Conceição Seixas – Regresando un poco a esa idea de haber hecho Mutum, como si ese personaje (Thiago) recordase algo familiar, su forma de estar en el mundo, ¿la elección de retratar la infancia en tu producción audiovisual tiene que ver con tu propia vida, una causa, una ideología?
Sandra Kogut – Me identifico con esos personajes; también fui una niña un poco inadaptada. Mi familia, mis abuelos inmigraron para Brasil, estudiaba en una escuela francesa, tuve una educación un poco extranjera. Entonces, desde niña tuve conciencia de lo que es ser diferente. Creo que eso, junto a la sensación de que la infancia es un lugar muy nebuloso, sin que sepamos exactamente lo que es cierto, lo que es errado, todo lo necesario que es luchar mucho por las problemáticas que la atraviesan, todo eso me colocó siempre muy próxima a ese niño.
También está la cuestión de la miopía, que es un símbolo perfecto de la infancia, porque cuando se es miope (yo soy miope) se ve muy bien de cerca, pero de lejos se ve desenfocado, es una oscuridad. Y la infancia tiene mucho de eso, el cuarto es el mundo entero, es gigante, y a partir de ahí, lo que está más allá es nebuloso. Es así físicamente, espacialmente y también temáticamente. Por ejemplo, te pueden pelear terriblemente porque derramaste un vaso, y al mismo tiempo, tu padre encuentra gracioso que un amigo chocó un carro. Es difícil entender lo que está bien y lo que está mal. Todo eso me interesa mucho y me hace sentir muy dentro de esa historia. Campo Grande es una evolución de esto.
Conceição Seixas – Comentaste que durante las grabaciones de la película Mutum no hacías mucha distinción entre niños y adultos y hasta recomendabas que el equipo no tratara a los niños de forma diferenciada, con mimos. Dijiste también que quedabas impresionada con la disposición del actor, Thiago (que tiene el mismo nombre del personaje), cuando todos ya demostraban cansancio, al final del día. Cuando le preguntaron por esa disposición él dijo que estaba acostumbrado a trabajar porque así lo había hecho desde que era niño. ¿Qué será lo que él quiso decir con la frase “desde que yo era un niño”?
Sandra Kogut – Recuerdo que hablé con él: “¡Tú todavía eres niño, solo tienes diez años!”. Esa historia muestra que él ya estaba dentro del mundo que exigía responsabilidades, deberes, que es lo que, en general, se asocia al mundo de los adultos. Entonces, él ya no se veía más como niño. Eso es muy conmovedor, porque cuando escribí Thiago, buscaba un niño que fuese mucho más próximo de ese personaje, que tuviese muchas cosas en común con él, que pudiese reconocerse en aquel personaje. No es que él tuviese conciencia, él no leyó el guion, él no sabía lo que iba a pasar, no miró al personaje desde afuera y lo analizó. Pero en la medida en que las escenas se iban desarrollando él se reconocía allí, entendía aquello “por dentro”. Este personaje lucha mucho con la cuestión de qué es ser adulto, si quiere crecer o no y, en una vida dura, en la cual ya tiene muchas tareas y responsabilidades, no se siente muy a la altura, pues, cuando se es niño, tú todavía no sabes hacer las cosas perfectamente, tú puedes sentir que no lo estás consiguiendo. Thiago se siente así, un poco fracasado.
Conceição Seixas – En la filmografía brasileña y extranjera hemos observado personajes y tramas que retratan la infancia en toda su diversidad y complejidad. Infancia refugiada, infancia que convivió mucho con la dictadura… Me gustaría que comentases sobre el papel del cine en develar otras formas de mirar la infancia.
Sandra Kogut – Creo que el papel del cine es develar otras miradas. La infancia es un momento muy rico y muy cinematográfico, por no ser un periodo tan verbal. Muchas cosas son percibidas a través de la sensación, del olor, de la luz, del sonido…Se percibe más de lo que se entiende. Creo que el cine es siempre una mirada. Cuando haces una película, estás diciendo así: “Yo fulano, en este momento, sobre este asunto, esta historia, veo lo siguiente”. Es por eso que se suscribe una película, no es solo por vanidad, es para decir que este fue tu punto de vista. Es una cuestión de responsabilidad. Probablemente, de aquí a cinco años, la haría diferente. Y el cine es una multiplicidad de miradas, está siempre recordando que no existe una verdad absoluta, sino la verdad de cada película, que es del tamaño de esa película en cuestión y no la hace menos importante o poderosa. Esta conciencia de que cada película es una mirada y que, por lo tanto, existen muchas miradas, es algo muy importante en la vida.
Conceição Seixas – Decías que los niños tienen esa vivencia más cruda, espontánea. ¿Consideras que la infancia es una vía privilegiada de producción audiovisual?
Sandra Kogut – El cine lida con la representación. Lo que busco es algo que trascienda ese ritual. Por ejemplo, estoy dando esta entrevista, si yo me estuviese oyendo hablar, surgiría una artificialidad, un cálculo mío en relación a mi persona social que probablemente tornaría esta entrevista medio pesada. Cuando haces una película, estás todo el tiempo buscando alejarte de eso, pero al mismo tiempo allí hay un circo montado. Entonces, ¿cómo vas a hacer para que aquello allí sea tan verdadero y tan importante para quien está allí, viviendo aquellas escenas, para que aquello gane de ese circo? Eso debido a que el tipo de cine que me interesa es el que dialoga, se relaciona con la vida. Hay gente que hace cine que dialoga y se relaciona con el cine. Yo busco y me emociono con una cosa que va más allá de lo que es el cine, algo que se acerca más a la vida.
Ciertamente, existen cosas que traen una verdad muy grande en relación a lo que estás haciendo. Si tienes un animal en una escena, allí está una fuerza de la naturaleza. Existe un límite para lo que pudo haber sido planeado. Yo busco eso con todo, adultos y niños. No trabajo con actores pequeños, le tengo horror a eso. Pero los niños, en general personas que nunca han actuado – no actores, niños que nunca hicieron cine, que no tienen aún una construcción de su imagen – son muy ricos en términos de trabajo cinematográfico, pues están relacionándose siempre más con la vida que con la situación de estar allí en escena. En el caso de los niños de la ciudad, Igor y Rayane3, es muy diferente, ellos tienen Facebook. Es diferente de aquellos niños que ni sabían lo que era el cine, nunca habían ido a un cine. Entonces, hice un trabajo muy intenso con Igor y con Rayane, para llegar a ese lugar, y para eso no es preciso estar aislado del mundo, sino que es preciso trabajar. El niño tiene algo muy seductor, que es que trae mucho de esa verdad, de la presencia… Lo que busco en una película es que ellos estén plenamente allí. Cuando lo que está pasando es importante para quien lo está viviendo, ni la luz en su cara, ni la cámara, nada va a anular aquello que está aconteciendo… Y los niños tienen un potencial muy grande para conseguir eso.
Conceição Seixas – ¿Los niños llegan a participar en la construcción de sus guiones?
Sandra Kogut – Nadie, ni los niños ni los adultos leen el guion. Creo que ellos solo pueden entrar en el justo momento. Si ellos lo leen antes, van a mirarlo como si fuese una historia, comenzar a analizarlo y eso crea una distancia muy grande. Pero no es improvisado. En la hora en que se hacen las escenas, se trabaja mucho la cuestión emocional. En esos filmes, yo les contaba la escena y en el momento de filmar, leía las frases. Claro que no daba para adornar, yo les pedía que cerrasen los ojos… Entonces cuando ellos hablaban, las frases salían de un otro lugar, con la forma de ellos. Los diálogos salían así, como una integración entre el guion, lo que era construido y lo que era la vivencia de aquello allí.
Conceição Seixas – Pero, ¿se daban cambios en el medio del camino? ¿Ellos participaban de esos cambios?
Sandra Kogut – No, ellos nunca participaban de esa carpintería, ellos estaban dentro de la escena, no tenían esa mirada de afuera. Nunca vieron la pantalla, nunca vieron la escena. A veces yo hablaba, incentivaba, pero en la escena, nunca en relación al guion. Mi trabajo era llevarlos para ese lugar, y no compartir las dudas, los problemas, los cambios del guion.
Conceição Seixas – Decías que no te gusta trabajar con actores pequeños. ¿Cómo fue trabajar con niños? ¿Fue inspirador?
Sandra Kogut – Los actores infantiles tienen muchos tics, gestos. De cualquier manera, el trabajo con niños no es fácil, pero siempre es muy inspirador. Muchas veces ellos me conmovían. Yo sentía mucho respeto, admiración por ellos. En Mutum, llegaba al set a las 4:30 de la mañana, cansada, con muchos problemas por resolver, pero cuando miraba para ellos, me animaba a ir hacia adelante. Igor, que está en muchas partes de la película, ¡me emocionó mucho!
Conceição Seixas – Es impresionante pensar que ellos nunca habían actuado, pues transmiten mucha verdad. Y en tu caso, ¿existe alguna película que te inspiró para hacer estas películas?
Sandra Kogut – Mira, ciertamente fui y estoy muy influenciada por mucha gente. Hay personas que rinden homenaje, que siguen una obra, pero en mi caso cuando voy a comenzar una película nueva, intento comenzar completamente en blanco. Hago un ejercicio para entrar en la película lo más a ciegas posible. Es siempre una película a ser descubierta, no existe un método específico, no existe una práctica de la producción. Sé que en mí hay muchas películas y directores: el francés Maurice Pialat, quien dirigió “L’enfance nue”; un filme del director Robert Bresson, “Mouchette”; Jean Eustache con la película «Mes Petites Amoureuses«… Entonces, en realidad, estuve influenciada por muchas cosas, pero no pienso en eso cuando estoy trabajando.
3 Nombre de los actores y también de los niños, personajes principales de la película Campo Grande.