Conflictos y diferencias generacionales en el uso de las tecnologías digitales

Nuevas rivalidades, nuevos conflictos de poder

Internet se ha “naturalizado” en la vida cotidiana porque se ha instaurado como una necesidad, pero esta necesidad subjetivamente se vive de manera distinta. Mientras los jóvenes incorporaron las TIC como parte de la experiencia vital de ser niños, adolescentes y jóvenes en esta sociedad, los adultos lo vivieron en la mayoría de los casos como una dramática imposición que violentaba la forma conocida e instituida de hacer de las cosas. Se trata de una experiencia que se incorporó como producto del temor a la exclusión: ser desplazado de cierto lugar afectivo, laboral, cultural o intelectual.
En una investigación realizada en el año 2007 con familias de distinta condición socio cultural que tenían una computadora en su casa y acceso a Internet en el hogar o en el trabajo, todos los entrevistados de más de 40 años relataron sus procesos de incorporación y socialización de dichas tecnologías a partir de las demandas que se dieron en sus trabajos, la presión de los hijos, o los cambios en la vida cotidiana. Todos estos adultos vivieron la iniciación como una suerte de duelo de voluntades, en el que generalmente ganaba la máquina. La pérdida de un archivo, la invasión de un virus o la dificultad de manejar un programa implicaban -y aún implican-, una considerable carga de angustia y atentado a la autoestima.
En la mayoría de los casos la iniciación de los adultos mayores de 40 años en Internet fue propiciada o apoyada por los hijos, a quienes recurrían permanentemente para solicitar ayuda y “paciencia”. Este fenómeno de inversión de la autoridad, que también es habitual en las escuelas (Gros Salvat, 2000¹) , genera conflictos inéditos en las relaciones filiales y una reorganización simbólica del poder dentro del hogar que no sólo afecta el lugar del conocimiento sino también los códigos morales y normativos que regulan la comunicación doméstica. En el caso de los maestros las dificultades para usar las nuevas tecnologías suelen provocar sentimientos aún más profundos de ansiedad e inseguridad porque cuestionan directamente su autoridad frente a los alumnos.

“(…) yo veía que los chicos en mi escuela hablaban que encontraban textos muy buenos de algunas materias en Internet y yo en verdad me traumaba porque yo ni utilizar estos procesadores de palabras sabía entonces me sentí como amarrada de pies y manos, de repente me sentía como un dinosaurio reviviendo en la época moderna. (Guadalupe, 5i años, Psicóloga, directora Esc. Secundaria Técnica)
“Los alumnos recurren a ti creyendo que tu sabes más que ellos, pero en estas cosa resultas aprendiendo de ellos. Siempre es una situación incómoda y complicada. Cuando instalaron la sala de cómputo, los alumnos se quejaban del profesor, porque según ellos no sabía lo suficiente y por lo tanto no les explicaba, entonces llegaban a contarme las clases y yo no entendía cuál era el problema. Eso era muy angustiante, porque los alumnos hicieron toda una revolución y yo era incapaz de entender sus argumentos y también los del profesor (Juan, 48 años, subdirector secundaria, Chalco, Estado de México)

Los hijos, que por lo general muestran al principio buena disposición para iniciar o auxiliar a sus padres en el manejo de las TICs, la demanda constante termina provocándoles fastidio. Este fastidio no sólo se explica por la falta de pericia de los padres y los maestros en aprender algo que para ellos resulta tan obvio, sino porque coloca a los adultos en un lugar de extrema dependencia en la relación que emocionalmente les resulta difícil de procesar.
De repente los padres se infantilizan: se vuelven demandantes, dependientes, y tienen muy poca capacidad de frustración. Y esto se traduce -según manifiestan los jóvenes- en que no hacen ningún esfuerzo por aprender o resolver las cosas por sí mismos.
Por otra parte, la autoridad tradicional de los padres se asentaba en la incuestionabilidad de lo que sabían y valoraban, que provenía de las tradiciones familiares y comunitarias, o de la cultura oral y libresca. Pero la incorporación de las nuevas tecnologías de comunicación en el hogar contribuye subjetivamente a erosionar las fuentes de legitimación de esos saberes. Este poder tradicional de administración del saber se ejercía en la selección de los relatos y se reforzaba simbólicamente con la compra de diccionarios, enciclopedias, libros de arte, de cocina, de oficios, de literatura, para los hijos -aunque los padres nunca los leyeran-, y, también, en la designación de espacios y tiempos para hacer las tareas, mirar la televisión o jugar. En este esquema de poder la escuela era una aliada incondicional, porque mucho de este capital simbólico estaba vinculado a la educación como reproducción del status quo, o como estrategia de movilidad social.

1- Según Gros Salvat las causas generadoras de las actitudes negativas de los maestros, son las deficiencias en el conocimiento de las herramientas, la falta de tiempo y medios para incorporarlas, el miedo a evidenciar carencias ante los alumnos, y la idea de que la computadora puede sustituirlos..
Rosalía Winocur rosaliawinocur@yahoo.com.mx

Rosalía Winocur es profesora e investigadora en el Departamento de Educación y Comunicación de la Universidad Autónoma Metropolitana de México. Es antropóloga, especializada en los usos cotidianos de las tecnologías de información y comunicación en sectores de diversa pertencia socio cultural. Su último libro, Robinson Crusoe ya tiene celular, fue publicado por Siglo XXI México.