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Moralidad y explotación del trabajo infantil doméstico: las visiones de extrabajadoras infantiles y patronas.

Aunque las patronas y empleadas concuerden sobre las posibilidades de ventajas proporcionadas por la inserción de las niñas y adolescentes en el servicio doméstico, es clara la diferencia existente entre los hijos de la patrona y la niña agregada. La desigualdad se revela con claridad y se muestra la aceptación de esa práctica de diferenciación.

Lurdes: Sí, pero si ese matrimonio8 cogiera una niña y la colocara aunque no sea en la misma escuela, sino en una escuela pública, digamos que la escuela (de los hijos) fuese particular, pero en una escuela pública, mira está aquí tu material, arréglate, ve a la escuela junto con los niños, sigue el camino de ellos, sigues tu camino, yo tengo certeza de que en el futuro más próximo esa niña vería esa familia con otros ojos y ella tendría un futuro mejor, ¿no? (Grupo Guamá, patronas, 18 de agosto del 2006, cursivas nuestras).

Lo “bueno” para la niña doméstica sería encontrar patrones solidarios, que le den una atención, aunque sea distinta de la de los niños de la casa, como podemos observar en lo que se dice anteriormente en relación al tipo de escuela.

En otro grupo, queda más clara, incluso, la fisura del consenso superficial y políticamente correcto de que el futuro de los niños y adolescentes es responsabilidad de todos, cuando ellas discuten cómo se sienten cuando encuentran una buena empleada.

Virgínia: Cuando llega (la trabajadora doméstica) a la facultad (…) una es buena, la trata como a alguien de la familia, pero una siente inconscientemente el miedo a perder (…) a veces obstaculizamos que esa persona de un paso para convertirse en algo más.
Dina: Por egoísmo nuestro. (Las otras participantes concuerdan).
Eva: Hasta inconscientemente.
Dina: Pero la gente comienza a poner trabas.
Virgínia: No es para perjudicar, pero uno obstaculiza, detiene, uno
Eva: Ya yo lo hice. Por eso es que pienso que hijo es hijo, ya forma parte de la familia, creo que es algo muy fuerte, porque un hijo es una cosa, y esas personas que llegan a nuestra casa con las que nos llevamos bien son otra cosa, y la gente se confunde (…) (Grupo Umarizal, patronas, 07 de agosto del 2006).

Al comienzo de la discusión, lo dicho por Virgínia resultó extraño para las otras participantes, que afirmaron que eso estaba mal y que lo que la patrona debería buscar era el crecimiento social de la empleada (“ayudarla a vencer en la vida”). De ese modo, Virgínia asumió el riesgo de posicionarse frente a las demás y fue obligada a justificar su punto de vista. Si en un primer momento las otras manifestantes se mostraron contrarias a lo que decía, después de la discusión ellas admitieron su propio egoísmo “hasta inconsciente” cuando surge una oportunidad mejor para una “buena empleada”. No obstante, Eva se manifiesta para diferenciar a los hijos, de “esas personas que llegan a nuestra casa con las que nos llevamos bien”. El motivo de eso es que una madre siempre desea el éxito de su hijo y, en este caso, ellas están admitiendo que cuando encuentran una niña que brinda buen servicio prefieren incluso, a veces, que ella no busque otros tipos de trabajo o de ascenso profesional.

Consideraciones finales

Nuestro objetivo con este trabajo fue identificar y discutir los elementos morales que sustentan el TID, a partir del análisis de grupos focales en que participaron patronas y extrabajadoras domésticas infantiles.

En los grupos realizados, se hizo bastante evidente la distinción que las patronas y extrabajadoras infantiles establecen entre el trabajo y la explotación de ese trabajo que corresponde a los maltratos, a jornadas muy largas o, incluso, servicios pesados. Las participantes resaltan que existen patronas buenas, que tratan bien a las trabajadoras domésticas adolescentes y patronas que maltratan. Entonces, el problema no está en el trabajo propiamente, sino en el abuso de poder de la patrona (“no estoy en contra del trabajo, estoy en contra de la explotación” – Vera), que humilla a la niña y no la trata con dignidad.

En situaciones extremas de violencia y malos tratos, como las presentadas por los periódicos, es difícil para las patronas reconocerse como explotadoras o como violadoras de los derechos de la niña y de la adolescente. Aunque hayan admitido, en otro diálogo, un egoísmo “hasta inconsciente” cuando encuentran una buena empleada. Las patronas de rango económico más alto presentan también, el argumento de que “traer a una niña” para el trabajo doméstico actualmente no representa tantas ventajas porque las niñas ya no son tan “modelables” como lo solían ser.

De ese modo, los motivos que llevaron a esas personas a que no contrataran más a niñas o adolescentes, después de muchos años haciendo uso de niñas para los servicios domésticos, no tiene que ver con una percepción más amplia de sus derechos, a pesar de todo el esfuerzo que han realizado las organizaciones sociales por los derechos del niño y del adolescente para provocar esa reflexión. Las extrabajadoras, al mismo tiempo, problematizan elementos políticos y sociales que corroboran el TID: la falta de una política pública que abarque los círculos infantiles y las precarias condiciones de las familias. Ellas presentan el TID como una forma de resistencia y de enfrentamiento ante situaciones de opresión estructural. Aunque mencionen el TID como causante de prejuicios y violencias, ellas individualizan la cuestión, para afirmar que depende de la conducta de los patrones y del interés de las niñas trabajadoras. Cuando se trata de enfrentar las violaciones de derechos de niñas y adolescentes, no podemos apenas considerar lo que dicen las personas afectadas como resultante de procesos ideológicos de dominación, sino como claves para comprender el contexto social y simbólico en el que están insertas.

En cuanto a los diálogos entre patronas y extrabajadoras infantiles domésticas, creemos que trajeron luz sobre las bases morales que mantienen la práctica del TID y también mostraron las fisuras del ideal contemporáneo de dignidad universal, en especial en cuanto al consenso de que cada niño tiene que estudiar y jugar.

Por lo tanto, aunque Taylor (2015) afirme que no siempre los propios sujetos sean las mejores fuentes para percibir las bases morales que fundamentan nuestros posicionamientos, creemos que, en este caso, a partir de la metodología de los grupos focales fue posible vislumbrar algo más allá de los “axiomas relacionados a lo universal”.

8 – Lurdes responde a la discusión espontánea que surgió en el grupo focal sobre el caso de Marielma de Jesus, niña de 11 años que era niñera y fue asesinada por los patrones en el 2005. Marielma había sido llevada con autorización de su familia, compuesta por trabajadores rurales, del municipio de Vigia (PA) para la capital paraense. La promesa del matrimonio de empleadores fue que la niña iba a estudiar y ayudar a cuidar de una niña. Nada de eso se cumplió. Marielma fue torturada brutalmente y asesinada. Los patrones fueron condenados a más de 30 años de prisión. Conoce más sobre el caso en: http://www.bbc.com/portuguese/brasil-36433363

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Resumen

 

Se busca revelar y analizar los elementos que componen el trasfondo moral que sustenta el trabajo infantil. Como referencial teórico, se parte de la concepción de moralidad de Charles Taylor y de las proposiciones de Jessé de Souza sobre pobreza y desigualdad en Brasil. Se utilizó el grupo focal como procedimiento de recogida de datos. Fueron realizados cinco grupos con patronas y extrabajadoras infantiles domésticas. Los resultados apuntan para posicionamientos en relación con lo que sería lo “bueno” y “lo justo” para las niñas trabajadoras infantiles domésticas y presentan las fisuras del ideal contemporáneo de dignidad universal, en especial, respecto al consenso de que el niño tiene que estudiar y jugar.

 

Palabras clave: trabajo infantil doméstico, grupo focal, explotación.

 

Fecha de recepción: 9/05/2017

Fecha de aceptación: 14/08/2017

Danila Gentil Rodriguez Cal danilagentilcal@gmail.com

Doctora en Comunicación por la Universidade Federal de Minas Gerais (UFMG), Brasil. Tiene posdoctorado en Medios y Esfera Pública (EME-UFMG). Es profesora adjunta de la Facultad de Comunicación y del Programa de Posgrado en Comunicación, Cultura y Amazonia de la Universidade Federal do Pará (UFPA), Brasil. Es autora del libro "Comunicação e Trabalho Infantil Doméstico: política, poder, resistências" (EDUFBA/Compós, 2016).