Foto: Adalberto Camperos

Identidades juveniles y consumo musical de ‘reggae’ y ‘rap’ en Cuba.

Los cambios en cada generación de jóvenes se caracterizan por diversos procesos. Tales como sus ámbitos de socialización, sus nuevos códigos, lenguaje y formas de percibir, apreciar, clasificar y distinguir valores y principios; es decir, todos aquellos procesos culturales que marcan las transformaciones en las maneras de encontrarse y narrar sus identidades.
Las generaciones difieren en cuanto a la memoria, la historia que las atraviesa y las formas de percibir qué las caracteriza. Pertenecer a otra generación supone, de algún modo, poseer códigos culturales diferentes, que orientan las percepciones, los gustos, los valores y los modos de apreciar; desembocando en mundos simbólicos heterogéneos con distintas estructuraciones del sentido.
Uno de los elementos estructuradores del sentido que para los jóvenes resulta cada vez más efectivo para expresarse y participar en la sociedad, es la música. Precisamente, la música con su capacidad para trasmitir mensajes, estados de ánimos, sentimientos e ideologías se ha convertido para varias generaciones de jóvenes en una poderosa arma simbólica y de expresión identitaria. Ritmos como el ‘reggae’ y el ‘rap’, emergen como fieles ejemplos de lo anterior, y constituyen ejes articuladores de construcciones identitarias específicas, y maneras de vivir en la sociedad. De manera que el presente artículo no pretende ahondar en la vertiente musicológica del asunto sino en la impronta e influencia sociocultural de estos fenómenos musicales para las maneras de vivir y ser en una realidad como el contexto cubano actual.

“Las prácticas musicales se caracterizan por ser un medio social a través del cual se identifican y distinguen simbólicamente los entes que participan de ellas a partir de elementos socializadores puestos en práctica por los sujetos consumidores. Estas constituyen así mismo un medio simbólico donde se interrelacionan la comunicación, la participación y el consumo, el gusto como elemento preponderantes, es decir, el disfrute y el placer. Estos procesos contribuyen con el proceso socializador y son a su vez, un importante proveedor de intercambio que sobre la base del sentido que le atribuyen los sujetos que participan de él, propicia un ambiente que permite captar modos de vida de otros sujetos e incorporar nuevas personas. […] Por tanto, las dinámicas musicales son un campo generador de espacios para las relaciones socioculturales que posibilita o favorece el afianzamiento de viejas relaciones y el fortalecimiento o legitimación de nuevas relaciones, así como la emergencia de otras identidades y des-identidades sobre la base del gusto y los comportamientos aprehendidos. Es decir, le permiten a los sujetos sociales crear y recrear mecanismos que llamen la atención o el interés de los otros, mostrando originalidad y diferencia en sus estilos y formas de comportarse o manifestarse en los distintos sitios.” (Bayona, 2012)

En este sentido, el consumir, distribuir y producir ‘reggae’ y ‘rap’, así como construir lógicas simbólicas articuladas a estos consumos, han sido dos de las características más visibles de las grupalidades juveniles: rastafaris y los exponentes del hip hop, respectivamente. Las cuales como consecuencia de la intervención del mercado en los procesos culturales, el impacto de la globalización en las industrias culturales, y la comercialización de estos productos musicales, conllevó a que se conformaran como patrones culturales globales a seguir por una parte de los jóvenes, aun y cuando no surgieran en los contextos nacionales donde ya se expresan.

Yoannia Pulgarón Garzón cesjyoannia@opjm.ujc.cu

Licenciada en Sociología por la Universidad de La Habana, Cuba (2009). Cursa la Maestría en Sociología por la misma Universidad. Investigadora del Centro de Estudios sobre la Juventud, La Habana, Cuba, donde ha trabajado las temáticas de los valores, cultura e identidades juveniles. Es coautora del libro “Realidad de la juventud cubana en el siglo XXI” (2013) de la Editorial Ciencias Sociales. Miembro del Consejo Editorial de la Revista ESTUDIO.