Foto: Léo Lopes

El uso de crack entre jóvenes: historias para reconstruir los recorridos de cuidado y ciudadanía

Iniciamos este artículo con la frase de un adolescente, que destaca a nuestros ojos y oídos: “Nada en mi vida ha cambiado después de que empecé a usar crack”, dijo. Sorprendida de la respuesta de su entrevistado, que, en oposición al discurso de tantos otros sujetos de la investigación, no demoniza el crack, la investigadora le pregunta: “¿Y eso?”. La delicada objetividad con la que el joven repite la frase nos anuncia una cita con revelaciones de realidades que pasan al margen de los discursos dominantes que repetidamente circulan por los medios de comunicación.
El joven que nos habla y se hace escuchar, que se expresa con voz tranquila y sonrisa incrédula, se llama João, estudiante del 2º año del “ensino fundamental”1. Su experiencia demuestra la diversidad de sentimientos vivenciados a sus 14 años, regulados por excesos y límites que se hacen invisibles debido a los discursos de culpa con los que se ha enfrentado a lo largo de la vida.
Estas informaciones y fragmentos divulgados forman parte de una base de datos más amplia, que contiene diversas historias de vida, adquirida a través de la investigación “La realidad del crack en Santa Cruz do Sul”. Mayores informaciones y reflexiones sobre la investigación están disponibles en la publicación “(Re)conhecendo o perfil do usuário de crack de Santa Cruz do Sul”, de Garcia et al. (2012)2.
La vivencia de João ejemplifica una realidad que se nos presenta cuando nos proponemos a escuchar el sujeto más allá de las drogas y los discursos hegemónicos. Al oír el discurso del sujeto y sus múltiples caras, sea a través del análisis de las entrevistas realizadas en la presente investigación, sea en lo cotidiano de los servicios, podemos percibir, en ambos casos, la complejidad inherente a la condición de sujeto. De esta forma, no es raro que profesionales de la salud, la educación, la asistencia social, entre tantos otros, se propongan reflexionar sobre el escenario que constituye la vida de los jóvenes, especialmente los jóvenes usuarios de crack, lo que hace emerger un planteamiento que exige reflexiones: ¿qué hacer ante tantos descarríos producidos o reforzados por la iniciación tan precoz en las drogas?
Al tratar de cuestiones complejas como la drogadicción, compuestas de factores sociales, históricos, culturales, económicos, políticos, nos adentramos inevitablemente en el campo de las políticas públicas y la intersectorialidad (salud, educación, asistencia social, sociología, derecho etc.), a partir de las cuales se piensan y se elaboran programas, acciones e intervenciones con objetivo de posibilitar respuestas frente a problemas derivados del uso abusivo de drogas. Cuando estas cuestiones abarcan la infancia y la adolescencia – y casi siempre lo hacen –, mayores son la cautela y la prudencia necesarias, ya que nos referimos a sujetos en pleno proceso de constitución y desarrollo de su subjetividad.
El contexto de la realidad social contemporánea nos presenta el crack como el enemigo, el único responsable de las “desgracias actuales”, lo que genera un sentimiento generalizado de caos social. Según Terra (2011), en el periódico Folha de São Paulo, “hoy mueren ya más víctimas de la epidemia de crack que de las demás epidemias virales juntas. A partir de las muestras municipales, podemos inferir que el 1% de nuestra población es drogadicta. ¡Son casi dos millones de brasileños!”.
Sin embargo, es indispensable que se reconozca que, en nombre del crack, se han construido prácticas que producen y son producidas por un lenguaje ideológico que percibe las drogas como “el problema social”. Al asumir este discurso, se minusvaloran cuestiones que son más importantes y claman por una respuesta, especialmente la de cómo se ha establecido este fenómeno en la realidad actual.
En este sentido, el fenómeno de la drogadicción no puede ser visto y comprendido solo como una estadística asustadora, que promueve la demonización del crack e imposibilita provocaciones reflexivas; al contrario, esos discursos deben convocarnos al análisis de los factores que promueven y propician su propagación.
Entender el crack como enemigo no es una verdad absoluta para todos. El abordaje de los medios de comunicación sobre el tema refleja distintos intereses al invertir en la transmisión de un discurso social aterrorizante, del que resulta una alienación relacionada a los planteamientos sociales y económicos involucrados en el crecimiento del número de usuarios. Entendido como “la problemática social”, el crack ocupa espacio en las agendas de los gobernantes, tal como un ente que, para ser combatido y para que la paz vuelva a reinar una vez más (si es posible pensar que esta ha existido en algún momento), exige grandes inversiones de los gobiernos.

1 –  La traducción del término al español es “Enseñanza Fundamental”,  nivel obligatorio en la enseñanza brasileña , compuesta de 9 años e iniciada a partir los 6 años de edad. El 2º año corresponde a niños de 7 años.
2 – “(Re)conociendo el perfil del usuario de crack de Santa Cruz do Sul”.
Edna Linhares Garcia edna@unisc.br

Psicóloga, Doctora, Docente del Programa de Posgrado/Maestría en Promoción de Salud y del Departamento de Psicología de la Universidad de Santa Cruz do Sul (UNISC, Brasil), Coordinadora de la Investigación “La realidad del crack en Santa Cruz do Sul”.

Alíssia Gressler Dornelles

Psicóloga, Especializanda en Clínica Psicoanalítica (Universidad Luterana do Brasil, Santa María, ULBRA-SM, Brasil).

Mauriceia Eloisa Moraes

Académica de Psicología (Universidad de Santa Cruz do Sul, UNISC, Brasil).

Bruna Rocha de Araújo

Académica de Psicologia (Universidad de Santa Cruz do Sul – UNISC, Brasil). Becaria de la Fundación de Amparo a la Investigación de Rio Grande do Sul (FAPERGS).

Emanueli Paludo

Psicóloga, Magister en curso en el Programa de Posgrado en Desarrollo Regional (Universidad de Santa Cruz do Sul – UNISC, Brasil).

Giórgia Reis Saldanha

Académica de Psicología (Universidad de Santa Cruz do Sul – UNISC, Brasil). Becaria del Programa UNISC de Iniciación Científica (PUIC).