Foto: Alban Gonzalez

Los primeros pasos en la intervención con bebés en riesgo de sufrimiento psíquico.

Raquel Oliveira – Por eso es tan importante contar con profesionales capacitados.

 

Érika Parlato – Ese profesional en la primera línea tiene que saber escuchar. Tiene que creer que la madre sabe lo que está diciendo del bebé. Es su bebé, lo conoce. Yo digo madre, pero me refiero al adulto responsable del niño. Publiqué un trabajo en la década de los 90 sobre una investigación en que participaba una población del Centro de Salud-Escuela. En ese estudio comparamos, a partir de la aplicación de un cuestionario, la coincidencia entre lo que la madre decía y lo que se observa en el bebé. El resultado fue de un 94% de coincidencia. En aquella época usaba como recurso para dar clases de pediatría la siguiente observación: Al contrario de ir inmediatamente a palpar al bebé, si le preguntas a la madre “¿Dónde crees que le duele?” Ella sabe. 94% de las madres sabían identificar el problema de forma primaria. No se puede decir que es parte y parte. No se trata del 50% de los casos, el 94% de las veces aquello que la madre dice coincide con lo que el pediatra encuentra en el bebé. Entonces, ese dato le confiere credibilidad a lo que la madre está diciendo.

El segundo paso es muy importante, es ver si el bebé reacciona a lo que se le ofrece. Entonces, si yo le hablo y él me responde, todo está bien. Casi todos los bebés hacen eso. ¿Cuál es la diferencia? El tiempo para mí es una palabra clave. Necesito saber si el bebé toma la iniciativa, si muestra interés, más allá de si es capaz de responder. Me gusta mucho el verbo “provocar”. Es preciso saber si el bebé es capaz de provocar al adulto e interactuar con él. Entonces, además de saber si el bebé interactúa con el adulto, cambiamos el centro de atención, cambiamos el orden de los elementos. Si yo le hablo y él me responde, el bebé interactuó conmigo. Ahora, yo quiero saber lo contrario. Cuando no le hablo, ¿él me provoca para que le hable? ¡Eso lo cambia todo! Porque lo que sabemos en términos de investigación es que los bebés con riesgo de autismo no son capaces de tener la iniciativa. A veces ellos hasta responden. En algún momento consigues una respuesta suya. Lo que nunca consigues, en su caso, lo que ellos no son capaces de hacer por sí solitos, es provocarte, tomar la iniciativa. Entonces, esa es la gran diferencia, y es difícil a veces, para el personal de la salud, percatarse de esa diferencia. Porque la madre incluso puede llegar a decir: “Él es medio triste, es un bebé difícil”. Pero conversas con él con una entonación que llama su atención. Quien está acostumbrado a trabajar con bebés, generalmente usa una entonación específica de forma espontánea, que es llamado “manhês”1 . Frente al bebé usted habla con otra musicalidad y el bebé reacciona a eso. De ese modo, puede pasar que el profesional piense que el bebé está bien porque acepta la provocación. Entonces pasamos a la etapa siguiente. Usted habla y él responde. Ahora deseamos saber lo contrario. Cuando usted no habla, ¿él te provoca? Ya eso es diferente. Tenemos que entender que cada quien tiene su momento en un diálogo. Cuando yo hablo usted responde. Ahora le toca al otro. ¿Él me provocará, tomará la iniciativa para que dialogue con él? Ahí cambia la historia. No solo vemos que el adulto se dirige al niño y que el niño le responde. También vemos al bebé dirigiéndose al adulto, provocando al adulto para que este le responda. Esto es una muestra de cómo observamos al bebé. Porque el bebé es capaz de hacer eso desde los primeros días.

Raquel Oliveira – ¿Usted nos está diciendo que desde los primeros días de vida los bebés son capaces de tener la iniciativa de interactuar con los adultos, con el mundo a su alrededor?

 

Érika Parlato – Bebés de dos días de nacidos son capaces de provocar. No sabemos con un día de nacidos porque, generalmente, durante el posparto el bebé pasa por un periodo de reposo de, aproximadamente, 24 horas. Él necesita reorganizarse después de la situación por la que atravesó durante el parto. Entonces, durante el primer día de vida no investigamos al bebé. Soy una psicoanalista a la que le gusta mucho investigar y transmitir, entonces hago las tres cosas. En la UFMG coordino un laboratorio de investigación sobre bebés. Se llama Baby Lab – UFMG. Aquí en París trabajo en colaboración con Maya Gratier, del laboratorio de bebés de la Universidad de París Nanterre. Cuanto más sepamos sobre las competencias del bebé, más podremos traspasar ese conocimiento al área de la clínica y entender lo que el bebé es o no capaz de hacer. Entonces, a partir de las investigaciones con informaciones del bebé, sabemos sobre sus competencias, que es capaz de interactuar con otros y tener iniciativa, provocar al adulto que lo cuida desde su segundo día de vida. No tiene por qué esperarse más tiempo. Antes no sabíamos eso y entonces decíamos: “No, vamos a esperar, él es muy pequeñito, apenas consigue ver. Vamos a esperar, con el tiempo él lo va a hacer”. Hoy contamos con datos de investigación que muestran que no precisamos esperar. Desde el primer momento, desde que llega a casa, saliendo de maternidad, el bebé es capaz de provocar al otro. No tiene por qué ser de otra forma. Ese es un dato esencial.

Raquel Oliveira – Usted contó un poco sobre su trabajo en la UFMG. ¿Nos podría decir cómo fue su formación? ¿Es psicoanalista de origen? ¿Cómo es su práctica? ¿Cómo trabajan?

 

Érika Parlato – Provengo de la lingüística, entonces, el lenguaje me formó. Mi base está en la lingüística y en la fonoaudiología, y, a partir de ahí, creo que el lenguaje tiene que ser analizado desde muchos ángulos. Tengo una especialización en psiquiatría infantil que hice en el Instituto de Psiquiatría de la USP, donde estuve en contacto con niños autistas y psicóticos. Pero eso fue en el siglo pasado. Antes del DSM-V (Manual Diagnóstico y Estadístico de Trastornos Mentales) todavía existían autistas y psicóticos. Lo que hoy, después del DSM-V, es un problema. Hice una Maestría en Lingüística en el IEL (Instituto de Estudios del Lenguaje), en la Unicamp, un sector de referencia en Brasil para estudiar la cuestión del lenguaje. Comencé a estudiar en París en 1995 y desde entonces colaboro en investigaciones con ese grupo. Hice un Doctorado en Ciencias Cognitivas y Psicolingüísticas, en el que abordé las cuestiones del lenguaje desde un punto de vista mental, desde la perspectiva de las ciencias duras, un conocimiento también necesario para pensar el lenguaje. Además, hice un Doctorado en Comunicación y Semiótica, con el grupo de la PUC – São Paulo, coordinado por Lucia Santaella, que es una gran referencia en esa área, no solo en Brasil. Y después, realicé un posdoctorado en psiquiatría infantil en el Servicio del Profesor David Cohen, en el Hospital Pitié-Salpêtrière, abordando la cuestión del “manhês”, de la entonación, de las señales de riesgo en el bebé. Concomitantemente, colaboro con el profesor Fillippo Muratori, de la Universidad de Pisa. Hay una investigadora con la que trabajo mucho aquí en París, que se llama Marie Claire Busnel, que fue la primera en trabajar con sensorialidad fetal, sobre cómo las entradas sensoriales favorecían la comunicación del bebé en el interior del útero. Durante el posdoctorado fui a maternidad, y allí trabajé con las gestantes en el último trimestre de gestación y pasamos de pensar que el bebé de dos días ya es muy competente a pensar, incluso, en el bebé antes del parto. En paralelo a eso, desde 1998, he trabajado la clínica psicoanalítica con bebés, junto a Marie Christine Laznik, a quien conozco desde esa época.

Junto al equipo de PREAUT nosotras hemos construido un poco esa clínica, que es nueva. No es un proyecto acabado. A partir del momento en que sabemos que hay una señal de riesgo, tenemos que capacitar al personal de la salud y de la educación, porque tenemos casos en que bebés muy pequeños se quedan en la guardería de siete a siete. Entonces es necesario que el personal de la educación que está en la guardería sepa sobre el bebé, sobre lo que el bebé es capaz de hacer. Porque a veces esa es la realidad del bebé, él es cuidado por el personal de la guardería, no por su mamá o su papá. En este caso no estoy pensando en la escuela, sino en ese periodo de la guardería, donde el bebé a veces pasa la mayor parte del día. Cada vez nos empeñamos más en formar personas para la intervención. Necesitamos de mucha gente para identificar el riesgo, que, además, es inusual. Sabemos que un bebé con riesgo de autismo no va a aparecer todas las semanas. Es importante esclarecer que no existe ninguna epidemia de autismo, ¡no es cierta esa idea de que hay autistas en todas partes! Esa no es la realidad. Me gusta mucho un texto del profesor François Ansermet que discute mucho el aumento generalizado de diagnósticos de autismo. Él muestra que para nada es así. Esos números están sobrestimados.

Raquel Oliveira – ¿Quiere decir que es necesario tener cuidado en relación con los diagnósticos de autismo y de otros sufrimientos psíquicos que puedan estar padeciendo los bebés?

 

Érika Parlato – El día que el profesional esté capacitado para identificar los sufrimientos de un bebé, necesitaremos tener en la red, también profesionales formados que puedan ocuparse de acompañar a ese bebé. Nos estamos empeñando mucho en formar personal para eso. En la UFMG tuvimos la oportunidad de colaborar con un gran centro de diagnóstico de autismo de niños. Lo que propusimos fue ofrecer una evaluación a las familias que tienen un hijo mayor autista y están con un bebé en casa o la madre está embarazada nuevamente. Hacemos una consulta, apoyamos a la madre y al bebé, que, en este caso, tiene un hermano mayor autista. Porque la literatura dice que el riesgo de tener un segundo niño autista en la misma familia es muy grande. Entonces, eso ya nos favorece para la observación de ese bebé pequeño que, en principio, tiene un riesgo potencial. Un dato importante es que, en determinado momento, se discutió si no estaríamos creando otro problema para la madre. Ofrecerle atención a la madre embarazada que ya tiene otro niño autista en casa, ¿podría causar algún problema? ¿Podría incomodar a la madre? Hoy sabemos, después de más de 50 familias atendidas, que las madres se sienten muy bien y más seguras con esta posibilidad. Toda la atención es pública, son servicios brindados por el SUS, en colaboración con la UFMG.

Raquel Oliveira – Al identificar algún riesgo, ¿cómo ustedes proceden?

 

Érika Parlato – Son pocos los que van a precisar de un acompañamiento más cuidadoso, más próximo. Pero, a cualquier bebé que se identifique que sufre, se le ofrece, al momento, a él y a su familia, la oportunidad de superar esa dificultad a través de atenciones semanales gratuitas, esto es muy importante.

La capacitación para la atención a los bebés y sus padres es muy valiosa. En São Paulo, colaboro con el Instituto Langage (una ONG). Allí tenemos un grupo en formación continua y supervisión semanal. Atendemos en una clínica social a los bebés que lo necesitan y a sus familias. Y en Belo Horizonte participo en un programa de formación junto a Rosely Grazire Melgaço y Thereza Bruzzi, en la Escuela Freudiana de Belo Horizonte (IEPSI). Allí también tenemos cómo atender a bebés. El PREAUT existe en diversas ciudades, de norte a sur de Brasil. Entonces, el coordinador del PREAUT, en cada extremo, tiene sus equipos de formación continua. Marie Christine Laznik imparte un curso de formación cada quincena en el centro Alfred Binet, en París. También están los congresos y coloquios, así como la transmisión de conocimientos a través de las publicaciones. Coordino una colección que se llama “Comienzos y tropiezos en el Lenguaje”, del Instituto Langage. Hemos logrado publicar libros con relatos de esas experiencias de la clínica y sobre las competencias del bebé. Obviamente, la formación es diferente a la capacitación para la identificación del riesgo. Por ejemplo, en la capacitación para identificar el riesgo, generalmente nosotros contamos con un número de horas que no deben ser sobrepasadas. Pero el profesional que va a trabajar en la intervención con niños necesita una formación más cuidadosa y continua.

1 – Término portugués sin equivalente exacto en español que designa la forma especialmente melodiosa, rítmica, suave, con que, en ocasiones, una madre u otro adulto, le hablan a un bebé

Érika Parlato-Oliveira eparlato@hotmail.com
Psicoanalista. Doctora en Ciencias Cognitivas y en Comunicación y Semiótica. Posdoctora en Psiquiatría Infantil en la Université Pierre Marie Curie, França. Profesora Titular de Psicología. Profesora del Posgrado de la Facultad de Medicina (UFMG), Brasil y de la Université Paris Diderot. Co-coordinadora de la Diplôme Universitaire “Le Psychique face à la naissance” de la Université Paris Descartes. Co-coordinadora regional del PREAUT Brasil.

Raquel Correa de Oliveira raquel.correa@terra.com.br
Psicoanalista. Doctoranda del Programa de Teoría Psicoanalítica de la Universidade Federal do Rio de Janeiro, Brasil.