Presentación1
Guaguas, bebê, bambino, babies, bébé, mitã pytã, pichike che, ‘o’ o, … diferentes formas para nominar que implican diversidad de creencias, prácticas, valores y sentimientos con relación a los bebés. ¿Por qué las personas tienen bebés? ¿Son personas los bebés? ¿Cómo un recién nacido de la especie humana deviene en “bebé”? ¿Son seres racionales? ¿Tienen cultura los bebés? ¿Son seres pasivos o activos? ¿Son una tabula rasa? ¿Por qué requieren de cuidados especiales? Son algunas preguntas que se han formulado en torno a este sujeto peculiar y universal, y paradójicamente, tan poco comprendido aún desde las Ciencias Sociales y las Humanidades.
Si bien en las últimas décadas la producción académica en torno a la niñez y los niños ha crecido de manera sostenida, vale recordar, siguiendo a Gottlieb (2009) y a Tebet y Abramowicz (2018) que el hecho de enfocar en la infancia, no siempre ha significado para las Ciencias Sociales tomar como foco a los bebés. Así, Tebet y Abramowicz (2018, p. 295) se preguntan: ¿Un bebé es un niño? Con esta pregunta las autoras colocan un debate lícito y necesario: ¿es posible incluir a los bebés en los estudios sociológicos y antropológicos sobre la infancia? ¿qué se ha producido hasta ahora en estos y otros campos disciplinares acerca de la vida social de los bebés? ¿son adecuados y suficientes los enfoques, metodologías y técnicas en estos campos para dar cuenta de la especificidad de las experiencias de los bebés?
En este artículo reflexionamos sobre el modo en que la preocupación por problematizar a los bebés se ha desplegado a lo largo del siglo XX en dos grandes perspectivas de investigación, a partir de una selección bibliográfica que busca dar cuenta de desarrollos disciplinares e interdisciplinarios. La reunión de esta producción bajo dos perspectivas – aquí llamadas enfoque anticipatorio y enfoque vivencial – se orienta por preguntas tales como: ¿sobre qué bebés se ha construido la mayor parte de la producción científica sobre la primera infancia? ¿sobre qué evidencias empíricas hemos definido el estatus y atributos de los bebés y las formas en las que nos relacionamos con ellos?
Por una parte, ante una ausencia de conocimiento sistemático, desde el final del siglo XIX puede advertirse la multiplicación de materiales médicos, psicológicos y jurídicos que buscaron identificar formas óptimas de cuidado y de reconocimiento de la “naturaleza” de los niños. Estos trabajos se enmarcan en el enfoque anticipatorio (Qvortrup, 2009), donde los bebés aparecen valorados por su potencial desenvolvimiento futuro, y las acciones relevantes pesan en términos de moldear ese porvenir en forma vigorosa. Lo que ocurre en la primera infancia importa por sus consecuencias en las demás etapas del curso vital y en el desarrollo de una sociedad, es decir, en tanto capital humano.
Por otra, a partir de 1980-90, puede constatarse la emergencia de una segunda mirada académica sobre los bebés, que no tiene como preocupación central su desarrollo y salud ni su impacto en los niveles de morbi-mortalidad de una sociedad, sino que está interesada en dar cuenta de las realidades y conflictos de los bebés en el entramado cotidiano entre sus familias, comunidades e instituciones. Estas investigaciones, a las cuales llamaremos de enfoque vivencial, constituyen una producción académica orientada a comprender cómo las personas y sus entornos sociales despliegan sus estrategias de vida, en la cual los bebés son considerados actores en esos contextos culturales complejos. De este modo, los bebés interesan “en tiempo presente”.
Consideramos que esta taxonomía permite organizar y clasificar investigaciones trascendiendo los límites disciplinarios, reconociendo convergencias y diferencias entre ellas. Una forma de contrastar las dos perspectivas planteadas en este escrito, es retomar la distinción introducida tanto por Uprichard (2008) como por Qvortrup (2009) entre being y becoming: los bebés como adultos en construcción (becomings) y los bebés como seres capaces que se involucran activamente en compartir y construir significados culturales mientras participan de su propio proceso de desarrollo (beings). Esta distinción es particularmente relevante en todos los escenarios en que el interés y el respeto por un bebé “en tiempo presente” pueden estar reñidos con acciones basadas en ideas de desarrollo y futuro promovidas como deseables, en particular desde la comunidad médica, el Estado o cualquier institución de la sociedad civil (Qvortrup, 2009).
En las secciones que siguen caracterizamos ambas perspectivas, y hacia el final reflexionamos sobre sus principales contrastes en cuanto a sus orígenes, objetivos, alcance y marcos teórico-epistemológicos, entre otros aspectos (Figura 1), pero también sus puntos de articulación. No se trata de producir una lectura valorativa ni simplista ya que ambos conjuntos reúnen estudios diversos, cuyo alcance es difícil de ponderar en este espacio, sino mostrar la necesidad de considerar sus aportes y limitaciones, sus posibles diálogos, en el camino de avanzar hacia abordajes más comprehensivos de los bebés y su vida social.
Figura 1. Síntesis de las principales características del enfoque anticipatorio y del enfoque vivencial de investigación en primera infancia.