Foto: Wiechert Visser

Habitares juveniles en la ciudad de México. Diferencia y desigualdad

Los jóvenes varones recién llegados viven en la periferia de la ciudad o en los predios indígenas de la zona céntrica de la ciudad, rentando una habitación o están alojados con familiares pertenecientes a generaciones migrantes anteriores. Estos últimos, construyeron redes familiares y comunitarias étnicas de apoyo para insertarse laboral y culturalmente en la ciudad, que funcionan tanto para las mujeres como para los varones. Éstas les ayudan a encontrar trabajos temporales como albañiles u otros empleos para empresas de la construcción y servicios. Ellos se desplazan largas distancias en la ciudad y su zona conurbada para ir a trabajar o encontrar trabajo. Las jóvenes llegan a trabajar de tiempo completo en el servicio doméstico y viven en las zonas residenciales donde prestan sus servicios. Los recién llegados están muy vinculados a sus familias y pueblos de origen, a las que envían dinero y con los que se encuentran en contacto constante. El ser recién llegado condiciona fuertemente su percepción de la ciudad como puente para la consecución de sus metas inmediatas, ganar algo de dinero, enviarlo a sus familiares, volver con sus amigos de la infancia y su entorno afectivo familiar. Sin embargo, la experiencia cotidiana, un acceso rápido a empleos, el tiempo libre del que se disfruta a pesar de lo pesado y extenso de las jornadas laborales, los nuevos conocidos en su mayoría jóvenes, los hacen ir postergando su retorno al pueblo, ir cambiando su percepción sobre la ciudad y experimentar su juventud de una manera más prolongada y menos acotada a la costumbre. En la actualidad también presionan sobre estas decisiones, las actuales formas de ser joven rural, una de cuyas particularidades es “asumir la aventura de la migración” a fin de concretizar la “percepción subjetiva de éxito” (Pacheco, 2003).
Sus tiempos y espacios de ocio están acotados por los días libres, sábado por la tarde o domingo. El espacio urbano se presta para el anonimato y la creación de estilos de vida diferentes, situación que tensiona poco a poco la vida de los jóvenes migrantes en tanto se opone a las formas conductuales colectivas tradicionales de sus culturas de origen. Detecté algunos espacios públicos de socialidad juvenil migrante indígena: La Alameda, el Bosque de Chapultepec, La Villa, Xochilmilco, Parque de los Venados, Deportivo Venustiano Carranza, entre otros. La selección de sus lugares de encuentro en la ciudad expresa un fuerte arraigo en sus culturas de origen: parques, plazas, deportivos y otros espacios con mucho verde, que de alguna manera les recrean las maneras conocidas de estar juntos, y que a la vez les posibilitan conocer a otros jóvenes. Empero, a diferencia de los pueblos, lo que los jóvenes buscan en estos espacios son espectáculos culturales, musicales, cinematográficos, teatrales, así como lugares para bailar, comer y estar entre amigos o con la pareja y poder ser jóvenes, prácticas consideradas urbanas. La interculturalidad básicamente se experimenta con otros pertenecientes a grupos étnicos, pero casi nunca con los chavos mestizos de la ciudad. Sus lugares recreativos son espacios de lo negado: ir a la Alameda es ir a ‘gatear’, ir con los ‘nopalitos’2. Sin embargo, la persistente y constante concurrencia de los migrantes indios a la Alameda ha demandado servicios y lugares privados de ocio cada vez más equipados y seguros para ellos/as.
Recientemente, en estos espacios se han hecho visibles jóvenes indígenas con atuendos espectaculares – que incorporan, hibridizando, elementos y códigos estéticos promovidos por el mercado, los medios y las subculturas juveniles urbanas circulantes -, con nuevos gustos musicales y circuitos de diversión, a los que Gama (2009) y Sánchez Chávez (2009) denominan ‘mazahuacholoskatopunks’3. Ellos y ellas han pasado de la copia a la creación de un estilo propio con el cual interactuar entre ellos y con otros jóvenes en la ciudad.

2 Gatear proviene de gato/a, forma discriminatoria de denominar a las empleadas domésticas, generalmente de origen indígena. Nopal, cactácea mexicana y parte de la dieta diaria de los mexicanos. Ambos términos hacen referencia a los indígenas como personas de calidad inferior.
3 Término compuesto por cuatro vocablos: ‘mazahua’, una de las 62 etnias mexicanas, ‘cholos’, subcultura transfronteriza norteña, ‘skatos’ o ‘skates’ y ‘punks’, ambas subculturas juveniles. Refiriendo a los colores fuertes y la mezcla híbrida de sus vestimentas y peinados.
Maritza Urteaga Castro Pozo maritzaurteaga@hotmail.com

Professora Investigadora de Postgrado en Antropología Social em la Escuela Nacional de Antropología e História – ENAH, Universidade Nacional Autónoma del México – UNAM. Entre sus libros más recientes están: La construcción de la realidad juvenil. Jóvenes mexicanos contemporáneo (México: Juan Pablos Editores, UAM, 2011); Cultura y desarrollo. Una visión crítica desde los jóvenes (México: Paidós, UAM, 2012); Jóvenes, culturas urbanas y redes digitales (México: Ariel, Fundación Telefónica, UNED, UAM, 2012).