Trendys y jóvenes emprendedores en la ciudad de México
Conocidos en otras partes del mundo como ‘millenials’4, los jóvenes ‘trendsetters’5 estudiados representan otra forma de hacer y habitar la ciudad de México. ‘Trendsetter’ es un categoría del ‘marketing’ que significa “posicionados en la tendencia” (de estilos de vida por venir), si bien sólo recientemente he encontrado un mejor término, el de “emprendedores culturales”, aquí lo uso para referirme a aquellos jóvenes integrantes de la categoría de personas que Hannerz (1998) denomina “especialistas de la expresión” o “personas que se ocupan de la cultura” que viven en las ciudades mundializadas. Los ‘trends’ son jóvenes nacidos en la ciudad y tienen entre 21 y 32 años de edad; solteros y sin hijos, viven con su familia de origen o comparten departamento con algún familiar y/o amigo(a).
Se especializan en algunas actividades de tipo expresivo con un marcado sello generacional que trasciende sus orígenes de clase (el límite inferior es el de clasemedia baja): se concentran en carreras creativas como diseño (gráfico, textil, industrial, arquitectónico, de moda, joyería, mobiliario), publicidad, arquitectura, comunicación, artes plásticas, cine, video, e incursionan en otras especializaciones que fomenten su creatividad y complementen su formación como actuación, locución, promotoría y difusión cultural, fotografía, serigrafía, arte visual y sonoro. Sus productos culturales son artístico funcionales a la vida moderna en la ciudad y su trabajo creativo es para cierto segmento del mercado. Consideran posible crear en lo comercial y vivir de su trabajo creativo. Desde el marco organizacional del mercado, son instauradores de ciertos productos culturales novedosos, más precisamente, son generadores de nuevas demandas entre clientes que están a la caza de bienes, servicios e ideas nuevas para luego comercializarlas en gran escala a través del mercado. Desde el marco “forma de vida”, los ‘trends’ se ubican de una manera particular entre los generadores y difusores de novedosos estilos de vida y de trabajo. Si bien comparten con las vanguardias ciertas concepciones sobre el trabajo ― como fuente de placer, satisfacción estética e innovación — lo que los identifica es su pasión emprendedora: su capacidad de tomar el riesgo de emprender nuevas ideas y difundirlas entre públicos y mercados a partir de asociarse con otros creativos. Trabajan en varios proyectos creativos a la vez, no son grupos compactos, forman redes de colaboración y extienden sus vínculos entre artistas, técnicos, artesanos, empresarios jóvenes, cineastas, personajes subculturales, profesionales en las carreras creativas, en comunicación y otras – a los que conocen durante los momentos de ocio creativo y su rolar la ciudad. Trabajar y divertirse es parte de una misma realidad y las fronteras entre el ocio y el trabajo son muy borrosas. Estos jóvenes se caracterizan por su profusa interacción social con diferentes grupos y redes sociales (cara a cara y virtuales) y valoran con intensidad las experiencias que cada red aporta a su sensibilidad creadora, configurando así un amplio capital vinculante.
La megaciudad de México les ofrece, con todas sus contradicciones sociales y desigualdades, una diversidad de formas de vida que alimentan su creatividad. Los ‘trends’ viven la ciudad como fuente de inspiración, diversión y trabajo. Delimitan sus circuitos de diversión en la zona históricamente urbanizada de la Ciudad de México – Centro Histórico, Polanco, Condesa y Roma, San Rafael, Escandón, Santa María la Ribera y colonias aledañas -, instaurando una tendencia metropolitana en los usos y apropiaciones del espacio urbano: rutas de ocio con lugares urbanos tradicionales (cantinas, pulquerías, salones de baile, circos, plazas, heladerías, taquerías, ferias ambulantes), abandonados (casas, edificios, teatros, vecindades, hoteles), ‘underground’ (bares, antros, terrenos baldíos en donde se instalaban los ambulantes), centros culturales (museos, casas de cultura, cine clubs, galerías, salas de exposición), más comerciales (plazas, boutiques, cines, restaurantes, cafeterías, discotecas) y ferias de venta (El Chopo, Plaza Peyote, La Raza, La Lagunilla, Santa Martha Acatitla). En ellos se espera interactuar con un otro distinto a si mismos.
Deseo llamar la atención sobre las maneras en que las dinámicas artístico, político y divertidas de los ‘trends’, de los mundos bohemios y subculturales y de las culturas artísticas en esta zona, con graves problemas urbanos desde el sismo de 1985, fueron participando en una revaloración urbana de la zona céntrica metropolitana que hoy los mercadólogos denominan ‘hipster’ (corredor cultural Roma Condesa). En el marco de dinámicas más amplias de gentrificación urbana, desde el año 2000, el fideicomiso del Centro Histórico desde el ámbito público, la Fundación del Centro Histórico, y otras fundaciones del mundo privado, impulsaron una estrategia mixta empresarial, provocando que estos segmentos juveniles muy activos y ligados al arte contemporáneo se involucraran en el reposicionamiento de la imagen urbana, dotando de capital simbólico a zonas marginalizadas y edificios derruidos, elevando el valor de la plusvalía en esa zona y activando un tipo específico de turismo cultural.
5 Realicé estudios a este segmento de jóvenes en 2004 y entre 2010 y 2011.