El mal
Le continuaba ofreciendo poemas suscitados por los filmes que le interesaban o por las grabaciones presentadas.
En las entrelíneas de los diseños: el dolor, los demonios casi siempre presentes, las sombras habitando los cuernos de faunos, parejas desencontradas, hombres diabólicos, mujeres solitarias.
¿Y yo? Lo verbal escapaba por entre los dedos, nosotras nos acompañábamos en aquel juego de intercambios, pero la duda me asombraba. ¿Será? ¿Será?
Comencé a pensar en conversar más sobre los diseños en relación a sus aspectos de ‘trash’. Pensé: si en este momento ella solo se comunica de esa forma, que así sea. Voy a sumergirme en su mundo de pesadillas y sueños e intercambiar con el mío de palabras, dándole forma y un posible sentido que se pudiese verbalizar mejor. Tal vez era necesario. Tal vez no.
El verbo y el amor
En la sesión que siguió a mi conversación (con mis pensamientos), para sorpresa mía, Andréa llega sin carpeta. Está allí, estaba allí, frente a frente, sin grabados, diseño, poesía – en una comunicación de otra especie, la que sale por la boca, ojos, oídos, los cuerpos moviéndose, contracciones, exasperaciones. El espacio potencial (Winnicott, 1951/1971) no disponía de un objeto que por tanto tiempo fuera preciso para que atravesáramos nuestras mil y una noches y fuéramos degolladas por la angustia y el desencuentro.
Si preguntaran qué conversamos en aquella sesión, no recuerdo. Sé que fue convidada por el padre a un crucero y que la madre la ayudó a escoger y comprar ropas (hasta entonces, el descuido aparecía en su apariencia y cuidado personales, sudaderas largas y sueltas, figura casi andrógina – extranjera para los ojos acostumbrados a lo cotidiano de los vestidos bonitos).
Cuando regresa de sus vacaciones, Andréa llega bien arreglada – pregunto si es para mí. No, anda más cuidadosa ahora, se arregla las uñas, está contenta porque no se recoge más el cabello (me muestra la anomalía enorme, hoy sin vergüenza, y yo me asusto, sin comprender el progreso anotado. Para mí, continúa el mismo claro, el hueco apareciendo, ocultado por los pelos ralos que lo cubren).
Algunos comentarios
Perlas poco a poco12
Yo lanzo perlas lentamente al mar
Yo quiero ver las olas quebrarse
Yo lanzo perlas al cielo
Para quién para ti para nadie
Que van a caer en el lodo de donde vienen…
…Granos de arena
El sol se deshace en la concha oscura
Luna llena
El tiempo se apura
Marea alta
La enfermedad trae el dolor y la cura
Y siembra
Granos de resplandor
En la locura
Zé Miguel Wisnik e Paulo Neves
Tantas veces me pregunté por qué continuábamos juntas, lo que Andréa esperaba de mí. No sé con qué palabras definir el sentido del grabado y de su producción en la vida de Andréa. Objeto de vínculo con la vida, de buscar apoyarse para no sumergirse en la angustia y en las márgenes (la marginalidad) vacías y sin rumbo. Objeto de expresión de un mundo interno que no se revelaba en palabras o en la dulce voz: sino en la depresión, en la ausencia radical de sentirse vivo y capaz de vivir y en los actos de delincuencia. Objeto de reconocimiento en la medida en que iba construyendo una playa, a partir de la mirada del profesor, con las olas extendiéndose hasta los colegas artistas. El grabado era un objeto donde buscaba un ancla, pero siempre equilibrándose en el filo de la navaja, porque era preciso sumergirse en el mundo de la desorganización y el caos para que la informe ganara formas, para que las figuras asustadas y terribles ganaran mínimos contornos.
¿Qué Andréa buscaba en el arte?
Existe una dificultad en vivir el día a día: vive la vida por la vida o la muerte por la muerte – lenta y/o impulsiva. Está en busca de un vivir en el que emerjan sentidos. La miseria simbólica, las restricciones que la vida onírica de pesadillas imponen, llevan el lidiar con el trabajo del día a día como peso de las tareas aplastándole la voluntad e imposibilitando el soñar que conduce al hacer creativo. Algunas veces devaneos. Quién sabe, ni devaneos: algo más allá del fantasear.
¿Qué es capaz de propiciar el arte? No necesariamente cura – vid de innumerables artistas. La obra de arte no es sinónimo de un vivir creativo, como dijera Winnicott (1971).
La obra de arte, advierte Winnicott, es diferente del vivir creativo propio del vivir total. Son personas como Andréa, en especial, que intentan encontrarse a través de sus experiencias creativas – en la búsqueda de su yo (‘self’). Mientras, pensar en el arte como camino único o garantizado para la cura puede ser un error, una búsqueda interminable y fallida. Para algunos, el arte es el fundamento como única sustentación posible para el vínculo con la vida y la sobrevivencia psíquica. Para otros, el arte es un atajo mientras el vivir el día a día bordea lo insoportable.
El amor a la vida no tiene lugar, y el mismo objeto de salvación puede tornarse de perdición. Pero, ¿podría así mismo constituirse como un objeto de comunicación con otro humano? ¿O se delinea solo como gesto esbozado que, si el otro no está allí, para compartir y reconocer la realidad de la creación, caerá en el vacío?
Recuerdo un tiempo en que Andréa se quedó sin producir, pero, simultáneamente, comenzó a arreglarse, viajó con el padre, amplió sus horizontes más allá del arte. Me cuenta, entonces, que evitaba “mezclarse con el grabado” en aquel momento, con miedo a perder estabilidad. Fue importante el señalamiento de Andréa que provocó en mí un extrañamiento y posterior cuestionamiento, en relación a la percepción del uso terapéutico del arte.
De un lado, vemos pacientes que temen que el curar su locura deje fuera (tirar al bebé junto con el agua de la cubeta) su parte creativa. Por otro lado, pacientes (otros o los mismos) que prescindirían de sus posibilidades de talento con tal de sentir normalidad y estabilidad, y de formar parte de la humanidad.
Ahí recurro nuevamente a Winnicott:
En la búsqueda del yo (‘self’), la persona interesada puede haber producido algo valioso en términos de arte, pero un artista de éxito puede ser universalmente aclamado y, no obstante, haber fracasado en el intento de encontrar el yo (‘self’) que está buscando. El yo (‘self’) realmente no puede ser encontrado en lo que es construido con productos del cuerpo o de la mente, por más valiosas que puedan ser esas construcciones en términos de belleza, experticia o impacto. Si el artista a través de cualquier forma de expresión está buscando el yo (‘self’), entonces se puede decir que con toda probabilidad ya existe cierto fracaso para ese artista en el campo del vivir creativo. La creación acabada nunca remedia la falta subyacente del sentimiento del yo (‘self’). (1971, p. 81).
Es preciso una sensibilidad especial, que va más allá de los límites de la conciencia: estar frente al otro de modo sensible y cuidadoso en una escucha sin demandas.
Por eso debemos ser cuidadosos en relación al preconcepto referido al arte como forma garantizada de cura – cuidadosos para no comunicar el arte como única expresión del yo (‘self’) de este paciente.
Sin dudas, el arte constituye un ancla poderosa en cuanto expresión de la vida subjetiva, pero el trabajo del analista debe ser el de auxiliar en la construcción de un trabajo para que el arte no funcione apenas como estancia (lugar seguro/de parada), sino como movimiento que produzca nuevos momentos en la dirección de un futuro de creación más allá de la obra en sí. La obra como apertura para crear en la vida.
Sesión más reciente de Andréa
Andréa no me trae más sus producciones – además de que las más recientes no son grabados, sino diseños con otra técnica que dispensan el uso de prensas y el contacto con la suciedad. Ya estábamos casi finalizando la sesión, cuando ella me reafirma su miedo y casi determinación a no trabajar con las artes plásticas con la regularidad anterior. Argumenta que entra en un proceso en que se ensucia mucho, la casa sucia, la suciedad y desorganización del entorno alcanzan una proporción “enorme”. No le interesa más mantener las cosas arregladas. El mundo acaba ahí. Cuando comienza a trabajar va noche adentro, pierde la noción de las horas y del tiempo.
Angustia de entrar en un estado caótico, tanto físico, como de alienación en relación a lo que acontece fuera de sí. El cuidado de sí misma, de la hija y del ambiente se imposibilitan. Se da un contacto casi directo, sin mediación, con sus aspectos “trashes” (así dice ella), como si no fuese posible crear a partir de otro interior, sino el más terrorífico, loco, del dolor de heridas (incurables).
¿Será posible crear a partir de una bella serenidad? ¿Será posible crear sin contar con su locura desorganizada? Como posible solución, Andréa está pensando en usar el taller del profesor eventualmente, sin compromiso.
Un talento importante que viene desarrollando hace algún tiempo es cocinar. Caprichosa, sofisticada, investiga sobre platos refinados, ingredientes diversos, “especias”; hace almuerzos que ofrece a las personas que son importantes para ella. Pretende iniciar el curso de gastronomía mientras amigos artistas la desaprueban y la incentivan a hacer un curso de Artes Plásticas.
Entiendo su cambio y la acompaño, pudiendo entender que el arte en ella sigue – en este momento- por caminos más seguros, con contornos en que es posible lidiar con la suciedad de la cocina, y las producciones pueden ser ofrecidas a los otros como garantias, de consumo y de que ella estará acompañada de personas reales, no de demonios, peces muertos, esqueletos.
Elección de un camino más alegre (menos doloroso), donde la amenaza del desborde de la aflicción y de la locura quede lejos.
Perlas poco a poco, tiradas paulatinamente para que sea posible lidiar con el lodo que viene junto, lodo-origen de la perla, donde el ensuciarse y el limpiar sean posibles – de modo que se posibilite la tolerancia a la destructividad y el vislumbre de la esperanza y de la posibilidad de vivir creativamente.
12 – Traducción nuestra.
Referencias Bibliográficas
BAUDELAIRE, C. As Flores do Mal. Rio de Janeiro: Nova Fronteira, 1980.
CARDOSO, M. R. Superego. São Paulo: Escuta, 2002.
PESSOA, F. O Livro do Desassossego por Bernardo Soares. São Paulo: Brasiliense, 1995.
PONTALIS, J. B. Perder de vista. Rio de Janeiro: Jorge Zahar, 1988.
WINNICOTT, D. W. Objetos Transicionais e Fenômenos Transicionais. In: ______. O brincar e a realidade. Rio de Janeiro: Imago Editora, 1971 (Original de 1951).
______. A Criatividade e suas Origens. In: Op. cit., 1971.
______. Nada no Centro. In: ______. Explorações Psicanalíticas. Porto Alegre: Editora Artes Médicas, 1989 (Original de 1959).
______. O Medo do Colapso. In: Op. cit., 1989 (Original de 1963).
______. A Psicologia da Loucura: uma contribuição da psicanálise. In: Op. cit., 1989 (Original de 1965).
Resumen
En el siguiente texto es presentado un caso clínico en el que destaco, en el relato, los sentimientos de tedio y vacío vivenciados por la adolescente y, además, el lugar del arte y de objetos culturales como forma de comunicación entre la paciente y la analista. Se viene constatando la llegada a los consultorios de jóvenes adultos con dificultades de pasar, de transitar para un estar-en-el-mundo de otro modo rumbo a la independencia, al ser-adulto – siguiendo hacia adelante en su proceso de maduración. Presentan un cotidiano vacío y sin sentido, tedio, inercia psicosomática, sentimientos de no pertenecer y uso de drogas. Son jóvenes que luchan para alcanzar la vida, como refiere Winnicott – y la desesperanza ante de esa lucha se traduce en las vivencias de vacío. La referida “adolescencia congelada” vivida algunas veces con desespero, otras con apatía requiere de un abordaje específico. El encuentro clínico extrapola la comunicación verbal y solicita la configuración de un espacio potencial en que el uso de objetos culturales y del arte pueda presentarse como instrumento terapéutico.
Palabras clave: tedio, vacío, creatividad, adolescencia, objetos culturales.
Fecha de Recepción: 29/08/2015
Fecha de aceptación: 15/10/2015