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Comuna de la Tierra D. Tomás Balduíno: aproximaciones a partir de palabras e imágenes creadas por niñas y niños asentadas(os)


Fotografía producida por un grupo de niños (acervo de las autoras)

“El Pueblo es el inventalenguas en la malicia de la maestría el astuto”
(Haroldo de Campos)

Revolver la tierra, para comenzar

Es conocida la histórica y estructural desigualdad social que existe en Brasil. Una de sus caras muestra que el acceso a la tierra ha sido expresión del privilegio y la fuerza de algunos pequeños y poderosos grupos sociales que, a lo largo de siglos, han concentrado gran cantidad de tierras, generando un aumento de la pobreza1 y conflictos por las tierras en el campo, mientras han expuesto diariamente a grandes contingentes de habitantes y trabajadores a un duro camino de enfrentamiento de problemáticas sociales. Con el pasar de los siglos, en Brasil, se fueron materializando los impases y fue saliendo a la luz la urgencia de debatir sobre la disputa por la tierra y sus usos, junto a la urgencia de proyectar formas justas e igualitarias de vivir en el campo y en la ciudad.

A pesar de la importante producción académica en torno a los conocimientos y experiencias que parten del saber de las y los habitantes del campo, sobre todo dentro de los campos teóricos de la educación y la infancia, principalmente, los trabajos de Edna Rossetto (2008; 2016), Roseli Caldart, (2000; 2014), Ana Paula Soares da Silva, Jaqueline Pasuch y Juliana Benzonn da Silva (2013) Ana Paula Soares da Silva (2014) y otros autores, consideramos que todavía existe la necesidad de conocer el cotidiano de las comunidades que habitan el campo, cuyas voces y cuerpos son descalificados en la disputa por la tierra, lo que origina el desconocimiento de sus formas de vida, luchas, proyectos políticos y conquistas, y la naturalización de estas conquistas como si fuesen menos importantes. Se trata de un amplio proceso de desconsideración, cuyo propósito y riesgo es el de que estos grupos pasen por un extenso y duro camino de olvido y de silenciamiento de sus voces y reivindicaciones.

Creemos que existe un idioma propio de la infancia que vive en el campo y sus dichos – a través de la palabra, las imágenes, el cuerpo y los gestos – son fundamentales, diferentes y poco conocidos. Idioma en gestos y cuerpos que al expresarse en público y en prácticas políticas, tales como asambleas, la faena con la tierra o las Cirandas Infantiles, ponen en evidencia el tono de la trayectoria y de la vida en las ocupaciones y asentamientos, a la vez que nos muestran un tiempo presente que, si bien es de lucha permanente, es también de conquistas y de proyección de un futuro de igualdad de derechos y condiciones de vida. El Movimiento de los/as Trabajadores/as Rurales sin Tierra (MST), con su fuerza y sus gestos, representa un obstáculo que atraviesa y contraría la imposición de un tiempo de exterminio de ideas y propuestas igualitarias, políticas y colectivas de organización y prácticas sociales y políticas.

Achille Mbembe (2016) nos ha inspirado a pensar sobre la presencia soberana de aquellos que actúan como si tuviesen el derecho de matar y escoger cuáles grupos deben vivir y cuáles pueden ser exterminados. Muerte no solo del cuerpo físico, sino también de propuestas y proyectos de determinados grupos, de acciones y relaciones con el otro, de formas de estar y posicionarse en el mundo. Reflexionar sobre esa propuesta nos permitió conocer y comprender a los luchadores por la tierra, su derecho a vivir en ella y sacar de ella su justo sustento, como práctica que frena, sujeta y altera, aunque de a poco, las intempestivas formas y técnicas de muerte actualmente en curso, con las que “ejercitar la soberanía es ejercer control sobre la mortalidad y definir la vida como forma de implementación y manifestación de poder” (Mbembe, 2016, p. 123). Se destaca que las niñas y los niños están comprendidos en ese proceso y por eso creemos que sus presencias son fundamentales como marcos para registrar sus existencias y formas de comprender el mundo, un fuerte y sublime modo de resistir.

Saskia Sassen (2016) se aproxima a tal reflexión incluyendo otro aspecto. Lo que encontramos, según ella, es una lógica de expulsiones de personas y grupos sociales de sus lugares de origen, lo que deriva, a veces, en su completa exclusión del mapa. La autora nos presenta una tesis importante: la de que estamos ante transformaciones depredadoras, y ya no ante una élite depredadora, que domina partes del mundo e impone sus modos de administrar, diríamos que no solo la economía, sino también, junto con ella, modos de pensar y actuar, así como, las formas de las organizaciones sociales y culturales. Así, afirmamos que el MST se encuentra en la contrapartida de esa lógica capitalista que centrifuga ideas y prácticas sociales igualitarias,y, tal como nos interesa en este artículo, implica a los niños como grupos que no pueden ser olvidados, cuyas voces engrosan y condensan reivindicaciones.

Partiendo del amplio espectro de los contextos sociales de la lucha por la tierra, en especial, impulsados por el MST, presentamos reflexiones a partir de un recorte bastante delineado: se consideran los niños y niñas asentados(as) y sus formas singulares de lucha radicadas en la tierra, así como sus modos de vida y maneras particulares de ver el mundo del campo. Son traídos aquí algunos aspectos de la vida de esas niñas y niños que viven en un asentamiento urbano del MST, la comuna de la Tierra Dom Tomás Balduíno, esto, mostrando imágenes fotográficas creadas colectivamente por esos chicos con edades que varían de los 5 a los 12 años, y que, en pequeños grupos, captaron escenas cotidianas escogidas por ellos mismos.

No se pretende con este trabajo agotar el debate sobre el tema infancia en el campo, ni tampoco presentar un texto que reúna solamente las voces y los puntos de vista de las niñas y los niños. Aunque sean importantes, de acuerdo con nuestra experiencia de campo, las conversaciones y la captura de las imágenes artesanalmente se fue entrecruzando y fue tejiéndose con narrativas muy próximas. Así, intentamos traer, aunque de manera muy breve, un pequeño pedazo de la Comuna de la Tierra Dom Tomás Balduíno, ya sea indirectamente, a través de nuestras narrativas de mujeres adultas investigadoras, o a través de los diálogos y las fotografías elaborados por las niñas y los niños.


Fotografías producidas por un grupo de niños (acervo de las autoras)

La Comuna de la Tierra Dom Tomás Balduíno, se encuentra a 45 kilómetros de la ciudad de São Paulo, municipio de Franco da Rocha. Es en esta Comuna del MST – tal como se definen los asentamientos que se ubican dentro de las grandes ciudades – que partimos para la elaboración de este ensayo, con el que estamos invitando a las lectoras y a los lectores a participar, junto a nosotras, de un recorte de la investigación Ser niña y ser niño en el asentamiento MST: que registran los chicos con sus cámaras fotográficas?2Esta investigación se propuso conocer las relaciones cotidianas entre niñas y niños asentadas(os), pero involucrados aún, junto a las adultas y los adultos, familiares o no, en la lucha por la tierra, por la reforma agraria y por la organización de los trabajadores rurales en ese mismo territorio.

Se presentan reflexiones que buscan, de manera amplia, aproximarse al cotidiano infantil en el asentamiento, a partir de fotografías producidas por las niñas y niños, como parte de una serie de experiencias vividas que involucran la producción de imágenes a lo largo del desarrollo metodológico de la investigación. Se resalta el papel de las niñas y los niños como creadoras (es) de las fotografías, aquí afirmadas como fuentes documentales y manifestaciones expresivas. Son esas fotos junto a los hombres y mujeres, las inventalenguas, como diría el poeta, capaces de expresar las comprensiones y proyecciones de tantas formas de lidiar y estar en el mundo, y en este caso, el mundo del campo.

Este trabajo fue realizado con la participación de 12 niñas y niños dentro del Asentamiento Dom Tomás Balduíno y en situaciones diversas que implicaban, desde el relacionamiento familiar, hasta los paseos por la Comuna y la participación en el Encuentro Regional de los Sem Terrinha, forma como se denomina a las niñas y niños en el MST. Nuestra participación se dio por medio de una invitación abierta realizada por María, responsable de la Ciranda Infantil.

En este sentido, consideramos para el trabajo los talleres de fotografía pinhole que se realizaron en la Ciranda. Por espacio de ocho meses frecuentamos el territorio estudiado, que cuenta actualmente con 62 familias y muchas niñas y niños de todas las edades. Los cultivos agrícolas delimitan los límites del local, en especial, el cultivo de hierbas para uso cosmético que fueron presentadas con orgullo como muestra de una conquista y como evidencia de las expectativas de ampliar en el futuro el tamaño de esta experiencia productiva. Optamos por la fotografía como forma para capturar las escenas del día a día, imágenes tomadas por las niñas y los niños. El trabajo fue realizado a través de la técnica pinhole, de carácter artesanal, lo que implicó un largo tiempo de investigación del escenario u objeto a ser fotografiado. Marisa Mokarzel (2014) al definir las prácticas del fotógrafo Miguel Chikaoka afirma que “proceso” sería la palabra clave para entender esta técnica fotográfica en la que se consideran como puntos relevantes el intercambio de afectos, el conocimiento y la interacción humana.

Las cámaras fotográficas son hechas con latas de metal de diferentes tamaños que fueron reutilizadas. El juego con la lata y buscar el objeto a ser fotografiado se combinan formando una dinámica entre todos los participantes a través de un rico proceso que implica conocer la escena fotografiada y reconocerla, de conjunto con todo el proceso de revelado, en el cual se experimenta el transcurso de la fotografía, desde la confección de la cámara de lata, hasta el revelado en un local oscuro, que, vale la pena citar, junto con las niñas y niños, representó uno de los puntos más altos del trayecto realizado.

Durante seis oficinas fueron creadas 30 fotos con un promedio de dos o tres fotos por cada grupo de niñas y niños. Se presentan en este trabajo apenas una muestra de seis fotografías consideradas representativas de todo el conjunto3. A lo largo de recorridos realizados en caminatas para captar en diversos sentidos el espacio físico y el ambiente del asentamiento, se constituyeron grupos de niñas y niños de diversas edades. La confección y elaboración de las cámaras para posteriormente realizar y revelar las fotos fueron procesos colectivos, es decir, se realizaron por grupos de niñas y niños tomando fotografías en cada parte del proceso. Se optó por no colocar el nombre de un único autor para no correr el riesgo de excluir a alguien sin la debida referencia nominal, pero debemos informar que todos los grupos fueron formados por niñas y niños de manera aleatoria y tales grupos se componían y descomponían de manera constante.

Como ya fue mencionado, el punto de vista de las niñas y los niños se hace presente, bien sea de modo indirecto en nuestras narrativas, o bien sea por las fotografías creadas por ellos, así como también, a través de otros paisajes como sus observaciones a lo largo de este estudio. Para esto, buscamos la construcción de un texto que permite el entrecruzamiento de varias perspectivas de las niñas y niños con las de las personas adultas. Tenemos entonces, una coautoría. Somos tres mujeres para escribir: Marcia, María y Paula, quien en esa época era habitante del asentamiento referido, por lo que su mirada, que fue fundamental, nos condujo a una mayor comprensión del lugar, bien como, nos permitió la entrada en el espacio. Escribimos juntas parte de la historia de la investigación, con la cual también se lucha.

1 – Vale destacar el retroceso que se está imponiendo a la población brasileña y a las relativas conquistas democráticas, como de carácter social y económico. Según el relato de la Comisión Pastoral de la Tierra: desde el 2003 la violencia en el campo brasileño no había sido tan alta como lo fue en el 2017. El número es 16,4% mayor que en el 2016, cuando se produjeron 61 asesinatos, casi el doble del 2014, con 36 víctimas. El análisis consta en el informe Conflitos do Campo Brasil 2017, Comissão Pastoral da Terra (CPT).
2 – La investigación contó con la coordinación de Daniela Finco, UNIFESP- Guarulhos y el financiamiento del CNPq, entre los años 2010 y 2012, y tuvo como integrantes a las coautoras del trabajo.
3 – En algunos pasajes optamos por repetir algunas fotos con el objetivo de resaltar imágenes y reflexiones de ellas venidas.
Marcia Gobbi mgobbi@usp.br

Graduada y licenciada en Ciencias Sociales - Universidade de São Paulo (USP), Brasil. Maestría y Doctorado en educación, Sociedad y Cultura - Universidade de Campinas (UNICAMP), Brasil. Profesora Doctora de la Faculdade de Educação - USP

Maria Cristina Stello Leite mariastello@gmail.com

Graduada y licenciada en Ciencias Sociales - Universidade de São Paulo (USP), Brasil. Maestría en Educación - Faculdade de Educação - USP y doctorante en la misma institución.

Paula França pauladasilvafranca@gmail.com

Pedagoga – Universidade Federal de São Carlos (UFSCAR), Brasil, en el curso Pedagogía de la Tierra. Militante y coordinadora regional de Educación del Movimento dos/as Trabalhadores/as Rurais sem Terra (MST), Brasil.