Foto: Karima Oliva Bello

Jóvenes y la precarización del trabajo: el caso del cuentapropismo¹ en Cuba²

Crisis del sentido del trabajo en jóvenes empleados en el cuentapropismo

Además de corroborar las investigaciones actuales sobre el tema, las declaraciones de los jóvenes revelan otra orden de cuestiones, la falta de perspectiva crítica para analizar su condición laboral, devenir actores políticos, importarse por formas de articulación colectiva y de reivindicación de derechos. Junto al atraso de las organizaciones para responder a los nuevos desafíos, existe un atraso en la reacción de los jóvenes ante la reconfiguración de las relaciones laborales en materia de respuesta política. El correlato subjetivo de la emergencia de los nuevos actores propietarios y contratados, en lo que se refiere a los jóvenes en una posición subalterna, se agota en la recompensa económica que reciben y en la queja individual. A los jóvenes no les conciernen las condiciones de trabajo ni los conflictos explícitos o latentes entre ellos y sus empleadores, todo parece resumirse a ganar más. Y eso está apuntando a una crisis importante del sentido del trabajo para un sector de la juventud cubana: una mercantilización del trabajo.

Este enfoque de cuño liberal identificado en la narrativa de los jóvenes entrevistados, coincide con la caracterización que Torres y Ortega (2014) hacen de la cultura política de un grupo de cuentapropistas cubanos. Las autoras afirman que, en el caso de los sujetos de su muestra, todo se resume a “trabajar más para ganar más”, sin un análisis político sobre las condiciones de trabajo en el nuevo contexto. Para las autoras, lo anterior dice respecto a las carencias económicas que desde la década de los noventa afectan a gran parte de la población dentro de un contexto de desigualdades, bien como al énfasis del discurso oficial en los aspectos económicos de la actualización del modelo, que conduce a la fragmentación de las nociones de economía y política en el imaginario social.

Analizando la situación de los colectivos laborales en las sociedades capitalistas contemporáneas, Alves (2010) destaca que,

[…] la ofensiva del capital significó la vigencia de la ideología del individualismo en la vida social. Se desvalorizan prácticas colectivistas y los ideales de solidaridad […] se desvanecen en la cultura cotidiana influenciada por los medios, la publicidad y el consumo, los ideales de bienestar individual, de interés por el cuerpo, los valores individualistas del éxito personal y del dinero. Es en ese mismo contexto histórico-cultural que se degrada la política en un sentido clásico, y se corroen los espacios públicos en cuanto campos de formación de conciencia de clase contingente y necesaria (Alves, 2010, p. 11).

Sin que podamos utilizar ese análisis como marco referencial para comprender las dinámicas propias del contexto cubano, llama la atención la emergencia del sentido utilitario y mercantilista del trabajo para los jóvenes entrevistados, cuyas circunstancias no les convocan a reflexionar sobre el significado político de las nuevas relaciones laborales en el sector no estatal y su papel subalterno dentro de ese sistema de relaciones.

El desafío de privilegiar formas de producción más colectivistas y locales

Por otro lado, la poca referencia a las cooperativas por parte de los jóvenes nos lleva a pensar que esa forma de gestión económica, que pudiera encaminarse más a proyectos de participación colectiva es poco visualizada dentro de sus horizontes. No obstante, es un modelo de gestión deseado por algunos de ellos.

En las entrevistas grupales, las jóvenes que pasan un curso como peluqueras se cuestionan con molestia por qué antiguos locales estatales de peluqueros y barberos del barrio pasaron a ser arrendados por particulares que, según ellas, “privatizaron el servicio”:

La mejor opción era entregar ese local a un grupo de nosotros de la comunidad y ayudarnos con algunos recursos para juntar emprender el negocio y brindar el servicio a todos. (Fragmento de las entrevistas grupales con jóvenes).

Para las jóvenes el arrendamiento determina que “lo que antes era del pueblo, de todos, pasó a ser de un dueño, que tiene dinero para invertir y brindar un servicio de mayor calidad que el del Estado, pero que no favorece al pueblo porque los precios son muy caros y solo piensan en ganar su dinero”, según sus palabras.

Consideramos que la insatisfacción con el modelo de privatización y el reclamo de la posibilidad de emprender iniciativas de cuño más colectivo es un aspecto positivo que podría instigar a las autoridades competentes a comprender la importancia de privilegiar, estimular y apoyar dentro de las nuevas formas de gestión económica, la cooperativa como modelo de producción colectiva más acorde a un proyecto de sociedad colaborativa y solidaria.

No obstante, autorizaciones para el desarrollo del cooperativismo en el país se han concedido en un ritmo lento. Uharte (2016) informa que “en parte, existe el temor comprensible sobre los riesgos del cooperativismo ya que fue la forma encubierta que asumieron los negocios privados en la transición al capitalismo en la antigua URSS, según advierten analistas cubanos”. Si bien el cooperativismo podría dar lugar al establecimiento de alianzas estratégicas de determinados actores en Cuba con poderes económicos e intereses corporativistas, eso dependería, en todo caso, de la forma en que ese tipo de emprendimiento colectivo sea implementado en colaboración con el Estado cubano. Se trata de una forma de producción con un gran potencial para favorecer las relaciones de colaboración y colectivismo encaminadas al bienestar comunitario, como lo demuestran las experiencias de cooperativas en Cuba y en otros contextos, en que el cooperativismo en las comunidades se constituye como un factor clave para el desarrollo de formas de vida y producción anticapitalistas.

La demanda de las jóvenes sobre formas de gestión económica más colectivas indica una valorización del carácter colectivo de la actividad productiva. Eso es algo positivo y avisa sobre la importancia de sopesar el correlato político de las medidas económicas, no solamente se trata de producir, sino, quién y cómo se produce. Torres y Ortega (2014) informan cómo las políticas han favorecido formas de gestión económica que, como el cuentapropismo y los arrendamientos, privilegian relaciones no colaborativas, sino mercantiles. Hoy ya están autorizadas las cooperativas no agropecuarias, única forma permitida de cooperativismo que existía en el país hasta diciembre del 2012.

El discurso de las jóvenes entrevistadas, a saber, “lo que antes era del pueblo ahora pasó a ser de un dueño”, trae luz sobre el hecho de que la toma de decisiones cuyo fin es la rentabilidad económica tiene un impacto en la esfera política. En las declaraciones de las jóvenes, a partir de su conocimiento empírico se reconectan política y economía en un sentido crítico. Mientras en el discurso oficial se afirma que más allá de las transformaciones económicas, el carácter socialista del sistema político cubano va a seguir siendo exactamente el mismo, las jóvenes nos recuerdan que para que eso sea debe seguirse una estrategia que atenúe el impacto de medidas que favorecen un sistema de relaciones no socialistas.

Consideraciones finales

En suma, en el caso de los jóvenes empleados en el sector no estatal, los principales intereses y motivaciones se agotan en la remuneración económica – que consideran mayor que en el sector estatal – siendo evidente una tendencia a la mercantilización del sentido del trabajo. Al mismo tiempo, vivencian insatisfacciones respecto a las condiciones de trabajo y sus relaciones con los empleadores, pero no existe una postura política que contribuya para hacer uso de los mecanismos colectivos como la sindicalización o articular demandas, reivindicaciones colectivas de derechos ante sus empleadores, eso ni es imaginado. Así, tanto la frustración de las expectativas de movilidad social con base en el trabajo estatal, como la mercantilización y despolitización del sentido del trabajo en el sector no estatal, indican la existencia de una crisis de los sentidos que conectan a los jóvenes con esa dimensión de la experiencia.

Medidas tomadas como parte del proceso de actualización del modelo económico se superponen con las desventajas socioeconómicas de partida determinando que emerjan o se profundicen dinámicas sociales con un importante potencial de vulnerabilización que atraviesan la condición de vida de los jóvenes entrevistados. Así, nuevas posibilidades de emprendimientos y consumo profundizan y hacen más visibles las diferencias socioeconómicas vividas. El modo como se desarrollan las nuevas formas de gestión económica dentro del sector no estatal, favorece en ese contexto en particular, la emergencia de dinámicas típicas de un padrón de inestabilidad y precarización laboral. Por su vez, las marcas simbólicas de los modos de subjetivación en el contexto de las transformaciones se caracterizan por la tendencia a la individualización, la mercantilización de las expectativas de vida, la no identificación con las organizaciones existentes y en algunos casos una postura de evasión o rechazo por las cuestiones políticas.

El reconocimiento de los jóvenes del derecho a disfrutar de servicios gratuitos de educación y salud, bien como el derecho al trabajo y al disfrute de un clima de seguridad social, son también características de la dinámica de la sociedad cubana referidas por los jóvenes que explican la motivación y sentimiento de valía personal con que los jóvenes – que dicen no sentirse vulnerables a pesar de las desventajas vividas – se representan a sí mismos e invierten en la consecución de metas personales, otra característica de los procesos de subjetivación revelados. La búsqueda de mejores condiciones materiales de vida tal vez sea una de las marcas más importantes de ese proceso de devenir sujeto que atraviesan los jóvenes entrevistados. Si esa búsqueda se va a agotar en lo privado, en lo individual, en el consumo, o si podrá inscribirse y realizarse en el curso de una construcción colectiva, es la gran cuestión levantada por la presente investigación.

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Resumen

 

El presente artículo se deriva de una investigación que tuvo como objetivo comprender cómo los procesos de vulnerabilización relaciones con la actualización del modelo económico cubano afectan a jóvenes en desventaja socioeconómica de la Habana, sobretodo, el impacto subjetivo en esos jóvenes en cuanto sujetos. A los fines de la presente publicación focalizaremos especialmente en el análisis de la problemática del trabajo, en el caso de los jóvenes vinculados al cuentapropismo. El modo como los jóvenes se vinculan al cuentapropismo favorece en ese contexto en particular la emergencia de dinámicas típicas de un padrón de inestabilidad y precarización laboral. Por su vez, las marcas simbólicas de los modos de subjetivación en ese contexto se caracterizan por la tendencia a la individualización, la mercantilización de las expectativas de vida, la no identificación con las organizaciones existentes en algunos casos y una postura de evasión o rechazo por las cuestiones políticas. La búsqueda de mejores condiciones materiales de vida tal vez sea la marca más importante del proceso de devenir sujeto en el caso de los jóvenes entrevistados. Si esa búsqueda se va a agotar en lo privado, en lo individual, en el consumo, o podrá inscribirse y realizarse, en el curso de una construcción colectiva, es la gran cuestión levantada por la presente investigación

 

Palabras-clave: jóvenes, trabajo, precarización, cuentapropismo.

 

Fecha de recepción: 29/09/17

Fecha de aprobación: 28/12/17

Karima Oliva Bello koliva2009@gmail.com

Maestría en Psicología Educativa por la Universidad de la Habana, Cuba, y Doctora en Psicología por la Universidad Federal de Río de Janeiro, Brasil. Becaria del Programa de Estudiantes-Convenio de Posgrado (PEC-PG)- CAPES (2014-2018), Brasil. Profesora de Psicología de la Universidad de la Habana (2005-2014). Investigadora del NIPIAC y Editora Asistente de la Revista DESidades.