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“¿Sabe Usted que está haciendo su hijo en este momento?” Políticas de la última dictadura argentina hacia la Infancia y la juventud

Durante la última dictadura existía una pregunta que los medios de comunicación reproducían insistentemente y que aún resuena en la memoria social actual sobre esos años: “¿Sabe Usted que está haciendo su hijo en este momento?”. Este interrogante, como vemos, por un lado, presuponía la necesidad de controlar a la infancia y a la juventud y, por otro, buscaba responsabilizar a los padres en el cuidado y control de la infancia frente a los “peligros” de la incidencia de la “subversión” en la sociedad argentina de los que dimos cuenta anteriormente. En este sentido, es una pregunta que resume las intenciones de una serie de políticas de la Secretaría del Menor y la Familia.

Así, al analizar los mensajes que la Secretaría dirigía a la familia, es posible observar que se reforzaba la responsabilidad de los padres frente al comportamiento de los menores, pero también en el cuidado de su integridad física. Por descuido o negligencia de los padres, los niños, las niñas y la juventud podían tanto tejer relaciones peligrosas por fuera de la familia, como sufrir accidentes domésticos que podían lastimarlos o llevarlos a la muerte. Estos mensajes resaltaban constantemente los riesgos físicos e ideológicos de las actitudes consideradas negligentes o irresponsables.

Por un lado, entonces, en el Boletín del Ministerio de Bienestar Social (del cual dependía la Secretaría del Menor y la Familia) encontramos carteles cortos de advertencia sobre este conjunto de peligros resaltados en letra mayúscula y que estaban destinados a evitar los riesgos físicos que por irresponsabilidad paterna podían sufrir los niños y niñas en el hogar, tales como la asfixia con bolsas de nylon, las enfermedades por falta de higiene o por contaminación de la casa por parte de moscas e insectos, la electrocución con artefactos eléctricos y los accidentes en escaleras (Boletines del Ministerio de Bienestar Social Nº 10, 4/10/1976; Nº12, 18/10/1976; Nº 39, 23/05/1977).

Intercalados con este tipo de advertencias y consejos a los padres, aparecen los mensajes vinculados con el “riesgo moral” al que exponían a los hijos y a la sociedad, si frente a anomalías familiares los menores se alejaban de su hogar. En este sentido, además del control estricto de la infancia, el reforzamiento de los roles familiares tradicionales era considerado importante para evitar la infiltración de las ideas subversivas, y la desintegración de la familia y del tejido social. En esta dirección, los funcionarios proponían “difundir la importancia del desempeño de las funciones paterna y materna para el equilibrio del hogar y el desempeño normal del niño” (La Nación, 15/12/1979).

En relación con esta estrategia estatal, el ministro de Bienestar Social, el contraalmirante Jorge Fraga, afirmaba “el niño es la consecuencia de la familia […] los males de un niño son, en un 90 por ciento, consecuencia de una mala familia” (Filc, 1997, p. 37). Desde el estado, en un tono aleccionador y pedagógico, también se dirigían mensajes constantes a los padres acerca de las actitudes que debían cambiar o evitar a la hora de educar a los hijos menores:

Algo para recordar: los adultos suelen tener conductas y actitudes lesivas para la formación de los menores. Usted padre o madre, tiene hijos. ¿Ha pensado alguna vez en que los adultos pueden tener conductas o actitudes que interfieren o desvían la formación de los menores? Esto es lo que recuerda la Secretaría de Estado del Menor y la Familia. Y lo recuerda a los padres, a las madres, para que dediquen mayor atención a la vigilancia y protección de sus hijos, muchas veces en situación de abandono por las circunstancias o por la buena fe o ignorancia de los mayores. ¿Ha pensado alguna vez en qué pasa en la mente, en los sentimientos del hijo de 8, 10, de 12 años cuando llega del colegio y no hay nadie en la casa? ¿Cuándo se pasa las horas con otros muchachos y toma iniciativas a veces riesgosas y nadie sabe por dónde anda? (Boletín del Ministerio de Bienestar Social Nº 07, 13/09/1976).

Según el discurso de esta Secretaría, si a los niños y niñas en el marco de la familia no se los escuchaba, se los ignoraba, no se los contenía, se los dejaba solos o se los lastimaba, existía el riesgo de que tejieran vínculos “peligrosos” por fuera de la familia nuclear: “El resultado de esos conflictos familiares, pues, los sufre el niño, que a medida que pasa el tiempo va adoptando actitudes y conductas que se vuelven contra él y aún contra la sociedad” (Boletín del Ministerio de Bienestar Social Nº 25, 14/02/1977). También se insistía con que “Los padres deben conocer las amistades de los hijos. Se evitarán muchas sorpresas, a veces trágicas. Sobre todo hoy, en que por influencias que no son argentinas, el odio y la crueldad han llegado a lugares insospechados” (Boletín del Ministerio de Bienestar Social Nº 8, 20/09/1976).

Además de estos mensajes aleccionadores destinados a los padres, para evitar que los menores anduvieran solos en la vía pública fue creado el Cuerpo de Vigilancia Juvenil, dependiente de la Secretaría del Menor y la Familia, que se encargaba de patrullar las calles. Si los padres no sabían qué hacían o dónde estaban sus hijos, este Cuerpo colaboraba “en el mismo sentido de protección a los menores. En lugares de gran afluencia de público ejerce vigilancia diariamente para evitar el riesgo físico o moral de niños y jóvenes” (Boletín del Ministerio de Bienestar Social Nº 24, 07/02/1977)2. Como vemos, el propósito del CJV de la última dictadura también era, según su discurso, evitar el riesgo físico y moral de los menores3.

El Cuerpo de Vigilancia Juvenil de esta Secretaría de Estado, actúa permanentemente. Realiza sus tareas recorriendo lugares de acceso público, estaciones ferroviarias y de subterráneo, calles y plazas, a fin de detectar a menores abandonados, generalmente por alejarse de su hogar, por maltrato, por falta de afecto. En la última semana internó a 25 menores que se hallaban en esa situación, en distintos establecimientos dependientes de esta Secretaría de Estado. Medite sobre lo que antecede, y prevéngase. Su hijo, alejado de usted, puede estar en peligro (Boletín MBS Nº 07, 23/09/1976).

De esta manera, como podemos leer en la cita, este grupo, semana tras semana, patrullaba las calles en busca de menores de edad y los devolvía a sus familias, los llevaba a hospitales o a institutos de menores. Desde el Boletín semanal del MBS, el Cuerpo de Vigilancia Juvenil, además de dirigir preguntas a los padres (“¿Tiene conocimiento de los lugares que frecuenta su hijo? ¿Sabe si su moral e integridad física están resguardadas?”), publicaba con orgullo el número de menores rescatados de la vía pública y que, luego, eran o entregados a sus padres o derivados a institutos de menores (Boletín MBS Nº 24, 07/02/1977, Nº 27, 28/02/1977; Nº28, 07/03/1977).

Además de estas iniciativas tendientes claramente al control y disciplinamiento de la infancia, encontramos otros actores y propuestas en el marco del “Año internacional del Niño”, declarado por Naciones Unidas en ocasión de celebrarse el vigésimo aniversario de la Declaración de los Derechos del Niño. El objetivo central era que los Estados revisaran y desarrollaran políticas de bienestar infantil. Las autoridades argentinas le otorgaron importancia a la decisión de este organismo internacional y, por medio del Decreto Nº 549/79 del Poder Ejecutivo Nacional, decidieron que el año 1979 en el ámbito nacional sería el “Año internacional del niño y la familia” (Decreto 549/79, 13/03/1979). El ministro de Bienestar Social, Fraga, explicaba que “las Naciones Unidas han proclamado este año como el ‘año del niño’ y nosotros hemos considerado – teniendo en cuenta que tal declaración deja librada a cada país la forma de la celebración – adicionarle en el nuestro lo concerniente a la familia” (Boletín MBS 117-118, 25/12/1978-1/01/1979).

Varias de las actividades desarrolladas durante el “Año del niño y la familia” respondían a estos propósitos de las Fuerzas Armadas y de la Iglesia, que a su vez actuaban en conjunto. En ese marco, el General Reynaldo Bignone, haciendo referencia a la campaña sobre “niñez y ejército” afirmó que “la victoria sobre la subversión debe consolidarse día a día en el alma del niño” (La Nación, 6/7/1979). Otra fuerza, la Marina, organizó una visita de los niños al rompehielos Almirante Irizar y el comando del buque entregó – al ganador de una regata de vela – un cuadro con la nave “como premio al espíritu marino de los niños”. Por su parte, el Círculo de Suboficiales de la Fuerza Aérea organizó en su sede central un evento con “espectáculos al aire libre”, por ejemplo, el aterrizaje de un helicóptero de la Fuerza con payasos y magos que distribuían golosinas y juguetes (La Nación, 5/8/1979).

Sin embargo, como dijimos, también se proponía a los niños actividades recreativas basadas en el juego, el baile, la música, las artes plásticas y los concursos de manchas. Entre éstas, algunas eran más espontáneas y estaban basadas en la improvisación y otras, sin embargo, como los shows de payasos y algunos musicales, eran protagonizadas por personajes ligados a la religión católica.

Todas estas actividades, por un lado, implicaron una amplia utilización del espacio público en un contexto signado por el terror estatal. Todos estos festejos ocurrían en plazas, parques de diversiones, en la calle, en dependencias públicas. Este despliegue nos brinda un panorama festivo de apropiación del espacio público, protagonizado por actores diversos pero impulsado desde el Estado. Por otro lado, las estrategias relacionadas con el juego y la diversión, en cierta medida, se corrían del paradigma militar y eclesiástico, público y hegemónico, que hemos analizado anteriormente.

Es decir que a pesar de que encontramos a la Iglesia, a las Fuerzas Armadas y miembros civiles de la elite tradicional proponiendo actividades que respondían a una estrategia de socialización de la infancia con rasgos autoritarios de disciplinamiento; junto a estas propuestas aparecen otras que, apuntando a celebrar el “Día de la creatividad”, aunque sin tener un contenido demasiado alternativo, proponían un enfoque didáctico y lúdico que se diferenciaba de las primeras.

Para concluir podemos decir que en la Argentina contemporánea estos dos universos de prácticas, actores y luchas de sentido sobre los modos de socialización de la infancia y la juventud siguen formando parte de las disputas públicas. De hecho, a pesar del predominio de prácticas políticas democráticas en las instituciones estatales, la actual Resolución 598/2019 del actual Ministerio de Seguridad de la que hemos dado cuenta, nos muestra que en esa puja las posturas más cercanas a las Fuerzas Armadas y a la Iglesia Católica todavía intentan instalarse – exitosamente – dentro de la agenda estatal.

2 – El ex secretario del Menor y la familia, Florencio Varela, en el año 2004 volvió a proponer la conformación de “Cuerpos de Vigilancia Juvenil en cada municipio” (Página 12, 4/1/2004). Ver http://www.lanacion.com.ar/650945-denunciaron-a-12-jueces-de-menores
3 – Aunque durante estos años las iniciativas de esta Secretaría estaban alineadas con las políticas más generales del régimen represivo; en otros momentos de la historia argentina existieron propuestas similares. Por ejemplo, en 1959, luego de la creación en 1957 del primer Consejo Nacional de Protección de Menores, se conformó un Cuerpo de Inspectores “para controlar el ‘ambiente’ donde los menores interactuaban y para poner en práctica edictos y otras regulaciones que prohibían su presencia en ciertos espectáculos” (Manzano, 2010, p. 34). Como explica la autora, en una ocasión, este cuerpo llevó a un grupo de 73 menores que se encontraban en una fiesta a una comisaría por considerar que se encontraban en una situación “inapropiada para la moral juvenil”.

Referencias Bibliográficas

FILC, J. Entre el parentesco y la política. Familia y dictadura, 1976-1983. Buenos Aires: Biblos, 1997.

LVOVICH, D.; RODRÍGUEZ, L. La Gendarmería Infantil durante la última dictadura. Quinto sol, La Pampa, UNLPam, v. 15, n. 1, p. 165-184, 2011.

MANZANO, V. Ha llegado “la nueva ola”: música, consumo popular y juventud en la Argentina, 1956-1966. In: COSSE, I.; FELITTI, K.; MANZANO, V. (Org.). Los ‘60 de otra manera. Vida cotidiana, género y sexualidades en la Argentina. Buenos Aires: Prometeo, 2010. p. 19-60.

Resumen

Este artículo da cuenta de un conjunto de discursos, iniciativas y actores vinculado a la infancia que tuvo lugar durante la última dictadura argentina (1976-1983). Así, analiza un imaginario biologicista que entendía a la nación como un cuerpo, a la familia como la “célula básica de la comunidad” y a los niños y jóvenes como las paredes más frágiles de esa célula. En relación con esto, el trabajo también aborda las políticas destinadas a los más jóvenes, quienes, para la dictadura, representaban un campo potencial de incertidumbre que era necesario controlar y dirigir.

Palabras clave: dictadura, Argentina, infancia, joven

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Fecha de recepción:13/06/2019
Fecha de aprobación:01/08/2019

Do you know what your son is doing right now?» Public policies of the last Argentinian dictatorship surrounding childhood and youth

Abstract

This article presents a set of discourses, initiatives and actors linked to the subject matter of childhood in circulation during the last Argentinian dictatorship (1976-1983). Hence, it analyses a biology centered imaginary that understood the nation as a body, the family as the «fundamental cell of the community» and children and young people as the most fragile walls in this cell. In relation to that, the work presented here also touches upon the public policies aimed at the young, who represented, for the dictatorship, a potential field of uncertainties that should be controlled and directed.

Keywords: dictatorship, Argentina, childhood, young.

María Florencia Osuna florenciaosuna@gmail.com

Doctora por la Universidad de Buenos Aires, Argentina. Magíster por lo Instituto de Altos Estudios Sociales en la Universidad Nacional de San Martín, Argentina y profesora universitaria en el curso de Historia de la Universidad Nacional de General Sarmiento, Argentina. Profesora de la Universidad Nacional de La Plata, Argentina.