Foto: Sergejs Babikovs

Violencia entre adolescentes en el contexto escolar

Ilana Lemos de Paiva – Me gustaría que usted hablase un poco sobre un tema muy importante para nosotros, las discusiones acerca de las políticas de encarcelamiento de la Juventud. ¿Cuál considera que son las diferencias y similitudes entre México y Brasil en este asunto? ¿Cuáles son las consecuencias para la juventud de la reducción de la edad penal y las políticas de encarcelamiento cada vez más duras para los jóvenes?

 

Juana María Guadalupe Mejía-Hernández – Aquí en México se bajó la edad penal a los 16 años hace ya tiempo. Un factor importante es que en las cárceles mexicanas – en la gran mayoría, no existe un programa de verdadera rehabilitación. Entonces, el ingreso en la cárcel es un ingreso en la universidad del crimen. Se dan aprendizajes importantes en una edad muy joven a partir de la convivencia con adultos ya más formados, por lo que la entrada a la cárcel fortalece la pertenencia a las redes del crimen. Yo creo que la principal injusticia es que: “sí puede venir a la cárcel, pero no puede votar”. Porque la edad para participar de la votación es 18. Entonces, puedes venir a la cárcel, pero no tienes derechos ciudadanos.

 

Ilana Lemos de Paiva – En Brasil, es lo contrario, el joven puede votar con 16 años, pero puede ser apresado solo a los 18.

 

Juana María Guadalupe Mejía-Hernández – Y existen las llamadas comunidades para adolescentes que son los antiguos reformatorios, los cuales también tienen muchos problemas. En ellos se aplican modelos de rehabilitación y se saturan fácilmente. Son pocas, aquí cerca de casa hay una en la que se han dado revueltas, no deja de haber consumo de drogas. Incluso en una de estas revueltas me tocó ver que habían lanzado bombas Molotov. Existen, entonces, estos recursos. Aquí en México, cuando el joven entra al sistema de la cárcel o de la comunidad para adolescentes, se encuentra con que estas no tienen verdaderos programas de rehabilitación.

 

Hay pequeñas luces que vienen de las organizaciones de la sociedad civil que han llevado a algunas cárceles algunos pequeños programas. Estos se sustentan con sus propios recursos, programas de formación para el trabajo. Recientemente, una iniciativa privada de un actor y de una sociedad civil, desarrollaron en el periférico de la ciudad jardines verticales y las mallas de estos jardines verticales fueron hechas por las mujeres de la casa penal de Santa Marta. Estos programas implican un análisis global de diferentes factores. Entonces, te hablo de una acción que implicó intervenir un espacio de manera más ecológica, mirar a los presos y focalizar el aspecto ecológico. Creo que esta visión nos falta. Ahora, volviendo al asunto de edad penal, estamos ante un problema de Derechos Humanos, porque acontecen muchas violaciones de los derechos, principalmente, porque la rehabilitación no acontece y no cumple su función.

 

Ilana Lemos de Paiva – Hay una cuestión en la que creo que sería interesante pensar, se trata de las redes de investigaciones en América Latina. Tenemos realidades muy cercanas desde el punto de vista cultural, político y, principalmente, en torno a la juventud, que sufre la falta de trabajo, la violencia etc. ¿De qué manera cree que los investigadores de América Latina pueden aprender unos con los otros, entre ellos? ¿Cómo trabajar juntos en la búsqueda de soluciones para estos problemas?

 

Juana María Guadalupe Mejía-Hernández – El Sistema Nacional de investigadores que existe aquí, me parece injusto. Se fija más en cuántos artículos hiciste al año, que, si has escrito un libro, por ejemplo. Pero esa no es la cuestión. Tú me preguntas qué hacemos nosotros. Pues primero, estar comprometidos con nuestra función. Formarnos efectivamente para cumplirla; tener la capacidad de apertura, de diálogo y humildad.

 

Muchas veces nos formamos con modelos que no nos pertenecen. Se forman investigadores latinoamericanos como si fueran norteamericanos, estadounidenses. Como si tuviéramos todos los recursos que hay en los Estados Unidos. Me parece incoherente, inconsistente e incongruente. Igual acontece con el idioma, está la demanda de “tienes que aprender inglés” porque este es el idioma del conocimiento, no portugués, ni francés, solo inglés. Entonces, la búsqueda del conocimiento no se puede realizar en otros idiomas, no podemos aspirar a un diálogo con otras culturas más allá. Pues, busquemos una auténtica multidisciplinariedad e interdisciplinaridad, basadas en el compromiso, el compartir, el cuestionarnos con respeto. ¿Por qué no podemos dialogar también entre las ciencias humanas y las ciencias duras? ¿En qué nos pueden contribuir? ¿Un economista puede contribuir en torno a la cuestión de la violencia? ¿Sabes que hay físicos que contribuyen con la física social?

 

Entonces, tenemos que revisar, refundar, no sé. Pero, esperemos que nuestros coordinadores no lo sientan amenazante. ¿Cómo lo vamos a plantear de manera amistosa, de manera respetuosa, de manera cuidadosa? Que no deje de haber impulso, entusiasmo y amor por la labor.

 

Ilana Lemos de Paiva – Recordé a los estudiantes desaparecidos de México, un acontecimiento con repercusión mundial. Entonces me preguntaba durante su entrevista, ¿Qué cree que la juventud puede hacer para resistir? ¿Cuáles pueden ser modos de resistencia?

 

Juana María Guadalupe Mejía-Hernández – Yo confío más en el impacto local de las acciones de los jóvenes. Un grupo de una minoría activa en un escenario local puede hacer – yo creo – más impacto para los niños que los miran, para los adultos que los juzgan, que una gran revolución de los jóvenes. Yo no sé a ciencia cierta qué pasó con estos chicos, es muy oscuro lo que pasó. Te puedo decir que no son los únicos. En este país ha habido muchas desapariciones de jóvenes que estaban en luchas significativas. Una de las desapariciones más burdas fue la del 68, en México. Este acontecimiento fue mayor que lo de Ayotzinapa. No fueron 43, fueron cientos. Entonces, se puede ir registrando eventos donde los jóvenes son actores, porque es una etapa de la vida en que se cuestionan todo, tienen que encontrarse a si mismos, ubicar su identidad individual dentro de un contexto social y asumir también una identidad colectiva. Este cruce entre la identidad individual y colectiva tiene que ser una bisagra muy sana y bien aceitada. Por eso digo que la vuelta a escenarios locales, con minorías, grupos bien consolidados, que tienen un propósito, puede dejar algo a la sociedad y puede dejar algo a la experiencia personal de los sujetos. Porque durante la adolescencia y la juventud puedes mezclarte con gente de otros grupos sociales y otras culturas y volver luego a tu mundo con otras riquezas, con la experiencia de haber escuchado a otros distintos a ti, lo que te brinda tolerancia, capacidad para entender otras mentalidades, ser más abierto, reflexionar y ser crítico.

 

Entonces, ¿qué podemos hacer con esta juventud? Alentarla a que participe. Cualquier forma de participación que permita una colaboración colectiva es una participación política porque el poder se comparte, se ejerce aquí, en el contexto más próximo. Yo dudo que en estos momentos la participación política de los jóvenes en partidos políticos sea una de las mejores formas de participación política, se puede participar en la lucha por tener cierta influencia en un movimiento ecologista local en defensa de una zona, que cree espacios deportivos, que los lleve a buscar mejores condiciones de vida. Por ejemplo, conozco un muchacho de 29 años, agrónomo, líder de su comunidad, sabe el trabajo del campo, lo trabaja con sus propias manos, sabe dialogar con gente de su edad y mayor, no se tituló a la edad esperada a los 22 años, pero ha trabajado las tierras, conoce a su pueblo, dialoga con la gente. Todo el transcurso de su vida de joven que ya está terminando, este joven mestizo ha sido un ejemplo de alguien que se cuestionó, trabajó y dijo, “necesito ser útil a mi comunidad”, no por un estatus, sino por la búsqueda del verdadero conocimiento para ponerlo en función de su comunidad de origen. Él se propone que el poder compartido sirva en la lucha por la soberanía alimentaria, contra la contaminación de los ríos, del aire.

 

Me entusiasma que los movimientos de los jóvenes en estos escenarios locales se integren con personas en otras etapas de la vida. Ellos van a dejar de ser jóvenes algún día. Fueron niños, ahora son jóvenes que están cuestionándolo todo. Aprovechemos la energía de la juventud, de la adolescencia, en este lugar social desde donde cuestionarse el estatus quo, puede servir para aprender sobre todas las etapas de vida.

 

El otro día discutía una alumna en clase: “Bueno, ¿y qué es ser adulto??”. Les dije: “Freud decía que es amar y trabajar. Es establecer una pareja y tener trabajo fijo”. La alumna dijo, sí, pero aquello era entonces, ahora, además, hay que ser conscientes. No basta el trabajo, la pareja. La pareja se puede cambiar, el trabajo se puede cambiar. Pero la toma de conciencia no, la empezaste y no la puedes acallar. Entonces, creo que iría por ahí, alertar esa toma de conciencia a través de las experiencias, de las acciones. A veces actuar te lleva a la toma de conciencia mejor que la teoría. Te dicen una cuestión teórica, te vas a tu casa y sigues viviendo tu vida como si nada, repites lo teórico como quien repite una canción que se oyó en la radio, sin entender. Es mejor abrir espacios de experiencias de trabajo colectivo, de trabajo conjunto en escenarios locales, que se apoyen y se lleven de manera reflexiva, ganando poder, poder en conocimiento, en cuanto a las relaciones, en cuanto al impacto social, en la toma de decisiones.

 

Ilana Lemos de Paiva – Estoy muy agradecida por tu contribución tan especial a la Revista DESidades en nombre del todo equipo editorial.

 

Resumen

La violencia entre adolescentes debe ser comprendida como parte de sus relaciones, como expresión de la sociabilidad y de los procesos de socialización y subjetivación a través de los que se construyen la identidad social y de género. Os actos de violencia practicados entre ellos van mucho más allá de la violencia física. Al buscar su lugar en el espacio social, muchas niñas también han tomado la senda de las interacciones sociales basadas en la crueldad y el abuso, como los niños. Los adolescentes retan a las escuelas y a los profesores que poco pueden hacer para transformar efectivamente el contexto de violencias propio de la cultura escolar contemporánea.

 

Palabras clave: violencia, adolescentes, relaciones sociales, subjetividad, identidad.

 

Fecha de recepción: 26/01/2017

Fecha de aceptación: 14/02/2017

Juana María Guadalupe Mejía-Hernández juanismh@gmail.com
Psicóloga y Doctora en Ciencias con especialidad en Investigaciones Educativas, docente de las maestrías en Educación y en Psicología de la Universidad Tecnológica de México (UNITEC). Docente en las Maestrías de Educación Ambiental e Innovación Educativa del Centro Universitario ORT, México.

Ilana Lemos de Paiva ilanapaiva@hotmail.com
Doctora en Psicología Social, docente de la Universidade Federal do Rio Grande do Norte (UFRN), Brasil. Coordina el Centro de Referencia en Derechos Humanos (CRDH) y el Observatorio de la Población infanto-juvenil en Contextos de Violencia (OBIJUV), ambos en la UFRN.