El enfoque transnacional de las migraciones. Un trabajo de campo multisituado
Las investigaciones realizadas con juventud migrante en las últimas dos décadas, nos llevan necesariamente a proponer superar el enfoque asimilacionista de la migración – que continúa centrándose en el estudio de las migraciones sur-norte y ha prestado poca atención a los movimientos intrarregionales sur-sur (Echeverri, 2016) –, para incorporar metodológicamente el enfoque transnacional de las migraciones. Son pocos los estudios que dan cuenta de los factores y condiciones de los países de origen cuando se trata de los jóvenes en migración. Si bien existen estudios sobre niños, niñas y jóvenes latinoamericanos que aportan elementos sobre la dimensión transnacional de las trayectorias y estrategias juveniles, con un trabajo de campo multisituado en origen y destino (Pedone, 2006, 2014; Echeverri, 2010, 2014, 2016), las investigaciones no suelen realizarse desde esta perspectiva.
No podemos olvidar que la población juvenil no rompe sus lazos con el origen y que las condiciones sociales, culturales, políticas y económicas de sus contextos migratorios particulares, están influyendo de manera determinante en sus trayectorias y en las formas de negociación de sus adscripciones identitarias. De esta manera es fundamental comprender sus proyectos migratorios dentro de un trabajo de campo multisituado origen/destino(s), que interconectados a través de las redes de los que se van y los que se quedan, nos permiten comparar las experiencias de los migrantes y los no migrantes.
La incorporación de los y las jóvenes migrantes en los países de destino y las conexiones transnacionales con su país de origen o con redes dispersas de familiares, compatriotas o personas con las que comparten una identidad, pueden darse al mismo tiempo y reforzarse entre sí, en un proceso simultaneo (Levitt; Glick Schiller, 2004; Echeverri, 2010). En este sentido, por ejemplo, en el caso de los y las jóvenes colombianos(as) migrantes en España, el contexto de origen – un conflicto armado y multiples violencias que operan hace más de cinco décadas en Colombia – aparece como un factor particularmente relevante para tomar las decisiones de migrar y de no retornar (Echeverri, 2010).
Así, los trabajos de campo multisituados y la comprensión de los espacios sociales transnacionales convierten en obsoletas las categorías académicas y políticas basadas en un único territorio, así como también las categorías hegemónicas sobre la identidad, que olvidan muy a menudo que las identificaciones son fluidas, múltiples, cambiantes y contextualizadas (Echeverri, 2010), y que generan, a su vez, una conciencia multi-territorial (Vertovec, 2004).
Así, la perspectiva transnacional de las migraciones nos permite dar un giro analítico y devolverles a los y las jóvenes esa multiplicidad y diversidad de trayectorias que en su vida cotidiana están siempre presentes. Planteamos el concepto de “jóvenes en migración” o “jóvenes migrantes”, que permite incluir de una forma amplia pero rigurosa, un conjunto de dinámicas muy diversas: jóvenes que viajan por sí mismos de forma autónoma o como parte de una migración familiar, aquellos que se quedan a cargo de los familiares en el lugar de origen, los que se van para estudiar (cualificados), los que huyen forzadamente, los que no migran. Dinámicas migratorias que, en todo caso, están muy determinadas por lo que acontece y sigue aconteciendo en sus lugares de origen.
Los procesos identitarios de la población juvenil en migración son multiples y móviles. Una propuesta metodológica longitudinal
Se propone así una metodología multisituada y longitudinal que permita visibilizar cómo los procesos migratorios – y con ellos las narrativas, las identificaciones y los procesos de inclusión/exclusión en las sociedades de origen y destino – siguen complejos y diversos recorridos, no siempre predecibles a partir de una sola toma de información. Como se expone en los trabajos realizados con jóvenes colombianos en migración en las últimas dos décadas, los posicionamientos identitarios son un proceso cambiante y dinámico, en el cual las identificaciones, los vínculos y las prácticas transnacionales tienen altas y bajas, se atan y desatan, se mueven y se reconstruyen en respuesta a dinámicas contextuales estructurales y simbólicas particulares (Echeverri, 2005, 2010, 2014). Como lo plantean Levitt y Glick Schiller (2004), el estudio longitudinal de las prácticas de los y las migrantes revela que, en momentos de crisis u oportunidad, incluso aquellos que nunca se han identificado o participado transnacionalmente, pueden movilizarse. Como lo señaló Terrén (2002), las categorías identitarias etnonacionales y/o supranacionales en torno a las migraciones, más que como artificios analíticamente construidos, son tomadas como fórmulas esclerotizantes del determinismo cultural y social de los actores en juego, y con ellas se busca elaborar discursos sobre las identidades juveniles migrantes a base de metáforas e imágenes de ruptura, choque o pérdida (Suarez, 2004; Echeverri, 2005, 2010). Sin embargo, sus adscripciones identitarias son cambiantes, múltiples, híbridas, situadas, operan simultáneamente y se alimentan de discursos construidos transnacionalmente, siendo innecesario seguir buscando la “identidad” – única y esencial – de los y las jóvenes en migración para determinar si están “más o menos integrados” en las sociedades de destino. Sus identificaciones se reconstruyen en dinámicas permanentes, resultado de un proceso de interacción de diversos elementos: los contextos políticos, económicos, culturales y sociales de origen y destino en relación, que se anclan y subjetivan en la vivencia simultanea de su pasado, su presente y su futuro. El “allá” y el “acá” son dos caras del mismo proceso, que se confunden y se mezclan para producir algo nuevo, en una relación espacio temporal que en infinidad de veces perdemos de vista.