Foto: Sophie Shapiro

La escucha de niños en el sistema de Justicia en Brasil: acciones e indagaciones

Tatiana Fernandes – ¿Cuál es su posición sobre la declaración especial?

Leila Torraca – El trabajo en las declaraciones especiales no es una atribución de los psicólogos y de los asistentes sociales. Los Consejos Federales de Psicología y Servicio Social emitieron resoluciones, normatizando, pero fueron suspendidas por la Justicia. Los órganos de representación de clase de las dos profesiones reconocieron que no eran atribuciones de esos profesionales. En la sociedad judicializada en que vivimos, somos convocados todo el tiempo a hacer denuncias. Salimos a la calle y oímos: denuncie esto, denuncie aquello; podemos percibir que el Estado penal está en aumento.

También tenemos, actualmente, la denominada escucha móvil. Se trata de un ómnibus que va hasta los municipios y el niño hace la declaración especial en este vehículo. Tenemos que pensar ese movimiento itinerante de un ómnibus, dentro de las discusiones actuales sobre las sociedades posmodernas, de lo efímero, de una sociedad que, como dice Bauman, está siempre en mutación. ¿Cómo queda el niño en este movimiento de que lo oyen y después se van? Un ómnibus que es llamativo, porque parece un ómnibus de personas famosas, de una banda haciendo tour, convocando a los niños a prestar declaraciones. Haciendo eso en ciudades que, muchas veces, no poseen atractivo alguno, ese ómnibus se torna una seducción, una atracción para ir, hablar al micrófono, ser filmado.

Eso nos hace pensar también en la importancia de los juguetes en las declaraciones. ¿Cuál es el sentido del juguete para cada niño? Tal vez el niño que posea muchos juguetes no preste atención para aquel que está allí, en la sala de la declaración especial. Ahora, un niño que no tuvo oportunidad de tener juguetes, va a responder de una forma completamente diferente ante aquel estímulo. ¿Cuál es el sentido de esta experiencia para cada niño? Ese juguete puede ni ser percibido, o actuar como una seducción. ¿Cuál es el sentido de los juguetes? ¿Cuál es el sentido de este ómnibus itinerante, recogiendo las declaraciones de los niños?

Tatiana Fernandes – Se habla mucho del objetivo de no victimizar múltiples veces al niño. ¿Qué piensa sobre ese objetivo?

Leila Torraca – Se llama victimización recurrente al hecho del niño hablar diversas veces sobre lo ocurrido. Tal vez la victimización recurrente pueda ser pensada como consecuencia de la formulación de preguntas inadecuadas y del hecho de colocarse al niño como productor de pruebas. Nosotros tenemos que luchar para que el niño no sea victimizado! Tenemos que tomar cuidado para no vincular el hecho de que él hable sobre lo acontecido con una producción de la victimización. Porque, muchas veces, él quiere hablar sobre lo acontecido. Y sabemos muy bien que cuando el niño habla, él también está elaborando los acontecimientos. Dificilmente el niño será oído una única vez. Entonces, ¿cómo cuantificar cuántas veces la repetición generaría otra victimización? Eso no es posible, es muy singular, de cada niño, de cada caso. Creo también que preguntas inadecuadas pueden volver a victimizar.

Tatiana Fernandes – Y, ¿cómo queda el niño ante la exigencia de la verdad?

Leila Torraca – Si para el adulto la verdad ya es verdad de cada uno, imagina para el niño. Muchos dicen: los niños no mienten. No es que él esté necesariamente mintiendo, pero él puede estar interpretando los hechos de esa manera. Para él, puede no ser mentira, puede estar creando aquella historia. Por ejemplo, un niño en la playa que ve al padre de traje de baño y dice que él está desnudo. ¿Él está mintiendo? No. El uso que él hace de la palabra desnudo cuando ve al padre sin camisa es lo que sería equivocado. Entonces, viene un adulto y lo ayuda a resignificar esa palabra y le dice: “papá no está desnudo, él está de traje de baño y sin camisa”.

Hoy, hay varios filmes que muestran como el niño puede interpretar de forma diferente un acontecimiento, entonces tenemos que tener mucho cuidado con esas situaciones. No se puede interpretar cualquier señal como significado de un abuso.

Tatiana Fernandes – ¿Existen cartillas que enseñan cómo reparar en los signos presentes en un niño que ha sufrido abuso?

Leila Torraca – Existen documentos que buscan enumerar comportamientos presentados por niños que sufrieron abuso. Creo que no es posible llegar a una conclusión inmediata: si el niño presentó tal comportamiento, fue abusado. Tenemos que tener cuidado con esas cartillas, estamos casi llegando al punto en que buscamos cartillas para aprender cuáles serían esos signos y llegar a una conclusión. Incluso en las escuelas, a veces, producen o divulgan ese material y piden a la familia que preste atención. Cuando el niño presente algunos signos mencionados en la cartilla, sea por el hecho de estar quieto en la sala, no conversar con los colegas o cualquier otro comportamiento, ya pasa a ser visto como supuesta víctima, antes incluso de cualquier trabajo de evaluación.

Tatiana Fernandes – Muchas veces, los niños son atendidos como víctimas y después se verifica que no aconteció nada y se olvida lo que el niño pasó. ¿Cómo quedan esos niños?

Leila Torraca – No solo el niño, toda la familia implicada. Muchas veces, el supuesto abusador es detenido y después se llega a la conclusión de que no hubo abuso. Tenemos que pensar lo que eso significa en la vida de una persona. Las falsas denuncias acontecen por varios motivos, incluso hasta por una falsa comprensión de la madre. Si los medios pasan a cubrir determinado acontecimiento, aumentando la preocupación de la madre, contenidos y vivencias de la propia progenitora pueden interferir en su juzgamiento, en su interpretación de lo acontecido.

No se puede afirmar que la falsa denuncia sea necesariamente a propósito. Como estamos en un contexto de grande judicialización, falsas denuncias acaban tornándose más fáciles de acontecer, las personas acaban quedando más preocupadas, más asustadas. Como dicen algunos autores, acabamos dividiendo la sociedad entre víctimas y verdugos. Tenemos que pensar lo que significa colocar el niño todo el tiempo en el lugar de la víctima. Ese discurso de protección del niño y de sus derechos puede acabar conduciéndolo al lugar de víctima: víctima de abuso, de bullying, malos tratos, negligencia y todas esas temáticas más recientes. Vemos al niño ocupando siempre el lugar de víctima. ¿Será que eso es proteger al niño? ¿Será que eso es ver al niño como niño? Ese lugar de víctima paraliza. El niño piensa: voy a precisar de atención, voy a precisar de tratamiento, de médico. Ahí tenemos dos campos: el de la medicalización y el de la judicialización. Entones, ¿qué estamos produciendo? ¿Era eso lo que pensábamos sobre la protección y los derechos del niño? ¿Estamos dejando al niño ser niño, o cada uno será víctima de alguna cosa?

Tatiana Fernandes – ¿El sistema Judicial acaba centrándose en el niño y toda la familia y el contexto son dejados de lado?

Leila Torraca – En nombre de un derecho de protección deviene el derecho de ser oído. ¿Pero qué es ser oído? Es ser oído de forma más amplia, desde un otro lugar, en el silencio, en lo no dicho. No es el imperativo de tener que hablar sobre eso o aquello, es muy diferente. El niño se encuentra entre esos dos polos de la medicalización y la judicialización. Si está quieto, vamos a ver lo que aconteció; si está muy agitado, debe ser un disturbio del comportamiento. Siempre una victimización. Parece incluso que de aquí a poco tiempo vamos a comenzar a elegir: ¿usted fue víctima de qué?

Tatiana Fernandes – ¿Qué usted ve como posibilidades y dificultades de la escucha del niño en el Sistema Judicial?

Leila Torraca – Después de esta investigación, participé de muchos debates y discusiones sobre el tema. Infelizmente, lo que pude observar es que dentro de la categoría (de los profesionales de la Psicología) nosotros vivimos la misma división: de los llamados verdugos de los niños, aquellos que son vistos como los que no quieren la protección del niño y, por eso, no quieren la declaración especial; y, por otro lado, los defensores de los niños, que son favorables a la declaración. El resultado es que no podemos conversar y dialogar. Quedamos presos en antagonismos en que, si usted es del equipo que concuerda y es contrario a mi idea, entonces no hay conversación y no hay escucha. Infelizmente, observamos serios choques en los eventos y en las discusiones, siempre tendiendo hacia polarizaciones que dificultan pensar el tema.

Podemos percibir que el Consejo Federal de Psicología y los Consejos Regionales vienen intentando orquestar ese debate, no hubo desistencia en el empeño. Vemos que, incluso ante esta polarización, existe una tentativa y una presión para instalarse un servicio de declaración especial en los Foros de diversos estados y municipios y también para el uso de protocolos. Actualmente, la discusión se encamina hacia el uso de esos protocolos que presentan preguntas y orientaciones. Para que exista una uniformidad en las preguntas formuladas en estas declaraciones, se discute cuál protocolo debería ser seguido y utilizado. Tenemos que acompañar esos desdoblamientos de las discusiones y de las prácticas en uso porque el número de salas para la declaración especial solo está aumentando en todo o país.

Tatiana Fernandes – Profesora Leila, muy agradecida por su disponibilidad en conceder esta entrevista, un tema complejo y al mismo tiempo tan instigante.

Leila Torraca – Yo soy quien que agradezco a la Revista DESidades la oportunidad de la entrevista.

Palabras clave: escucha judicial, abuso, niño/a, infancia, adolescencia.

Leila Maria Torraca de Brito torraca@uerj.br
Doctora en Psicología. Profesora del Instituto de Psicología de la Universidade do Estado do Rio de Janeiro (UERJ), Brasil. Desarrolla trabajos e investigaciones sobre Psicología Jurídica, protección de hijos, adolescentes en conflicto con la ley, adopción, autoridad parental, derechos infanto-juveniles, medidas socioeducativas.
Tatiana Fernandes tatipsijf@hotmail.com
Maestranda en Psicología en el Instituto de Psicología de la Universidade Federal do Rio de Janeiro (UFRJ), Brasil, Psicóloga y Especialista/Residencia en Salud Mental. Trabaja en la Secretaría Municipal de Asistencia Social y Derechos Humanos de Magé/Rio de Janeiro, Brasil.