil, estaban saliendo los datos de la Pesquisa Nacional sobre Saúde e Nutrição (PNSN) y fui llamada para analizar esos datos. Fue en ese momento que comenzamos a ver que la obesidad se configuraba como un importante problema de salud pública. La prevalencia del exceso de peso del 30% en los adultos era el doble de la prevalencia de la desnutrición. La importante variación según ingreso y regiones del país claramente indicaban que el mayor acceso a bienes y servicios estaba en la base de estos cambios observados en los índices de disturbios nutricionales.

Rosangela Pereira – ¿Cuáles son los principales temas y líneas de investigación sobre la obesidad como un problema en la infancia y en la adolescencia con los que ha trabajado y que se destaquen en el panorama nacional, principalmente?

Rosely Sichieri – En 1993, publicamos los datos de Brasil para adultos y, en 1994, para adolescentes, con datos de 1989. Pero, en aquel momento, comparado con los adolescentes americanos, lo que más se destacaba, aún en áreas de mayor nivel socioeconómico, era la estatura hacia el fin de la adolescencia, que era mucho menor entre los brasileños. Creo que perdimos mucho tiempo porque, inicialmente, casi todas las investigaciones veían el problema de la obesidad en adultos y, cuando nos dimos cuenta, cada nueva generación venía con más obesidad, y se constató que ese problema comenzaba de forma cada vez más temprana. Un problema con los adolescentes, y que fue objeto de nuestro estudio en 2003, era cómo clasificar a los adolescentes por su grado de sobrepeso, pero cuando los datos nacionales de 2008-2009 fueron publicados, quedó en evidencia que el aumento de la obesidad, particularmente en los niños, era alarmante.

Y hoy sabemos que, si pensamos con cuidado, esta línea de cuidado tiene que comenzar en el período prenatal, durante el embarazo, porque estos factores se van acumulando a lo largo de la vida. Un niño que sufre de algún problema, y no un problema de obesidad, un problema de retardo del crecimiento intrauterino, un problema de prematuridad, tiene más chances de tener disturbios desde el punto de vista de la obesidad y del exceso de peso en el futuro. Entonces, es una cosa extremadamente compleja que no podemos localizar en un solo momento. Si quisiéramos provocar un impacto realmente importante en esta reducción de la obesidad, tendríamos que comenzar en el embarazo. Y las madres están cada vez más con sobrepeso, factor de riesgo para la diabetes gestacional, que predispone a los niños a nacer con pesos más altos. Y tenemos, en Brasil, para empeorar todo esto, altos índices de cesáreas que, al mismo tiempo, hacen nacer bebés prematuros y niños con bajo peso. Tanto los nacidos con bajo peso como aquellos con peso elevado para la edad gestacional tienen mayor chance de obesidad en la vida adulta. Entonces, eso es extremadamente complejo y solamente cuando se piensa en toda la línea de evolución del ciclo de la vida es que se consigue tener un impacto mayor sobre la cuestión de la obesidad.

En el campo de la obesidad infantil, nuestro grupo de investigación se ha dedicado, principalmente, a evaluar acciones que promuevan la reducción del aumento de peso en adolescentes.

Rosangela Pereira – ¿Le gustaría agregar algo, incluyendo la parte ambiental? ¿La cuestión de los estímulos para el aumento del consumo y la reducción de la actividad física serían un tema para investigar?

Rosely Sichieri – El problema es que estos estímulos ambientales son tantos y tan dispersos como complejos. Todos imaginamos que no hace bien la cantidad de agrotóxico que hay en la alimentación. Ahora, ¿cómo abordamos eso? ¿Cómo conseguimos probar que esas cosas están realmente asociadas a la obesidad? Es un problema extremadamente complejo. Por otro lado, la obesidad no es una cosa del individuo. La obesidad es una enfermedad del ambiente, es una enfermedad social. El enfoque más reciente sobre la obesidad la incorpora a las enfermedades carenciales como la desnutrición, en un complejo entendido como sindemia de mala nutrición1. Esta sindemia refleja complejas interacciones de los sistemas de alimentación, agropecuario, transporte, diseño urbano y uso del suelo que requieren cambios globales urgentes. Este carácter sindémico explica nuestras dificultades para mitigar después de que se instalan los casos de obesidad y aún su prevención. Tenemos la experiencia de más de 10 años con escolares, promoviendo consumo alimenticio saludable y, aunque sea posible mejorar la calidad de la alimentación con estas acciones, reducir la obesidad es casi imposible. Lo mismo se puede decir de innúmeras dietas promocionadas para el adelgazamiento.

1 – SWINBURN, B. A.; KRAAK V. I.; ALLENDER, S. et al. The Global Syndemic of Obesity, Undernutrition, and Climate Change: The Lancet Commission report. Lancet, v. 393, n. 10173, p. 791-846, 2019.
Rosely Sichieri rosely.sichieri@gmail.com
Profesora Titular de Epidemiologia Nutricional del Instituto de Medicina Social de la Universidade do Estado do Rio de Janeiro (UERJ), Brasil. Médica sanitarista, doctora en Nutrição em Saúde Pública por la Universidade de São Paulo (USP), Brasil, postdoctorado en Harvard, EEUU, Departamento de Nutrición.

Rosangela Alves Pereira rpereira@uol.com.br
Profesora Asociada del Departamento de Nutrição Social e Aplicada, Instituto de Nutrição Josué de Castro, de la Universidade Federal do Rio de Janeiro (UFRJ), Brasil. Nutricionista por la Universidade Federal Fluminense (UFF), Brasil, con maestria y doctorado en Saúde Pública por la Escola Nacional de Saúde Pública, Fundação Oswaldo Cruz, Brasil. Docente universitaria desde 1981, actúa en el área de Epidemiologia Nutricional con foco en investigaciones sobre el consumo alimentar y condiciones de salud y nutrición.